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El asesinato de dos jesuitas en un pueblo de Chihuahua les movió por fin a señalar la terrible condición en que se encuentra el país. Reunidos rectores y directores del Sistema Universitario Jesuita declararon indignados el agravio recibido al modo de martirio, señalando de paso el caos e inseguridad que padece México de manera grave.

     Conocido diario de una cadena nacional reprodujo con firmeza e indignación el fracaso del gobierno de López Obrador denunciado por los jesuitas: “Es estado fallido, hay ley de la selva” (Mural, 23/jun/2022). ¿Tuvieron que sufrir en carne propia la maldad de los asesinos que gobiernan el país para denunciar y mostrar su indignación al gobierno ornamental? ¿Más de 123 mil personas asesinadas en lo que corre de esta pesadilla no les fueron suficientes para levantar la voz?

     No dicen acaso las Sagradas Escrituras: “Levanta la voz por los que no tienen voz. En el juicio de todos los desvalidos” (Prov 31:8). Su silencio acomodaticio les volvió cómplices, olvidando que la fe judeocristiana no tiene nada que ver con la teología de la liberación, sino con el reino de Dios y su justicia. Y en lo que corre del siglo XXI no hemos tenido un solo gobierno justo y que vea por la justicia de los ciudadanos; si bien el actual ha sido el peor, el  más corrompido, derrochador y poblado de incapaces y ambiciosos.

     En todos estos años algunos periodistas y escritores no hemos hecho otra cosa que advertir el rumbo equivocado que llevaba el país y el peligro que representaba el actual para todos nosotros cuando todavía no eran gobierno. No hubo respuesta. De hecho, para algunos ha sido causa de censura y marginación (me sumo a esta lista).

     Como escritor en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en el año 2011 presenté un texto titulado “México: ¿Estado Fallido o País Traicionado?” (volumen uno), libro que independientemente de las molestias que causó a algunos que prefieren “que no hagan olas”; lo cierto es que alertó acerca de lo que estaba sucediendo y el rumbo equivocado que se estaba tomando, haciendo al efecto un recuento de la historia nacional a partir de la guerra de Independencia.

     En ese momento Felipe Calderón era presidente del país y la conducción del mismo reflejaba impericia, escasa sabiduría, y ausencia del estadista; aunque comparado con López Obrador, la verdad es que resulta un Winston Churchill.

    En mi libro referido, entre otras cosas señalaba y advertía en la introducción:

 

“Esta adversa situación que guarda el país… me recuerda un comentario del escritor español Jorge Semprún… Ya viejo, el que fuera Ministro de Cultura en el gobierno de Felipe González confesó a su entrevistador: ‘He perdido mis certidumbres, pero he conservado mis ilusiones’. En lo personal no espero gran cosa de los actuales gobiernos, menos todavía cuando veo que repudian por sistema a los viejos (por tanto la sabiduría y la experiencia); cuando de un otoño frágil y reseco hemos pasado a un frío invierno con pocas perspectivas halagüeñas para la República. Aún así, al igual que Jorge Semprún conservo mis ilusiones, deseando fervientemente que las nuevas generaciones tengan un mejor país del que tienen por desgracia en este momento; que la caterva de gobernantes ambiciosos, corruptos e ignorantes que ha caído sobre México a manera de las plagas de Egipto, sean eliminados con el fumigante del derecho, la legalidad, la auténtica democracia, el trabajo honesto y una mejor educación que incluya la historia de esta gran Nación que Dios nos entregó a manera de patrimonio y administración”  (pág. 36).

 

  Dos años después publiqué el volumen dos de este título, en el que señalaba entre otras de mis conclusiones:

 

Con la ambición de la clase política desbordada, los intereses nacionales quedaron vulnerables y a la deriva. Los depredadores de fuera y de dentro, que a final de cuentas son humanos, mostraron de inmediato ser fieles devotos del dios ‘mammón’, de un materialismo vandálico y depredador reducido a la cosmovisión individualista de Narciso. Los partidos políticos dejaron de actuar como entes públicos destinados al servicio para convertirse en una especie de bandas o pandillas, barnizadas apenas de cierta retórica ideológica híbrida y sin contenido social, más interesada en algunas minorías, que en el bienestar de la gran masa social” (pág. 397).

