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El presente artículo aparecerá publicado el 25 de diciembre (2021), fecha fijada como el nacimiento de Jesús (Yeshua en hebreo), aunque no nació en ese día, lo cierto es se desconoce la fecha exacta. Sin embargo, el mundo judeocristiano ha hecho de ésta un símbolo religioso, época de reuniones, regalos y fiestas. Lo peor del caso es que para la mayoría de los que dicen celebrar la “navidad” Jesucristo les es un perfecto desconocido.

Al efecto, habremos de señalar que las Sagradas Escrituras vaticinaron con siglos de antelación que el Mesías nacería en Belén de Judá, cosa que sucedió puntualmente y de la manera anunciada en el resto de las profecías. Entrando en los hechos históricos, Josef y Myriam (José y María) dejan la Galilea para cumplir con el edicto ordenado por el César Augusto de que cada judío se empadronara en la ciudad de su origen, la cuestión es que estando María a punto de dar a luz, no encuentran en Belén una posada que les abra las puertas, por lo que forzados por la situación encuentran una cueva de las utilizadas por los pastores de la zona en la que finalmente nace el Salvador de la humanidad.

De acuerdo a la fe judía, y sostenido totalmente en el Tanaj (A.T.), el Mesías que vendría a reinar tendría que ser de la tribu de Judá y descendiente directo del rey David. El Nuevo Testamento se inicia precisamente con la genealogía de Jesús entroncándole directamente con el gran monarca y demostrando ser por herencia el esperado monarca, cosa que desde hace diecinueve siglos es imposible de probar por judío alguno, toda vez que con la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 d.C., todas las genealogías fueron también destruidas.

De la niñez y juventud poco se dice en la Biblia acerca de Yeshua, aunque sí nos describe que desde a los 12 años, y como buen niño judío, en una especie de Bar Mitzvá discute en el Templo con los doctores de la Ley (Torá) asuntos relativos a su fe y la interpretación correcta, amonestando a su propia madre (María) y haciéndole ver que “en los negocios de su Padre (Dios) le era necesario estar”.

En cuanto a su juventud y por lo que se deduce de los Evangelios, permanece con su familia en Galilea ejerciendo el oficio de carpintero, siendo conocidos también sus hermanos y hermanas (en el griego los parentescos están perfectamente definidos). Llegado el momento profético, inicia su obra con un ayuno de 40 días en el desierto que concluye con las tentaciones de las que es objeto por el enemigo de las almas (aprovechando la gran debilidad), a quien derrota y confronta con las propias Escrituras.

Luego aparece públicamente en el río Jordán para ser bautizado por Juan, quien al verlo dice a la multitud de judíos congregados y a la humanidad entera: “He aquí el Cordero de Dios de quita el pecado del mundo”. Verdad eterna que hay que discernir en su sentido pleno y perfecto, pues la redención de la humanidad caída es más que un trozo de pan ácimo; es el mayor y más perfecto acto de amor de todos los tiempos; en el que el único justo murió en sustitución de los injustos, que lo somos todos, para pagar nuestra salvación con su sangre misma reconciliándonos con Dios el Padre, cuya justicia se encontraba airada y abriéndonos así la puerta de la salvación (entrada al reino de los cielos).

Retrocediendo un poco el relato, a partir de su presentación y bautizo en el Jordán, Yeshua recorre todo Israel de norte a sur y de oriente a poniente predicando el mensaje de salvación a su propio pueblo, no una nueva religión como algunos descuidadamente afirman, sino la misma fe judía, pero entendida y explicada perfectamente por quien la había revelado.

Ante la falta de espacio para exponer un tema tan profundo y glorioso, de hecho el más importante y trascendente de todos, resta decir que así como el Mesías nació en un pesebre pestilente, siendo el rey heredero de David anunciado en las Escrituras y sufriendo una muerte ignominiosa sin haber cometido delito ni falta alguna, queda por establecer la otra parte de la profecía, sobre todo en su sentido espiritual.

