Opinión
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Una punzada en el corazón de gran parte de los habitantes del planeta es el problema de los migrantes. Y aunque migraciones y migrantes los ha habido en casi todas las épocas, la manera y la razón de las actuales dista mucho de las ya conocidas, de las cuáles no hablaremos, sino de las presentes. Tenemos, desde a finales del siglo pasado, pero sobre todo en el actual, que las migraciones en masa y en descontrol son un fenómeno distinto, ocasionado por causas meramente políticas. Es decir: por gobiernos tiranos y dictatoriales a los cuáles casi, si no es que nadie, quiere señalar y mucho menos tocar.

     Nadie SE VA del país donde nació nomas porque sí. Siempre hay una causa, que por lo general puede ser el hambre, la pobreza, la violencia, al igual que la falta de oportunidades para mejorar (eso que el tabasqueño que cobra como presidente llama despectivamente “aspiracionistas”). Y justamente por todas esas causas juntas es que millones de personas están huyendo de Cuba, Venezuela, Haití, Nicaragua, Honduras y un largo etcétera.

    Hace algunos años y viendo que su país (Italia) comenzaba a ser invadido por  árabes y musulmanes de distintos países; la escritora y periodista Oriana Fallaci; mujer por demás sensible (herida durante el 2 de octubre de 1968 en nuestro país como corresponsal durante las Olimpiadas), advertía a su país, y a toda Europa, que de no poner remedio a esta situación el viejo continente dejaría de llamarse así (Europa) para convertirse en «Eurabia».

     En uno de sus famosos libros reclama al gobierno de su país y a los de todo Europa su ineptitud: “¿Qué hicieron… para impedir que Europa se convirtiese en Eurabia, es decir en una colonia del Islam, e Italia en la vanguardia de esa colonia?…  Los desembarcos han disminuido un poco. Pero siguen produciéndose inexorablemente. En verano, unas mil personas al día. Y si una barca no lo consigue, ahí está la Guardia Costera para echarle una mano. Incluso en aguas internacionales… Y lo mismo ocurre con la ampliación del afilo político. Y lo mismo pasa con la proliferación de los clandestinos y la ineptitud e incluso timidez con la que afronta el problema la Fiscalía” (Oriana Fallaci se entrevista a sí misma, págs. 92-93).

     Oriana murió en el año 2006, pero sus reclamos y vaticinio parecen haberse cumplido en buena medida ¿O no? Ir a ciertos países y regiones de Europa da la impresión de estar en otro continente. La multitud de personas provenientes de otros países, sobre todo del mundo islámico, hace pensar que el control político y social de las naciones que les han acogido se está perdiendo a pasos agigantados ¿Quién olvida los múltiples atentados terroristas ocurridos en Europa, en particular en París, como el ocurrido en contra del semanario político CHARLIE HEBDO y otros sitios propiedad de judíos franceses organizados por fanáticos musulmanes? ¿Ya se olvidó la fatua en contra del escritor inglés Salman Rushdie (lanzada en1989) a quien luego de 33 años, finalmente logran atentar contra su vida en agosto del año 2022 en la ciudad de Nueva York?

     Sí, porque no se puede pasar por alto que en las migraciones llegan personas buenas, regulares y malas. De hecho, algunas muy malas. ¿Quién le puede asegurar a México y Estados Unidos que entre los migrantes cubanos y venezolanos no vienen guerrilleros y terroristas enviados por sus gobiernos dictatoriales para causar daños a nuestros países y sociedades? ¿Quién nos puede asegurar que entre los que ya están en nuestras tierras no vienen muchos a apoyar al gobierno del dictador López Obrador y su intentona de quedarse en el poder mediante la 4-T?

      El presidente John F. Kennedy escribió en un famoso libro el problema de los migrantes de forma bella y generosa, sin olvidar las necesarias restricciones:

“La diferencia de opiniones no surge del número de migrantes que se admitan, sino del criterio de admisión, es decir, el sistema de cupos de orígenes nacionales. En lugar de utilizar el criterio que discrimina según el país en el que el inmigrante nació, las propuestas de reforma consideran las habilidades que el inmigrante posee y las que nuestro país necesita, mientras que en el terreno humanitario, se centra en reunificar a las familias. Tal legislación no busca cambiar las características de Estados Unidos. Los inmigrantes todavía tendrán que pasar pruebas de salud, inteligencia, moralidad y seguridad” (Un País de inmigrantes, págs. 70-71)

 

     Ha pasado mucho tiempo de la propuesta de Kennedy. Hoy las condiciones del mundo son otras y la maldad humana ha crecido como la espuma (incluso escondiéndose de manera cobarde entre los pobres migrantes que buscan refugio y alivio a sus muchos males y desdichas).

     Tratando de resumir un tema por demás complejo, se habrá de decir que en el gravísimo problema de las migraciones a Estados Unidos —que involucran a México como país de tránsito (y ahora traspatio migratorio)— se acusa y señala a diario a ambas naciones como villanas y malas, sin que hasta ahora se toque ni con el pétalo de una rosa a los malvados que están ocasionando este gravísimo problema multinacional.

    Es decir: los principales causantes de esta situación que ha dañado y está dañando a millones de familias y países son NICOLÁS MADURO de Venezuela, MIGUEL DÍAS-CANEL de Cuba, así como otros gobernantes de Centro y Sudamérica: unos inútiles, otros indolentes, aunque todos malvados, quienes han lanzado a millones de sus gobernados a esta aventura que no parece tener buen final para la mayoría. Millones de seres humanos como todos nosotros.

     Así que el problema de los migrantes no es tan sencillo como culpar a Estados Unidos y México por no permitir que sus sueños se cumplan. Por desgracia la vida no es así. Muy pocas personas abrirían las puertas de su casa para que cualquier desconocido llegara y se asentara, y un país es algo semejante. Hay reglas, leyes, orden, modelos de país por el que muchas generaciones trabajaron para lograr llegar a ese punto.

     De manera que la solución al problema de los migrantes no es ese. No se puede hacer valer la ley del chantaje emocional. La ONU (o los países con mayor poder, influencia y deseos de ayudar) debe entrar en auxilio, tanto para buscar una salida y ayuda digna a los migrantes, como exigir a los causantes entiéndase NICOLÁS MADURO, MIGUEL DÍAZ-CANEL, RAÚL CASTRO, DANIEL ORTEGA, ET AL que resuelvan sus problemas internos y dejen de expulsar a tantos millones de personas inocentes que sufren a causa de sus erróneas y perversas políticas populistas.

     Pretender que otros paguen las consecuencias de sus malvadas e injustas políticas internas contra sus propios pueblos, resulta, además de impropio, una injusticia agregada. Lo que es peor, con la ayuda del coro de cierta prensa de postura cómoda al exigir algo que ni la ley ni el sentido común obligan. El chantaje moral nunca ha llevado a nada bueno como tampoco resuelve las cosas de fondo.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

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