Opinión
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Las altas temperaturas que estamos padeciendo en toda la República, aunque más en unos Estados que en otros, son a final de cuentas el resultado de varios factores. En primer orden, la irresponsabilidad y corrupción de los gobiernos federales, estatales y municipales, sobre todo de los dos primeros, que desde décadas atrás se han desentendido de sus obligaciones al respecto, del cuidado de selvas y bosques, de proteger al campo (lo que implica tanto el cuidado a los agricultores, como regular sus cultivos para que no dañen el medio ambiente). El actual, en un acto más de destrucción y mentiras sistemáticas habla de un programa “sembrando vida” cuando lo cierto es que han sembrado muerte al permitir tanto la destrucción de bosques, selvas, manglares, como de toda expresión de vida silvestre (y humana).

Es tal la vocación depredadora de López Obrador y sus huestes (al modo de Atila), que por donde pasa no vuelve a brotar el pasto. La construcción del ‘Tren Maya’ y la dizque Refinería Dos Bocas, son muestra nociva y patética de la capacidad de daño de este iluminado que nunca debió llegar a la presidencia.

Para darnos una idea del daño que ha causado este hombre malvado e irresponsable, el referido Tren Maya tendrá un recorrido de 1,500 kms., arrasando a su paso todos los ecosistemas (Flora, fauna, cenotes, etc.), daño que ya sucedió. Además, y para aquellos lectores no informados, se habrá de señalar que tan solo en el año 2019 se destruyeron en México 321,000 hectáreas de bosques (Periódico El País, 17/Jun/2020).

     El segundo factor, y no menos responsable, son los negociantes y traficantes de madera, que en lugar de trabajar y hacer de esa actividad algo sustentable y redituable (como sucede en otros países), en México estas bandas de criminales, depredadores de la naturaleza e irresponsables hasta el infinito y ciegos del daño que causan (a causa de la ambición que les pierde) han permanecido impunes ¿Les serviría de algo el dinero en un mundo inhabitable y en llamas?

     El tercero, nace en la ambición económica de fraccionadores y traficantes de tierras (incluyendo a no pocos ejidatarios), que para lograr sus propósitos son capaces de prender fuego a bosques, selvas y pastizales para luego buscar el modo de lotificar, vender y construir donde se debe preservar. Es nuestro hábitat común. Tarea por demás condenable a la que se suman con o sin intención piromaníaco(s), que por lo que se ve, extrañan el infierno.

A esta tropa de ambiciosos e irresponsables (muchos de ellos, los más encumbrados, suelen pasar como personas de “sociedad”) se suman los depredadores tequileros, que para elaborar más litros han promovido entre campesinos y ejidatarios la destrucción de miles de hectáreas de bosques y tierras de cultivo para sembrar agaves, que, dicho sea de paso, además de tardar varios años en madurar, terminada la cosecha las tierras quedan malditas, no sirven absolutamente para nada. ¿Y los gobiernos federal, estatal y municipales? Sin duda que han recibido los impuestos del tequila producido y desentendido de manera total de proteger las tierras y el medio ambiente. Las altas temperatura que estamos padeciendo son causa de tanta corrupción, tanto de gobiernos, como de los grupos de particulares referidos.

Una pregunta al respecto: ¿De qué funcionario federal es el negocio de los agaves tequileros sembrados por toda la autopista Guadalajara a Puerto Vallarta? Cientos de kilómetros en ambos lados de la carretera, en lugar de sembrar árboles para mejorar el ambiente y bajar el calor producido por los traileres, camiones de carga y autos, algún funcionario listillo salió con su ideota de sembrar agaves. Ni para orillar un auto en alguna descompostura dejaron espacio.

Sin olvidar la corrupción de fraccionadores y Ayuntamientos en las ciudades, ya que por ley los primeros están obligados a dejar un porcentaje del predio fraccionado para parque(s) público(s), lo cual se hacía hasta los años ’70 y ’80 del siglo pasado. Pero a partir de entonces la corrupción de unos y otros hizo que la zona conurbada de Guadalajara (igual sucede en otras del país) perdiera áreas verdes, aumentara los pavimientos, y por ende la temperatura.

Lamentablemente gran parte de los mexicanos es parte importante en el cambio climático (que individuos perversos son capaces de negar). Millones de personas son enemigos de los árboles, no los quieren en sus casas, ni cerca de ellas, ¿para qué?, luego se les estaciona el vecino en la sombra, tiran basura (que no es, son hojas) y hay que regarlos. Mejor ponen mosaico o cemento y con ello agregan temperatura al calor que padecemos, reduciendo día con día espacios a la naturaleza que Dios nos creó tan pródiga y abundantemente para darnos de comer y proveernos un hogar común para todas las razas y pueblos.

Por último, se habrá de invitar a Dios a la charla ¿O considera usted que al Creador no le importa en absoluto su creación? De ser así, la absurda teoría del “relojero” tendría cabida, pero conociendo las Escrituras se sabe que no es así, que todo lo que pasa en nuestro mundo le interesa por cuanto es su proyecto y propiedad la que está siendo afectada (aunque temporalmente nos la repartimos ya).

Retornando a la pregunta: unos hechos ciertamente le agradan, pocos y cada vez menos. En cambio, la manera de pensar, de expresarse, pero sobre todo el vivir de muchos, es obvio que les reprueba, incluyendo los daños ambientales. Acabar con bosques y selvas, con las tierras de cultivo, contaminar las aguas y el aire, todo sin tener en cuenta al Creador y autor de semejante obra, peor todavía, asegurando que no existe. Que es un planeta mostrenco. Que se creó solo, es decir, de la nada ¿Es de considerar un planteamiento tan banal?

Y por si no fuera suficiente tanta irracionalidad de la raza humana que dice pensar bien, algunas minorías rompen violentamente el orden del Dueño de todo, asegurando que hay más de dos géneros, cuando de acuerdo a lo que Dios nos dejó por escrito, solo hay hombre y mujer. Además, y para agregarle carga a su conducta, la violencia y las adicciones son el rostro de un país que no sólo sufre por altas temperaturas, sino también por la sangre caliente de tanto asesino y envenenador de niños y jóvenes.

     AMLO, desde su púlpito de mentiras y farsas, aseguró en la “mañanera” que no ha muerto nadie por el calor, y el mismo día es desmentido por la Secretaría de Salud que anunció 9 muertes, mientras que los asesinados son ya del orden de 220,000. Así que calor y deforestación son apenas expresiones o síntomas de un pésimo gobierno y parte de su sociedad que ha renunciado a sus deberes con la Constitución y con el Creador ¿Tal conducta produce consecuencias?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

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