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Reza el viejo refrán que el nada tiene y llega a tener “loco se quiere volver”. Algo semejante le ha pasado a muchos de los magistrados en el Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco. Su origen de pobreza es cosa del pasado, un pasado al que no desean regresar jamás, menos ahora que se encontraron con el cofre de los dineros públicos abierto y gobiernos estatales que afanados en sus propios negocios han dejado las manos sueltas a este poder antaño austero y atento a la necesidad de justicia. Que es su trabajo.

No se dice que no hubiera antes corrupción, siempre la ha habido y siempre la habrá. Lo que aquí se afirma es que aunque era práctica común, no lo era sin embargo a los extremos de escándalo a los que se han llegado, valga decir con conocimiento de causa que el reclamo de justicia de cualquier ciudadano pobre, rico, o de clase media era atendido. La mayor parte de las sentencias protegían al reclamante, ya fuera en lo civil, penal, o familiar. Hoy es tema de historia. No tienes dinero, no hay justicia. Punto.

Con la llegada del PAN en 1994 el poder judicial quedó sin la debida vigilancia del Ejecutivo y los señores antaño encargados de impartir justicia, comenzaron a correr por la libre dominados por la ambición hasta llegar a la situación actual, en la que solo los ricos tienen acceso a sus reclamos (no siempre justos).

Carretadas de abogados egresados de las universidades privadas ayudaron a corromper y modificar un sistema que al quedar sin los debidos controles políticos, se ha dedicado simplemente a hacer negocio (con las debidas excepciones). Hasta antes de la llegada de Acción Nacional al gobierno de Jalisco, los cargos en el poder judicial eran ocupados únicamente por egresados de la universidad pública local, pero a partir de Alberto Cárdenas se abrieron las puertas a todos y los controles se perdieron.

De la noche a la mañana lujosos “corporativos” comenzaron a controlar juzgados, comenzando a disminuir sensiblemente los bufetes de antaño integrados por uno o dos abogados (con honorarios dentro de la ley y adecuados a los ingresos de la masa social) y pasar sin más al cobro de honorarios propios de delincuentes. Los recibos por cientos de miles o de millones de pesos por asunto que antaño jamás se vieron, ahora son cosa de rutina. Bueno, hasta la parodia esa llamada Congreso de Jalisco quedó de rodillas antes estas bandas de facinerosos (el caso del corporativo “López Castro” es una muestra), impunes quién sabe porque cosas ¿o complicidades?

Así que entre corporativos de abogados pirruris, algunos de ellos verdaderas bandas gangsteriles en las que se utiliza guaruras y toda la cosa, y un poder judicial perdido en la ambición económica; la justicia en Jalisco, razón de ser y existir de este poder, se ha ausentando desde hace bastantes años.

¿Para qué denunciar un robo a casa, un asalto en la calle, daños en el auto, o asalto a un negocio, si además de que la tasa de impunidad es del 98 o 99 por ciento, se corre el peligro en caso de detener al delincuente que los derechos humanos protejan al malvado hasta lo irracional y se olviden de la víctima? ¿Para qué, dígame usted para qué denunciar? Hasta principios de los años noventa toda denuncia era atendida si había delito que perseguir. Hoy carece de sentido denunciar si no se cuenta con amistades en la antigua Procuraduría (hoy llamada “Fiscalía” ¿acaso no era ya fiscalía desde siempre?) Ver para creer.

Volviendo al Supremo Tribunal de Justicia del Estado, su presidente, cuya formación inicial es de policía (fue director de la corporación en Puerto Vallarta, 2003-2006) en sociedad ―no sé si anónima o de capital variable, aunque más bien la segunda, en virtud de que sus socios son harto conocidos― desde que llegó al cargo se ha dedicado a pedir dinero al otro poder. Una y otra vez a manera de disco rayado ante cualquier cámara o micrófono se le escucha pidiendo dinero o hablando de dinero. Nunca les ajusta lo que reciben, en tanto que el pueblo recibe poco o nada de lo que ellos debieran de entregar a cambio ¡justicia!

Jamás se le escucha estar interesado en las necesidades de los ciudadanos que en los juzgados civiles, familiares, mercantiles o penales reclaman justicia. Su voz siempre semeja a sonido de caja registradora, cuando lo suyo es atender los reclamos de justicia de una sociedad agraviada que día con día y año con año se sume en la pobreza y la desesperación.

Perdidos en su mundo de códigos, amistades, sueldos, prestaciones y grilla interna, los líderes de ese poder pugnaron por la construcción de una obra faraónica tan innecesaria como costosa. ¿Cuál ciudadano presentará una acción en un edificio que le queda lejísimos y ante autoridades que además de mirarle por encima del hombro, carecen absolutamente de sensibilidad social? Eso por un lado, por el otro se perdieron los mecanismos de acceso a la justicia para todos.

Mientras que en los años setenta un magistrado tenía de sueldo 12 o 13 mil pesos al mes, actualmente el presidente del STJ percibe $182,000.00 (más prestaciones), aunque cargo y poder se presten para muchas otras cosas ¿Cómo entender que en los juzgados familiares algunos corporativos, pocos e identificados, se sientan amos y señores e imbatibles en los asuntos que litigan? (cuando la ley es pareja) Niños y mujeres, incluso hombres necesitados de ser protegidos por la justicia, quedan expuestos al agravio y las injusticias a causa de las vanidades derivadas de las ambiciones.

Ya se dijo al inicio del artículo, que el nada tiene y llega a tener “loco se quiere volver”. Considere el lector la situación: ante la entrada en vigor de la Ley de Austeridad en Jalisco, y mientras el gobierno federal acaba de implementar una serie de medidas radicales de ajuste en el gasto de los dineros públicos, el señor Vega Pámanes a nombre del STJ presentará una controversia constitucional para seguir con los super sueldos y los derroches.

En tanto que el gobierno federal canceló el proyecto del tren rápido peninsular en Yucatán y pospone para cuando haya recursos el México-Querétaro, Vega Pámanes defendiendo con las 20 uñas el botín, perdón, el presupuesto. ¡Y pide más! Qué pena que un poder tan importante y necesario como lo es el judicial carezca de la visión política y social que se requiere. No se diga en estos tiempos de tanta injusticia. Esperemos que los magistrados formados con la visión republicana sacudan a sus pares y les despierten de esa visión aturdidora en que los ha dejado el becerro de oro.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

e-mail: mahergo50@hotmail.com

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