Opinión
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La pretendida reforma al Poder Judicial, al igual que la sobrerrepresentación de MORENA para el nuevo Congreso, son sin rodeos ni retoques, el deseo manifiesto de CONSOLIDAR LA DICTADURA ya iniciada desde el 1º de diciembre de 2018 por Andrés Manuel López Obrador. Quien lo niegue, o es un tonto, un fanático de la 4-T, o una célula política del sistema totalitario que pretende establecerse (sin que la inmensa mayoría de los mexicanos lo desee o esté enterado siquiera).

     El que cobra como presidente, ha sido desde siempre un hombre mentiroso hasta lo irracional, capaz de engañar incluso a militantes añejos de la izquierda, cuando él, el tabasqueño, jamás ha sido de izquierda. El es un psicópata, y como tal, tiene hambre y sed de poder irrefrenables, de ser reconocido en todo y por todos, ser el centro de los reflectores.

    Su gobierno ha sido el peor en la historia de México, sobre todo si se considera las condiciones en que recibió el poder ejecutivo, cómo lo recibió y qué ha hecho con tantos recursos a su disposición, como también qué ha hecho con las instituciones públicas, el orden constitucional, la gobernabilidad, la unidad de los mexicanos y un sinfín de factores y elementos que deben considerarse para señalar su estrepitoso fracaso.

     El problema, y no menor, es que la mayoría de los mexicanos han querido permanecer ajenos a lo que sucede, exponiendo al país a la instauración de una dictadura. Impuestos a dejar que los gobiernos anteriores hicieran cuanto quisieran (bueno, regular, o malo), llegó el autócrata y lo consideraron uno más, sin mirar siquiera sus muestras evidentes de querer someter al país a una dictadura populista al estilo Cuba y Venezuela. La actitud de esta parte de los mexicanos ha sido casi suicida. No parece importarles nada lo que haga o diga este hombre malvado y mentiroso hasta lo irracional.

    Limitado de inteligencia, ajeno a lo bueno, a trabajar y esforzarse por un país mejor, su inclinación natural a la maldad le ha empujado únicamente a destruir y engañar. Las Sagradas Escrituras (Biblia) establecen que el diablo vino «a robar, matar y destruir» y por sus hechos, López Obrador y su gente han mostrado su afinidad con esta conducta.

    Motivado por la astucia (que no es inteligencia), se ha dedicado a engañar incautos, ya sea regalando dinero de los contribuyentes (necesario en hospitales, seguridad, educación, carreteras, etcétera) para cooptarlos; ya criticando y condenando acciones legítimas de gobierno (mintiendo descaradamente y engañando a cierto sector desinformado de la población haciéndoles ver una realidad falsa, a su conveniencia y propósitos malévolos).

    Siempre teniendo otra intención distinta (oculta) a la expresada a sus seguidores para justificar sus dañinas y destructoras acciones. La lista es larga. Sin embargo, nos limitaremos a dos por demás actuales que requieren la atención de todos los ciudadanos y poner un alto.

     La primera es su ataque anti republicano, malvado e ilegítimo, contra el PODER JUDICIAL. Nuestra República para mantenerse como tal requiere de la división sana y respetuosa de los tres poderes que le integran. Desgraciadamente la insania mental del inquilino de AMLO, así como sus obsesiones destructivas, han desatado una guerra sin cuartel contra este poder, al que primero quiso dominar al modo del caballo de Troya teniendo al entonces presidente de la Corte bajo su control, que ayudado por dos ministras afines a su gobierno, intentaron hacerse de él. La jugada no les resultó. El resto de los ministros actuó de manera constitucional e institucional, nombrando como nueva presidenta a una ministra que ha resultado una verdadera republicana (Norma Piña Hernández).

     La cuestión es que el antiguo fósil y porro de la UNAM, al no salirse con la suya, recurrió a sus viejos métodos, llevando pandilleros afuera de la Suprema Corte para ofenderla, agredir y tratar de intimidarla. No lo logró.

     Pero como todo psicópata (jamás logran aceptar y mucho menos asimilar un fracaso o una derrota) ha emprendido una larga, costosa y destructiva campaña contra el PODER JUDICIAL, indispensable en toda democracia, todo con la intención de hacerse de ese poder, y con ello, eliminar cualquier contrapeso u oposición, allanándosele el paso a la DICTADURA que le trae más loco que de costumbre.

