Opinión
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Aunque se desea respetar la investidura y la persona, el actual presidente de México ha hecho todo lo posible para que con él no suceda así. Sus palabras, acciones y omisiones, al igual que su tozudez en mantener vigentes malas decisiones le presentan ante los mexicanos como un hombre sin entrañas, irreflexivo, carente de amor para sus gobernados, obsesionado con su ego y el disfrute del poder, incapaz absoluto para el cargo que le eligieron (los que votaron por él) y sin deseo de mejorar al no escuchar a nadie, ni permitir consejo ni ayuda alguna, mucho menos aceptar sus incontables yerros y rectificar.

A su incapacidad y muchas limitaciones le ha sumado una soberbia radical, elevándose como los incontables dictadores que nos muestra la historia a nivel de deidad, rompiendo con la sensatez, con la convivencia humana (indispensable en su cargo) y dividiendo el país en bandos o partes, en la que por supuesto, la única que vale es la que le sigue fanáticamente como dios pagano.

Rodeado de un séquito de incondicionales para los que México no vale nada y sólo su jefe y futuro personal es lo que vale, el país se hunde en una cadena de malas y pésimas decisiones.

Mientras que para cualquier persona sensata la llegada de la epidemia de coronavirus a principios de 2020 era una desgracia, para López Obrador le cayó “como anillo al dedo”; presagio de la frivolidad y ligereza con la que ha manejado esta tragedia que ha ocasionado alrededor de 500 mil muertes en México y un desastre económico imposible de cuantificar todavía, pero cuyos efectos de pobreza comienzan a hacer estragos entre más de la mitad de mexicanos.

Millones de ciudadanos afectados por esta pandemia, ya sea directamente por la enfermedad (muerte o secuelas), sus familias, sus empleos, los negocios, la economía familiar en quiebra, rotas las cadenas de producción, el sector turístico desestabilizado (sin que hasta el presente logre recuperarse y mucho menos estabilizarse), el sector automotriz, la aviación comercial, y tantas y tantas ramas más de la industria y el comercio que se han visto afectados por el coronavirus (covid-19), y el presidente en lo suyo, en la grilla electoral: ¡única actividad que le gusta y sabe hacer!

Y tan es lo único que sabe hacer, que antes que nos llegara esta peste medieval (que todo parece indicar fue modificada en algún laboratorio) cometió dos terribles yerros que no ha querido enmendar agravando con ello la salud del pueblo mexicano. El primero, desaparecer el SEGURO POPULAR sustituyéndole con un mamotreto llamado INSABI que hasta la fecha no ha podido cuajar, mucho menos dar resultados.

El segundo fue desbaratar el sistema de compra de medicinas del gobierno (para el sector salud) sin tener ningún programa de reemplazo, ocasionando con su improvisación y tontera (para no usar otros calificativos) un desabasto de medicamentos hasta el presente que ha ocasionado miles de muertes de diversas enfermedades, sin que el tabasqueño acepte su gran yerro ni enmiende los daños. Confrontado por la prensa, así como por los padres de niños con cáncer y otros grupos de reclamantes a causa de la desatención y falta de medicamentos, en lugar de resolver comprando a los laboratorios mexicanos (que los producían de buena calidad y a muy bajo costo), buscó en la ONU y en el extranjero la adquisición de estos faltantes, los que además de no poder comprar sino un porcentaje, los ha comprado a mil o dos mil veces de su precio que los adquiría el anterior gobierno.

De nuevo el viejo maniqueísmo haciendo estragos, ¿Cuándo aprenderán nuestros políticos a comportarse como adultos y actuar con madurez y buen juicio, continuando con lo que estaba bien y en orden, y solo mejorando o cambiando aquello que no funcionaba? ¿Cuándo?

Durante el gobierno anterior, López Obrador y sus huestes se dedicaron a denostar a Enrique Peña Nieto calificándole todos los días de “tonto”, que no había leído ni siquiera tres libros (lo cual es una falacia, cuenta con Licenciatura y Maestría, lo que obligadamente implica variadas lecturas). Le toca ahora recoger lo sembrado. Sus torpezas, inacciones y malas acciones le colocan en una situación mil veces peor que su antecesor, y mientras Peña Nieto se mostró estoico ante estos ataques, en el caso de AMLO —que no son ataques sino hechos reales, patéticos y visibles— rechaza toda crítica que le pudiera ayudar a orientarse y tomar el rumbo correcto. No es así, la soberbia y rechazo a la realidad y la aceptación de sus yerros le hunden y de paso nos hunde a los mexicanos.

