EJERCITO ¡PRIMERA LLAMADA, PRIMERA!

E

n el teatro de las operaciones militares, rememorando el lenguaje clásico, uno de los actores principales ha levantado la voz. No por su participación, sino debido a la humillación pública sufrida en días recientes en el Estado de Guerrero donde un grupo de 70 militares fue retenidos por civiles armados.

       ¡Que un grupo de civiles retenga a militares por haberles quitado unas cuantas armas de uso exclusivo del Ejército (cosa que ya había sucedido en Michoacán) es por demás grave, todavía es más grave que para su liberación el gobierno haya negociado con los civiles la devolución de las armas!

Muchas interrogantes quedan sin contestar desde el campo del derecho y aplicación de la ley; como también queda al descubierto que el plan del Imperio para desmantelar el estado mexicano y transformarlo en un “estado fallido” va viento en popa. Lo peor del caso es que los llamados partidos de “izquierda” han sido en buena medida peones utilísimos para los propósitos del recurrente invasor.

En esta entrega vergonzosa del país iniciada con Zedillo y seguida puntualmente por Fox y Calderón, nuestro Ejército, así, con mayúscula, ha sido expuesto a partir del sexenio anterior como consecuencia de la estúpida guerra calderonista. El problema es que también ha sido avergonzado y el concepto del honor para este cuerpo es un valor de suma importancia ¿De quién es la culpa?

La nueva clase política mexicana se caracteriza por su parecido a las pandillas, por su ambición desmedida, ignorancia del estado y sus funciones (incluidos por supuesto sus deberes), como por su cobardía para hacer valer la ley. Negocian todo, incluida la comisión de delitos, la dignidad del estado y la vida cotidiana de los gobernados, que por los resultados vistos ni a súbditos llegamos.

Un caso reciente. La horda guerrerense que cobra sus quincenas puntualmente en el cajero automático, pero que en cuestiones de trabajo es alérgica a cumplir con su deber, hace unos meses bloqueó la autopista México-Acapulco. En su anarquía y conducta delictiva (tomar las casetas de cobro conlleva la comisión de varios delitos) se enfrentaron a la policía y no contentos con ello prendieron fuego a las bombas de una gasolinera, muriendo de manera dolorosa un empleado (que heróicamente intentaba cerrar la llave para evitar una tragedia).

México como dice el tango, va “cuesta abajo en su rodada”, en su deterioro institucional y en la calidad de vida de los ciudadanos. Los militares ya alzaron su voz de descontento esta semana y su reclamo debe ser atendido. La historia y el sentido común nos dicen que se haga.

Entre las voces castrenses se recogen tres reclamos de algunos generales publicados por conocido diario: “Los políticos son los que nos han llevado a donde estamos. El origen de todo esto que pasó en Guerrero tiene un nudo político, y por eso el Ejército en qué verguenzas anda cayendo ¿Cómo es posible?” (Samuel Lara Villa). “El problema es político. Los Gobernadores, que, más que gobernar, desgobiernan, no tienen el carácter suficiente para aplicar la ley porque tienen miedo” (Luis Garfias).

Otro más cuyo nombre no se menciona declaró: “Es bochornoso. Es una vergüenza (que los militares hayan sido retenidos). No puede haber otras fuerzas Armadas en el País de las que ya cuenta… Aquí no estamos hablando de la mota que venden o cultivan, no es por ahí, sino las armas de alto poder que poseen. Esto es lo que hay que combatir” (Mural, 8 de agosto de 2013). ¡Más claro no se puede!

El Ejército ha hablado, ha lanzado su primera llamada de advertencia. El estado mexicano no puede desentenderse de un asunto tan grave y considerar que la llamada es como la de los bribones de los partidos políticos, bandas que por cierto son culpables en gran medida del deterioro y lamentables condiciones de vida de este sufrido país llamado México.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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