 

     Escritores y periodistas críticos de los gobiernos y partidos nos convertimos como siempre ha sucedido en todos los tiempos y países en personas incómodas y objeto de la inquina oficial de los gobiernos en turno (sobre todo del actual). En lo personal sufrí censura en la prensa y la televisión, y no pocos medios me han negado incluso cualquier entrevista o comentario. Aunque de nadie es un secreto el odio y ataque manifiesto de López Obrador contra intelectuales y periodistas que le critican: Enrique Krauze, Héctor Aguilar Camín, Carlos Loret de Mola, Denisse Dresser, Raymundo Riva Palacio, Ricardo Rocha, por señalar algunos de la larga lista de víctimas de la ira presidencial.

Sin olvidar por supuesto que durante el actual sexenio los asesinatos de periodistas han estado a la orden del día. Pero volviendo al inicio de este artículo, a la indignación de los jesuitas que es muy entendible y justificable—, entre sus declaraciones se oyeron voces y reclamos muy fuertes: “La política de seguridad, no está sirviendo, todo lo contrario, narco avanza”, “Estamos solos, abandonados, sometidos a la ley del más fuerte”, “Hay una institucionalidad débil, corrompida y omisa”.

    ¿Dónde estuvieron los jesuitas hoy dolidos (y otras órdenes) cuando más de 120 mil mexicanos eran asesinados impunemente? ¿Por qué no levantaron la voz de reclamo airado a favor de esas familias dolidas que un gobierno perverso y dictatorial se ha negado a escuchar? ¿Por qué no señalaban que el regalar dinero público que se requería en hospitales, medicinas, aparatos, quirófanos, mantenimiento, seguridad, carreteras, educación, etcétera, era en más del 70 por ciento de los casos, la compra de conciencias y voluntades?

    Su actitud me recuerda a lo escrito por Henry D. Thoreau: “hay miles de personas que se oponen a la esclavitud y la guerra, pero sin embargo no hacen nada para terminarla… esperan, muy bien dispuestos, a que otros le pongan remedio al mal, para que ya no les remuerda”.

     Pero sobre todo me recuerda a los clérigos alemanes de la época hitleriana (tanto católicos como luteranos), que no queriendo tener problemas con el führer callaron y disimularon ante los horrores y crímenes sin fin cometidos por aquel endemoniado, resultando oportuno recordar el poema del capitán Martin Niemöller, que, habiendo sido héroe de la Primera Guerra, dejó la milicia para convertirse en pastor de almas. Aunque no como la mayoría en el siglo XXI, su compromiso ministerial le llevó a ser un crítico severo de Hitler, quien le convirtió en su «prisionero personal» pasando todos esos años en la cárcel, siendo autor del famoso poema que nos recuerda y señala a todos los que guardan silencio cuando se debe hablar con firmeza para confrontar la injusticia:

 

     “Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, ya que yo no era comunista.

     Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio ya que yo no era socialdemócrata.

     Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, ya que yo no era sindicalista.

     Cuando vinieron a llevarse a los judíos no protesté, ya que yo no era judío.

     Cuando vinieron a buscarme a mí, ya no había nadie más que pudiera protestar”.

 

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Para nuestra desgracia, México está gobernado por un grupo de corruptos e incompetentes, empezando con quien ocupa la presidencia de la República. No es posible y mucho menos admisible que López Obrador se atreva a declarar en Palacio Nacional, que: “El predominio de un grupo… que no tiene competencia con otros… esto lleva a que no haya enfrentamientos porque el 75 por ciento de los homicidios que se registran en el país tiene que ver con esos enfrentamientos” (15/jun/2022). Quiere decir que la paz pública y el establecimiento del estado de derecho dependen que las huestes del chapo ‘sometan’ a los otros criminales; ya que el gobierno encabezado por él no va aplicar la ley a sus amigos (para los que solo tiene abrazos y no piensa —y lo ha refrendado repetidamente—, cambiar de postura).

     En otras palabras: AMLO está RENUNCIANDO A LA PRESIDENCIA DE MEXICO Y SUS OBLIGACIONES como titular del Poder Ejecutivo, lo cual protestó cumplir y hacer cumplir; aferrándose absurdamente al poder como cualquier vulgar dictador, permitiendo con cinismo manifiesto. que las bandas de delincuentes sean las que gobiernen el país; y a él que le dejen el uso y usufructo del poder político para satisfacer sus deseos personales (incluyendo el presupuesto, producto del trabajo de los mexicanos observantes de la ley).

     En estos días se ha visto en las televisoras, youtube y las redes sociales, el paso de múltiples convoyes en distintos Estados del país integrados por camionetas repletas de asesinos armados que pasan engreídos frente a los soldados sin que éstos hagan o digan nada, quedando humillados y en descrédito. La tropa deteniendo a civiles pacíficos para revisarlos y aparentar que trabajan y hacen algo, mientras frente a sus narices pasan las bandas criminales dejando claro quién manda en México, denigrándoles frente a todos los mexicanos.