      Mientras el INEGI anuncia y advierte el crecimiento feroz de la pobreza en México, que como todos sabemos (y padecemos) crece día con día, el presidente en sus fantasías políticas y su deseo mórbido de trascender (de hecho ya lo hizo, pero no por la puerta que él cree) regalando 40 millones de litros de gasolina y diésel a Cuba, así como medicinas, oxigeno, cubrebocas, jeringas, comida (leche, frijoles, harina de trigo, latas de atún, aceite comestible, etc.), aunque también ha mandado ayuda a Centroamérica. Así que como como dice el añejo refrán: ¡Candil de la calle y oscuridad de casa!

Millones de mexicanos sin medicinas ni atención médica adecuada (o ninguna), padeciendo pobreza, y el presidente regalando a extraños el pan de los propios hijos.

En el actual régimen todo se reduce a la atención y deseos del titular del ejecutivo y sus huestes, nada más. El resto es su show mañanero, su espectáculo de mal gusto al estilo de Cristina Saralegui o de Laura Bozzo, un circo mediático de muy baja estofa, que se anuncia como conferencia de prensa sin que a estos se le permita el acceso. Pantomima, pues.

      Con semejante cuadro capaz de deprimir al más optimista, con una tercera ola de coronavirus que está ocasionando terribles daños (que el gobierno no acepta ni quiera ver), el país bajo las armas y dominio tácito de las bandas criminales y la economía en la cuerda floja a causa de un gobierno ineficiente, incapaz de conceder certeza jurídica e implantar el estado de derecho —por solo mencionar algunas cosas— y el presidente tirando $528 millones de pesos (El Economista, 20/Jun/2021) en una INÚTIL CONSULTA POPULAR, que solo le servirá a él para medir su apoyo entre su fanaticada y los cooptados por las dádivas de los dineros públicos ¿No sería mejor que ese dinero se haya gastado en las medicinas para los niños con cáncer? Porque, dicho sea de paso, si los expresidentes cometieron algún delito, es obligación de AMLO denunciarlos y enjuiciarlos. Punto.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Pero, qué mundo es éste donde hienas disfrazadas de hombres son capaces de golpear sin misericordia y asesinar a mujeres, incluso cortarlas en pedazos. Qué mundo es este donde las mujeres salen a la calle temerosas de que cualquier patán o una de tantas bandas de traficantes las prive de su libertad haciéndoles objeto de secuestro, violación, tráfico de órganos o esclavas (para prostitución). ¿Dónde están los gobiernos federal, estatales y municipales? ¿Dónde…?

    Qué mundo es éste donde los gobiernos (al menos en México) se integran por falsos políticos, por grupos de vividores que no tienen la menor idea de cómo gobernar, pero que TAMPOCO QUIEREN HACERLO dejando a los gobernados a merced de miles y miles de criminales de todo tipo y tamaño, con y sin organizar. Su única preocupación son los dineros públicos y el cómo repartirlos que parezca legal. Simple juego a la política, pero sin políticos.

     Gobiernos que ofrecen a los asesinos y criminales abrazos y dejan a los ciudadanos trabajadores y pacíficos los balazos, que tienen un extraño y condenable sentido de justicia en la que nunca detienen a los que delinquen y si de casualidad lo hacen se preocupan hasta lo irracional de sus derechos humanos y se olvidan totalmente de los de sus víctimas. Que cuidan de no dar los apellidos de los rufianes y hasta les tapan en las fotografías los ojos y a sus víctimas las fotografían completas, así como sus nombres y apellidos.

     Qué mundo es éste en el que los bosques son talados sin que nadie les estorbe y gastan sumas multimillonarias en sembrar arbolitos que nadie cuida y con una posibilidad de vivir muy baja, que en lugar de buscar las energías limpias y renovables,  deja a los poblados y a los que siembran sin agua, todo para producir energía eléctrica a muy costo; que sus gobiernos permiten a ciudadanos construir viviendas en los cauces de ríos y arroyos y cuando se inundan se hacen a las víctimas. Y todo por la ambición de algunos, la torpeza de otros y la indiferencia de los muchos.

