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El mundo se está despoblando de los grandes hombres, de los pensadores que contradicen a los poderosos de la tierra que desde el gobierno, la política, el capital o los medios manipulan a las muchedumbres, trayendo con sus reflexiones el contrapeso necesario, luz en sociedades sumidas en tinieblas de todo tipo, aunque iluminadas artificialmente.

La muerte del italiano Umberto Eco es otra luz que se apaga, como en su momento sucedió con George Orwell, Ray Bradbury, el español Ortega y Gasset, y los nuestros Alfonso Reyes y Octavio Paz. Luces del pensamiento que aunque ya dejaron de estar prendidas, su luz permanece para todo aquél que la busca pues como dijera el poeta Thomas S. Eliot: “¡Oh Luz Invisible, te adoramos! Te damos gracias por las luces que hemos encendido”.

Eco fue prolífico en su obra, narrar su calidad y trascendencia nos llevaría varios artículos, de manera que nos limitaremos por esta ocasión a reproducir a manera de eco algunos de sus textos:

―”Si la cultura es un hecho aristocrático, cultivo celoso, asiduo y solitario de una interioridad refinada que se opone a la vulgaridad de la muchedumbre, la mera idea de una cultura compartida por todos, producida de modo que se adapte a todos, y elaborada a medida de todos, es un concepto monstruoso. La cultura de masas es la anticultura. Y puesto que ésta nace en el momento en que la presencia de las masas en la vida social se convierte en el fenómeno más evidente de un contexto histórico, la «cultura de masas» no es signo de aberración transitoria y limitada, sino que llega a constituir el signo de una caída irrecuperable, ante la cual el hombre de cultura (último superviviente de la prehistoria, destinado a la extinción) no puede expresarse en términos de Apocalipsis” (Apocalípticos e Integrados, pág. 28)

―”En todo tipo de sociedad existen categorías de personajes… cuyas decisiones y comportamiento influyen en la vida de la comunidad…perfilando la función de una élite irresponsable, compuesta por poder cuyo poder institucional es nulo… Se trata, claro está, del divo, que aparece dotado de propiedades carismáticas, y cuyo comportamiento en la vida, al pasar a ser modelo de acción en las masas, pueden modificar profundamente el sentido de los valores y las decisiones ética de la muchedumbre” –como aceptar matrimonios híbridos, etc. (Ibid, pág. 335).

―”A algunos, el desproveimiento o la avanzada edad no les consienten ya esta decisión. Y entonces se asiste, ante el terror de perder una función privilegiada, a la invención de una función ficticia, a la constitución de nuevos roles ―como descalificar al estado, autonombrarse ‘presidente legítimo’, por señalar un caso práctico―. Tenemos entonces a los técnicos del Apocalipsis, especializados en demostrar que el nuevo horizonte de problemas es radicalmente erróneo, antihumano… De esta manera el «vendedor de Apocalipsis» ha resultado de algún modo el problema: el de su propia supervivencia particular” (Ibid, págs. 349-350). Dudo mucho que Eco  conociera la existencia del ególatra López Obrador, ah pero qué bien lo describió, aunque a muchos otros también y en diversos ámbitos sociales.

―En cuanto al trabajo del intelectual, algo absolutamente contrario al personaje recién citado, Eco decía: ”El intelectual no debe tocar el clarín de la revolución. No para eludir la responsabilidad de una elección, sino porque el momento de la acción requiere que se eliminen los matices y la ambigüedades… la función del intelectual consiste en excavar las ambigüedades y sacarlas a la luz… La función intelectual puede llevar también a resultados emotivamente insoportables, porque a veces hay problemas que deben resolverse demostrando que no tienen solución” (Cinco Escritos Morales, págs. 15-16).

Al hablar de los grupos comunistas en Europa pareciera describir también a nuestros rabanitos criollos, tan radicales, tan anarquistas, como también tan alérgicos al trabajo y al progreso producto del esfuerzo: ”Estos clubes se convirtieron en una especie de olla intelectual, donde las ideas circulaban sin ningún control ideológicos real, no tanto porque los hombres de partido fueran tolerantes, sino porque pocos de ellos poseían los instrumentos intelectuales para controlarlas” (Ibid, págs.. 44-45). Cualquier parecido con la hermana República de la UNAM, dixit Gabriel Zaid, o con perredistas, petistas, o morenos, es pura y mera coincidencia.

”El antisemitismo pseudocientífico surge en el transcurso del siglo XIX―como producto de la teología liberal― y se convierte en antropología totalitaria y práctica industrial del genocidio sólo en nuestro siglo. Pero no habría podido nacer si no hubiera existido desde hacía siglos, desde los tiempos de los padres de la iglesia, una polémica antijudía, un antisemitismo práctico y entre el pueblo llano que ha atravesado los siglos allá donde hubiera un gueto. Las teorías antijacobinas del complot judío, al principio del siglo pasado ―promovidas principalmente por los jesuitas en Francia― no crearon el antisemitismo popular, sino que explotaron un odio hacia los diferentes que ya existía ya” (Ibid, pág. 128).

―”El primer efecto de la globalización de la comunicación por internet ha sido la crisis de la noción de límite… el sacrilegio se comete al cruzar el límite y es irreversible. La suerte está echada… Con internet, lo que entrará poco a poco en crisis es la propia definición de Estado nacional… Actualmente, en medio de una oleada migratoria imparable, es cada vez más fácil para una comunidad musulmana de Roma establecer vínculos con una comunidad musulmana de Berlín” (A paso de cangrejo, págs.. 98-99)

”Yo soy de aquellos que no añoran la juventud (estoy contento de haberla vivido, pero no querría comenzar de nuevo) porque hoy me siento más rico de lo que era en otro tiempo. Ahora bien, el pensamiento de que en el momento que muera toda esta experiencia se perderá me produce sufrimiento y temor. Qué despilfarro, decenas de años gastados construyendo una experiencia y luego tirarlo todo por la borda” (Ibid, pág. 386)

―”Bernardo de Chartres decía ―Chateaubriand y otros también lo escribenque nosotros somos como enanos sobre los hombros de los gigantes, de modo que podemos ver más lejos que ellos no tanto por nuestra estatura o nuestra agudeza visual, sino porque, al estar sobre sus hombros, estamos más altos que ellos… Ahora bien, los peores diagnósticos de cualquier época son precisamente los contemporáneos… Tal vez en las sombra se mueven ya gigantes, que desconocemos todavía, dispuestos a sentarse sobre nuestros hombros de enanos” (Ibid, págs. 371 y 382).

―”Tal vez es mejor, que, durante los años que todavía me sean concedidos, siga dejando mensajes en una botella para los que vengan después, y espere a la que san Francisco llamaba Hermana Muerte” (Ibid, pág. 389)

El presente artículo es parte de su voluntad, un homenaje a este gran hombre del que se comparten algunas botellas con mínimos fragmentos de su mensaje en espera de que sean recogidos.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

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