     Semejante aberración NUNCA ANTES SUCEDIDA EN MEXICO, al menos no después de la Revolución de 1910, muestra al actual gobierno mexicano rendido o asociado (tarde o temprano se sabrá) con las bandas de asesinos, y de paso, roto absolutamente el estado de derecho y el contrato social.

    Las masacres son cosa de todos los días, lo mismo sucede fusilando a 17 personas en San José de Gracia, Michoacán, que en Mazamitla o Teocaltiche, Jalisco, como también en Celaya, Salamanca, Gto., o en ciudades diversas de Sonora, Chihuahua, Zacatecas, Guerrero, Veracruz o el ya referido Michoacán, donde los criminales fueron capaces de corretear a varios vehículos del Ejército Mexicano, avergonzarlos y exhibirlos como inútiles y cobardes (cuando lo cierto es que no son cobardes y la orden del ‘comandante’ supremo es contraria a la Constitución y demás cuerpos de leyes).

     Empresas y comerciantes de casi todo el país, sino es que todo, ya están bajo las garras de los criminales, a los que pagan una alta tributación (mediante ‘cobro de plaza’, extorsión o como le quieran llamar), tributación violenta que sumada a la que les cobra el gobierno de la 4-T han hecho de la vida de millones de mexicanos trabajadores y honestos un verdadero infierno. Infierno que el presidente disimula desconocer, inventando su teatro de farsa mañanero em el que intenta presentar la imagen de un país que solo existe en su mente enferma y perversa.

     El asesinato de productores y comerciantes de pollo en Chilpancingo, Gro, no es otra cosa que el control de los criminales de todas las esferas de producción y consumo de los mexicanos empezando con lo más básico: los alimentos. El mensaje a nivel nacional para todos los comerciantes es muy claro, el precio del pollo en adelante lo fijaran los asesinos unidos (con el beneplácito e indiferencia del gobierno actual).

      Así empezaron en Michoacán con los aguacates y los limones, aumentando los precios de manera estratosférica, provocando con ello que los verdaderos dueños de las huertas sean ahora los criminales, y los dueños y campesinos, viles esclavos cuyas vidas penden del humor, ánimo o los efectos de las drogas del criminal mayor. ¿Y el gobierno federal dónde está, y los estatales, y los municipales?

     De seguir esto como va y con la velocidad de los grupos criminales, la profecía del reinado del anticristo (de los que se advierte en la Escritura hay varios menores) de que “nadie podrá comprar ni vender”, está muy parecido o cercano.

     El dominio de las bandas criminales en territorio nacional es cada vez más grande y su ostentación cínica de poder humillando al Ejército, la Marina y la Guardia Nacional también ¿Es parte del plan de la 4-T o es el resultado de haber llegado al poder presidencial un hombre sin formación ni capacidad para semejante responsabilidad? Un hombre cuyo único bagaje es mentir y engañar condenando los hechos del otro, cuando los suyos siempre han sido peores y condenables.

      Y mientras el país es tomado por las bandas de criminales, los medios callados, sobre todo las televisoras (que son la que tienen mayor poder de penetración) publicando o exhibiendo notas rojas, amarillas, o simples chismes o escándalos, pero sin tocar al gobierno. No han entendido que ya no se trata ni de favoritismos, ni de buscar la publicidad oficial. Se trata de que la vida y destino de México y su gente está de por medio, ¿acaso desconocen que si se deja que continúe la destrucción del país, una vez que ya no haya con qué pagar a las televisoras y periódicos que ahora le tapan o disimulan, también los va a atacar y aniquilar a ellos? ¿No conocen lo sucedido en Cuba y Venezuela?

       Y los empresarios callados, ya sea por miedo o porque no saben cómo enfrentar a este grupo que no es gobierno definitivamente, que ofrece abrazos a los delincuentes, los que ni tardos ni perezosos les tomaron la palabra y en poco menos de cuatro años ya tienen controlado el país, permitiendo a López Obrador que se mueva a su gusto y viva en Palacio divirtiéndose con su show mañanero, mientras tanto, ellos en lo suyo, en este sexenio han asesinado ya a 123,000 personas, desaparecido decenas de miles, llenado de fosas clandestinas el país, y a los mexicanos tienen aterrorizados.