En primer orden se debe considerar que la humanidad toda somos una raza caída desde los primeros padres (Adán y Eva), quienes al desobedecer a Dios echaron a perder los planes iniciales y rompen con Él la comunión perfecta que tenían. Ante semejante desgracia, el Creador implementa un plan de rescate para toda la humanidad, lo cual no significa que todos serán rescatados, sino que su misericordia es capaz de alcanzar a todos y con esa disposición implementó su plan; un plan que llevó miles de años y en el que escoge primero a un hombre de fe llamado Abraham, que continúa con su hijo Isaac y su nieto Jacob, para luego formar un pueblo (que sería el judío) en el cual vendría el Mesías o Salvador de todos los hombres.

La cuestión es que siendo el heredero, como ya se dijo, al trono de David, nació en un pestilente pesebre. En el terreno espiritual continúa sucediendo igual, nace en los corazones pestilentes de cada ser humano que le da cabida, que le cree a su mensaje y Palabra (Biblia), que se arrepiente. El Salvador llega a ese corazón a limpiar toda la maldad acumulada por los años y la vida de pecado, y si se responde a su amor y hay decisión firme de seguirle para siempre, Jesucristo se queda a reinar en el trono del corazón de la persona, que dicho sea de paso, renuncia al ego que le oprimía para dejar al Mesías de Israel que reine para siempre en él.

Finalmente y para concluir este comentario, la Biblia y el propio Yeshua anuncian su retorno glorioso, un retorno que la humanidad posmodernista no espera ni considera siquiera, incluso las novias (corrientes judías y cristianas) se encuentran ya dormidas a causa del cansancio de los siglos, por lo que les tomará por sorpresa. En este tan esperado y deseado retorno, Yeshua ha Mashiach (Jesús el Cristo) retornará con poder y gran gloria descendiendo directamente en Jerusalén para reinar de manera universal como está escrito. Si bien habrá que decir, que a su retorno morirá una tercera parte de la humanidad pues no es fácil que tanto gobierno y sociedades de impíos y malvados quieran reconocer su incredulidad y gran yerro.

Pero como Yeshua es Dios y heredero del trono, y como su Padre no requiere de permiso alguno de los humanos, ni de la ONU, ni de nadie, lo cierto es que su Hijo amado se sentará a reinar en Jerusalén como está escrito. ¿Ya vio que lo que dijimos al principio es cierto y que para la mayoría de los que dicen celebrar la “navidad” Jesucristo les es un perfecto desconocido? ¡Feliz Navidad!

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Las condiciones de violencia y criminalidad que soportamos los mexicanos han rebasado con mucho cualquier límite legal y humano, aunque en el actual sexenio se han incrementado al punto de convertir la vida de millones de mexicanos en determinadas zonas en un verdadero infierno. Y mientras este cuadro dantesco deforma el rostro nacional, el gobierno de López Obrador se mantiene encerrado en su enorme y lujoso palacio, sordo a los clamores de dolor y auxilio que claman millones de mexicanos (a los cuales protestó proteger cumpliendo y haciendo cumplir la ley) y ciego a la terrible realidad, sin querer ver ni escuchar de ese mar de sangre en el que nos estamos hundiendo.

Día con día la maldad y soberbia de los grupos criminales crecen imponiendo su terror a cada vez más amplias regiones del país, ¿y qué hace el presidente? Nada, absolutamente nada. Se limita a organizar vistosos desfiles con el ejército, la marina, la fuerza aérea y la guardia nacional o a crear escenarios bélicos en el zócalo capitalino para adornarse y deleitar a sus fanáticos seguidores, que no ciudadanos, palabra que conlleva otras implicaciones de madurez cívica y política de la que carecen.

Lamentablemente y para desgracia de México y de los mexicanos, el tabasqueño nomás muestra interés por éstos, por sus incondicionales, al resto, a la inmensa mayoría les hace objeto de su menosprecio, desinterés y burlas. Posición jamás vista en el pasado, pues, aunque en el fondo no les interesaran tampoco todos los gobernados, lo cierto es que guardaban las formas y el orden constitucional haciendo sentir su mandato a favor de todos. Eso se acabó, al menos en este sexenio.

En zonas completas, en diversos Estados, las bandas delincuenciales además de masacrar a parte de la población, al resto la mantienen aterrorizada o le han hecho huir (dejando todo) sin que el gobierno de López Obrador mueva un solo dedo. Si acaso y para acallar la crítica a su indolencia manda soldados o guardia nacional para que se limiten a pasear. Pero jamás para intervenir a proteger a los mexicanos. La protección es para los criminales. Para ellos abrazos y para la población los balazos (provenientes de los criminales).