    Durante meses ha gastado millones del  erario en medios de todo tipo y en redes sociales para difamar al PODER JUDICIAL, empezando con la Ministra Presidente, y continuando con Ministros, Magistrados y Jueces, a los que casi a diario difama para enseguida promover una REFORMA JUDICIAL con la intención de destruir nuestro sistema actual de impartición de justicia, ofreciendo una bufonada impráctica y absurda en la que chamacos recién salidos de la facultad impartirían “justicia” luego de ganar una elección ¿En verdad? Se requiere estar mal de la cabeza o ser una persona ignorante en el estricto sentido de la palabra para aceptar semejante disparate.

    El otro ataque tiene que ver con las recientes elecciones del 2 de junio pasadoElecciones en las que MORENA y sus aliados obtuvieron el 54 por ciento de los votos. El problema, y grave en gran manera, es que habiendo ganado la oposición el 35 por ciento de los votos, el presidente y su “mafia del poder” pretenden obtener por la fuerza el 74 por ciento de la curules en el Congreso. Es decir el control absoluto ¡una representación que la ley ni las elecciones les conceden.

    En otras palabras: desean FORZADA Y DESCARADAMENTE LA INSTAURACIÓN DE UNA DICTADURA, ya que al controlar totalmente el Congreso, el Dictador o a quien él pusiera en la silla, podrían hacer cuanto quisieran a su antojo, modificando la Constitución a su deseo y desapareciendo todo poder o institución que les estorbe. México es todavía una democracia, amenazada ciertamente, pero una democracia, y los sufragios emitidos por los ciudadanos deben respetarse y entregar los escaños de acuerdo al número y deseo de los sufragantes, pero no a los del tabasqueño y su empleada en el INE.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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López Obrador ha llegado demasiado lejos. Su manía destructora no tiene límites, en su delirio cree que es dueño del país, por lo que dispone de los recursos y bienes nacionales a su antojo, como si fueran de su patrimonio personal, aunque en su desvarío viola cuanta ley y norma se le atraviese en su camino. Para un individuo como él sus deseos y caprichos suplen a la ley.

     ¡Así que no me vengan con que la ley es la ley!, amenazó desde el principio de su dictadura, guardando silencio quienes debieron de atajar de inmediato su violento exabrupto, toda vez que sus palabras eran una amenaza directa contra el estado de derecho. En cierto sector de la prensa y entre pensadores y escritores señalamos de inmediato su amenaza contra el orden constitucional (gravísimo al venir del presidente).   

     La cuestión es que el titular del poder ejecutivo (cuesta trabajo decirle presidente a quien no se ha comportado como tal y mucho menos ha respondido a sus deberes) ha gastado los dineros de la nación por demás en forma caprichosa. No siempre ha sido el Congreso quien ha etiquetado las partidas presupuestales, en este sexenio, los caprichos del autócrata han estado por encima de la ley sin consecuencia legal alguna. Su palabra es la ley, mejor dicho, está por encima de ley.

    Las necesidades de los mexicanos, así como las normas que nos rigen, unas y otras han estado sometidas a los caprichos del tabasqueño. Habiendo sufrido una pandemia que nos dejara más de 800 mil muertos, que golpeara también al sector salud a causa de la desatención del gobierno federal (México fue de los países con mayor número de doctores y personal de salud muertos) y López Obrador los ha tratado como si no existieran.

     El director del Seguro Social se ha comportado como un simple empleado de AMLO, ajeno absolutamente a la razón de ser de esta necesaria e importante institución para la salud de sus derechohabientes. Para el jefe como para el empleado, su cosmovisión se reduce a MORENA, a su dizque movimiento, que, dicho sea de paso, se comporta más como simple banda o grupo.

     Pasó la emergencia y la condición del IMSS no mejoró, al contrario. El que cobra como presidente en lugar de contratar más médicos mexicanos, que los hay, lo que hizo fue traer médicos de Cuba, que de entrada quiere que se acepten como artículo de fe ¿Quién nos asegura que realmente sean médicos? ¿Quién nos puede asegurar que no se trata de agentes castristas que vienen a ayudar al tabasqueño en su proyecto totalitario?

