Opinión
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Bien dice el viejo refrán español “que lo que Dios no da, Salamanca no lo presta”. Pero si sabe que lo suyo no es la cultura, que pensar le cuesta un esfuerzo tremendo (para desesperar a cualquiera a causa de su lentitud en hilar ideas) y, aun así, ponerse a comparar con Juárez y Madero, francamente es un desatino. De nada le sirvó el séquito de acólitos laicos, la cofradía dueña la ‘intelectualidá’ mexicana dijera el propio mesías de Macuspana. Aunque bueno, después de escuchar a la Poniatowska declarar que “lo que sabe de marxismo es gracias a Rius” (por leer Marx para principiantes), nos podemos dar una idea de cómo andan las cosas del intelecto en México.

     Y es que Andrés Manuel López Obrador, se quiera o no, tiene vocación de prócer. Nunca ha trabajado en nada y en los últimos 18 años viaja todos los días, come y vive bien y los mexicanos no sabemos de donde ha sacado semejante fortuna para darse ese tren de vida. Buscando en la Ley Federal del Trabajo el oficio de prócer no aparece, pero sin duda que AMLO lo trae en su ADN, pues nadie que esté cuerdo sería capaz de compararse con Juárez y Madero y nombrar a su campaña “Juntos haremos historia”.

      Que le vamos a hacer, así son este tipo de personas, sí, así son, de hecho y aunque se asoció con los de Encuentro Social no conoce él ni sus amigos ‘evangélicos’ que la Biblia advierte que “nadie tenga más alto concepto de sí mismo del que debe de tener” (Rom 12:3).

      ¿Pero, qué es la Escritura para los iluminados, para los que se creen predestinados a dirigir masas? La historia reciente nos puede recordar una larga lista de individuos con este perfil, sobre todo en el siglo XX y lo que corre del presente. Y es que, compararse con el Presidente Benito Juárez es del todo un desatino, un error garrafal en todos los órdenes. A Juárez le gustaba estudiar, trabajar, superarse, ser ejemplo, ni qué decir que cuando se cambió del cristianismo católico al protestante por encontrarlo más congruente con las Escrituras, trajo la visión de la Reforma europea de 1517 para aplicarla a nuestro país (separando las cosas de Dios y las del César).

     Además de que subió al poder por méritos y esfuerzo propios, no por andar tomando calles y en manifestaciones y plantones. No señor. Juárez era un hombre institucional y forjador de instituciones ¿A quién le hemos oído “al diablo con las instituciones”? En fin, ni de broma puede AMLO compararse con el Presidente Benito Juárez.

     En cambio, con Francisco I. Madero sí, ya que nadie que conozca su vida y hechos se compararía con este atarantado esotérico. Y para no se piense mal sobre este escribidor, transcribo de uno de mis libros algunos párrafos que nos recuerden quien era este chiflado (al estilo Fox) que se atrevió a gobernar a México sumiéndole en el caos (lo cual nos puede ayudar a entender la situación, pero sobre todo, ayudar a AMLO en su delirio de grandeza patito a ubicarse en la realidad histórica):

“El llamado ‘apóstol’ de la democracia por algunos historiadores en realidad no es el gran héroe que se ha querido presentar. En todo caso se ha pretendido forjar un mito de un hombre que tuvo en suerte aparecer en un momento decisivo para el destino de México, sin embargo su figura y hechos no dan para más….

     A Madero no le gustaba el estudio… en realidad lo suyo era el esoterismo, en particular la oscura pasión que siempre le dominó «el espiritismo». Desviación espiritual que una vez que se sitúa al frente del poder ejecutivo le dominaría por completo, al grado de no tomar decisión alguna si antes no ‘consultaba a los espíritus’. Su alejamiento del estado de derecho, la buena política y el sentido común, finalmente le llevaron a la tumba…

     Don ‘Panchito’, como le dirían posteriormente, era dueño de una mente escasa de luces, aunque poblada de ideas antagónicas de origen, al punto de producir una cosmovisión sincrética muy personal a través de un coctel de espiritismo y política…

     Su extravío espiritual le lleva al grado de asegurar tener charlas frecuentes con el general Mariano Escobedo, al igual que con el Presidente Benito Juárez, lo que nos permite a la distancia analizar las chifladuras de este hombre que pretendió (y obtuvo) el mayor liderazgo de México entre los vivos; el grave problema es que decía estar ‘orientado’ supuestamente por los muertos…

     De pronto su mundo fantasioso es derribado por la maldad de quienes creía fieles colaboradores. Una jauría de criminales y traidores encabezados por Victoriano Huerta, que seguido por Blanquet, Mondragón y demás linaje de canallas provenientes todos del intocado ejército porfirista acabarían con su vida, la de su hermano Gustavo, la del vicepresidente Pino Suárez y de otros de sus más cercanos colaboradores, provocando con su insensatez un golpe de estado que cambiaría radicalmente el curso de la historia nacional. De esta forma y sin proponérselo, Madero deja una amarga lección que en el siglo XXI parece haber sido olvidada: ¡Para ser presidente y político no basta parecerlo, hay que serlo!” (MÉXICO: ¿ESTADO FALLIDO O PAIS TRAICIONADO?, Volumen Uno, México 2011, págs. 208-210 220).

     Así que de nueva cuenta, el señor López Obrador se enreda en sus dichos a causa de su desconocimiento de la historia (como de tantas cosas que desconoce este hombre alérgico al estudio, al orden y la visión de estado) exhibiéndose a la vista de todos con sus absurdos delirios de grandeza, que si bien la mayor parte de la prensa, sobre todo la “grande”, extrañamente le tapa sus disparates y exabruptos; la salud de la vida republicana requiere de que todas estas cosas sean ventiladas, pues los ciudadanos deben evaluar (antes de sufragar) a quienes intentan gobernarle. ¡Ah, algo más! Todas las encuestas mienten, todas, así que la verdadera encuesta será el 1º de julio.

¡Hasta el ´próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

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