LA HIPOCRESÍA DEL PRESIDENTE

Cada vez resulta más difícil admitir a Andrés Manuel López Obrador, no como persona, lo cual puede resultar fácil, sino en su calidad de presidente de México. La manera como se ha conducido y ha conducido al país, así como sus acciones, incapacidad e inacciones, son a todas luces inadmisibles. Un hombre al que la historia ya reprobó y la ley requiere de enjuiciarlo.

La forma irresponsable como enfrentó la pandemia de coronavirus (que inicialmente minimizó y consideró sin peligro alguno), y que como se recuerda, no quiso gastar en pruebas manteniendo incluso los aeropuertos y vías de ingreso al país sin control alguno, permitieron que México se convirtiera no solo en víctima de su irresponsabilidad, sino en uno de los países con más muertos del planeta y millones de infectados (la cifra real debe ser cuando menos el triple que la oficial). Más de 600 mil personas muertas directa o indirectamente por el coronavirus (y sus variantes) son y deben ser causa de juicio contra el presidente y los responsables de la Secretaría de Salud (López Gatell al frente) por el delito de lesa humanidad.

Por tres décadas se ha escrito en esta columna que Andrés Manuel López Obrador es una persona violenta, incapaz de aportar al país cosa alguna que no sean problemas, chantajista y anarquista profesional; y no obstante sus muchas limitaciones, logró finalmente engañar a millones que, cansados de los robos y malas decisiones de diversos gobiernos, le concedieron el voto a la presidencia, sin revisar siquiera sus antecedentes y perfil. Un perfil ajeno absolutamente a la presidencia de México debido básicamente a su carácter malformado, su ignorancia, incapacidad, poca inteligencia y sobrada belicosidad (a lo que habrá de agregarse un egoísmo recalcitrante, una conducta mitómana enfermiza, así como la incapacidad para autoanalizarse y mucho menos para admitir sus gravísimos y cotidianos yerros).

      Como todos los de su clase, jamás admite sus errores, como tampoco escucha consejo alguno. Lo único que escucha es a sus lacayos más cercanos que azuzan su belicosidad convirtiendo en un verdadero monstruo a quien lamentablemente ocupa la presidencia de México. Claro, en el aspecto legal, ya que en el de los hechos EN MÉXICO NO HAY PRESIDENTE y los problemas se acumulan sin resolver, sumiendo al país en un pantano de sangre, violencia e inestabilidad.

       Lo más grave de todo son su permisividad, indiferencia o complicidad para con las bandas de criminales que azotan al país de norte a sur y de oriente a poniente. Para ellos abrazos (y no balazos), de hecho, es a los únicos que les ha cumplido. Habiendo prometido públicamente acabar con la violencia, no los ha tocado siquiera y aunque aparentó hacer algo, lo único que ha hecho es aliarse con el Ejército, vestirlos de Guardia Nacional, y sacar a pasearlos por el país sin hacer absolutamente nada por detener a los criminales y poner orden.

     En sus poco más de tres años de mal gobierno la sangre ha corrido por ríos en México, permaneciendo el ‘presidente’ en absoluta calma y sin remediar en nada el problema. De hecho, día con día les fue cediendo territorio a los facinerosos al grado que ya dominan pueblos y regiones enteras del país (con todo el dolor y daños que esto ha traído a miles de familias de mexicanos que han abandonado todo, incluyendo sus esperanzas).

Si cuando menos diez millones de mexicanos hubiesen percibido que López Obrador entregaría el país en manos de los delincuentes y que Estados como Michoacán, Guerrero, Zacatecas, Colima y Veracruz (así como otras regiones del país, incluyendo Jalisco) y que sus habitantes gradualmente serían sometidos, extorsionados, asesinados y finalmente expulsados de sus pueblos y comunidades por las hordas de criminales, queda claro que no le hubieran dado su voto. Pero cayeron en el engaño de un mentiroso profesional (igual que Vicente Fox).

Y aunque no le guste al presidente, más que una guerra con 112,000 muertos (y se admira de lo que ocurre en Ucrania, donde la invasión rusa causó el primer día 57 muertos; mientras que en nuestro país un promedio de 100 son asesinadas todos los días) lo que en México se ha visto es el EXTERMINIO DE LOS CIVILES POR LAS HORDAS CRIMINALES, las que además de tener el control del gobierno y de los ciudadanos aterrorizados, les cobran piso o impuesto, convirtiéndoles en meros esclavos ante la indiferencia del presidente y su ‘gabinete’.

Es tal la desvergüenza del presidente, que el primer día de la invasión rusa se atrevió a declarar que “seguirá promoviendo el diálogo en Ucrania” (El Informador, 24/Feb/2022). ¿En verdad se atreve a tanto? ¿su frivolidad y palabrería han llegado a tal extremo de deshumanización? Semejante declaración es una bofetada en el rostro de millones de ciudadanos afectados por la delincuencia en una u otra forma (además de los afectados por la falta de medicinas y atención médica y abusos de funcionarios de diversas dependencias).

Y es que, mientras que para cientos de miles de mexicanos que lloran a sus muertos (asesinados por los criminales a los que les ofrece abrazos) o han sido desplazados de sus casas, negocios, ranchos, tierras y huertos, dejando literalmente todo atrás de ellos. PARA ELLOS NO HAY DIÁLOGO. López Obrador ofrece “diálogo en Ucrania”.

El presidente se limita a disfrutar el enorme Palacio Nacional, que, dicho sea de paso, NO ES SUYO, es propiedad de la nación, por tanto, de todos los mexicanos, no es de él ni tiene porque estar viviendo allí. Lo cierto es que en lugar de juntar su gabinete e implementar medidas para combatir a los asesinos y bandidos que tienen ya controlado el país y cobrando impuesto de guerra a los indefensos y aterrorizados ciudadanos (extorsiones o cobro de piso), el ‘presidente’ se levanta todas las mañanas a organizar su show para atacar a los periodistas y a todo aquel que se atreva a contradecirlo.

Así es, él sólo tiene tiempo para atacar, pelear y difamar a los periodistas y a cuanta persona se atreva a cuestionarlo. Es tal su hipocresía y soberbia desbordada, que en esta semana se atrevió a atacar sin ningún respeto a Antony Blinken, Secretario de Estado norteamericano, así como al gobierno de Austria (entre otros). Los ciudadanos y grupos de poder en México (así como los altos funcionarios que realmente su compromiso es por la Nación) están obligados ya a demandar al presidente que cumpla con sus deberes de gobierno, o que se vaya de inmediato. El país está en condiciones por demás lamentables y el estado de derecho es solo una simulación. De no hacerlo de inmediato, el caos está a la puerta.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

Compartir: