GUADALAJARA ¿CAPITAL MUNDIAL DEL LIBRO?

Cuando Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, anunció en noviembre del año 2020 que la ciudad de Guadalajara había sido nombrada CAPITAL MUNDIAL DEL LIBRO para el año 2022, si bien fue un acierto merecido, hubo sin embargo un grave error. El reconocimiento se lo entregaron al Ayuntamiento de Guadalajara, cuando lo cierto es que los burócratas chambones y los políticos ignorantones que controlan ese gran negocio nada tuvieron que ver con el objeto de semejante distinción. Recibieron inmerecida y cínicamente algo que no les pertenece.

     Y es que, si la ciudad de Guadalajara cobró relevancia mundial como promotora ferviente de los libros, la cultura y la lectura, no fue en absoluto por su gobierno municipal, sino por la FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO creada y promovida por la Universidad de Guadalajara, de manera que hubo una usurpación al recibir el título y semejante honor.

     De haber tenido un poco de dignidad, las autoridades de la ciudad estaban obligadas a aclarar el error, de declinar y remitir el nombramiento a la casa de estudios, la que sin duda hubiera mostrado que semejante distinción había sido atinada, organizando eventos diversos, que además de corroborar su prestigio y reconocimiento cultural en favor de la lectura y los libros, hubiesen dado brillo y proyección internacional a la capital de Jalisco.

     Nada de esto sucedió. Los burócratas ignorantones que manejaron el programa mostraron desde el principio un desconocimiento proverbial. Una usurpación flagrante que al mismo tiempo los exhibió justamente a nivel mundial pues nadie se enteró de lo que hicieron para mostrar ser merecedores de tan grande honor.

      En lo personal, como escritor tapatío, me sentí muy orgulloso de que la ciudad que me vio nacer haya sido distinguida con tal nombramiento. De hecho lo consideré adecuado. Cursé la primaria y secundaria en el prestigiado Colegio Luis Silva (fundado en 1887), institución promotora de la lectura en los niños, valga señalar que desde el quinto de primaria nos inducían en el camino de los libros y ya en sexto grado toda la tarde era dedicada a la lectura que la misma escuela nos proporcionaba (Julio Verne, Emilio Salgari, Stevenson, Fernández de Lizardi, etcétera), de manera que hablo de lo que me consta. Cualquier niño salía la primaria con al menos una docena de libros leídos. Promoción que, si no era en la misma medida, sí era muy común en Colegios privados y Escuelas públicas.

       Tan valiosa experiencia literaria (y gusto) es ajena a los políticos y burócratas del actual ayuntamiento tapatío, los hechos lo demostraron, se acabó 2022 y no hicieron nada de verdadero significado acorde al honor usurpado. Como en todo lo que hacen: incapaces, y muy, pero muy limitados.

       Volviendo tres párrafos atrás, embargado por la alegría del nombramiento, tomé el teléfono y hablé a la Secretaría de Cultura del Ayuntamiento local para ver en que podía ayudar, de qué manera podía colaborar con la ciudad que me vio nacer y me formó educativa y profesionalmente. Desconocía en absoluto la clase de chambones indolentes que estaban al frente. Una vez comunicado con la secretaria del director, un hombre de apellido Ascencio, y habiéndome identificado plenamente, señalé mi deseo de hablar unos minutos con su jefe para ver en qué podía colaborar en los festejos.

     Debo señalar que en nada me sirvió haber participado con un stand (propio) en la FIL Guadalajara por 27 años, de ser autor de 31 libros y co-autor de 10 más, de haber participado en la Enciclopedia Temática de Jalisco, y que mis libros sean parte de los acervos de Bibliotecas tan prestigiadas como la Universidad Hebrea de Jerusalén, el Instituto Iberoamericano de Berlín, Universidad de Hamburgo, Oxford, Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, U. de Toronto, Harvard, Yale, Stanford, UCLA, Chicago, Tulane, por mencionar algunas. Es probable que el burócrata de referencia no supiera ni de qué le estaba hablando pues ni siquiera me quiso responder al teléfono, mucho menos recibirme.

     Pensando que hubo algún problema de comunicación, volví a intentarlo pues semejante fiesta y honor a causa de los libros (concedida a mi ciudad) merecía aclarar e insistir. La soberbia repitió la escena. No me podía recibir.

     Tiempo después, y recordando este desprecio por la literatura y los escritores, vino a mi memoria una vivencia. En el año 2002, presenté en el Club de Industriales de Jalisco mi libro “El Retorno” (Ha Jazará), alrededor de 160 personas asistieron y los presentadores fueron el Periodista Javier Medina Loera, el Pbro. Armando González Escoto, el político Cesar Alfaro y la Pastora Marilú Pitaluga. Como suele suceder al final de estos eventos hubo un convivio, y entre los invitados se encontraban dos grandes y queridos amigos, ambos amantes de las letras: Don Alberto Orozco Romero, ex gobernador de Jalisco, y Don Alberto Varón Modiano, cónsul de Israel. El primero, hombre culto y brillante me dijo con sinceras palabras: “¡Usted se merece esto Manuel!”.

     ¡Qué cosas de la vida! Mientras que para el ex mandatario y también escritor, yo merecía tan cálida recepción de los lectores a uno de mis libros, para el encargado de la cultura en Guadalajara no merecí ni siquiera responder una llamada de cinco minutos. Claro, la soberbia y la ignorancia son terribles consejeras.

      El nombramiento de GUADALAJARA CAPITAL MUNDIAL DEL LIBRO puede decirse que fue atinado y merecido, honra que debe ser compartida con los tapatíos y con todos aquellos lectores de otras ciudades y países que año con año vienen a disfrutar tan hermosa y maravillosa fiesta. Sin embargo, también debe decirse que al Ayuntamiento de Guadalajara jamás debió recibir el nombramiento, sino la institución que ha creado, promovido y sostenido que esta maravillosa fiesta de los libros y las letras, que no es otra que la Universidad de Guadalajara. A quien honra, honra. Honra que debe ser compartida también con el creador de la Feria: Raúl Padilla López. No el político, sino el genio creador de esta fiesta de las letras (que de paso aclaro, ni me conoce, ni me gusta ser adulador oficioso de nadie).

     Esperemos que este nuevo año traiga mejores cosas para que la lectura siga promoviéndose, pidiendo el deseo que los cargos en los gobiernos en los tres niveles, sean ocupados por personas (hombres y mujeres) con gusto y pasión por la lectura, ya que de ignorantones y soberbios estamos verdaderamente hartos. Ignorancia y soberbia matan y destruyen.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite! ¡Feliz Año 2023!

Email: mahergo1950@gmail.com

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