      López Obrador ha puesto en claro que ha dejado el gobierno de México en manos de los criminales, en tanto que el de Estados Unidos le señala una y otra vez que las bandas de asesinos ya controlan una tercera parte del territorio nacional, pero ante la indiferencia del tabasqueño, ésta semana de plano emitió una alerta pidiendo a sus ciudadanos que no viajen a México (excepto a Yucatán y Campeche)

     Para concluir: resulta absolutamente condenable el hecho de que el presidente prefiera y acoja bajo su protección a las bandas de criminales, y deje en al abandono a mas de 120 millones de mexicanos. Posición que debe unirnos a los ciudadanos, sin distinción de partido e ideología, y exigir al ciudadano Andrés Manuel López Obrador que deje de inmediato la presidencia, dado que al repudiar sus deberes, él mismo ya renunció ya al cargo. La Suprema Corte de Justicia tiene la palabra y debe buscar de inmediato la salida constitucional.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Los verdaderos resultados de las elecciones del pasado domingo 5 de junio ni siquiera se han considerado. La poca educación política de los mexicanos (en algunos Estados y zonas) se reflejó en las urnas pues a final de cuentas no ganaron los que obtuvieron el triunfo legal, sino que quien ganó realmente es un grupo de inconformes, apáticos y valemadristas que no fueron a votar. Ellos ganaron, fueron la mayoría, sin embargo y desde el campo legal su posición no cuenta. Al contrario, con su falta de participación, los pocos que acudieron a votar le dieron el triunfo en cuatro Estados a los representantes de la dictadura encabezada por Andrés Manuel López Obrador.

     Analizados los resultados, así como los factores y sucesos de cada Estado durante el proceso electoral, en todos, sin excepción, en mayor o menor grado, QUIEN GANÓ REALMENTE FUE EL ABSTENCIONISMO.
Empecemos con el Estado de Oaxaca, en el que el abstencionismo fue del 62 por ciento. Es decir, solo el 38 por ciento de los ciudadanos acudió a las urnas y de ese pequeño grupo de votantes, apenas el 60 por ciento sufragó a favor del candidato de la dictadura, es decir, Salomón Jara, de manera que al hacer bien las cuentas de los votos el hombre fue elegido para gobernador por apenas el 22.8 % de los oaxaqueños.

     ¿Un porcentaje tan pequeño le puede legitimar en el poder? Por supuesto que no, carece de sostén jurídico y democrático desde el ángulo que se le quiera ver. No representa a los oaxaqueños, pues tan solo permite ver que un grupo minoritario le apoyó por las razones que todos conocemos: empezando con el voto de los ancianos y otros grupos que reciben dinero del gobierno, y por tanto, presión para acudir a las urnas.

     En el mismo caso se encuentran los candidatos ganadores restantes. Por ejemplo, en Quintana Roo el abstencionismo fue del orden del 59% (y del 41% que votaron, apenas el 56% lo hizo por la candidata de Morena). En el Estado de Hidalgo el abstencionismo fue del 52% (y su candidato ganó con el 61% de los sufragios), mientras que en Tamaulipas el abstencionismo resultó un poco menor (del 46%), si bien las bandas de narcotraficantes y de toda clase delincuencial son las que marcaron el rumbo definiendo sus intereses en un narco-gobierno (dixit Porfirio Muñoz Ledo) que les protege y ofrece abrazos.

     La participación cínica y abusiva del actual gobierno federal en las elecciones rompió todos los récords de ilegalidad, de ostentación y fuerza del aparato de gobierno a favor de los candidatos de Morena. El poder y recursos del estado fueron utilizados con absoluto descaro sin consecuencia legal alguna ¿Cómo lo haría el INE y el Tribunal Electoral cuando se encuentran en la mira del Führer de Macuspana, cuando ha expresado reiteradamente su deseo de desaparecerles o transformar a su gusto, además de tenerles desde un par de años en ataques directos?

      Ante esta realidad adversa que muchos no entienden al no considerar la trascendencia de su falta de participación (nos referimos al abstencionismo), resulta urgente y necesario que todos los mexicanos que estamos conscientes, así como partidos políticos, universidades, escritores, académicos, maestros, grupos de todo tipo, medios de comunicación, familias y demás, hagamos conciencia de lo que sucede políticamente en el país para no caer de manera absoluta en la dictadura a la que ya nos comenzó a llevar López Obrador y Morena.

