GOBIERNOS, ¡LO QUE SE DICE GOBIERNOS…!

La capacidad de asombro del ciudadano está rebasada, los hechos cotidianos corroboran la ineptitud, torpeza y calidad ornamental (a un altísimo costo económico y social) de la mayoría de los gobiernos, en todos los órdenes , y de todos los partidos. Un día sí y otro también nos enteramos de cada cosa y cada lío en que se meten nuestros gobernantes, que nos cuesta trabajo creer que con semejante “inteligencia” hayan llegado al cargo.

Cosas veredes, le advirtió el rey Alfonso al famoso Cid Campeador (aunque el original era “cosas tenedes”) y los mexicanos no terminamos de ver tanto desfiguro, latrocinio, saqueo, impunidad, complicidad, incapacidad, soberbia, despilfarro, hipocresía, farsa, indolencia, insensibilidad, perversión, etcétera, etcétera; lastres multiplicados entre la clase gobernante a lo largo y ancho del país. Y si los jefes presentan semejante perfil, sus amigos y compinches que les llevaron al poder, no mejoran el cuadro oficial ante la sociedad.

El viejo liberal que luego se convirtiera en dictador, decía que “tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. En este siglo, paraíso de los hijos de Narciso y los adoradores del dios Mammón, el estado mexicano en todas sus instancias se ha poblado de cada espécimen enemigo del pueblo y de la Patria, que la frase porfirista tendría que cambiar a: “Tan cerca de Mammón, y tan lejos del pueblo mexicano”; ya que de Dios se alejaron hace mucho tiempo, basta salir a la calle de cualquier ciudad o pueblo de México para corroborarlo. Costumbres, violencia e impunidad lo certifican.

Pero no están solos, un gran sector de la prensa y medios electrónicos les acompañan en su aventura. Un país no se traiciona solamente vendiendo parte del territorio. López de Santa Ana ha sido dejado a manera de tiro al blanco y para la auto exoneración de muchos, lo cierto, sin embargo, es que a un país se le traiciona y vende de muchas maneras.

Cuando se deja al ciudadano a su suerte en medio de forajidos y cárteles de todo tipo. De cárteles matizados de legalidad capaces de lograr mediante juicios amañados la construcción de mega edificios no permitidos (como está sucediendo en Guadalajara) puesto que no existe infraestructura hidráulica y urbana que soporte semejante impacto, residuos y necesidades de agua. Por decir lo menos.

Cárteles que cobran extorsión al campesino, derecho de piso al tendero, al de la farmacia, al del restaurant, al taquero, a todo aquel que trabaja decentemente y mantiene al país de pie. Los hay con disfraz de sindicalismo (cuando en realidad se trata de una falsa guerrilla) como es el caso de los maistros de la CNTE y socios golpistas.

Ante gobiernos de utilería ―como es el caso de Jalisco― hay cárteles incluso en instituciones donde supuestamente se vela por la justicia, como es la Junta Local de Conciliación y Arbitraje. De ninguna manera nos referimos al derecho del trabajador que ha sido despedido injustamente. Estamos hablando de la corrupción absoluta y total del derecho laboral, al convertir este tipo de juicios en un mega negocio privado en que diversos cárteles de abogados (los hay por puños) tienen a la planta laboral en Jalisco de rodillas, pues cualquier trabajador los puede demandar con o sin razón y pedir exorbitantes cantidades muy por encima de lo que realmente ganaba, pues las autoridades laborales en una permisividad total ¿o complicidad? les conceden cuanto piden. Se han apartado del derecho y la justicia para caer en la simple extorsión. Una extorsión más efectiva que cualquier asalto bancario puesto que una supuesta “legalidad” protege a los carteles.

La palabra del trabajador es absoluta y la del patrón no vale nada, como si la verdad y la justicia fuesen patrimonio de clases y no el resultado de la formación individual del ciudadano. Es tal el control de los cárteles laborales que el trabajador es simple pantalla para la extorsión “legalizada” pues los manejan a su antojo y nunca los presentan a las audiencias, como siempre se hizo. Asunto del que ya nos ocuparemos más adelante.

El ciudadano vive aterrorizado por tanta delincuencia que le asedia y los medios le recetan en la noche el secuestro entre narcos. Habiendo sido seducido con el cuento de la “democracia” la nueva, inútil y costosísima clase política, le ha engañado una y otra vez.

“Nos subiremos el sueldo para no robar”, dijeron los panistas cuando llegaron al poder en 1995, como si los principios estuvieran sujetos a tarifas, y se los subieron y mucho, hasta el infinito. “Disminuiremos la burocracia”, dijeron, y la han aumentado hasta en un 600 y 700 por ciento. “Acabaremos con la corrupción” y lo cierto es que en la historia de México nunca habíamos visto tanta y con tantos ceros a la derecha. Donde se le escarbe apesta.

Aparte hipócritas. Cuelan el mosquito y se tragan el camello como dijo Jesús, se desgarran las vestiduras con la tesis de un estudiante de derecho, lo cual hace la mayoría por desconocimiento de cómo hacerlo o por simple pereza, y los mega corruptos lanzan gritos desgarradores a treinta años de distancia. Ver para creer.

Esta semana en Jalisco nos enteramos de la detención de un mafioso, socio en andadas (asaltabancos, pues) del hermano de un ex gobernador famoso por su estado etílico y grandes desfalcos de los que todavía no entrega cuentas y la Auditoria del Estado tampoco se las pide, el Congreso menos ¿para qué son los cómplices?, perdón, los amigos.

La cuestión es que el mafioso es amigo de casi todos los nuevos políticos y tiene relación e incrustada parte de su familia en los Ayuntamiento de Guadalajara, Tlajomulco, Puerto Vallarta y vaya usted a saber dónde más. Hacen gran alharaca cuando el gobernante contrario es exhibido, pero cuando les toca a ellos son “víctimas” de vendettas políticas. ¡Por favor…!

Un caso que ilustra la situación de los gobiernos en México, es el campesino de Oaxaca que mató tres conejos para llevar que comer a casa y tiene varios meses en la cárcel. Mientras que los maestros vándalos en ese mismo Estado tienen años robando, saqueando, destruyendo edificios públicos y privados, quemando autobuses y autos de particulares, provocando con sus delitos pérdidas por miles de millones a empresarios locales, nacionales y extranjeros y gozan de total impunidad. Así que gobiernos, lo que se llama gobiernos, no tenemos; apenas franquiciatarios políticos con licencia para todo lo malo, todo lo inútil, todo lo estéril, todo cuanto les represente negocio y botín (sin distinción de partido al que se pertenezca) puesto que el pueblo no les interesa ¿O usted que considera, estimado lector?.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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