Opinión
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Los liderazgos en el mundo, los verdaderos, tal parece que están en vías de extinción. Las sociedades apenas producen individuos ególatras, berrinchudos y mal formados, amantes del poder, materialismo y pasiones desbordadas; pero ajenos a las responsabilidades y el bienestar de los que pretenden o dicen proteger; aunque en su nombre hagan las cosas.

     En el caso de los políticos las cosas se han tornado patéticas: individuos otrora impresentables en ese mundo: habladores, violentos, mentirosos, incapaces, bloferos, corruptos, expertos en engañar ingenuos (en sociedades cada vez más impreparadas) pero con una suerte endiablada, precisamente endiablada, son los que toman el poder.

    Algunos estarán pensando en López Obrador, que, sin duda es parte de esta generación posmoderna de falsos o pésimos líderes, solo que nos referimos a Donald Trump. Un sujeto que jamás debió ocupar la presidencia de Estados Unidos, un hombre ignorante, torpe, déspota, ególatra hasta lo enfermizo, ofensivo (‘bully’), mentiroso, vulgar, soberbio, incapaz de entender y mucho menos de resolver las múltiples y delicadas tareas presidenciales. Decir lo contrario es no conocer al personaje o pretender justificar un fanatismo al descubierto.

    Desde esta columna se dijo en muchas ocasiones que no era la persona idónea para el cargo, y no es asunto de republicanos, es SU PERSONA. Para que el lector recuerde o conozca, se repiten algunos textos de advertencia escritos en este espacio cuando llegó al poder en 2017:

 

—“Las medidas tomadas por Donald Trump reflejan de varias formas la condición de un gran sector de la sociedad norteamericana. Espejo que muestra el rostro deformado de un monstruo que se creía desaparecido. Su acendrado racismo ha permitido que el de tantos otros como él haya aflorado a la superficie…

     La ignorancia extrema de Trump, que no es novedad, es un tema conocido desde antes (pero desatendido por aquellos que le eligieron); además de poner en alerta extrema a los líderes políticos y sociedad pensante de esa nación; ha despertado del soponcio y la indiferencia a muchos que no consideraron jamás el peligro que representaba este hombre en caso de llegar al poder. El asunto es que llegó, y su ignorancia aunada a su soberbia, le están llevando un día sí y otro también, tanto al ridículo como a problemas de todo tipo, muchos de ellos graves en gran manera…

     El haber tomado desde su ridícula y oprobiosa campaña a México, la Unión Europea y a China, como enemigos de su país y blanco favorito de sus odios; permitía ver con claridad a un individuo trastornado, enfermo de la mente y del corazón: Lamentablemente, así como muchos mexicanos votaron por el chiflado de Fox, también muchos estadounidenses votaron por el chiflado pintado de pelo naranja…

Decir como presidente que los mexicanos hemos ‘abusado’ de su país con el TLC y que él va a terminar con este abuso, solo un demente lo puede decir. Y es que, se requiere de estar loco o tonto, para asegurar tal cosa desde su cargo… ¿El pobre abusando del rico? Para eso me gustaba éste cuenta chiles…

     No basta jurar sobre dos Biblias, con una era suficiente. Pero hay que abrirla y nutrirse se esa bendita Palabra de vida, pues jurar en el Nombre de Dios en vano es gran pecado. Y el segundo gran mandamiento es amar al prójimo, y el más próximo de los estadounidenses, somos los mexicanos…

     La cruel y detestable división que está haciendo de las familias mexico-americanas es un acto de lesa humanidad, una bofetada a la civilización y la fe judeocristiana en la que se sustentó y ha sustentado Occidente durante dos milenos. Un retorno a la barbarie, a la ley del más fuerte, a la sinrazón y el avasallamiento…(Análisis y Propuesta, semana del 11 al 17 de febrero de 2017).

 

    Las elecciones de este martes 3/Nov/2020 colocaron en su sitio a este impostor que tanto daño ha hecho a su país y al mundo. Su personalidad le hace tan previsible una especie de gemelo de López Obrador; algo así como los ‘twins’ Arnold Schwarzenegger y Danny DeVito— que aun antes de las elecciones, como su gemelo mexicano ya estaba hablando de fraude, y eso que él es el presidente. Lo peor de todo es que además de malvado y racista, a semejanza de su twin al sur del río Bravo, el arrogante hombre del copete naranja o dorado se dedicó a dividir a los ciudadanos de su país, logrando polarizarles hasta dejar las cosas al punto de la lucha armada.

    Un hombre que además de malvado, ignora la historia de su país y el precio que ha pagado por tener la democracia más respetada del mundo. Desconoce que un hombre del partido que le dio la franquicia (Republicano); un hombre justo y sensible, enemigo del esclavismo y defensor de la igualdad, temeroso de Dios y por tanto aborrecedor de las injusticias, fue capaz de pronunciar en su primer debate, un sentido y profundo discurso dirigido a la conciencia de su pueblo. Su nombre: Abraham Lincoln, quien luego de años de menosprecios, fracasos y derrotas políticas, pronuncia su más memorable discurso:

 

—“Una casa dividida en partes antagónicas no puede subsistir. Creo que este gobierno no podrá seguir siendo permanentemente a medias esclavista y a medias antiesclavista. No espero que la Unión se desintegre —no creo que la casa se derrumbe—, pero sí espero que deje de estar dividida. Esto será radicalmente lo uno o lo otro”.

 

     El discurso lo leyó en privado a sus amigos y compañeros de partido en la Biblioteca del Congreso en Washington, antes de hacerlo de manera pública en una serie de debates que le harían famoso, pero que espanta a sus amigos íntimos. Pero era tal su convicción interna que refuta a sus compañeros y les dice:

 

Esto ha sido cierto durante seis mil años. Y yo necesito alguna figura retórica universalmente conocida, expresada en un lenguaje simple, que despierte a los hombres para hacer comprender el peligro de estos tiempos. Ha llegado la hora de decir esta verdad y estoy resuelto a no cambiar ni modificar mi aserto. Estoy dispuesto en caso necesario, a perecer con él. Si Dios ha dispuesto que yo deba hundirme con este discurso, más vale que me hunda atado a la verdad. Que muera defendiendo lo verdadero y lo justo”. (Dale Carnegie: Lincoln, el desconocido. Ed. Sudamericana, Argentina 1968, págs..139-140).

 

   La cuestión, es que la verdad proclamada por Lincoln ha retomado actualidad: “UNA CASA DIVIDIDA EN PARTES ANTAGONICAS NO PUEDE SUBSTIR”, y aunque esa verdad es una sentencia de Jesús, el Mesías y Salvador de la humanidad, su esencia hoy más que nunca se aplica a la realidad de Estados Unidos y de México. Países a los que los twins Trump y López Obrador han irresponsablemente dividido con maldad y como método político para su propio interés. En buena la hora que Biden en Estados Unidos, y otro verdadero líder en México, que esperamos aparezca pronto, vuelvan a nuestros países a la unidad nacional tan necesaria.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

Email: mahergo50@hotmail.com

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