     Una dictadura por la cual nadie votó, excepto él y sus compinches, pues son los únicos que desde antes sabían lo que tramaban, escogiendo la democracia y sus bondades (al carecer de las agallas y el valor para formar una guerrilla y enfrentarse al Ejército Mexicano al que han estado corrompiendo soltándoles verdaderas fortunas nunca antes vistas y entregándoles responsabilidades de gobierno y proyectos que de ninguna manera les correspondenpara implantar secretamente sus planes perversos, todo, absolutamente todo a espaldas del pueblo mexicano.

     Ante éste su discurso es otro: le hablan bonito y al oído y le regalan dinero como nadie les había dado tanto, condenando de paso a los que producen trabajos y riqueza. Y algo más que no les dicen, pero que por sentido común deberían saber, es que éstos que producen trabajos y riquezas, son los que con su gran esfuerzo e inteligencia mantienen de pie al país y pagan los impuestos (dinero que AMLO les regala como si saliera de su bolsa). Si la planta productiva, es decir, los que producen los trabajos, quiebran o el gobierno les aprieta de más, les condenaría a la bancarrota y con ello a la ruina del país (y ya no habría dinero regalado para los que votan, ni para nadie; excepto para el dictador y los suyos, como sucede en Cuba, Venezuela y Nicaragua).

    De manera pues que urge que de aquí a las votaciones del año 2024 los mexicanos nos unamos en contra de ese plan perverso urdido en la mente enferma de López Obrador, y trabajemos JUNTOS Y UNIDOS (por encima de ideologías y partidos políticos) para rescatar nuestra democracia y no permitir que la dictadura siga avanzando ni se consolide.

     En el hogar, en la escuela, en el trabajo, en las redes sociales, en los medios, los libros, revistas y cuanta expresión social exista, formar conciencia de lo que sucede. Hacer comprender el peligro al que estamos expuestos pues de lo contrario quedaríamos a merced (como en otros países) de una banda de vividores más de más de 120 millones de mexicanos.

      Explicar y hacer entender el valor del voto, las propuestas de los candidatos, revisar el testimonio de esos candidatos, la viabilidad de los proyectos políticos, el daño del abstencionismo y demás, ya que como reza el título del presente artículo, México perdió y ganó la dictadura, precisamente a causa del abstencionismo, el cual les abrió las puertas de las gubernaturas a los alfiles del tabasqueño.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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El maniqueísmo de López Obrador ya resulta inadmisible, todo parece indicar que el poder terminó realmente de desquiciarlo. Su mente torcida y enferma de odio, egolatría y soberbia desde muchos años antes, se trastornó de plano ante semejante cargo y semejante poder. A tal punto llega su extravío legal y de salud que se le puede ubicar ya como usurpador.

    Su amistad con las bandas de narcotraficantes y demás grupos delincuenciales es cada vez más descarada, pasando por alto la Constitución y demás cuerpos de leyes, como también la airada e indignada opinión pública. Su cercanía y complicidad con los delincuentes ya está en boca de todos y no parece importarle, le basta en las mañaneras negarlo y hacer cara de “yo no fui”, por cierto, una cara que no le queda en absoluto (la descripción del famoso personaje de Molliere le queda como anillo al dedo).

     Esta semana, el propio Porfirio Muñoz Ledo, decano de los legisladores y quien al principio fuese parte de la 4-T, declaró públicamente que «México tiene un narcogobierno», por si alguno todavía lo dudare.

     Ya encarrerado, el veterano político y conocedor mejor que nadie del oficio, hizo declaraciones al más importante diario del país en las que advirtió al presidente Andrés Manuel López Obrador que su contubernio con el narcotráfico no es heredable porque el crimen organizado ya no lo va a necesitar”, como también aseguró que: “desde hace dos o tres años, México dejó la transición democrática y está iniciando una ‘reversión autoritaria con ‘un nuevo rey de la selva’: el crimen organizado”. (El Universal, 2/Jun/2022).

Mas claro, imposible, sin embargo, el presidente una vez enterado de las declaraciones, de semejante escándalo nacional e internacional, respondió en su show mañanero que las declaraciones de Muñoz Ledo «eran muy corrientes y muy vulgar» (textual).

La cuestión de fondo es que el tabasqueño aunque está en la presidencia de la República, sigue comportándose como el agitador y anarquista de siempre. En sus tenebras seudo políticas y en su eterna campaña, hace cosas que sólo corroboran lo que se temía de él y de sus nexos con las bandas de facinerosos (en su mente limitada considera que los mexicanos no vemos sus acciones ni sus entramados por demás rudimentarios o silvestres).

