ANIQUILANDO LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA

La incapacidad, incongruencia, ignorancia y mala fe del actual gobierno no parecen tener límites. El decir y el hacer son antagónicos en este equipo de improvisados, que gustan de darse baños de pureza, pureza por demás ajena a sus acciones y dichos. El propio presidente López Obrador es prueba patética del divorcio entre lo que se dice y lo que se hace. En el llamado Proyecto de Nación para su gobierno, propuso “impulsar una política nacional de medicamentos y de otros insumos médicos que garantice la sustentabilidad, mediante el fomento de la producción nacional, pública y privada”. Nada más falso. El presidente está aniquilando una Industria que además de ser prioritaria para la salud de los mexicanos, genera más de 250 mil empleos directos y 500 mil indirectos.

En su demagógica y falsa campaña contra la corrupción. Una pausa: corrupción también es dejar libre al hijo del ‘chapo’ cuando ya estaba detenido. Corrupción es dejar que cuanto vándalo desee secuestre camiones y choferes, roben el peaje de las casetas, descarrilen trenes para saquear la carga, obstruyan las vías con supuestas demandas sociales (ocasionando pérdidas multimillonarias a la economía nacional), robo de combustibles, gas, etcétera. Corrupción es atender privilegiadamente a los padres de los 43 vándalos de Ayotzinapa y no hacer justicia ni atender en absoluto a los parientes de los 56,147 mil asesinados durante su mal gobierno. Corrupción es dejar que las bandas delincuenciales asesinen 3000 ciudadanos cada mes, que tengan aterrorizada a la población, le cobren impuestos (cobro de piso) y el gobierno no mueva un solo dedo. La impunidad total es corrupción total.

Decíamos pues que en su falsa campaña contra la corrupción enderezó sus baterías contra la industria farmacéutica, y en particular contra los proveedores del sector público de la salud, lo cual de ser cierto hubiese sido bueno y acertado. El problema es que además de no comprobarse (ni meter a la cárcel a nadie), dejó semejante encargo a personas que no tenían la menor idea de lo que estaban haciendo, que como chivos en cristalería arremetieron contra todo(s) destruyendo una red de proveedores y distribución que llevó más de medio siglo en conformarse; dejando hospitales y clínicas sin los medicamentos necesarios y por consecuencia con muertes y deficiente atención para los pacientes.

Si había hechos de corrupción, que sin duda los había, pues somos un pueblo con un elevado porcentaje de doble moral, debieron de atacar éstos y NO A TODA LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA. El corazón envenenado del presidente, al que debieron de meterle en la cabeza algunos cortesanos que todo estaba podrido y corrompido, le llevaron a arremeter contra gigantes que eran simples molinos de viento que traían bienestar. Se confundió el todo con la mancha producida por algunos. Se olvidó que en el comercio existen las leyes de oferta y demanda, del regateo de precios. Por eso son negociaciones. ¿Qué sabía de medicinas e insumos hospitalarios la exoficial mayor de la Secretaría de Hacienda, Raquel Buenrostro, para designarle tan sui generis tarea? ¡Nada! Bien dice el refrán popular, “zapatero a tus zapatos”.

Según esta funcionaria —con su mente hacendaria pero ignorante del todo en cuestiones de medicamentos e insumos de salud— se lograrían ahorros hasta del 30 por ciento. Sin embargo su actitud negativa y farisaica solo les permitió adjudicar el 38% de las más de tres mil claves licitadas, cosa que nunca había sucedido, dejando por consecuencia sin las medicinas requeridas a hospitales y clínicas de todo el país.

Atrofiada la mente del presidente por un maniqueísmo que le hacía ver todo negro en ese sector, ni siquiera consideró que muchas empresas (que generan miles de empleos y que no están dentro de las 3 grandes que él menciona) se dedican a producir medicamentos genéricos a bajo costo para la atención y salud del pueblo. No hubo distinciones. Una actitud malsana, insensata y sin visión alguna le ha llevado a pretender aniquilar la Industria Farmacéutica Nacional con todo el daño que esto representa y está ocasionando, al grado de salir a comprar al exterior para favorecer y dar trabajo a otros países. Si esto no es un desatino y traición a la Patria no sé cómo llamarlo.

Pero qué mejor que la voz de los propios actores y afectados sea la que hable a su gobierno para ser escuchados y atendidos:

 

“Hay muchas empresas farmacéuticas en México, tenemos una gran planta industrial que exporta y el impacto sería diferente para cada compañía. Por ejemplo, hay compañías que surten especialmente al sector privado, otras que tienen una mezcla entre el sector privado y el de gobierno, y algunas que se dedican exclusivamente al gobierno, estas son las que tendrían mucha mayor afectación”, dijo en entrevista Rafael Gual, director de la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica Afiliación (Canifarma).

De acuerdo con Patrick Devlyn, presidente de la Comisión de Salud del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), cerca de la mitad de los laboratorios establecidos en México le surten al gobierno, lo que pone en riesgo a 100,000 empleos de los 250,000 que se tienen contabilizados directamente en el sector.

 “Abordar la industria en su totalidad, como el enemigo a vencer, implica desacreditar a la gran mayoría de empresas transparentes que han confiado, invertido, y generado empleo en México. La ruta de la colaboración, comunicación, y planeación ofrece muchos mejores resultados, y es por esto que como sector privado estamos compartiendo propuestas que construyan a favor de un México más transparente y con mejores niveles de bienestar y salud para nuestra población”, dijo Devlyn (Revista Forbes México, 17/Jul/2020).

 

    Si en verdad el presidente quiere a México, y aunque un congreso sumiso y genuflexo al jefe le haya legislado a su gusto y modo, por ningún motivo debe salir a comprar medicamentos fuera del país, ya que además de ser un desatino que tarde o temprano le cobrará un alta factura social, económica, moral e histórica, destruiría en gran medida una industria nacional que produce demasiados empleos y bienestar para muchas familias (además de proporcionar salud a la población con lo que producen), acrecentando con ello la pobreza galopante que a manera de caballo del Apocalipsis tiene atemorizado ya al país.

Presidente, rectifique, no salga a comprar medicinas al extranjero, cuide la industria nacional, basta que envíe a comprar a personas que conozcan del ramo y tengan habilidad para negociar. Es por el bien de México y de usted mismo (si en verdad quiere pasar bien a la historia).

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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