     Mundo extraño donde mujeres vestidas y actuando como vándalos reclaman con violencia lo que deben hacer como marca la ley, destruyendo como marabunta cuanta cosa encuentran a su paso, desde bienes de particulares hasta el patrimonio público (adquirido con los impuestos de todos), llegando al extremo de pedir ‘liberación’ de las detenidas (cuando la ornamental autoridad se atreve a cumplir con su deber).

    Qué mundo es éste donde a los asesinos y a la cada vez mayor fauna delincuencial no se les persigue, donde bajan las estadísticas de delitos a causa de que los ciudadanos ya no denuncian, aunque en la realidad aumenten día con día, donde el gobierno fomenta la impunidad acrecentando con su desvergüenza y desacato el índice de delitos y las angustias de un pueblo largamente y cada vez más angustiado.

     Qué mundo es éste capaz de ir contra natura y el sentido común, justificando las desviaciones de unos que rebelándose contra la naturaleza y sus genes, no solo se empecinan en ser lo que no son, sino que en su soberbia exigen que la ley se deforme para que apruebe lo que hacen y los medios se prestan para su locura, presionando a la sociedad para que justifique lo injustificable, para que aplauda lo que es reprobable.

     Qué mundo es éste donde se ataca la familia, primera institución humana y único lugar donde ésta obtiene amor, formación y futuro, por causa de egoístas, irresponsables y amantes desbordados que no saben de compromisos y solo viven para sí mismos. Ataques a los que gobiernos inmorales y acomodaticios han ido cediendo hasta dejar a la familia en estado de indefensión (aunque lo nieguen).

     Qué mundo es éste donde la salud del pueblo no se atiende, excepto con las palabras de un presidente mentiroso, incapaz y enfermo de poder, donde los niños con cáncer, los enfermos crónicos, los que requieren de cirugías y demás, no son atendidos, y si algunos lo logran, no hay medicinas para sus males, excepto en el discurso ante los medios.

     Qué mundo es éste en qué gran número de ciclistas y motociclistas no respetan ley alguna, circulan por banquetas, en sentido contrario, se pasan los altos (luz roja), incluso de repente se desnudan en grandes grupos (violando las leyes municipales) y por si fuera poco, son capaces de golpear automovilistas y destruir sus carros sin que la autoridad haga nada por detener sus ilícitos (nomás porque traen vehículos de 2 ruedas).

     Qué mundo es éste en el que un partido político que se dice ecologista no le importa un comino ésta, sino enriquecerse prostituyéndose (políticamente) de la peor manera y al mejor postor, mientras el país se hunde en múltiples problemas a causa de la ausencia de leyes (o de su falta de aplicación) que protejan la naturaleza y sus recursos; mundo en el que vale el dinero y las personas no, excepto las que tengan sumas con muchos ceros a la derecha.

      Qué mundo es éste donde decenas de jóvenes son desaparecidos a diario, la mayoría de ellos por las bandas de criminales para obligarlos a convertirse en asesinos y rufianes, pero que al negarse, la mayoría es asesinada y va a parar a las fosas clandestinas sin que el gobierno mueva un solo dedo para impedirlo. Qué mundo es éste en el que para los gobiernos la vida de sus gobernados no vale absolutamente nada, excepto el dinero de los impuestos y la recaudación vía corrupción, claro.

      Qué mundo es éste, integrado y poblado por humanos, que se apuesta por los robots, que requiriendo de más y mejores fuentes de trabajo se apuesta por los conflictos laborales que las extinguen. Qué mundo es éste que ante las tragedias ocasionadas por el calentamiento global no hace gran cosa por detenerlo y revertirlo, y la mayoría de los gobiernos se limitan a comentar el tema, pero sin remediar casi nada.

     Qué mundo es éste en el que la fe judeocristiana ha sido desechada y no se quiere saber nada de Dios, en el que muchos se ufanan de tener la mayor información y tecnología de todos los tiempos (lo cual es cierto) pero que desconocen gran parte de esa información y al no querer saber nada de Dios carecen de las respuestas esenciales de la vida, enfrentándose a la eternidad(porque fuimos creados para eternidad) en las peores condiciones posibles. Mundo que desconoce el mensaje de la Biblia, pero que ataca este libro con los peores e infundados comentarios ¿Qué opina usted de semejante mundo?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

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Se podría decir que nos sorprendió la manera de entender y aplicar la justicia del actual presidente, así, con minúscula. Pero conociendo su trayectoria y personalidad era previsible su complicidad y maniqueísmo a la hora de aplicarla. Su gustado método de disfrazarse de héroe le ha llevado a extremos ridículos, grotescos y nocivos para la Nación.