    La ingobernabilidad crece a pasos agigantados en amplias zonas de México y con ello un sinfín de problemas y consecuencias, sin embargo al presidente parece no importarle en absoluto. Mientras él se encuentre bien en su hermoso y señorial Palacio y la chusma no le moleste en sus viajes en los que gusta lucirse y ser elogiado por la masa de incondicionales, a sus ojos todo está bien. No necesita más, su ego está satisfecho y con esto es suficiente.

Claro, desde su óptica todo está bien, su visión anarquista le hace sentir que las cosas marchan bien, toda vez que violencia, destrucción, iras desatadas, sangre y caos son parte de su formación, de retar al estado, de desear los bienes y poder del otro. Nada pues que le pueda incomodar.

     ¿A él qué le importa la familia afligida por el hijo asesinado, secuestrado, tomado por la leva criminal, o la hija asesinada, violada o vendida como esclava a los traficantes de mujeres (para prostituirlas de manera obligada), el negocio extorsionado cuyas utilidades netas y aún mayores paran en manos de los criminales? ¿A él para qué lo incomodan con esas cosas que no le importan? El ganó las elecciones para ser rey y para eso paga las encuestas, para que falsamente le coloquen en la cima (aunque la realidad y el descontento social vayan en su contra y en aumento).

Como tampoco le importa el gravísimo problema de los desplazados. Decenas o cientos de miles de mexicanos han sido expulsados de sus casas, tierras y negocios por las bandas de asesinos, que armados hasta los dientes son dueños ya de ciudades, pueblos y rancherías sin que el gobierno les estorbe. La ley sólo se hace valer contra los enemigos políticos del tabasqueño, que rencoroso y desobligado de su deber de imponer la ley, permite que amplias zonas sean ya otro territorio, otro país. Tierras que ya no pertenecen a los Estados Unidos Mexicanos sino a grupos criminales que derrotaron a un gobierno traidor a su gente y a la Constitución. A Congresos integrados por grillos y vividores que han dado la espalda a los que en el papel son sus representados.

Han dejado atrás sus patrimonios de décadas o siglos, sus negocios, sus ilusiones, su presente y futuro, todo porque un hombre que se dice presidente, pero que se ha olvidado totalmente de sus deberes y responsabilidades, les ha entregado a las hordas de criminales (cada vez mayores y atrevidos a causa de la impunidad). ¿Permitiría acaso López Obrador que los criminales entraran a su rancho “La Chingada” y mandaran a la ídem a su familia y trabajadores quedándose con su patrimonio?

Parafraseando el Hamlet de Shakespeare, “muchas cosas huelen a podrido” no en Dinamarca, sino en el gobierno de la 4-T; como el extraño caso de los migrantes, capaces de pagar 200 y hasta 300 mil pesos a los traficantes para que los crucen en nuestro país ¿Personas sin empleo ni dinero, de dónde sacan semejante fortuna?, ¿quién se atreve a prestar esa suma a alguien en esta situación? Pero nadie investiga, no obstante de que las evidencias muestran que hay quién está promoviendo y financiando este tráfico de personas, y por otro lado grupos y autoridades que están ganando fortunas con ellos.

     De ahí que resulte absolutamente condenable la postura inútil e indolente de López Obrador y su gobierno. Postura a la que se ha agregado la gente de Morena y del resto de los partidos, jugando a la política como si nada pasara en el país y desentendiéndose del todo de la seguridad nacional. Como si todo estuviera bien y el estado de derecho reinara.

      México ha sido invadido por los narcotraficantes y demás bandas delincuenciales, que además de tener ya bajo su dominio extensas porciones del territorio nacional, de asesinar a 110 mil personas en lo que va del gobierno de AMLO, de desaparecer a decenas de miles y esclavizar a otras tantas, de cobrar impuesto de guerra (extorsión, derecho de piso), de robarse con todo descaro los bienes nacionales (petróleo, gasolinas, diesel y gas) el gobierno no se atreve a enfrentarlos. Se mantiene sin tocarlos, a distancia cómplice. Una guerra perdida: rendidos ante los enemigos.

