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La horda de energúmenos que año con año se dedica a hacer destrozos en la ciudad de México debe ser detenida de inmediato. No hay detrás de la turba ideología alguna ni reclamo social lícito que pueda y deba ser reparado. Simple vandalismo de individuos sin ley ni frenos de ninguna especie (ligados a políticos desestabilizadores resentidos). El hecho histórico que reclaman no tiene relación alguna con ellos, no conocen sus antecedentes, tiempo y circunstancias políticas. De hecho el México de esa época ya no existe. Es historia.

a horda de energúmenos que año con año se dedica a hacer destrozos en la ciudad de México debe ser detenida de inmediato. No hay detrás de la turba ideología alguna ni reclamo social lícito que pueda y deba ser reparado. Simple vandalismo de individuos sin ley ni frenos de ninguna especie (ligados a políticos desestabilizadores resentidos). El hecho histórico que reclaman no tiene relación alguna con ellos, no conocen sus antecedentes, tiempo y circunstancias políticas. De hecho el México de esa época ya no existe. Es historia.

      A propósito de historia, dejo espacio y tomo de mi más reciente libro algunos fragmentos relativos a los hechos tan famosos como desconocidos o magnificados, pero casi siempre carentes de equilibrio y objetividad:

―“Los estudiantes capitalinos por casi tres meses estuvieron retando a un gobierno impregnado todavía con la autoridad y visión social de la Revolución de 1910. De manera ingenua o involuntaria (o ambas cosas), así como ahora cuestionaban la autoridad de sus padres en casa, los estudiantes salieron a la calle a retar al gobierno sin analizar que los hombres en el poder tenían una cosmovisión abismalmente distinta a la de ellos. No midieron jamás las posibles consecuencias. Para ellos retar a la autoridad era postura de avanzada. Para la autoridad el hecho de cuestionarla era falta imperdonable. Por tanto los resultados eran previsibles y las Olimpiadas de alguna forma orillaron al gobierno a tomar una acción determinante. El presidente en turno no elude ni descarga en otros la responsabilidad. En su informe del año 1969 declara ante la nación: ‘Asumo íntegramente la responsabilidad personal, ética, jurídica, política e histórica por las decisiones del gobierno en relación a los sucesos del año pasado…’

Con el paso de los años y con la frase machacona de «2 de octubre no se olvida», los ‘intelectuales’ capitalinos se salieron con la suya, convirtiéndose de facto en los ‘autores’ del movimiento y desplazando poco a poco a los verdaderos líderes, muchos de los cuales pasaron varios años en la cárcel (sin reconocimiento social alguno –aunque tampoco lo buscaron-); todo con la intención manifiesta de sacar provecho personal y de grupo, imprimiendo al ’68 “derechos de autor”… Las nuevas generaciones de mexicanos no deben perder de vista que una cosa es el movimiento estudiantil de 1968 y sus circunstancias, y otra muy distinta los usufructuarios que en nombre de ese movimiento se la han vivido engañando y envenenando la mente de decenas de miles de chamacos que no tienen la menor idea de los acontecimientos de ese año, pero que gritan enardecidos en octubre de cada año para ‘que no se olvide…” (México: ¿Estado fallido o País traicionado?, págs. 238-240)

En buena medida el 2 de octubre ha sido muchas cosas para sus apologistas y usufructuarios, sin que necesariamente hayan sucedido así o la intención final del gobierno de Díaz Ordaz fuera esa. Los vándalos que ahora salen a la calle a causar destrozos, en 1968, no el 2 de octubre, cualquier día, no les hubieran quedado ganas de vestirse con sus fachas y tatuajes ni mucho menos retar al último gobierno emanado de la Revolución.

La camarilla de “intelectuales” que ha vivido usufructuando el ’68 (a la que tanto denunciara Octavio Paz, por tanto siempre le envidiaron y odiaron) si tuviera un mínimo sentido de ética ya hubiera dejado apagar ese fuego fatuo. No que los muertos del 2 de octubre no dolieran, dolieron a sus familias (que a estas alturas sus muertos ya reposan como los demás) pero no a ellos. Su dolor es simple postura para medrar políticamente.

En Jalisco y el occidente de México durante la guerra cristera 1926-1929 tuvimos más de 250,000 muertos y veinte años después ya nadie quería saber nada ¿O es que para la Poniatowska, los Ignacio Taibo y demás luminarias de la “intelectualidad” defeña hay muertos que valen más que otros?.

¿Por qué estas luminarias del parnaso mexicano no han ido a San Fernando (Tamaulipas) a reclamar a Felipe Calderón el 23 de agosto por la masacre de 72 migrantes en 2010? (la misma cifra de muertos que en Tlatelolco) ¿Porque eran pobretones centroamericanos de cuya memoria no se le puede sacar nada al gobierno federal? Claro, en su terrible destino no hay modo de vestirse de héroes; en cambio para el 2 de octubre tienen el manifestódromo Reforma-Juárez-Madero-Zócalo siempre a su disposición. Agréguele que para su lucimiento los gobiernos perredistas de la capital les ponen a los pobres granaderos de costal para que se desquiten de los fantasmas del ’68, y la fiesta está completa.

Total, aunque estos sean otras personas, otros tiempos y otros gobiernos, lo importante es lucirse y entretenerse en algo. No importa que los policías resulten gravemente lesionados, quemados y los negocios del centro rumbo a la quiebra. Para eso nos tienen a los gendarmes y a los causantes de todo el país: para divertir y mantener zánganos marchistas, ¡faltaba más!

El 2 de octubre se debe olvidar como tantas y tantas masacres hemos padecido como pueblo. Todas ellas han sido exhibición de violencia y sufrimiento de las víctimas, pero ninguna nación puede levantarse, sanar sus heridas y vivir con dignidad, teniendo siempre en la punta de los labios el reclamo del pasado. Reclamo que en este caso ni atañe a los reclamantes porque ni siquiera habían nacido y los titiriteros ya están viejos para seguir medrando de una gesta que ni fue heroica ni es tampoco como la han contado.

Si fueran congruentes no debieran utilizar el Metro de la capital, la Ley Federal del Trabajo (1970), ni utilizar tantísimas instalaciones deportivas y otros grandes beneficios sociales que les aportó el Presidente Gustavo Díaz Ordaz. Y ni modo que digan que fue con sus impuestos porque los anarquistas ni habían nacido y no los pagan, y los usufructuarios tampoco (siempre han vivido directa o indirectamente del presupuesto).

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

e-mail: mahergo50@hotmail.com

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