     Sus disfraces preferidos son el de Madero y el de Juárez, del primero nada hay qué decir, la historia le ha concedido un espacio de honor inmerecido a este ignorante, chiflado y esotérico que una vez en el poder, pedía dirección a los muertos en sus diarias sesiones espiritistas.

     El problema con López Obrador es cuando dice ser como Juárez, es apenas una botarga, pues como escribe Roger Bartra en reciente obra: “…líderes populistas que pretenden encarnar a grandes personajes de la historia, como Simón Bolívar o Benito Juárez. No son más que una farsa que repite grandes acontecimientos en forma grotesca. Muchas veces la repetición ocurre como una bufonada desastrosa” (Regreso a la Jaula, pág. 93)

      Y es que, el Presidente Juárez, tenía una frase que AMLO ha deformado y mal utilizado. El oaxaqueño decía que «para los amigos justicia y gracia, para los enemigos justicia a secas», frase que el tabasqueño ha convertido en «para los amigos gracia absoluta y para los enemigos justicia radical».

     Sí, justicia radical o ¿de qué otro modo se puede entender que para el Ing. Juan Mario Velarde Gámez, responsable de la obra del Colegio Enrique Rebsamen le hayan condenado a 208 años de cárcel y a indemnizar a los parientes de cada una de las víctimas con $337,450 pesos? Si se toma en cuenta que las víctimas que murieron en el temblor del año 2017 (al estar dentro del Colegio) fueron 26, la suma de las indemnizaciones es por $8’773,700 ¿De dónde sacaría un simple profesionista para pagar semejante suma?

     Esta expresión radical de impartición de justicia, sobre todo teniendo en cuenta que el derrumbe ocurrió a causa de un fuerte temblor que ocasionó la caída de muchos edificios y casas en la capital, queda en evidencia que las agravantes penales no se dieron, y que si hubo corrupción y se dio un permiso para agregar construcción, son las autoridades capitalinas las que llevan la mayor parte de responsabilidad, pues sus conocimientos en construcción y resistencia de materiales les hace reos de doble culpa.

     Si se voltean las hojas del calendario al 5 de junio de 2009, encontramos que en el incendio de la Guardería ABC en la ciudad de Hermosillo, murieron 49 niños. Queda claro que nadie quería que se incendiara, pero también queda claro que hubo negligencia en muchos sentidos, incluso en su ubicación, que si bien para los padres de los niños nadie puede reemplazar a sus hijos, la aplicación de la justicia debe hacerse en base a lo que establece la ley de la materia. Y no por afectos y sentimientos, pues siendo el ser humano por lo general tan injusto y parcial en sus juicios, a unos los exoneraría y a otros los condenaría, dependiendo de afectos y simpatías. Para eso están las leyes, para que los juzgadores se basen en ellas y normen sus criterios con justicia y equidad.

     Ahora bien, todos hemos visto la dureza con la que AMLO y sus huestes han actuado y presionado en ambos casos. Respecto al asunto de la Guardería Infantil ABC, aunque López Obrador no era presidente, lo cierto es que la desgracia fue parte de sus banderas políticas y una vez en la presidencia no ha soltado el tema condenando con dureza a quienes considera responsables. En cuanto al asunto del Colegio Rebsamen ya se señaló la inusual condena y la fiereza descomunal al dictar la sentencia esta semana.

     Fiereza descomunal que desapareció totalmente en la caída de un tren de la Línea 12 del Metro capitalino el pasado 3 de mayo, mostrando una complicidad cínica y una benevolencia injustificable para los responsables.Dicha línea fue construida por Marcelo Ebrard cuando era presidente municipal de la ciudad de México (el título se los mejoran, pero eso son, ¡presidentes municipales!) y desde entonces se señaló por la prensa que estaba mal construida y a muy alto sobreprecio, incluso que se compraron trenes incompatibles para las vías instaladas. ¿Qué sucedió? Que Ebrard salió huyendo de país para refugiarse en Francia y posteriormente en Estados Unidos, obviamente sin que nadie lo molestara siquiera, mucho menos lo tocara.

