Opinión
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Por siempre el ser humano considero a Dios como creador y partícipe activo en los acontecimientos dentro y fuera de nuestro planeta. Con sostén bíblico o sin él, incluso mezclado de aberrante sincretismo, la inmensa mayoría sabía de su existencia y poder, que si bien este conocimiento no significaba que sus vidas estuvieran regida por su mensaje revelado, de alguna manera era freno y a final de cuentas, permanecía como faro de luz para quien deseara acercarse a esa luz.

Por eso Jesús (Yeshua) dijo: “Yo soy la luz y el que me sigue no andará en tinieblas”. Lamentablemente a la mayoría en las nuevas generaciones se les ha privado del conocimiento de Dios, lo cual ha traído como consecuencia una degradación sin freno tanto en el ser humano como en la naturaleza misma. Un vivir sin esperanza que conscientes o no les conduce a vivir como sentenciados a muerte, digámoslo más suave, con el acelerador a fondo.

Esta semana me decía un joven profesionista que comenzó a leer uno de mis libros, que “le había dado duro” y al preguntarle la razón de su expresión, me contestó: “que él era de esos jóvenes que han negado la existencia de Dios, pero que como decía en mi libro carecía de argumentos para sostener su postura”.

Haciendo un paréntesis, su reflexión y valor para decirlo me alegraron, pues además de percibir a un joven honesto consigo mismo, su sed de conocer y entender, les está acercando a la fuente de la vida y el conocimiento, por cuanto fuimos creados a imagen y semejanza de Dios y la inteligencia por él nos ha sido concedida (y mediante la fe y su gracia se puede desarrollar de mejor manera y más sana) y solo Dios concede el verdadero sentido existencial por cuanto solo Él tiene las respuestas a las grandes interrogantes de la vida.

Retornemos. No se necesita ser profeta para darse cuenta la condición que guarda la llamada Aldea Global. El ateísmo de las nuevas generaciones, las perversiones sexuales, drogadicción, violencia, criminalidad, la ambición material desbordada (en los gobiernos, iniciativa privada, asociaciones, familia y personas, etcétera), muestran a todos, sin excepción, que las cosas marchan mal en el mundo y que su futuro no puede ser viable de continuar por ese camino.

Para empeorar las cosas la naturaleza que a partir de los años ’80 del siglo pasado comenzó a dar señales violentas, poco a poco ha ido aumentando en magnitud y daños sus señales. Tener tres huracanes en este momento, dos en el Golfo de México y uno en el Caribe, además de inusual es asunto terrorífico, basta con saber que las aguas del océano están 3º grados más altas de lo común para comenzar a cuestionarse muchas cosas.

Todavía no bajan las aguas de la inundada ciudad de Houston, como de todo el sureste de Texas y sur de Luisiana, cuando tienen a sus puertas tres nuevos huracanes, uno de ellos gigantesco, amenazando a nuestros vecinos del norte.

Y mientras en La Florida y estados vecinos se preparan para soportar la furia de ese monstruo llamado “Irma”, en el sur de México un terremoto azotó Oaxaca y Tabasco. Hasta el momento de escribir el presente artículo los muertos ya eran 61 y los daños incalculables, baste decir que pueblos enteros como Juchitán quedaron destruidos.

En la capital del país también se sintió, las imágenes de video en las que el monumento del “Angel de la Independencia” se mece como si fuera de plastilina, concede una idea de la magnitud del sismo. Apenas el miércoles un río olvidado que cruza por cierta parte de la ciudad de México provocó una verdadera inundación. Las imágenes del nivel y oleaje de las aguas eran pavorosas; impropias de una ciudad situada en el centro del país.

Y a manera de escenario de terror, extrañas luces salidas de todas partes acompañaron el terremoto de la noche del jueves, fenómeno que los científicos no conceden ninguna explicación coherente ni creíble. Lo cierto es que no tienen explicación.

Esta situación en que parece que el planeta le está gritando a los hombres (van incluidas las mujeres y no voy a caer en el ridículo de Fox y Cía.) es obvio que no es normal. Sin embargo nadie habla de Dios en los medios, vaya ni siquiera consideran opción de que el Creador quisiera decir algo a sus criaturas. Porque habrá de recordar que hijos de Dios son pocos, y creación lo somos todos.

¿Está la humanidad viviendo bajo la fe, valores y principios dejados por Dios en su mensaje (Biblia)? Todos sabemos la respuesta. Resulta absurdo e insensato que alguien pretenda tapar el solo con un dedo; la maldad e incredulidad son manifiestas, blasón de ignominia de la inmensa mayoría. Aun así, Dios en su gracia y misericordia está lanzando quizá sus últimas llamadas a volverse a Él, a responder a su llamado de amor (invitando a su reino eterno).

Los estadounidenses luego del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, corrían aterrorizados a iglesias y sinagogas. La cuestión es que no es lo mismo remordimiento que arrepentimiento, como tampoco es lo mismo religión social, que fe y entrega a Jesús como Mesías y redentor (que siempre termina con un cambio de vida y conducta). Pasado el tremendo susto y sin haber creído ni rendido su corazón volvieron a lo mismo.

El hombre ha endurecido su corazón y las cosas que hace poco le sumían en la angustia y temor ―como el ataque terrorista de Nueva York― ahora le resultan indiferentes mientras no le dañen. En los años setenta del siglo pasado, para ser exactos en 1973, un predicador rural que sin conocer Nueva York fue a predicar a las pandillas de la gran manzana. Un verdadero hombre de Dios interesado en el destino de las almas y un verdadero profeta de nuestros tiempos (no como tantos mercaderes de la religión); tuvo una visión que dejó por escrito en un libro.

Entre otras muchas cosas que ya se han cumplido, y la Biblia nos advierte que cuando un profeta en su Nombre hablare y se cumpla, pongamos atención (Deut 18:18-19). Este varón justo, ya fallecido, entre otras cosas anunció en ese año (1973) lo siguiente; así que el lector saque sus propias conclusiones:

 

―“Veo también muy claramente que está a punto de ocurrir una intervención divina en todo el mundo. Sería mejor que este mundo se preparara para afrontar los cambios de tiempo que no puedan ser explicados por ninguna otra palabra sino por ‘sobrenatural’. El mundo está a punto de presenciar el comienzo de grandes desgracias causadas por las más drásticas variaciones atmosféricas, terremotos, inundaciones y terribles calamidades de la historia –que sobrepasarán en mucho cualquier cosa jamás experimentada hasta aquí” (La Visión, Edit. Vida, pág. 33).

 

Si algún lector considera que el periodismo no toca estos temas; permítame decirle que en el siglo 19 para liberales y periodistas eran cosa común. Quizá el problema sean las mentes del siglo 21 que fueron privadas del conocimiento de Dios y por ello les resulte extraño, aunque no ajeno, pues Dios sigue amando al ser humano y antes de enjuiciar la maldad, está llamando a la reconciliación con El ¿O qué considera usted amable lector?.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

Email: mahergo50@hotmail.com

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