4 T: PARAÍSO DE DELINCUENTES (INFIERNO PARA LOS MEXICANOS)

Millones de mexicanos que votaron por López Obrador no se imaginaron jamás a lo que se exponían y exponían al país. Igual sucedió con aquellos periodistas que consideraron que ya había cambiado. Las Sagradas Escrituras lo advierten desde hace 2700 años: “¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?” (Jer 13:23). A los primeros les faltó información, a los segundos discernimiento: díganlo si no todos aquellos colegas (hombres y mujeres) que en su campaña le apoyaron y hoy son objeto de sus iras y ofensas continuas.

Considerar que un hombre que jamás ha trabajado en nada, que se desconoce de qué ha vivido tantos años (viajando sin parar con un séquito de gorrones), fósil universitario, anarquista consumado y enemigo eterno del trabajo y de los que trabajan para vivir mejor, podría ser un buen presidente de la República, era (y es), un perfecto desatino.

El quid de semejante desgracia es que llegó a la presidencia y desde el primer día mostró lo que nos esperaba. Habiéndose declarado ‘cristiano’ durante su campaña, el día de la toma de protesta salió de Palacio Nacional y en un acto de impiedad y paganismo se arrodilló ante brujos, derribando con su acción cualquier duda al respecto. Valga recordar que la hechicería y toda especie de ocultismo es abominable ante los ojos de Dios (Deut 18:10-12). Así que su cristianismo resultó tan falso como su apoyo a la democracia, la unidad y la vida republicana.

Lo suyo ha sido la división, la ofensa, el encono, el ataque continuo contra los que trabajan y producen empleos y riqueza, contra todo aquel que se oponga a su desmesura y acciones, la mayoría dañinas para los mexicanos, de hecho un robo a su futuro.

Y es que, si bien recibió un país con altos índices de criminalidad —sus antecesores no quisieron hacer uso de la fuerza para no pasar por ‘represores’— lo cierto es que el tabasqueño de inmediato mostró simpatía y acercamiento con las hordas de criminales que azotan al país, con o sin organizar, ofreciéndoles de inmediato abrazos y, en el peor de los casos “acusarles con sus mamacitas” (burla imperdonable e inadmisible para un titular del Poder Ejecutivo).

     En lo que va de su terrible desgobierno 110,000 personas han sido asesinadas, 49,581 desaparecidas (muchas de las cuales son asesinadas al negarse a participar en las bandas criminales, mientras que miles de mujeres son convertidas en esclavas sexuales en México y fuera del país ¿puede entenderse que en el siglo que habla a “derechos humanos” a todas horas hasta el hartazgo el gobierno permita y tolere semejante ruindad?

Pero qué se podía esperar de un ‘presidente que amista con la mamá del chapo Guzmán, que libera del Ejército a su nieto (ya estando detenido), siendo pedido por las autoridades de Estados Unidos por ser el principal introductor de ese veneno llamado fentanilo que todos los días ocasiona muertes y deja a las víctimas en situación de piltrafa humana.

Comerciantes y empresarios —de todos los tamaños— en un tiempo demasiado corto, a lo largo y ancho del territorio nacional, en ciudades y pueblos, fueron entregados en manos de la cada vez mayor fauna delincuencial. Una fauna de hienas sin entrañas multiplicadas por la complacencia e indiferencia del gobierno de la 4-T, un gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador al que no le importa un comino la vida, sufrimiento y patrimonio de sus gobernados. A él no le importa nada. Su vida se limita a madrugar para no hacer nada: a limitarse a gozar de su enorme Palacio y disfrutar de su show mañanero atiborrado de paleros que le aplauden sus desaciertos, ataques y desfiguros cotidianos, mientras los mexicanos viven en un infierno.

La reciente denuncia periodística de las extorsiones A TODO EL SECTOR DE SERVICIOS Y TURISMO EN QUINTANA ROO era para que cualquier gobierno hubiese caído a causa de su incompetencia (¿o complicidad?):

 

“Quien se dedica al comercio, no se salva. Todos pagan cuota al crimen organizado. La mayoría son coaccionados para pagar entre 10 mil y hasta 100 mil pesos al mes, mediante amenazas de ejecución o la quema del negocio. Según datos de Cámaras de Comercio, sólo en Cancún existen unos 3 mil negocios, entre bares y restaurantes.

“A un empresario italiano, en la zona hotelera, le cobran 2 mil 800 euros al mes, unos 60 mil pesos, en promedio”, estimó un líder restaurantero. “Pero una discoteca paga como 100 mil pesos. Los delincuentes encuentran en la extorsión una ganancia que va de los 90 a los 150 millones al mes”.

Incluso, reveló que la extorsión también implica la venta de drogas en el negocio. Los empresarios indicaron que existen acuerdos entre los grupos criminales para repartirse los negocios. “Cuando se incumple el acuerdo es cuando vienen los asesinatos”, dijo el gerente de un bar” (Diario Reforma, 29/Ene/2022).

 

     El estado de derecho es letra muerta y la culpa es el presidente y su gabinete. Han entregado al país en manos de los delincuentes convirtiéndole en un infierno para más de 100 millones de mexicanos, quienes además de pagar impuestos a los tres niveles de gobierno, ahora tienen que PAGAR EL IMPUESTO DE GUERRA A LAS BANDAS DE FASCINEROSOS sin que López Obrador mueva un solo dedo.

Así que mientras que para los mexicanos que trabajan y mantienen de pie al país, éste se ha convertido en un infierno; para las bandas de asesinos y delincuentes de todo tipo México se ha convertido en un paraíso ¿Cómo va a perseguir y hacer valer la ley quien siempre vivió fuera de la misma, cuya visión del estado de derecho es nula?

Este viernes pasado (4/Feb/2022) los vándalos de la escuela de guerrilla urbana de Ayotzinapa (malamente llamada Normal), al no permitirles la autoridad tomar una caseta de cobro en la Autopista del Sol (como lo han hecho todos los años anteriores), lanzaron un tráiler a gran velocidad contra la caseta, el cual se estrelló contra una caseta de servicios turísticos. Y no solo eso, en su ACTO DE TERRORISMO, que lo es, hirieron a 14 elementos de la Guardia Nacional a los que apedrearon y lanzaron cohetones. ¿Y los otros poderes? ¿Y la prensa nacional y local? ¿Y los empresarios? ¿Y las universidades públicas y privadas y sus estudiantes? ¿Y los intelectuales? ¿Seguirán guardando silencio sin exigir a López Obrador que obedezca y haga obedecer la ley? Porque la verdad sea dicha, del infierno provocado y alentado por la 4-T la mayoría de los mexicanos estamos hartos.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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