CONGRESO LOCAL, ¿REPRESENTANTE SOCIAL O CARTEL?

En la vida no solo hay que aparentar ser algo, hay que serlo. La congruencia en las acciones resulta fundamental, requisito obligado en las personas de valía, ya que de charlatanes y falsarios el mundo está saturado. El comentario viene al caso pensando en los últimos Congresos de Jalisco, cuyas acciones desvergonzadas y corruptas han indignado a sus representados, que los somos todos los jaliscienses, sin que a estos caradura les haya importado un comino. A final de cuentas lo bailado y las alforjas llenas nadie se los quita, menos la Auditoria Superior del Estado, cuyo titular (Alonso Godoy) se ha convertido en sinónimo de corrupción y tapadera de cuanto delincuente ha pisado la mayoría de las curules y de cuanto cargo público en Jalisco está obligado a rendir cuentas.
Curiosamente, por decirlo de alguna manera, mientras que al Presidente Peña Nieto los medios locales lo han hecho rehén cotidiano de cuanto chisme y falsa acusación pueda existir; en cambio a los bribones y bandas de forajidos que han ocupado cargos públicos en Jalisco –desde que llegó el PAN en 1995- no les tocan ni con el pétalo de una rosa, bueno, casi ni los mencionan y si lo hacen es con superficialidad para no hacer olas ¿A qué se deberá?, se preguntan los ciudadanos pensantes que esperan que alguien ponga orden en Jalisco y le retorne al estado de derecho.

Valga recordar que el gobierno más corrupto en la historia de nuestro Estado ha sido el de Emilio González Márquez y hasta el presente no ha habido autoridad alguna que lo toque ni le exija rendición de cuentas. Y es que tan solo de manera discrecional gastó $ 74,000’000,000 (SETENTA Y CUATRO MIL MILLONES DE PESOS). Sí, leyó usted bien ¡SETENTA Y CUATRO MIL MILLONES DE PESOS!

La contraloría del Estado fincó cargos a Emilio de su último año de mal gobierno por la estratosférica cantidad de $ 7,573 millones de pesos (octubre de 2013) y hasta este momento la Procuraduría del Estado no ha dado señales de vida, de vida republicana y de impartición de justicia, convirtiendo a esa institución en simple y costoso ornamento público.

Para agravar tanta impunidad de un sexenio que endeudó a Jalisco, que debilitó y envileció sus instituciones, que abrió las puertas de par en par a la delincuencia y arrasó con cuánto dinero público llegó a las arcas (ya fuese propio o prestado), el viernes 11 de los corrientes apareció publicada una nota de aparente rutina en los diarios locales, que decía textualmente: “Aprueban cuentas de los J.P. El Congreso del Estado aprobó sin cargos las Cuentas Públicas de tres entes que manejaron recursos con motivo de la organización de los Juegos Panamericanos hace cuatro años”(Mural, 11/Sept/2015).

Otro medio local así lo publicó“Los diputados locales aprobaron esta tarde un paquete de cuentas públicas sin cargos… entre las que están las del 2013del gobernador Aristóteles Sandoval Díaz y de los actuales alcaldes de la zona metropolitana de Guadalajara, así como tres más mencionadas con los Juegos panamericanos 2011…  el Consejo Estatal del Deporte (CODE), el Comité Organizador de los Juegos Panamericanos (COPAG), Y EL Fideicomiso de Infraestructura para los Juegos Panamericanos (Finde) (Milenio Jalisco, 11/Sep/2015)

En pocas palabras ¡Puras blancas palomas!, los escándalos de corrupción que todos los jaliscienses nos enteramos no existieron, fue simple imaginación pública. Una especie de falsedad contra estos inocentes, que desde la presidencia municipal, desde el gobierno del Estado o desde la organización de los juegos desaparecieron miles de millones de pesos, pero que ahora el Congreso local les exonera de toda responsabilidad limpiándoles sus cuentas públicas.

Para no repetir lo que se ha dicho hasta el hastío y que todos los jaliscienses informados sabemos, los Juegos Panamericanos se llevaron a cabo en medio de un mar de escándalos de corrupción, de desorganización administrativa y derroches sin fin. La toma de los fondos de pensiones de los trabajadores del estado, las fastuosas residencias de Andrade Garín, el desvío de los recursos para los damnificados en la costa de Jalisco por un huracán que azotó justo unos días antes, el sobreprecio, las facturas no comprobables y un incontable número de trafiques y anomalías fueron el sello de unos juegos que nunca debieron de llevarse a cabo en Jalisco, pues lo único que arrojaron fue endeudamiento, corrupción y pobreza.

De allí que la aprobación de las cuentas por el Congreso de Jalisco produzca indignación total, trayendo a la memoria del ciudadano que ese cuerpo legislativo que en teoría le debería representar ante los otros poderes para equilibrar la vida de la República, tiene cuando menos cuatro o cinco trienios que se ha dedicado al saqueo de los dineros públicos, convirtiéndose de paso en algo faccioso, una especie de cartel burocrático, pero sin nada que ver con el sentido republicano de su existencia, pues como decía Marx “la burocracia es el clero del estado”. Un clero en este caso, corrompido y doblegado ante el dios Mammón.

El Congreso de Jalisco puede funcionar perfectamente con un centenar de empleados, como era hasta hace un par de décadas, el problema es que de entonces a la fecha la nómina se ha convertido en coto de poderes partidistas y agencia de colocación de amigos e incondicionales (los empleados superan los 1,200), ni qué decir de los mega sueldos, bonos y demás transas (como la compra del edificio de Banamex en Juárez y Corona), de las demandas falsas y los pleitos laborales amañados. El reino de la deshonestidad donde debiera ser templo laico de la honestidad.

Los ciudadanos requerimos que los señores que cobran como diputados (sin que hasta este momento hayan dado muestra de serlo; excepto algunos que han dado cierta muestra de dignidad) se definan. Que nos digan abiertamente si son nuestros representantes sociales o son un cártel ¿O usted qué considera, estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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