Opinión
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El gobierno en todos sus niveles puede hablar de democracia, de tolerancia, gastar verdaderas fortunas en publicidad política para mejorar y justificar su imagen pública, sin embargo en los hechos se encuentra reprobado. Llámese federal, estatal o municipal. Su repudio y descrédito social son mayúsculos, lo peor del caso es que su caída no parece detenerse, ni ellos intentarlo.

       La invasión de los maistros oaxaqueños a la capital del país ha sido la gota que derramó el vaso. Un añejo problema salido de control desde el gobierno de José Murat y radicalizado con el de Ulises Ruiz (quien pretendiendo poner orden no encontró el apoyo de Vicente Fox) Oaxaca se pudrió, quedando en manos de una banda de delincuentes que aunque se dicen “profesores” carecen obviamente de los conocimientos y el perfil para llevar a cabo tan importante y respetable profesión.

Simples vándalos profesionales que han encontrado un modus fregandi en fastidiarnos la vida a todos los mexicanos, de frontera a frontera y de costa a costa, pues aunque en la mayoría de los Estados no tenemos esa lacra social, el tenerlos de nota principal en los noticieros televisivos ha logrado el hartazgo generalizado. El repudio de más de 100 millones de mexicanos.

El problema es que ni el gobierno de Oaxaca, ni el gobierno federal, ni el del Distrito Federal han hecho cosa alguna para detener a esta horda delincuencial, experta en chantajes y violencia intimidatoria. Miles de estos zánganos tienen cuando menos tres lustros viviendo del presupuesto y su voracidad económica no tiene límites. Apenas abren la boca estos choznos de los hunos de Atila, charlatanes de un falso sindicalismo, y los gobiernos estatales y federal corren a entregarles cuánto dinero, plazas u cosa pidan, saliéndose siempre con la suya.

Por tanto y mientras que 70 u 80 millones de mexicanos se dedican a trabajar para sostener en pie este país, estos anarquistas incompatibles con la noble tarea del magisterio se dedican a destruir, a quemar negocios y vehículos, a robar peaje de casetas, mercancías de camiones de reparto, autobuses de lujo para su transportación o para bloquear autopistas o avenidas, sin que autoridad alguna les someta al imperio de la ley.

     ¿De qué sirve? ―se preguntan millones de mexicanos― tener un ejército bien armado y adiestrado, policías federales, gendarmería y otros cuerpos estatales y municipales si su presencia se reduce a las apariencias, a bonitos desfiles. Tropas numerosas capaces de marchar coordinadamente y con lucimiento, son incapaces de hacer valer la ley y someter a los vándalos de la CNTE y demás camaradas integrantes de la IPZYS (Internacional de Parásitos Zánganos y Similares).

El menosprecio del gobierno por los ciudadanos trabajadores y observantes de la ley ha llegado al punto del hartazgo. No es posible que a quien vive al margen de la ley, que no trabaja y cobra de los dineros pagados por el pueblo, sea protegido por el estado y goce de total impunidad (a sus muchos delitos cometidos a diario). La indignación social ha llegado a límites peligrosos que pueden abrir la puerta a situaciones inesperadas, no deseadas por nadie.

Los maistros vándalos es obvio que además de estar bien asesorados políticamente, le tienen perfectamente tomada la medida al gobierno. Hasta ahora la sociedad oaxaqueña, guerrense, michoacana y defeña han sido las víctimas de estos gorilas violentos y destructores; que marchan con cancioncitas estúpidas e hipócritas acusando al gobierno de “represor” cuando los únicos represores desde hace cuando menos diez años han sido justo ellos (manteniendo a la población sometida a su terror).

Está claro que son otros ―lo más probable es que sean políticos― los que manejan el negocio de la violencia y el chantaje. El lidercillo de la sección 22 de los maistros da la cara a los medios y aparenta ser la cabeza, sin embargo su vocabulario y acciones no concuerdan con el proyecto de inestabilidad. Todo indica que por encima de Rubén Núñez hay otra(s) cabeza(s) que mueve(n) los hilos de los títeres.

El escritor Graham Greene observa en alguna de sus obras que “El dueño del cuchillo no siempre es el verdadero asesino”. Los maistros vándalos y alérgicos al trabajo ciertamente han cometido un sinfín de delitos cuya lista aumenta día con día, sin embargo hay otros por encima de ellos.  A sus ojos los maistros se auto engañan aparentando una “lucha” sindical que oculta las verdaderas razones de su trabajo anarquista desestabilizador pues como escribe Greene: “la naturaleza humana tiene también retorcidas razones que el corazón ignora. Los tipos sin importancia tenían la conciencia más tranquila porque trabajaban para un empresario; a sus propios ojos eran casi respetables como cualquier asalariado; formaban parte de un grupo y si alguien era culpable lo eran sus jefes. Una banda de delincuentes funciona como un partido totalitario” (El Tercer Hombre, pág. 84).

¿Quién es el titiritero mayor? ¿López Obrador, Angel Aguirre, o se trata de una cofradía de villanos? Las hordas de salvajes gritones abandonan el aula como la fiera deja la jaula, tomando las calles para dedicarse al saqueo y la destrucción (su verdadera vocación), sin embargo son simples peones de quien ha hecho de la violencia política un lucrativo negocio. Mayor incluso que el narcotráfico puesto que goza de total impunidad, mientras que los segundos tienen el temor permanente de que el brazo de la ley los alcance. Estos no: son y han sido impunes.

Por esta misma razón es que los ciudadanos están verdaderamente hartos. El desprecio gubernamental hacia el mexicano que trabaja y vive ordenadamente ha llegado al extremo, pues se premia al delincuente y castiga al honorable. Pagar impuestos a un estado que le desprecia y no le protege, al contrario, de esos impuestos paga los sueldos de los que no trabajan y se dedican a destruir y fastidiar al resto de la sociedad; se está convirtiendo en un juego demasiado peligroso que como al aprendiz de brujo se le están saliendo las cosas de control.

El gobierno en todas sus instancias debe entender, estamos todavía a tiempo, ¡o hace valer la ley y somete a quien delinque! (en la calle o tras bambalinas): o de lo contrario provocará rompimientos en el pacto social que nadie desea y pueden llevarnos a situaciones que es mejor ni siquiera imaginar.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

e-mail: mahergo50@hotmail.com

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