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De acuerdo a las Sagradas Escrituras la mujer fue creada por el Señor: “Y dijo Yahwéh Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré la ayuda idónea para él” (Gen 2:18). Como se aprecia, no creó un ser inferior, una esclava, una enemiga o un ser extraño. Creó la ayuda idónea para el hombre, instituyendo de paso la institución más antigua entre los hombres ¡el matrimonio! Siendo este un espacio periodístico, nos limitaremos como el título del artículo lo indica; a reproducir algunas de las muchas verdades reveladas en la Biblia acerca de la mujer.

     Habiendo sido la mujer engañada por el diablo, que como ángel caído le hace creer que si desobedecían a Dios serían como él, Eva incita a su marido a desobedecer la única cosa que les estaba prohibida, quien luego de sucumbir ante la tentación de ser “semejantes a Dios” y ser confrontado por el Creador, sin valor ni hombría es capaz de descargar la culpa contra Eva.

   Dios, conociendo la sensibilidad de la mujer que él había creado y para no exponerla a un eterno sentido de culpa, al hacer saber su sentencia a la serpiente (diablo), de paso consuela a Eva anunciándole que en el futuro un hombre salido de las entrañas se encargaría de herir al tentador: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tu le herirás en el calcañar” (Gen3:15).

    La simiente a la que Dios se refería, era nada menos que su propio Hijo, Yeshua (Jesús), el «Segundo Adán» como escribe el rabino Shaul (San Pablo) ¿Por qué segundo Adán? Porque el primero fracasó y echó a perder la Creación Divina. El segundo no, obedeció en todo al Padre y en un acto supremo de amor, el mayor y más puro de todos, se ofreció a sí mismo en la cruz del Monte Calvario para redimir y reconciliar a la humanidad caída con Dios. Claro, a los que crean y quieran.

    Continuemos. Aclarado y entendido el consuelo de Dios para la mujer después de lo sucedido en el huerto del Paraíso, le vemos fuera con su marido en esa eterna brega de sobrevivir y reproducirse, de sufrir la muerte de su buen hijo Abel a manos del torvo Caín (también su hijo) y ser sometida a los rigores de la vida. Rigores que de acuerdo a las Escrituras aumentan o amainan en la medida que se apartaban de Dios o se acercaban. Repito: este artículo solo reproduce algunos de los hechos y verdades que nos revela la Biblia.

    Con la excepción de que Dios le hace saber a la mujer que sus embarazos y partos serían con dolor, que su deseo sexual sería para su marido (no para otros), y que el marido se convertiría en su señor (Gen 3:16); en ninguna parte de la Biblia dice que la mujer es inferior, que es intelectualmente menor al hombre o cosa por el estilo. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento Dios sigue hablando como el mismo amor al hombre como a la mujer. De hecho, el apóstol Pedro (que nunca fue Papa, tal cosa no existía, él era un judío celoso y practicante de su fe) le advierte a los maridos machos de todos los siglos: “Maridos… vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1ª Pedro 3:7).

    Es decir, de acuerdo a la Palabra divina el marido debe pedir a Dios sabiduría para saber como tratar a su mujer, la cuál y como expresa el texto bíblico, hay que darle honor; trato que muchos patanes de la era posmodernista desconocen usándolas como meros seres para su desahogo o como animales de carga. Y cuando dice que le trate como a “vaso más frágil” justamente está diciendo que son más frágiles que nosotros los hombres. Sus capacidades que son muchas y muy valiosas, no son necesarias las mismas. Por eso es que Dios dijo que fueron creadas como la «ayuda idónea». No son superiores ni inferiores: ¡son idóneas! Nada las puede suplir ni superar. Son la ayuda idónea.

    A lo largo de todos los libros que integran la Biblia, Dios expresa su amor y cuidado por la mujer, de ahí que interviene para que a las hijas de Zelofehad les den su herencia como si fueran varones, sentando así un precedente jurídico universal (Num 27:1-8). Al primer patriarca (Abraham) le llama la atención en un asunto familiar muy serio y le señala: “en todo lo que te dijere Sara, oye su voz” (Gen 21:12), ya que hay ocasiones que su consejo es superior y muchas veces necesario. Leemos también en las páginas del libro inspirado el amor y cuidado divino por las viudas (y huérfanos).

    En el Nuevo Pacto, vemos que Yeshua va hasta Siquem en Samaria (los judíos fanáticos jamás cruzaban por Samaria, preferían rodear) a entablar un diálogo con una mujer adelantada a su época. Una mujer que había tenido cinco maridos y con el que vivía no era su marido. El Mesías no la agrede, no la acusa, no busca lapidarla por su historial. Al contrario, le habla del amor de Dios y le ofrece reconciliarla con Él (lo cual sucede). Bien.

     Ante la falta de espacio y tratando de ligar las Escrituras con el Día Internacional de la Mujer, quedan en claro varias cosas. Es un hecho que en las últimas dos o tres décadas el mundo, mejor dicho, la aldea global ha cambiado radicalmente. Ni los hombres son los mismos ni las mujeres tampoco, aunque claro, siempre hay diferencias y excepciones.

     Cuando los de mi generación éramos jóvenes, hago uso de mi experiencia personal, no se mataba a las mujeres. No entiendo de qué infierno salieron estos demonios vestidos de hombres que las asesinan. Es un fenómeno además de cruel e inentendible, despreciable y a todas luces condenable. Peor cuando se observa que los gobiernos en los tres niveles y en los tres poderes no hacen nada para detener semejantes matanzas. Las mujeres son coherederas de la gracia divina, compañeras de vida, esposas, hijas, hermanas, madres, abuelas. Coherederas y coparticipes del reino de Dios al final de los tiempos, que por lo que se aprecia, quizá no esté tan lejano.

      Lamentablemente entre ellas también han aparecido cambios terribles. Ver manifestaciones de mujeres que pelean por matar a sus hijos del vientre, vestidas de negro, encapuchadas, con bombas molotov y con martillos destrozando todo a su paso, muestran a seres que, aunque con apariencia de mujer, no se expresan como la creada por Dios. Semejante violencia les aleja de la mujer de siempre convirtiéndoles en seres desconocidos.

      ¿Un varón sabio, trabajador y prudente, pensaría casarse con una dama con tal perfil? Es de dudarse. La Biblia las describe como ya se dijo, como ayuda idónea, como sabias, como vaso más frágil, poseedoras de los mismos derechos que los varones, aunque con tareas no siempre iguales, como esposas, madres y abuelas, como educadoras y orientadoras de la familia, y finalmente como herederas de la gracia en el reino de Dios ¡Feliz Día Internacional de la Mujer!

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

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