     Para agregar todavía mayor daño a los mexicanos, así como al gremio médico y las finanzas públicas, López Obrador ha despreciado a los médicos nacionales y de nueva cuenta nos enteramos que ha contratado otros 2,700 MÉDICOS CUBANOS, que ya estaban 950, sumando con estos un total de 3,650 de supuestos ‘médicos’ (Mural, 17/Jul/2024). ¿Los médicos mexicanos desempleados y los cubanos sumados a la nómina (y en dólares)?

     En todo ha resultado incongruente y falsario López Obrador. Siempre dándose golpes de pecho nacionalista y entregando el país a los cubanos, o cuando menos mostrando más simpatía y afecto por ellos que por los mexicanos ¡Sí, por los cubanos! No se puede olvidar que en diciembre pasado regaló tractores, insumos y viveros para el gobierno de ese país con un costo de millones de dólares (Diario de Cuba, 13/Dic/2023); mientras que al campo en México le ha abandonado o dejado en manos de los criminales que aterrorizan y esclavizan a nuestros campesinos.

     Y por si no fuera suficiente semejante traición a la Patria, el tabasqueño ha enviado al gobierno de Cuba 7 millones 435,000 barriles de petróleo entre el año 2023 y el primer bimestre de 2024 (El Financiero, 26/Feb/204). ¿Y el Congreso?, ¿Y la Fiscalía General de la República?, ¿Y las Instituciones de poder públicas y privadas?

    Pero el amor y generosidad del tabasqueño para los cubanos no quedó ahí. De hecho, desde la pandemia, preocupado por la salud de sus amigos, envió barcos con mucha ayuda (aunque aquí en México las muertes superaran las 800,000 mil por falta o insuficiente atención médica). El primer embarque “José María Morelos II” salió el 26 de julio con 100,000 barriles de diésel, para abastecer de energía a los hospitales en la isla. Aunque en el segundo barco insumos médicos y alimentos llegaron en abundancia: jeringas, tanques de oxígeno tipo T y cubrebocas, leche en polvo, frijol, harina de trigo, latas de atún y aceite comestible. (Expansión Política, 27/Jul/2021) ¡Candil de la calle y oscuridad de casa!, señalaban las abuelas a este tipo de conductas incongruentes.

Sin duda que hay muchas dádivas en dinero y especie que AMLO ha entregado a Cuba, pero que debido a la prensa las ha mantenido ocultas. Sin embargo, de las que se conoce, de las que son del dominio público, lo cierto es que el presidente debe ser enjuiciado por semejantes atribuciones. No es el dueño de los dineros públicos, como tampoco de los recursos nacionales (barcos, petróleo, tractores, medicamentos, comida, etcétera).

Tampoco es el dueño del Instituto Mexicano del Seguro Social, solamente es el presidente del país, de manera que, si dicha institución requiere de la contratación de médicos, las plazas deberán ser ocupadas por profesionistas de la salud mexicanos (del nivel que sea, los hay). Pero de ninguna manera por extranjeros. Además de ser ilegal, resulta una verdadera incongruencia ¿El adalid de los pobres, resulta que es de los pobres de Cuba?

     Porque con tal número de dizque ‘médicos’ antillanos en la institución, será mejor que cambie el nombre por INSTITUTO CUBANO DEL SEGURO SOCIAL, aunque para ser más congruentes López Obrador debería dejar ya el poder ejecutivo e irse a isla, para que allá, donde lo quieren y los quiere, le nombren PRESIDENTE DE CUBA, y así todos contentos ¿No cree usted estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Al que cobra como presidente, pero que nunca ha cumplido los deberes para tenerle como tal, le gustaría que todos los medios habláramos de otra cosa. Que nos ocupáramos de su esquirol “Alito”, de ese hombre traidor al que logró imponer a su antecesor Peña Nieto, para que el PRI no fuera un peligro ni freno para sus planes perversos. O que habláramos de cualquier tema, pero no de su persona y gobierno. Sobre todo, para señalar sus yerros.