En el año 2007 publiqué mi libro “El hombre que nunca debió ser presidente” (refiriéndome a Vicente Fox), mismo que concluyo con la siguiente frase (a la que le cambio el nombre de V.F.Q. por AMLO) y con esto cerramos por esta semana: “…factores y antecedente que no avalan su paso por el Poder Ejecutivo, lo cierto es que López Obrador jamás debió atreverse a contender por la candidatura a la Presidencia de México. Su ignorancia, incapacidad, carencia absoluta de ética, su adicción enfermiza a mentir a todos y por todo, su falsa moral cristiana, sus limitaciones políticas y culturales y mentales, y finalmente: por los terribles resultados de su gobierno y las gravísimas consecuencias que la mayoría de los mexicanos todavía ignora, excepto, por la clase políticamente pensante y enterada del país, resumimos, que Andrés Manuel López Obrador es ¡EL HOMBRE QUE NUNCA DEBIÓ SER PRESIDENTE!”.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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La incapacidad de Andrés Manuel López Obrador para gobernar el país es cada vez más notoria, incluso a nivel de alarma. Dejando por esta ocasión de lado el resto de las tareas presidenciales, nos concentraremos en el sector salud y las vacunas contra el coronavirus (covid-19), toda vez que su pésimo manejo para atender la salud de los mexicanos no solo merece urgente atención, sino advierte que su incapacidad (y de los que le rodean en este sector) les han hecho reos de culpa de cientos de miles de muertes (que se pudieron haber evitado).

Lo peor del caso es que al mantenerse en los cargos y con la misma postura ante la pandemia, las enfermedades de los mexicanos, el desabasto de medicinas y suplementos para los aparatos y equipos médicos, la crisis se agudiza y la muerte y prolongación de los males públicos de salud se incrementan.

Y es que, aunada a su escasa formación y conocimientos necesarios de la realidad nacional, así como a su obcecación por hacer lo que le viene en gana y no actuar conforme a las necesidades; el actual presidente tomó desde el principio decisiones erróneas que produjeron de inmediato resultados catastróficos sin que en momento alguno entrara la reflexión y la rectificación. Para empezar, desbarató el sistema de compra de medicinas que tardó decenas de años en cobrar forma y eficientizarse, sin tener nada para sustituirlo.

Fuera de sus palabras y más palabras, destruyó con sus fantasías políticas un proceso INDISPENSABLE para la salud de los mexicanos. Bajo el pretexto de la corrupción, muletilla que por cierto cada día resulta más repudiable escucharla en sus labios (nada resuelve y todo se reduce a meras palabras), corrupción que NADIE DUDA QUE LA HUBIERA, en lugar de investigar y poner en orden, como dice el viejo refrán “tiró el agua de la tina con todo y niño”.

Tres años han pasado y todavía no hay medicinas. Mientras tanto, decenas de miles de mexicanos ¿o cientos de miles? Han muerto por falta de medicamentos, de tratamientos para sus diversas enfermedades. Para hacer las compras designó a personas que carecían del perfil y los conocimientos necesarios. No contento el presidente con su torpeza, desató una guerra de ofensas contra los laboratorios que proveían las medicinas, muy en particular contra Laboratorios Pisa (y otros), que tenía una planta exclusiva para producir las medicinas para niños y personas con cáncer.

      Desde entonces, como ya se dijo, cientos de niños con cáncer han muerto por falta de tales medicinas y otros se encuentran graves (se desconoce el número de adultos). Lejos de rectificar y aceptar su grave yerro (que se le hubiera tomado como un acto de sensatez), el presidente inició una campaña en contra de los padres de esos niños al grado de tildarles de “golpistas” ¿Se imaginaron los que votaron por él que se atreviera a tanto? ¿Qué su desprecio y actitud inhumana llegara a tal extremo?

Respecto a las vacunas el tema no ha mejorado, al contrario. Desde que se conoció el anuncio de la pandemia de coronavirus, el presidente y sus expertos en epidemias, tomaron el camino de la política y no el de la ciencia y atención a la salud. Como todos sabemos, minimizaron la advertencia de la OMS, dijeron a los mexicanos que no era nada grave, que se abrazaran, que salieran a la calle, incluso permitieron reuniones masivas y dejaron las fronteras y aeropuertos con las puertas de par en par. Los contagios llegaron pronto y la muerte también.