     Miguel Angel Mancera, su sucesor, lo persiguió mediáticamente, pero jamás en el ámbito penal, área que si conoce perfectamente pues fue Procurador del Distrito Federal (y conoce de la materia) ¿Cómo le perseguiría si son del mismo origen PRI-PRD-MORENA? Cierto, Mancera ya no se fue a Morena, pero más por estrategia que por convicción pues la inmensa mayoría de los que integran esa metamorfosis política (PRI-PRD-MORENA) carecen de ideología y escrúpulos; actúan como simple secta política tras los pasos de un iluminado, de un falso mesías.

     Así que en la terrible caída de la Línea 12 del Metro, a la que pomposamente nombraron la “Línea Dorada”, a pesar de los 27 muertos (uno más que en el Colegio Rebsamen) y decenas de heridos, así como los enormes daños causados no solo por la caída, sino por la paralización de toda la línea y los daños ocasionados a todos los usuarios (que deben ser casi incuantificables); de acuerdo a la posición maniquea del presidente López Obrador nadie es culpable. Gracia absoluta según su deformada visión del principio juarista, pues se trata de puros amigos.

     A Marcelo Ebrard, que fue quien decidió y gastó una multimillonaria suma en la obra (a pesar de tantos señalamientos en su contra por la obra mal hecha y a sobre precio) lejos de someterlo al imperio de la ley lo destapó a la presidencia para el 2024. A Mancera que fue quien recibió la obra y supuestamente le hizo los ajustes y adaptaciones tampoco (quizá les sabe demasiadas cosas a todos sus amigos de antaño) y a Claudia Sheinbaum, actual presidenta municipal de la ciudad de México, su hija política adoptiva menos la tocó, a pesar de que el mantenimiento y supervisión de las líneas del Metro le corresponden a ella y que en lo que corresponde a la Línea 12, en los papeles le gastan 120 millones de pesos al año (El País, 6/Mayo/2021).

     En cuanto al constructor, el empresario Carlos Slim, en lugar de citarlo a la Fiscalía para que la autoridad judicial y luego de las periciales correspondientes deslindara responsabilidades, el presidente lo invitó a Palacio Nacional ¿para que mortificar a su amigo? ¡eso déjenlo para los constructores del Colegio Rebsamen!, así que la gracia absoluta del presidente le cubrió; y para que la amistad y la buena fe se vieran en ambos, el Sr. Slim se comprometió a reparar la Línea 12. ¡Extraño modo del presidente de entender e impartir justicia! Para unos un tirano despiadado e inmisericorde, mientras que para sus cofrades no existe la ley, solo una gran amistad y benevolencia.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Los mexicanos no debemos permitir que Andrés Manuel López Obrador, continúe al frente del poder ejecutivo, ya que él mismo ha mostrado con su inacción, incapacidad, e incluso confesado públicamente, su deseo de NO CUMPLIR NI HACER CUMPLIR LA LEY, contraviniendo con ello lo mandatado en la Constitución.

     Hace unos días en uno de sus shows mañaneros, entretenimiento pseudo político que solo sirve para que López Obrador satisfaga su mórbido deseo de ser visto e idolatrado, y como consecuencia de haber sido confrontado por el periodista tapatío radicado en Estados Unidos (Jorge Ramos) quien trabaja para una televisora de aquel país, entre otras cosas, le refregó en su cara la sangre derramada a diario en México (un promedio de 100 homicidios por día) y el fracaso estrepitoso de su absurda política de “abrazos, no balazos”. Sin argumentos que pudieran evitar el ser llevado al paredón de la incapacidad y la historia, el populista se atrevió a declarar:

 

-“No estoy de acuerdo con la vía violenta, soy pacifista; que, aunque se burlen, tengo una razón de fondo, aunque se burlen, voy a seguir diciendo: Abrazos, no balazos. La paz es fruto de la justicia”.

 

    Increíble en verdad que haya llegado a tanto cinismo. Esta declaración en automático debe ser tomada por el Congreso para iniciar el proceso de destitución. A confesión de parte relevo de pruebas, reza la máxima jurídica, ya que el que cobra como presidente, al no querer ejercer tan honroso cargo (con sus enormes responsabilidades, entre ellas la de cumplir y hacer cumplir la ley; deber fundamental para poner orden en un país y meter en cintura a los delincuentes, que en el caso de México se han multiplicado más que las fieras del Serengueti) ha caído en rebelión y desacato a sus deberes constitucionales.

     Es del dominio público que AMLO fue pésimo estudiante de la UNAM, un fósil en el estricto sentido de la palabra, no obstante, no se considera, ni siquiera a manera de broma, que desconozca que entre los deberes para ser Presidente de la República estaba la seguridad nacional, es decir, hacer valer el estado de derecho. La carta magna ordena al respecto:

 

Artículo 87.- El presidente, al tomar posesión de su cargo, protestará ante el Congreso de la Unión… la siguiente protesta: «Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanan, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido…».

