GOBIERNOS CIEGOS, DERROCHADORES E INEFICIENTES

La paciencia social puede encontrarse al límite y los gobiernos federal, estatales y municipales no dan señal de estar enterados. Su actitud arrogante y sin conexión alguna con el verdadero pueblo les ha perdido. Confunden a los grupos organizados por ellos mismos con fines electorales con la gran masa ciudadana; grave error que está a punto de cobrar factura. El problema es que a final de cuentas a los gobernantes les afectaría poco, en cambio al pueblo le puede sumir en una crisis de medidas no calculadas.

    ¿Cómo aceptar y entender que sumido como está el país económicamente hablando, con graves deficiencias alimentarias, de salud, educativas, administrativas, no se diga en seguridad, y los gobiernos derrochando, mejor dicho, tirando los dineros del pueblo en campañas políticas tan inútiles como tediosas e innecesarias?

     Para lo que tienen qué decir la mayoría de los candidatos de todos los partidos y de todos los niveles, quizá tres días de campaña son demasiados. La mediocridad y la incapacidad son el común denominador, aunque sobra la soberbia para dar y prestar.

     Hemos llegado a tal grado de putrefacción política -originada por la banda de Vicente Fox y sus amigos que rompieron todo tiempo y todo orden electoral establecido- que ya cualquiera se siente con las agallas para tomar las riendas del gobierno.

     Recuerdo en el año 2000 en una entrevista de radio mi amigo y colega Marcos Arana Cervantes me preguntó acerca de quién podría ser candidato local. Mi respuesta le sorprendió, pero el tiempo me concedió la razón: “¡Después de Alberto Cárdenas y Vicente Fox cualquiera!”.

     Hoy en día las legiones de bucaneros que pretenden asaltar el poder son interminables. Las filas en los partidos políticos en busca de un jugoso hueso no parecen tener fin, situación que ha permitido que los llamados “independientes” abran una caja de pandora que nos reserva a los mexicanos no pocas sorpresas (por cuanto no hay nadie que vigile la conducta de los aspirantes, antecedentes, salud mental, ligas con la delincuencia, etcétera). Ni qué decir de las ideologías, la mayoría de los aspirantes las desconoce, la historia no se diga.

     Un caso. El chamaco ese de apellido Kumamoto ya se considera bajado del Olimpo y cual prócer se pasea envuelto en quien sabe que bandera que por lo que se aprecia es tan solo la de su juventud. Estando la Patria urgida de los mejores, éste y otros chamacos han saltado a la palestra, lo cual me hace recordar un añejo chiste escuchado allá por los ’50 o principios de los ’60.

     Sucede que a la hermana del famoso “pepito” le llegó su primera menstruación. Eran tiempos de poca información y mucha discreción. El inquieto pepito notó la inquietud de la hermana y la forzó a que le dijera lo que sucedía. Al principio no quería, su pudor le impedía, pero la verborrea de su hablador hermano quien le aseguraba que era ‘experto en mujeres’ le hizo confiar, de manera que al mostrarle los efectos de su paso de niña a mujer, el precoz y hablador chamaco expresó asustado: “¿Quién te mochó la cola?”.

     ¿Qué pueden saber de asuntos de estado, de macro economía, de salud pública, de seguridad, de educación, de infraestructura, de transporte público, de aeropuertos, de carreteras, etcétera, etcétera, chamacos e individuos mediocres, sin conocimiento alguno de lo que realmente significa gobernar, adictos al teléfono celular para aparentar que son “importantes”, que carecen de tiempo para el necesario e imprescindible análisis y están prontos para la foto en los medios y la comida en el restaurante de moda.

     Los cientos de miles de millones de pesos que se han estado gastando, que en este momento lo están haciendo en la dizque pre-campañas, y los que se gastarán en las campañas: son una muestra clara e irrefutable que en los tres niveles y sin distingo de partidos (con la comparsa del INE y la mayoría de los medios), se trata de gobiernos ciegos, derrochadores e ineficientes. De no ser así, no se atreverían a semejante despilfarro en un pueblo con tantas necesidades.

      Negar lo anterior es apretar más el nudo de la horca. La verdad es que a nivel local con una semana de campañas sería más que suficiente, en lo estatal con un par de semanas, y en lo federal, teniendo al alcance la penetración nacional de los medios posmodernos, con un mes es más que suficiente. ¿Cómo considerar que no es corrupto un candidato que tiene tres sexenios en campaña y jamás ha trabajado en nada? Tan solo es una muestra de este terrible botón que puede reventar con la paciencia social. Estamos a tiempo.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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