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Las concentraciones y manifestaciones de mexicanos el pasado domingo 26 de febrero en la capital, así como a lo largo y ancho del país en más de 100 ciudades, además de mostrar la indignación colectiva y el legítimo deseo de defender nuestra democracia, el INE, y la vida republicana, de paso dejaron salir a un monstruo que vive ilegítimamente en Palacio Nacional; indigno en el sentido literal de la palabra para ocupar la presidencia, pues, aunque haya ganado las elecciones, los sufragios no le conceden de manera alguna actuar como energúmeno; mucho menos ofender desde el cargo a quienes no se someten a sus caprichos dictatoriales.

Las elecciones de 2018, tampoco le permiten manejar el País como si fuera de su propiedad y los recursos nacionales a su disparatado, derrochador  y anárquico gusto. El monstruo visto al siguiente día de las manifestaciones multitudinarias (lunes 27) exhibió a un individuo perdido por la ira, ofendiendo de manera burda y vulgar a todos los ciudadanos que salimos a decirle, que además de tenernos hartos con su mal gobierno, estamos en total desacuerdo con su intento de destruir al INE para perpetuarse él y su pandilla en el poder. Ni el derecho, ni la legalidad, ni la justicia, le asisten.

El verdadero pueblo bueno, fue el que salió haciendo uso legítimo del artículo 9º constitucional. Fueron manifestaciones de ciudadanos que acudieron de manera voluntaria, en forma pacífica, no se rompió el orden, no que quebraron vidrios, ni hubo destrozo alguno. Todo se desarrolló en absoluto respeto y civilidad. ¿Será ‘pueblo bueno’ el que sólo sale para violar la Constitución, romper vidrios, destruir paradas de autobuses, aparadores de tiendas, mobiliario urbano, pintarrajear y dañar monumentos y obras históricas, golpear policías, etcétera?  Ha llegado el momento de decir a las cosas por su nombre.

     El tabasqueño ha roto toda legalidad y rebasado las líneas de la paciencia y la prudencia. Su boca hiriente, ajena a la de un verdadero presidente, deja salir todos los días un repertorio de ofensas y acusaciones falsas contra todos aquellos que considera sus enemigos o adversarios, exhibiendo de paso su inmadurez personal y carencia de formación para semejante responsabilidad.

 

    López Obrador es tan primitivo que se deja dominar por sus instintos. Ante la enorme respuesta de los ciudadanos a lo largo y ancho del país (y en varias ciudades del extranjero) que salieron a las calles a defender la democracia, lo primero que se le ocurrió al dictador, es amenazar a los mexicanos con organizar él una marcha —de acarreados y pagados con los dineros públicos— que demuestre quien es el rey, no solo del cash, sino también de las marchas. Cerrando con ello sus ojos y oídos al clamor y reclamos de los mexicanos, de ciudadanos que él no respeta y quiere que se comporten como súbditos o esclavos, pisoteando su dignidad, así como la vida republicana, al igual que la Constitución y leyes que de ella emanan, las que protestó el 1º de diciembre de 2018 cumplir y hacer cumplir.

Los ciudadanos mexicanos ya hablaron, ya fijaron su postura, queda entonces a la Suprema Corte de Justicia de la Nación echar abajo ese mamotreto llamado “Plan B”, que no es otra cosa, que un ataque directo contra la democracia y vida republicana con el intento de formalizar una dictadura (al estilo Cuba, Venezuela y Nicaragua). El revoltoso, el agitador de siempre, el que nunca ha trabajado en nada, el problemático y destruidor no aceptará jamás que se ha equivocado. Sin embargo, y como se aprecia en las fotos que se anexan (de México y Guadalajara), LAS MANIFESTACIONES YA REPROBARON AL DICTADOR.

 

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

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