MÉXICO DOMINADO POR LA MALDAD

La condición que guarda la sociedad mexicana es terrible. No podemos decir que sin antecedentes, puesto que sí hemos tenido etapas parecidas, sin embargo tecnología y depravaciones han refinado la maldad de aquellos grupos e individuos que han decidido hacer de esta conducta su estilo de vida, agobiando hasta llegar a la ansiedad colectiva a una sociedad que no encuentra en el estado mexicano ninguna protección. Si acaso al que le cobra impuestos con prepotencia y sin ningún interés por ella.

En el siglo XIX y a causa de la llamada intervención francesa, el gobierno desatendió la seguridad interior proliferando toda clase de bandas criminales, sobre todo en ciertas zonas del país (algo muy semejante a lo que sucede hoy en día).

Los bandoleros, a semejanza de los narcos y demás delincuentes actuales, gustaban de hacer ostentación de sus riquezas malhabidas colgándose en el cuello y en la ropa cuanta cosa de plata podían. En su maravillosa novela “El Zarco” (escrita entre 1886 y 1888), Ignacio Manuel Altamirano describe en detalle la conducta, fanfarronerías y el daño causado al país, por este tipo de criminales a los cuales se les conocía como “los plateados” (hoy: narcos, zetas, cártel Jalisco, etcétera).

Por esa misma época, otro de nuestros grandes novelistas, Don Manuel Payno publica en folletines “Los bandidos de Río Frío”: una brillante narrativa en la que los personajes son tomados de la realidad y las costumbres de los inicios del México independiente. Una trama que permite ver al lector los excesos y las ambiciones humanas desbordadas, en una sociedad con gobiernos débiles y ególatras, donde los malos pueden someter a las mayorías de los buenos con la ayuda perniciosa de algunos personajes incrustados en el poder público.

Lamentablemente los Evaristo(s) de Payno, son en la actualidad personajes bonachones comparados con la fauna delincuencial que azota México de norte a sur y de costa a costa, sin que los gobiernos municipales, estatales y federal, hagan realmente algo significativo para detener y revertir esta situación.

La cobarde golpiza propinada a la medallista olímpica Ana Gabriela Guevara es apenas una cuenta del rosario cotidiano que la sociedad mexicana padece día con día, sin que nadie haga algo. El hastío y el miedo, sí miedo, con el que viven la mayoría de los mexicanos es algo que parece importar un comino a sus autoridades.

Una autoridad que por cierto se ha perdido, excepto para hacer valer los créditos fiscales. En lo demás es omisa, una autoridad frívola, incompetente, de logros virtuales (a través de anuncios y prensa a modo), pero nulos en la verdadera realidad

Michoacán, Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Tamaulipas, Jalisco, Zacatecas, la ciudad de México, etcétera, viven dominados por la maldad de múltiples grupos delincuenciales, protegidos casi de oficio por las comisiones de derechos humanos y en no pocas ocasiones por grupos policiacos. Como en el siglo XIX, pues.

     ¿De qué sirve tener Policías municipales, estatales, federales, costosísimos Poderes judiciales y Procuradurías, si la impunidad campea como señora de horca y cuchillo? ¿De qué ha servido gastar miles de millones de pesos en contrataciones, capacitación de policías, armamento, helicópteros, uniformes, viáticos y demás, si no detienen a casi nadie y cuando lo hacen no pocas veces jueces corruptos los sueltan?

     Los asesinatos y golpizas a mujeres, además de inentendibles, muestran una sociedad enferma de maldad, nutrida de vilezas, de un cine, una televisión y un internet cuyos filmes y videos son escuela(aunque se diga lo contrario), de familias atacadas en sus valores milenarios y a las cuales se pretende destruir o doblegar ante la maldad que domina medios y no pocas instancias de gobierno.

Secuestros, asesinatos, robos, asaltos, extorsiones a negocios y personas, son parte de la cotidianeidad del mexicano ¿Para qué pagar impuestos se preguntan muchos, si no hay quién le defienda de los delincuentes? ¿Para qué presentar denuncias en las Procuradurías si las agencias del M.P. están pobladas de ignorantes de su función, de frívolos que están por la quincena, pero nunca para proteger al ciudadano agraviado?

Cambiar un cheque o tener un negocio se ha convertido en un asunto en extremo peligroso, pues el asalto o la extorsión amenazan con alta probabilidad de suceder. Y mientras los delincuentes organizados o sin organizar (incluidos los maistros de la CNTE, los pseudo guerrilleros ayotzinapos y demás maleantes con falsas banderas) mantienen dominado a casi todo el territorio nacionallos gobernantes se mantienen ocupados en cómo llevarse el presupuesto y en la siguiente elección; en tanto que jueces que cuestan una fortuna a los mexicanos abren la puerta a los pocos delincuentes que caen a la cárcel (apenas es detenido y consignado el 1 o 2% de los que cometen un delito).

La violencia y la maldad que la fauna delincuencial utiliza en la actualidad contra sus víctimas es una fotografía instantánea que el gobierno en todos sus niveles se niega a ver. Una realidad derivada por supuesto de haber sacado a Dios de los hogares, de las escuelas, de la vida social, de los corazones, saliendo legiones que monstruos que aunque se vistan como humanos, carecen de los valores y la dignidad con la que fuimos creados por Dios, que dicho sea de paso, es el ÚNICO que puede traernos una paz social verdadera y revertir este clima de maldad.

Los gobiernos se han escondido en los “derechos humanos” para no cumplir con su deber de proteger al ciudadano (protegiendo a los delincuentes), por lo que el estado de derecho ha pasado a ser un simple referente histórico. Por dos décadas esta columna se publicó en el diario El Informador cuyas reglas de conducta interna eran muy sencillas y eficaces: «el que tira recoge, el que ensucia limpia y el que la hace la paga». Si nuestras autoridades en todos los niveles hacen valer la ley siguiendo sus normas, así como en ese diario funcionaban las cosas, téngalo por seguro que las cosas en este país comenzarán a funcionar, pues los delincuentes no conocen otro lenguaje que el de una fuerza superior. Además de que cuando comiencen a ver que la impunidad deja de reinar para dar paso a la legalidad, muchos dejarán por sí mismos el camino de la maldad. No se puede olvidar que cobardes y oportunistas siempre aparecen en un estado débil y laxo.

Aunque, claro, requerimos también de gobiernos de verdad formados por hombres íntegros, ya que de acuerdo a los que se tienen y como dicen los rancheros, “allí es donde la puerca torció el rabo” ¿Cómo esperar que la maldad se reduzca cuando en el poder público se genera y abunda?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

Compartir: