Opinión
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En verdad que son cínicos y frívolos los candidatos ¿o candidotes? Mira que atreverse a decir que apenas este viernes (30/Mar/2018) empezaron las campañas políticas, se requiere a todas luces de ser un caradura. La mayoría de ellos tiene más de un año molestando a los ciudadanos con su persona, dichos e insustanciales propuestas, otros casi tres ―aunque en el caso de López Obrador casi dos décadas―, como para que todavía se atrevan a fastidiar, aunque ahora lo hagan de manera “oficial” ¿Que todo el tiempo que los soportamos fue clandestino o qué?

     A tal grado llega la insensibilidad de partidos y candidatos que no miran en absoluto la condición y ánimo del pueblo mexicano, en todos los órdenes e instancias. Parados en su pedestal de soberbia dan a entender que el pueblo es estúpido y pueden hacer con él lo que quieran, que en cierto modo es cierto, hacen con él lo que quieren, pero no por los motivos que ellos creen, sino a causa de la brecha que han abierto entre gobernantes y ciudadanos, que más que brecha parece foso infestado de cocodrilos. Foso que solo produce irritación e impotencia social.

     El derroche de miles de millones que tiran anualmente en campañas (oficiales o no oficiales) es un crimen de lesa humanidad. Porque no es dinero de su bolsa, es salido del erario, es decir, del dinero de los propios ciudadanos, el cual en justicia debe ser devuelto para cubrir sus muchas necesidades: salud, educación, infraestructura, seguridad, etcétera. Pero no, perdidos en la soberbia lo derrochan irresponsablemente en campañas que a nadie interesan (excepto a los contendientes y sus huestes); campañas que hartan hasta el más paciente y que no sirven absolutamente para nada. Excepto, claro está, para favorecer a los amigos y algunos medios que les hacen el caldo gordo a los políticos famélicos, desahuciados a causa de su indigencia moral e intelectual, de su ausencia total de compromiso social.

      Quien piense que López Obrador es distinto, que es ‘honesto’, paladín de la justicia social, o en verdad es ingenuo o lo es de manera voluntaria. El ancestral proverbio que nos advierte “mira con quién andas y te diré quién eres” sigue siendo válido, y el tabasqueño cual mesías tropical (como le calificara Krauze), mejor dicho, cual moderno Noé, ha llenado su “Arca” de los peores especímenes de la fauna política mexicana. Además de que nunca ha trabajado en nada. En nada (y no para de viajar, lo que cuesta y mucho).

     Y es que mientras los políticos no modifiquen sus irresponsables derroches y vuelvan a la cordura y la moderación, lo que piensa la mayoría de los mexicanos de ellos no cambiará, la mercadotecnia no cambia a las personas, tan solo engaña a bobos e incautos.

     ¿Acaso las campañas a la presidencia no son suficientes con dos meses, y las estatales y municipales con un par de semanas? Para la actual generación de candidatos (sin distinción de partido al que pertenezcan) y para lo que tienen qué decir y aportar a la sociedad, es probable que con un día o dos sería suficiente. Como decían los viejos de antes, “se le mira la zanca al pollo y se le calcula el peso”.

      Sus corrienturas, sus ataques al otro, su ausencia de propuestas viables y sensatas, de inteligencia y preparación, así como la carencia de un historial que avale honorabilidad (testimonio) en la inmensa mayoría de los casos, son prueba irrefutable de que no hay caballada flaca. ¡Ni siquiera hay caballada! De hecho, no son pocos los pretensos próceres cuya incapacidad de hablar en público e hilar frases coherentes e inteligentes, y que son parte de la oferta política, aterrorizan al ciudadano más positivo.

     Pretender escuchar al mesías tropical desespera, se convierte en tortura. Incapaz de hilvanar un pensamiento y soltarlo con fluidez, en su limitada mente una neurona pide permiso a la otra para ver si es posible tal milagro, pero no. No se es fósil universitario de en balde. ¡Y pensar que no pocos ingenuos confunden la necedad con el valor y el tesón! Aunque, claro está, entre esta cauda de seguidores está una larga cadena de interesados anarquistas, escritores vividores (de los que han pasado una vida entera mamando de la ubre cuanta beca y premio oficial existen), líderes sindicales mafiosos, políticos perseguidos de la justicia, ex funcionarios grabados en actos de mega corrupción, políticos ególatras que como a él no les dieron en su partido lo que querían y se van a donde les prometen lo que quieren, etcétera, etcétera. Total, son cosas de la ley de grupo. Patos con patos, lobos con lobos, coyotes con coyotes.

     El solo hecho de pensar que tendremos obligadamente que soportar hasta el mes de julio sus odiosas y enfadosas campañas, se convierte en obligada tortura que ahuyentará el sueño hasta de los lirones. Una propuesta: ¿porqué no poner a los reos en las cárceles de todo el país a ver y escuchar las campañas? Es fácil advertir que muchos de ellos preferirían no volver a delinquir que ver tanto rostro tan desagradable y tantas necedades casi todas dichas con soberbia, pésimo gusto y nula inteligencia (no se diga las llamadas campañas “sucias”) ¿O usted que considera estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

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