     El tabasqueño jamás aceptará que su sexenio ha sido un fracaso rotundo. El peor sexenio de nuestra historiaTiempo perdido a un altísimo costo en el que un psicópata detentara ilegítimamente la presidencia. No que no haya ganado las elecciones. Eso nadie lo niega. Lo que es imposible aceptar es que a este enfermo mental se le haya permitido ocupar semejante responsabilidad.

     Ser presidente de la República no es un asunto de simpatías, ni de millones de votos. No, de ninguna manera. Ser presidente requiere y obliga de una mente brillante, una inteligencia por encima del común denominador, de un carácter templado y conciliador. A este perfil se habrá de agregar la capacidad y actitud (permanente) de resolver los problemas nacionales.

     Queda claro que no podrá resolverlos todos. Es imposible. Lo que sí es posible y parte de sus deberes, es cuidar a los mexicanos en todos los órdenes. López Obrador aceptó el cargo de presidente y prometió que en seis meses resolvería el problema de la violencia y la inseguridad.

   Le faltan dos meses y medio para concluir su mandato y nunca ha cumplido, ni con éste, nI con ninguno de sus deberesMéxico se ha convertido en un país dominado por bandas de asesinos y delincuentes de todo tipo y tamaño, con o sin organizar. La sangre derramada mantiene de luto a más de 240 mil familias en el país, cuestión que no molesta en absoluto al inquilino de Palacio, cuando debiera ser su principal tarea.

     En su delirio le ofreció a la fauna criminal «abrazos, y no balazos». Asesinos, narcotraficantes, secuestradores, asaltantes y delincuentes de todo tipo y tamaño le tomaron la palabra, controlando amplias zonas y territorios del país, sumiendo de inmediato a la población pacífica (que somos la inmensa mayoría de los mexicanos) en un estado de temor y estrés permanente.

     Las masacres son cotidianas y cada vez más violentas, sin temor, ni límites, pues las bandas saben que el gobierno no se mete con ellos. Los deja delinquir, asesinar y saquear a sus anchas. Los habitantes de zonas de Estados como Sinaloa, Sonora, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Morelos, Tamaulipas, Zacatecas, Guanajuato, Colima, Veracruz y otros más, tienen tiempo o años ya de padecer esa situación opresora cada vez más insoportable, pues como sentencian las Sagradas Escrituras “¿Quién podrá soportar el ánimo angustiado?”

         En estos días algunos medios, no todos (los hay muy protectores del gobierno) han hecho públicas diversas masacres en distintas partes del país sin que a López Obrador le merezcan siquiera unas palabras de consuelo, de hacer saber que detendrá a los culpables. El permanece sin inmutarse, con su sonrisa socarrona, ajeno a todas las tragedias y problemas del pueblo que asegura todos los días gobernar.

     ¿Cómo podría hacerlo, si les prometió a sus amigos abrazos y no balazos? A su lado tiene a una mujer que supuestamente es la encargada de la seguridad nacional. Una mujer con más presencia de promotora de servicios funerarios, que de lo que el gobierno asegura que ella es. Los asesinatos a lo largo del sexenio han ocurrido en promedio de 94 por día. Cantidad que, en cualquier gobierno integrado por personas conscientes y sensatas, desde el primer mes les habría movido a intervenir, a planear la reversión de las cosas. Someter a los criminales e incluso remover al presidente.

   Nada de esto ha sucedido. Solo impunidad. Esta semana la representante de la Cámara Pesquera y Acuícola de Ensenada B.C., (Minerva Pérez Castro) hizo algunas declaraciones (normales para una representante empresarial) reiterando que en su gremio estaban siendo extorsionados con el llamado “cobro de piso”, que no es otra cosa que el IMPUESTO CRIMINAL ¿Y el presidente, y el Ejército, y la Guardia Nacional, y las autoridades estatales y municipales? ¿Dónde está el gobierno que defiende o debe defender a los ciudadanos?

     El hartazgo de millones de ciudadanos ha llegado al límite. Los actuales gobiernos actúan y se comportan como si le estuvieran haciendo al pueblo mexicano el favor de ser sus gobernantes, desobligándose DEL TODO DE SUS MUCHOS DEBERES Y RESPONSABILIDADES. Nadie les eligió para señoritas(os) simpatía o popularidad. Se le confió el voto para que gobernaran, lo cual incluye hacer valer la ley, evitar la formación y presencia de bandas criminales, la comisión de delitos y un largo etcétera de funciones, que no están cumpliendo.