En poco tiempo los hospitales públicos se saturaron al punto de no atender a los enfermos de otros males, mientras que las personas con covid-19 y sus familias esperaban afuera en las banquetas que alguien los atendiera. La muerte a causa de esta nueva peste nos recordó la edad media, el renacentismo, y otras épocas afligidas por estos azotes. Ni qué decir del agotamiento y daño a los médicos y todo el sector salud (público y privado).

Hasta donde se sabe, más de MEDIO MILLON DE MEXICANOS han muerto a causa de la pésima estrategia tomada por el gobierno de AMLOes un hecho que de haber tomado otras medidas cientos de miles de muerte se hubieran evitado. De hecho, la vacunación fue desestimada al principio y como todo en este sexenio llegó tarde. Para agravar la situación, una vez que decidieron traerlas, antepusieron de nuevo criterios políticos antes que los científicos, de esta manera llegaron vacunas de chile, mole y picadillo para los mexicanos (hasta chinas y rusas trajeron, cuando nuestros principales socios comerciales —que dicho sea de paso son los que mantienen la economía en nuestro país— no las aprueban).

No resultándoles suficientes sus muchos errores, cerraron totalmente la puerta a la vacunación privada. Queda claro que el control político estuvo y ha estado por encima de la salud y bienestar de los mexicanos. Estamos a dos años del inicio de esta plaga apocalíptica y López Obrador (y sus ‘expertos’) continúan con su incapacidad y queriendo controlar esta desgracia desde lo político. Si hubiera que enjuiciarles más adelante será por el delito de lesa humanidad.

Es inadmisible que estando amenazados con otras variantes de Covid-19 (Omicrón y las que aparezcan) y el presidente de México manejando esto con su absurda visión política. De controlar las vacunas como si fueran los dineros que les da a los ninis, a los viejos y a otros sectores. De querer tener bajo su poder a todos los mexicanos (a través de las vacunas) para que se le deba el favor, cuando se compran con el dinero de los ciudadanos (y otras regaladas por el presidente Biden de Estados Unidos).

Es condenable y absurdo que se continúe con esas filas kilométricas a viejos y de todas las edades para aplicarles la vacuna, además, la que el gobierno decida, no la que la persona pudiera elegir, exponiendo a muchos con esta práctica a contagios y a efectos no deseados por el uso de medicamentos no iguales.

Como también es condenable que NO se les permita a particulares OFRECER Y PONER LA VACUNA a las personas donde ellos lo decidan y la que ellos prefieran: en una farmacia, clínica u hospital. Millones de mexicanos (este periodista se incluye) estarían dispuestos a acudir a una farmacia a ponerse la vacuna y pagar el costo, lo cual, además de evitar filas innecesarias, reduciría gasto al erario ¿O SE TRATA DEL CONTROL POLÍTICO? Todo indica que así es, lo cual también es corrupción, cayendo con ello en otra incongruencia más del hombre de Macuspana.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Lamentablemente, sobre todo para el destino de los mexicanos, es que haya llegado a la presidencia un hombre gravemente enfermo de la mente y del corazón, divisionista y con marcado resentimiento social. Un hombre ególatra hasta el extremo, hambriento de poder hasta lo irracional; aunque inútil cuando se trata de construir, de buscar la unidad y el bienestar de todos. Su visión torcida de las cosas se lo impide, siempre se lo ha impedido. No ve la realidad, ve su realidad artificial elaborada por él mismo. No sabe construir, solo destruir. Un hombre de carácter violento y mentiroso hasta lo irracional.

En los tres años de su mal gobierno no ha hecho obra pública relevante alguna, tan solo se ha limitado a hablar, hablar y hablar. A engañar ingenuos y cándidos, a comprar conciencias y voluntades con dineros públicos, así como atacar con fiereza y ofensas a millones de mexicanos que no piensan como él, que debiendo gobernar para todos (como es su deber y responsabilidad) les ha marginado en todos los órdenes violando la constitución, la ley Divina, y la convivencia y respeto entre los seres humanos. Su formación anarquista le ganó de inmediato sepultando desde antes de asumir el mandato la condición de presidente.

No escucha, no ve, no analiza, no ve a los demás, no existen, solo existen aquellos que se someten idolátricamente a su auto endiosada personalidad. Han bastado tres años para dejar en la ruina económica, sanitaria, política y social el país destruyendo o dañando rápidamente los medios de producción y atacando fieramente a los que producen empleos y riqueza. Al no tener la experiencia personal de crear empleos y producir capital que se traduzca en riqueza personal y social, considera malos y corruptos a todos (excepto si le queman incienso a su persona o se le acomodan a sus torcidos planes pseudo económicos).