Viajar a Sinaloa una semana antes de las elecciones en seis Estados, en particular a la tierra del chapo Guzmán y demás capos mafiosos, no sólo corroboró lo que ya estaba en boca de todos, de hecho, sus palabras lo confirmaron. Cuando los reporteros de la fuente presidencial se dirigían a cubrir el evento (la inauguración de una carretera en el mero corazón de la tierra de los narcotraficantes) un retén de bandoleros disfrazados de militares los detuvieron y revisaron, y al ser el presidente cuestionado por semejante delito lo minimizó: “¡no pasó nada!” les respondió. Pero sí pudo haber pasado; como le ha ocurrido a miles de ciudadanos. Y como le sucedió esta semana a varios zacatecanos radicados en Estados Unidos que vinieron a visitar a sus familias en Villa de Coss, los que al regreso, además de ser asaltados, fueron despojados de sus vehículos. Así que: SÍ PASA, Y NO HAY GOBIERNO QUE PROTEGA A LOS CIUDADANOS. Lo que convierte al presidente en un costoso adorno, en un usurpador de facto.

¿Por qué en lugar de hacerles una carretera a los narcos para que saquen su inmundo veneno, no limpia mejor las carreteras del país de tanta fauna delincuencial para que los mexicanos podamos viajar con libertad y seguridad, lo cual ES SU DEBER?

Retomando el asunto de la visita presidencial a las tierras dominadas por los narcos, López Obrador llegó a tal grado de cinismo que públicamente se atrevió a decir que ya no le dijeran el «Triángulo Dorado» sino que ahora le dijeran «El triángulo de la gente buena» ¿De ese tamaño es su compromiso y amor con los que viven fuera de la ley y su odio y desprecio contra los que viven dentro del orden y el estado de derecho?

En la medida que sus días en Palacio se reducen, el führer de Macuspana radicaliza con cinismo sus medidas intentando implantar en México el modelo cubano-venezolano. Un modelo que condena a los pueblos a vivir en la pobreza mientras los líderes viven con todos los lujos y el poder, acabando con los sueños y dignidad de los gobernados con dictaduras disfrazas de ‘revolucionarias’.

Recuerdo a principios del presente siglo —por 27 años tuve un stand propio en la FIL Guadalajara— no me recuerdo el año, el país invitado a la FIL era Cuba. Durante todos esos años, mi esposa y yo comíamos en el Hotel Hilton frente a la Expo-Guadalajaraese año, sin embargo, sucedió lo que en ningún otro. Todos los días, sin excepción, un grupo enorme de cubanos banqueteaba a diario en el hotel de franquicia yanqui (que se supone aborrecen los isleños). Sus fiestas en pleno mediodía eran escandalosas mientras en el exterior del Lobby ocho o diez lujosos autos Mercedes Benz con la bandera de Cuba —y los respectivos guaruras—esperaban a sus ocupantes.

Justo por eso dejé de creer en el comunismo en el año 1970, no puedo admitir que los líderes vivan como reyes y sus gobernados en la miseria y sin derecho a reclamar nada. Mientras los miserables cubanos muriendo de hambre y con cartillas de ración para los alimentos; estos miserables vividores en la FIL hartándose de comida y buenos vinos sin pudicia ni remordimiento alguno. ¡Malvados vividores!

Pero como el mal ejemplo cunde más pronto y fácil que el bueno, sucede que el desesperado Führer de Macuspana ya quiere lanzarnos a los mexicanos a la pobreza total, para que él, los narcos, y su banda de la 4-T puedan vivir como ricos, sacando una receta pseudo religiosa al estilo de chistera de mago: “…Si ya estoy pensando que le vamos a dar otra vuelta a la tuercaporque hace falta darle más al pueblo y a ver si es posible pasar de la austeridad republicana a una fase superior, que podría llamarse pobreza franciscana”,

Entiéndase, tres días antes de las elecciones, evento para el cual fue a pedir la ayuda de sus amigos del “triangulo de la gente buena”; nos sale con que nos quiere ahora de franciscanos. Tal cosa no se va a poder: Primero porque está fuera de la Constitución y el sentido común. Segundo, porque la mayoría de los mexicanos (y tomando sus palabras) somos aspiracionistas y no queremos vivir pobres. Y tercero, y perdón por la palabra, pero su significado refleja y describe con precisión lo que pensamos los mexicanos de su absurdo deseo: ¡no estamos pendejos! ¡Ah, otra cosa: No se confunda presidente; la gente mala es con la que usted se junta!

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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