     Por eso se les dice funcionarios. Porque tienen muchas funciones que cumplir, Pero que no lo están haciendo, sobre todo la principal, cuidar la vida e integridad de sus gobernados, así como sus bienes y patrimonio.

    El jueves el periodista Ciro Gómez Leyva presentó en su noticiero televisivo el caso de una mujer en Zacatecas, una madre desecha por la tragedia, a quien hace más de ocho meses le desaparecieron a su hijo (un joven de 21 años). La angustiada mujer hizo la denuncia e incluso se hizo la prueba de ADN y la entregó al SEMEFO desde ese tiempo para saber si a su muchacho lo habían matado los criminales, ya que como se sabe, si los jóvenes se niegan a ser parte de sus bandas, de inmediato los asesinan y entierran clandestinamente.

     La cuestión es que esta semana, después de ocho meses de dolor, el mismo SEMEFO al que entregara su prueba de ADN, le hizo saber que su hijo estaba allí desde entonces. Destruida y lastimada por la indolente burocracia, acudió al Congreso de Zacatecas donde con dolor y valentía poco usuales, denunció estos hechos, confrontando con sus palabras, no sólo a las autoridades de Zacateas, sino a las de todo el país, incluyendo a López Obrador, su inútil gabinete de seguridad, así como a casi todos los estatales y municipales. Hoy más que nunca las palabras del ya fallecido Alejandro Martí en Palacio Nacional (21/Ago/2008) cobran vigencia y se aplican a los actuales gobernantes; “Señores, si piensan que la vara es muy alta, si piensan que es imposible hacerlo, si no pueden renuncien, pero no sigan ocupando las oficinas de gobierno, no sigan recibiendo un suelo por no hacer nada, que eso también es corrupción…”. Estas palabras se las dijo en su cara al entonces presidente Felipe Calderón, y si eran confrontadoras y ciertas, ¿No son acaso más certeras y precisas para los actuales?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Hemos llegado a tal punto de cinismo y maldad en el poder público, que cuesta trabajo creer lo que está sucediendo. El presente gobierno se ha caracterizado por su actitud destructora, antirepublicana, violenta, verbal y físicamente, enemigo abierto de la libertad de expresión, de la ciencia, el estado de derecho, derechos humanos, y todo aquello que constituye y concede forma a un país democrático e institucional.

     La embestida de López Obrador y sus huestes de choque contra el poder judicial carece de precedente histórico. En su ambición dictatorial ha sido capaz de cometer y pronunciar los peores delitos y deslices; aunque casi siempre saliéndose con la suya, siempre negando la realidad e inventando una alterna que solo existe en su mente perturbada; todo para continuar engañando a sus seguidores fanatizados y justificar por medio de una prensa a modo y carente de crítica, sus deleznables y cotidianas acciones.

     Es del dominio público que entre las más recientes se encuentra su ataque feroz contra el poder judicial, al que desea desaparecer como tal, para convertirlo en una oficina maquillada (al estilo escenario cinematográfico), en la que se diga y parezca que se “imparte justicia”, pero que sería solo un costoso cascarón de utilería.

     Una mega estructura política al servicio de la dictadura en la que en apariencia se impartiría justicia, pero que en la realidad sería todo lo contrario. Una dependencia para ejecutar purgas estalinianas contra todo crítico o enemigo del régimen, así como contra todo aquel que osara levantar la voz en contra de los populistas en el poder, quedando a merced de un régimen perverso e ilegítimo: vidas, bienes y reputación de todos. ¿Habrá algo más maquiavélico que inventar un aparato de supuesta justicia para controlar a toda la población? Ni la URSS lo hizo en Siberia y los Gulag (campos de concentración) con tanto descaro y mentira y a la vista de todos como lo está intentando el tabasqueño.

     En esa condenable acción, propia de tiranías, el inquilino de Palacio Nacional por sí (aunque tratando de guardar apariencias) y por terceros, han atacado con ferocidad nunca vista a la Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la ministra Norma Lucía Piña Hernández al grado de pedir sin recato (y sin derecho ni razón algunos) su renuncia a la titularidad de la SCJN.

