Opinión
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Los métodos que Dios usa suelen ser poco o nada convencionales. Su perfección sobrepasa la inteligencia y respuestas humanas, tan contaminadas por los intrincados caminos que solemos utilizar, en los que la ventaja, el abuso y la injusticia suelen estar presentes. No se diga si dichas respuestas son decididas desde el campo de la política.

     En el caso de nuestro país, es obvio que la corrupción, la maldad, la violencia y la incapacidad para restablecer el orden son sabidas y padecidas por todos los mexicanos, que ante la inutilidad de sus gobiernos (federal, estatales y municipales) al igual que los poderes que acompañan al Ejecutivo en esta comedia bufa en la que el pueblo, no el ‘bueno’ de López Obrador (sino todos, absolutamente todos los mexicanos) se encuentra absolutamente indefenso en todos los órdenes.

    La inutilidad de los gobiernos mexicanos ha llegado a límites totalmente inaceptables. El derramamiento de sangre inocente supera en número al de países en guerra, anualmente miles y miles de mexicanos son asesinados sin que siquiera se investiguen, mucho menos detener, consignar y condenar a los asesinos. El archivo es el destino de las carpetas. La impunidad el sello de la casa. Jalisco es líder en esta vergüenza nacional.

     Y si esto sucede en el máximo delito que puede agraviar a una sociedad ¿qué se puede esperar de los delitos patrimoniales, lesiones, robos, extorsiones y demás? La indiferencia oficial, los malos tratos en las Agencias del Ministerio Público que piensan que el gobernador les cubre sus sueldos de su bolsa, pasando por alto que salen del bolsillo de los ciudadanos que a diario lastiman con su insensibilidad.

     En el caso de Jalisco las inundaciones a causa de las lluvias son una bofetada en el rostro de los ayuntamientos corruptos que a partir del siglo presente se han dado a la tarea de conceder licencias de construcción a edificios enormes (comerciales y habitacionales) a sabiendas que la infraestructura hidráulica y urbana esta diseñada para una ciudad horizontal; ni qué decir la ausencia total de nuevas avenidas y calzadas, parques y bosques urbanos (que ayuden a cargar los mantos freáticos y absorber parte de las copiosas lluvias que suelen caer en nuestra zona metropolitana). Queda claro que el negocio de los permisos de construcción, así como la incapacidad y el menosprecio por los planes de desarrollo dejados por gobiernos anteriores (que sí fueron responsables y previsores) ha exhibido a los nuevos, integrados en su mayoría por jóvenes ambiciosos e impreparados, hombres y mujeres que entraron a la política no para servir a la sociedad, sino para servirse de ella. Sus acciones e incapacidad así los muestran.

     La Secretaría de Vialidad (Jalisco) es una simple agencia recaudadora de dineros públicos sin utilidad social alguna. Desde hace años se viene preguntando en esta columna, que de dónde sacan a los agentes de tránsito (vialidad) cuando vienen los presidentes ¿los alquilan, o de donde los traen? Porque lo cierto es que en el tráfico, que es donde se necesitan, desde el gobierno de Alberto Cárdenas Jiménez desaparecieron de las calles.

      Los tapatíos tenemos años de sufrir congestionamientos viales todos los días y a casi todas horas, y entre la quitada de carriles para dar paso a las bicicletas (que no pasan o pasa alguna luego de circular cientos de autos) y la falta de agentes para agilizar el tráfico, la vida de los conductores se convierte en un martirio ¿Y el pago de impuestos no incluye la ayuda oficial para descongestionar, para quitar los enormes y peligrosos bloque de concreto que dividen las ciclovías? ¿No podían limitarse a una raya pintada para el carril de las bicicletas como sucede en San Antonio Texas y en otras grandes ciudades?

      Pero si el ciudadano tiene la desgracia de chocar o que le choquen, no solo los participantes padecerán la ausencia de los agentes de tránsito, sino que todos los conductores de la vialidad se verán afectados por horas. De hecho, particulares ya toman atribuciones que solo le pertenecen a la autoridad (las aseguradoras) lo que hace que el ciudadano se pregunte ¿Y para qué pagamos impuestos si no hay quien nos auxilie y atienda en el tráfico, si no hay quien nos haga justicia en la Fiscalía, si no hay quien cuide las micro, pequeñas y medianas empresas de la plaga de los juicios laborales y de las plagas de inspectores?

      Es un hecho que los gobiernos actuales solo hablan y no resuelven gran cosa y los congresos, que deberían representar al pueblo y velar por sus intereses, se han poblado de jóvenes (hombres y mujeres) ambiciosos que no tienen la menor idea de lo que significa legislar y representar al pueblo (a todo el pueblo). La visión que tienen, al menos eso muestran, es de grupos o pandillas que solo velan por sus intereses, de cómo llevarse el presupuesto. Nada más.

     Las Sagradas Escrituras muestran que cuando una nación (y pone de ejemplo a Israel) le da la espalda a Dios, el Creador responde a su manera, en su sapiencia infinita y conocedora de sus criaturas, ha dispuesto un método muy especial ¡Quitar a los hombres viejos y experimentados del gobierno y permitir la llegada de jóvenes ambiciosos e incapaces para enjuiciar al pueblo!

    En el libro del profeta Isaías lo señala con precisión: “Porque he aquí que el Señor quita de Jerusalén y de Judá (puede ponerse el nombre de México o del país que haya caído en descreimiento y maldad generalizada) al sustentador y al fuerte… al valiente y al hombre de guerra, al juez y al profeta… al anciano, al capitán de cincuenta y al hombre de respeto, al consejero… y les pondré jóvenes por príncipes, y muchachos serán sus señores. Y el pueblo se hará violencia unos a otros, cada cual contra su vecino; el joven se levantará contra el anciano, y el villano contra el noble…”

     Y para dejar bien claro las causas del juicio divino y los gobiernos malos y opresores, luego señala: “La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan…  Los opresores de mi pueblo son muchachos y mujeres se enseñorearon de él. Pueblo mío, los que te guían te engañan, y tuercen el curso de tus caminos” (cap. 3:1-12). ¿Usted qué piensa estimado lector, tenemos gobiernos efectivos o malos a manera de juicio divino?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

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