En el centro y el norte ha dejado que se debilite el estado y destruido el tejido social y económico, permitiendo que la delincuencia haga el trabajo sucio, ya sea asesinando o extorsionando empresarios y comerciantes de todos los tamaños, haciendo además leva entre los jóvenes para reclutarlos y obligarlos a delinquir (los que no lo aceptan llenan las fosas clandestinas por toda esta mitad del país), dejando en severa crisis a la sociedad en todos estos Estados (desde Michoacán, Jalisco y Colima, hasta llegar a los de la frontera del norte).

   A tal grado ha llegado el cinismo del presidente (y su gente) que no disimulan en absoluto su desprecio para unos y su generosidad para otros, contribuyendo así a marcar una raya divisoria entre el norte y el sur. Los primeros trabajan muy duro y viven en angustia las 24 horas, pues además de pagar impuestos al gobierno federal, los pagan además a la delincuencia vía extorsiones, secuestros y demás. Estados para los que el Ejército y la Guardia Nacional son simples testigos de lo que sucede. No intervienen, es decir, como si no existieran.

     El pacto federalista se ha convertido en un pretexto secesionista, repartiendo a manos llenas el dinero en el sur y soltándolo a cuenta gotas al centro y el norte (que son los Estados que pagan impuestos y realmente sostienen económicamente de pie al país)

Sus obras emblemáticas, las cuatro, se encuentran en el sur: Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas, el Tren interoceánico. Bueno, hasta el aeropuerto Felipe Angeles lo retiró lo más que pudo del centro. Claro, el centro y el norte del país están poblado mayormente por diversos estratos de la clase media y por consecuencia son aspiracionistas y no se les puede controlar. Asegura el propio presidente.

Y no es que se quiera ser malpensado. Lo cierto es que las propias decisiones y acciones del mandatario (término que no entiende o no quiere entender) todas tienden a mejorar al sur y desgraciar al centro y el norte.

La Secretaría de Salud ya la cambió para Acapulco, ciudad que por su ubicación y clima es la menos adecuada e indicada para dicho sector ¿Estaría pensando el tabasqueño en los Mexicanos del Sur?

La Secretaría de Energía ya comenzó su traslado nada menos que a Tabasco (El Economista, 13/Oct/2021), ¿Pensarán que con el petróleo, Acapulco y Cancún serían autosuficientes en caso de cortar con los Estados del centro y del norte?

Su espíritu secesionista se observa y se siente todos los días desde que inicio esta pesadilla llamada 4-T. Al presidente solo se le ve contento entre los oaxaqueños, tabasqueños, en cualquier parte del sur. En el norte solo se le ve amable al saludar a la mamá del chapo o al visitar a sus incondicionales, como Durazo en Sonora o Monreal en Zacatecas.

Ante todas estas acciones de trato desigual en todos los órdenes, cabe la reflexión y válida pregunta ¿Está preparando a los Estados del sur con dinero y obras por si en las elecciones del 2024 no le favorecieran a él y sus huestes de anarquistas?

Sus desplantes al estilo Mussolini y Hitler de llenar plazas (con burócratas y fanáticos) para satisfacer su vanidad y enorme egolatría, corroboran el monstruo social en el que se ha convertido. Un ente que, de no confrontarlo con el estado de derecho y el orden republicano, téngalo por seguro que es capaz de separar los estados del sur de nuestro país (para formar otro bajo su tiranía).

Quede pues a manera de reflexión y advertencia a tiempo de que el trato republicano a los Estados del centro y del norte no está siendo justo ni igual que el dado a los de sur, además de que a los primeros los ha dejado en las garras de los criminales, dejando a las fuerzas armadas como su simple ejército personal. De no ser así las cosas, y ser mera coincidencia, urge que el trato equitativo para todos los Estados que conforman la Federación se haga realidad y el Ejército y la Guardia Nacional cumplan con su función sometiendo a todos los criminales al imperio de la ley, concediendo la paz a los mexicanos a través del establecimiento del estado de derecho para todos, PARA TODOS.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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