 

     Su protesta fue falsa, vana, inútil, pues ni ha guardado u obedecido la Constitución y las leyes penales que de ella emanan, ni tampoco ha hecho que las multiplicadas bandas delincuenciales lo hagan, permitiendo con su incapacidad y cobardía que el país se hunda y quede en manos de los criminales.

     Que no venga a los mexicanos con el cuento de que es ‘pacifista’ si desde que apareció en la escena pública ha sido un agitador violento ¿Ya se le olvidó la toma de 51 pozos petroleros en Tabasco los cuales amenazaba con incendiar? ¿Ya se le olvidó la toma violenta de Paseo de la Reforma en 2006 y los daños multimillonarios que ocasionó a los hoteles y negocios de la zona (todos del ramo turístico), así como el daño causado a los automovilistas y el transporte público? Valga decir que tan solo en la primera quincena de su plantón los daños fueron superiores a los 3 mil millones de pesos y 809 empleos perdidos (El Financiero, 30/Jul/2018). ¿Ya se le olvidó su actitud siempre beligerante, opuesta al orden legal establecido? ¿El feroz tigre se convirtió en la madre Teresa?

    Su postura de pacifista es ridícula y absurda. Cualquier ciudadano, el más pobre e iletrado sabe que es deber de un Presidente de la República poner orden y hacer valer la ley. Tan solo por no dejar, en sus memorias, el primer presidente de Checoslovaquia, Václav Havel, escribió: “cuando accedí a ser candidato,también acepté las diversas obligaciones que se derivaban de ello” (Sea Breve, Por favor, Pensamientos y Recuerdos, pág. 115).

     López Obrador sabía perfectamente esto, así como todos los demás deberes que le esperaban en caso de ganar las elecciones. Por doce años estuvo tras ese sueño, sueño doloso y enfermizo que está cancerando nuestra Patria y que nada tiene que ver con ideologías, sino con su persona, inacciones, incapacidad y actitud. En su corazón ególatra hasta el infinito luchó por un cargo de gran honor para el que no debió hacerlo jamás; una responsabilidad gigantesca para su espíritu enano y nula capacidad.

     El artículo 89 constitucional, dice que entre sus obligaciones está “…ejecutar las leyes que expida el Congreso de la Unión, proveyendo en la esfera administrativa a su exacta observancia”. NO LO QUIERE HACER, ASÍ LO ACABA DE DECLARAR, por tanto, está en desacato constitucional y su protesta para el cargo de Presidente se ha convertido en rebelión y perjurio.

    Su rebelión a ejercer los deberes presidenciales le ha llevado a declarar cosas impensables, que de paso le hunden y confrontan ante la ley, pidiendo a gritos su destitución:

 

“¡No, yo soy Peña, ni soy Felipe Calderón, no soy partidario de ‘mátalos en caliente’, no soy partidario de masacres, no soy partidario de torturas… somos distintos!”.

 

     Ningún presidente de corazón y mente sanos (sin importar el partido político de origen) sería partidario de masacres. Así que el presidente López Obrador queda en evidencia al mostrar otra cosa con su conducta, con su inacción, es obvio que no quiere tocar a los delincuentes, lo que lleva a millones de ciudadanos a preguntarse ¿qué pactos hizo con las bandas delincuenciales que no las quiere tocar y prefiere que asesinen con absoluta impunidad a los mexicanos, que les secuestren, extorsionen, roben, asalten, violen, etcétera?En apenas dos años y medio de su mal gobierno, casi 88 mil personas han sido asesinadas y más de 38 mil desaparecidas, siendo la impunidad el sello de su mandato, mandato que no quiere obedecer ¿o tampoco entiende el término mandatario?, mismo que dice: “el mandatario queda obligado a cumplir con su mandato, y responde de los daños y perjuicios que, de no ejecutarlo, se ocasionen al mandante”. El país está sumido en un mar de sangre y terror, la economía cayéndose a pedazos y la salud del pueblo es un caos, con poco menos de medio millón de muertos a causa de la pandemia de coronavirus y con una tercera ola que está empezando y una vacunación empantanada. Por todo lo anteriormente dicho: ¡Fuera por incapacidad y cobardía!

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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