     Se requiere ser un verdadero enemigo de la vida republicana, del estado de derecho e ignorante total de la Constitución y el orden legal para pedir semejante cosa ¿Tiene cara alguna la ministra patito, Yazmin Esquivel, para pedir públicamente la renuncia de la titular de la Suprema Corte? En estricto derecho ella ni siquiera es abogada, ya que al ser descubierta que no realizó la tesis con la que se graduó, sino que la plagió, no ha cumplido con los requisitos de ley. Por consecuencia no es abogada. Punto. Lo cual le impide estar en el sitio de honor y responsabilidad en el que se encuentra. Si tuviera un poco de vergüenza (decencia es mucho pedir) ya hubiera renunciado, con la devolución obviamente de todos los sueldos y prestaciones recibidos durante el tiempo que ha usurpado ese puesto de gran honra.

     Y por si no fuera suficiente, Yazmín Esquivel, plagió también su tesis de posgrado, es decir, es reincidente, y aunque legalmente no es abogada, debe saber que la reincidencia en toda conducta delictiva descubre una personalidad propensa a cometer ilícitos, a vivir fuera de la ley, a tener en poco el estado de derecho, actitud que conduce a pensar en la llamada «LEY DE GRUPO», ya que si al que cobra como presidente no le gusta en absoluto que le salgan con esa “de que la ley es la ley” pues a ella tampoco. Entre pares o semejantes se entienden.

     El perfil e historial de muchos de los integrantes del grupo de López Obrador (no se puede llamar gabinete) la inmensa mayoría se identifica con esta visión deforme y desdeñosa del estado de derecho. Que más que aplicar la ley, es utilizada a modo e interés del grupo, ya sea para obtener algo, o perseguir a los enemigos o los que incomodan su proyecto.

     Proyecto en el que no cabe la división de poderes, la república y la democracia. Lo suyo, lo suyo, es la dictadura populista al estilo Venezuela, Nicaragua y Cuba, países, mejor dicho, feudos en los que los señores feudales todo lo maquillan para aparentar lo que no son, sumiendo gradualmente a sus sufridos pueblos en la pobreza como es el caso criminal y patético de Cuba— hasta llegar a la miseria total y el oprobio.

      Engañar a la masa ignorante y desinteresada en lo que hace el gobierno, diciéndole que van a votar por los jueces para que haya justicia, es tanto como convocar a elecciones para que entre los pasajeros de un avión elijan al pilotolos enfermos en el IMSS al cirujano del corazón (entre los camilleros o médicos generales, que sepan el 10% pero que sean fieles a la 4-T al 90%), y los vecinos de la zona para construir sus casas escojan al más popular. ¡No importa que desconozca de cimentación, mecánica de suelos, resistencia de materiales, líneas eléctricas e hidráulicas! Nomas que se vea de la 4-T y que no parezca corrupto, y a votar por ellos.

     Pretender como bucaneros asaltar el poder judicial para apoderarse de él, exhibe la ruindad del que cobra como presidente y los suyos. Ya que, si se trata de que renuncien por incapacidad y corrupción, será mejor entonces que renuncien López Obrador y Yazmín Esquivel. ¿O qué cree usted, ciudadano enterado de lo que sucede en México?

 

                     MARIO DELGADO Y ARIADNA MONTIEL

 

     Los nombramientos anunciados por Claudia Sheinbaum esta semana, todos, sin excepción, carecen de méritos para los cargos. Aunque en el caso de Mario Delgado y Ariadna Montiel, más que méritos, lo que parece en realidad es búsqueda de impunidad. El primero, con graves acusaciones en México y Estados Unidos por el contrabando de hidrocarburos, y la segunda, de averiguaciones y carpetas derivadas de no pocos desvíos de recursos durante muchos años. ¿Nadie en el gobierno ha leído los dos libros de Elena Chávez? El tabasqueño siempre pide pruebas, y en los libros de Chávez hay un extenso relato de ilícitos que sólo requieren de ser investigados ¿O para eso quieren los jueces votados por ellos, para que no investiguen a nadie de los suyos?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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