Opinión
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La llamada “guerra contra el huachicol” (que debiera nombrarse campaña contra el robo de combustibles pues el “huachicol” es otra cosa) ha servido de distractor, de cortina de humo para ocultar una situación verdaderamente grave y escandalosa de lo que sucede en Jalisco, que no es otra cosa que una ola de asesinatos, que lejos de disminuir se han acrecentado.

     Ni a nivel nacional ni a nivel estatal las cosas han mejorado con los nuevos gobiernos, al contrario, quienes ocupan la titularidad del poder ejecutivo han mostrado, aunque con frases distintas, su incapacidad para poner orden, para frenar a las bandas delincuenciales que al permanecer intocadas son ejemplo y estímulo para que cualquier persona se atreva a delinquir y a matar. Total, saben que la impunidad es el sello de los gobiernos del siglo XXI a nivel local y nacional.

     Mientras el presidente le llama “traviesos” a los asesinos y delincuentes y públicamente ha manifestado de manera reiterada que NO LOS VA A TOCAR (confunde, de manera voluntaria, claro, la represión con la aplicación de la ley), el gobernador de Jalisco Enrique Alfaro no ha hecho absolutamente nada al respecto. La ola de asesinatos en cualquier país verdaderamente democrático —que se sostiene en el estado derecho, en hacer valer la ley sin distingos— hubiese sido investigada en sus orígenes, perseguido y detenido a los autores de los delitos. Nada de esto ha pasado en Jalisco, los asesinatos aparecen en los diarios como notas comunes o cotidianas, cuando lo cierto es que son para que cayese cualquier gobierno.

Miércoles 31/Ene/2019 ———————   9 asesinatos (Mural 31/Ene/2019)

Sábado 2/Feb/2019 ————————-   8 asesinatos (Mural 3/Feb/2019)

Domingo 3/Feb/2019 ————————   5 asesinatos (Mural 4/Feb/2019)

Lunes 4/Feb/2019 —————————   7 asesinatos (Mural 5/Feb/2019)

Martes 5/Feb/2019 ————————–   9 asesinatos (Mural 6/Feb/2019)

Jueves 7/Feb/2019 —————————  6 asesinatos (Mural 8/Feb/2019)

    Como se aprecia, en tan solo seis días 44 asesinatos cometidos en Jalisco, la mayoría en la zona metropolitana (7.3 asesinatos por día) y el gobierno del Estado sin dar señales de nada. Los asesinatos son de personas, no de perros ni gatos, aunque algunos medios den gran importancia a notas de este tipo y disimulen con los homicidios de los humanos.

     Los jaliscienses (y los mexicanos) no podemos ni debemos admitir la inacción gubernamental en sus tareas, no se diga en combatir la delincuencia, con y sin organizar, usando en su cometido toda la fuerza del estado y el poder judicial para detener, procesar y condenar a los criminales, que hasta ahora todos están sueltos. Al respecto, nada más claro y aplicable a la petición que hiciera en Palacio Nacional Don Alejandro Martí al gabinete de seguridad del presidente Felipe Calderón, pero que cobra actualidad con López Obrador y Enrique Alfaro:

“¡Señores, si piensan que la vara es muy alta, si piensan que es imposible hacerlo, si no pueden, renuncien, pero no sigan ocupando las oficinas de gobierno, no sigan recibiendo un sueldo por no hacer nada, que también es corrupción…!” (21 de agosto de 2008).

     Con el respeto debido al actual Procurador (Fiscal), pues se espera madurez en las personas y crecimiento en el oficio, recuerdo cuando lo era también en el gobierno de Ramírez Acuña. En aquellos años en una entrevista con mis queridos compañeros periodistas (del grupo Razón y Acción) en el Club de Industriales, y como empezara a ocurrir el fenómeno de asesinatos en la zona metropolitana de la capital jalisciense, pregunté al flamante procurador Lic. Octavio Solís Gómez la causa de esos crímenes y porque no se estaba deteniendo a los homicidas. Su respuesta me sorprendió triplemente (como abogado, como periodista y como ciudadano) pues no esperaba una muestra de indiferencia o cinismo como la escuchada: “¡Son pleitos entre bandas de narcos!

     De inmediato le increpé diciéndole que era su deber de todos modos investigar pues los asesinatos eran del fuero común. Su sonrisa e indiferencia me mostraron que este grave asunto —que apenas se iniciaba— no se iba a detener, al menos no en ese gobierno. Lo peor del caso es que al no enfrentar el gobierno a los criminales, grandes y pequeños, estos se han regodeado en sus orgías sangrientas a causa de la impunidad de que gozan.

     Para que un gobierno estatal funcione no se requiere del Ejército, basta con tener la capacidad, inteligencia y valor para hacer valer la ley. Con tanto poder y tantos recursos a su alcance, resulta vergonzoso y condenable a todas luces, que los gobiernos de Jalisco en del siglo XXI hayan resultado todos inútiles en cuanto a la aplicación de la ley. En cumplir y hacer cumplir la ley como protestaron.

     El anuncio discreto de que el gobierno federal enviará a la zona metropolitana de Guadalajara 1,200 elementos para reforzar la seguridad, lejos de dar gusto, es muestra de aceptación del fracaso de la autoridad estatal. El pueblo de Jalisco eligió un gobierno que, al postularse y protestar el cargo, debía saber de las responsabilidades que adquiría y obligaba. En lo sucesivo los jaliscienses deberán abrir muy bien los ojos y dejar de votar por simpatía o porque su amigo o pariente va en la planilla del ganador. La vida, estabilidad y futuro de nuestro Estado está de por medio, lo cual incluye a todas las familias.

     Basta ya de impunidad, basta ya de jugar a gobernar, basta ya de jugar a procurar justicia y no consignar a nadie, basta ya de jugar al juez y no condenar a nadie, basta ya de tanta gente armada en la calle, basta ya de convoyes de criminales sin que nadie los vea ni detenga, basta ya de un Jalisco bañado en sangre. Se requiere de un gobierno de verdad que cumpla y haga cumplir la ley y acabe con la impunidad ¿O usted que opina estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email. mahergo50@hotmail.com

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