50 AÑOS DE ABOGACÍA

Hoy no hablaremos de política, la ocasión merece una excepción. Como periodista estoy comprometido con el oficio; en lo personal lo considero también una vocación, pero hoy, hoy es un día especial para su servidor. Soy integrante de la generación de abogados 1970-1975 y este mes cumplimos medio siglo de nuestra graduación.

La Universidad de Guadalajara nos formó en sus aulas, nos aportó grandes maestros, hombres sabios y eruditos en el derecho para que nos fueran instruyendo, forjando con paciencia mentes jurídicas que pudiesen entender con el cincel de las palabras y las normas una visión capaz de defender a los futuros clientes dentro del marco legal (con la ética y limitaciones naturales). Disculpándome con el resto por la desmemoria (que no la ingratitud) me recuerdo de los nombres de algunos catedráticos: Alberto Rosas Benítez, Arturo Ramos Romero, Adalberto Ortega Solís, León Aceves Fernández, Rafael García de Quevedo, Mario Hernández Gómez, Mario Rivas Souza, Blas Nuño Aguilar, Enrique Rodríguez Ontiveros, Roberto Larios Valencia y tantos juristas más de renombre.

En ese momento el grupo de edificios de Humanidades (Derecho, Economía, Historia y Filosofía y Letras), además de ser nuevos y con excelente diseño arquitectónico, nada podían envidiar a ninguna universidad privada. Cinco niveles de aulas en un edificio de forma semi circular, contaba en la parte posterior con tres auditorios, uno muy amplio (donde se recibió a personajes de la talla del Dr. Salvador Allende).  Por la entrada principal en Av. de los Maestros, enfrente estaba el hermoso Parque Alcalde, así como un amplio estacionamiento para los autos de maestros y alumnos. Apena subías unos escalones que hacían lucir el conjunto de edificios y bellos jardines con florecientes rosales, te encontrabas con las oficinas de la facultad, y a un lado, las escaleras de acceso a todas las aulas. En el piso inferior de la facultad se encontraba un moderno y amplio restaurant-cafetería, muy propio de aquellos años. La decisión era tuya, podías quedarte a tomar café o charlar, o subir a tu salón de clases y aprender para formarte en la profesión elegida.

Nuestro acto académico (graduación) en el verano de 1975 fue en el auditorio que luego llevaría el nombre del Dr. Salvador Allende (tenía poco menos de dos años de muerto). Nuestro padrino fue el entonces Senador Javier García Paniagua y el presidente de la Facultad era mi estimado amigo y compañero Abel Tinajero Alvarez. Fueron días llenos de sueños e ilusiones, muchos de mis amigos serían con el tiempo jueces, magistrados, funcionarios públicos de alto nivel y cuando menos una docena de ellos prestigiados Notarios Públicos.

Días que, debido a la edad y los sueños, veías el mundo con una mirada distinta a la actual, que de hecho lo es, hoy la humanidad, nuestro entorno y circunstancias han cambiado, y mucho. En no pocos aspectos se ha desfigurado, incluyendo la impartición de justicia y el campo de la abogacía ¿Cómo buscar en 2025 la justicia federal cuando ese poder ha quedado en manos (su mayoría) de una cofradía partidista emanada de MORENA?, que, aunque aparentemente son “abogados”, queda claro que no tienen la menor idea de cómo se imparte la justicia pues carecen de carrera judicial, de manera que los problemas que se avecinan a nivel nacional son de pronóstico reservado, pero para nada halagüeño, pues el estado de derecho prácticamente ha desaparecido..

A medio siglo de aquella graduación hoy nos reunimos de nuevo, primero, para dar gracias a Dios por la vida y el regalo de esa profesión que para la mayoría ha sido una meta cumplida, al igual que fuente de ingresos y sostén de una familia, para otros, solidez empresarial y/o comercial. Hoy, después de una ceremonia religiosa, nos hemos congregado a comer acompañados de nuestras familias en un hermoso lugar. Las arrugas en los rostros, las canas, o la ausencia de pelo muestran el paso del tiempo. La mayoría somos abuelos, por tanto, padres y esposos (o esposas, porque varias de nuestras condiscípulas son mujeres).

Las charlas son distintas a nuestra fiesta de hace cincuenta años. En aquella ocasión tuvimos un baile en el Auditorio de Jalisco. Hoy nos reunimos a comer, charlar, intercambiar experiencias de vida y opiniones acerca del presente y futuro. Por cierto, muy oscuro para casi todos.

Antes de concluir la narrativa, debo decir que muchos de nuestros condiscípulos, ochenta para ser exactos, ya han fallecido. Así es la vida, nuestro tránsito es breve, aunque en la juventud no lo consideremos así, pues pensamos que seremos eternos, lo cual, aunque es verdad, no en este cuerpo ni en estas condiciones. Las Sagradas Escrituras responden con precisión todo lo relativo a esto; al campo espiritual. Por la gran estimación que guardo a mis compañeros y compartiendo con los lectores esta historia de vida —que también es parte del existir social— anexo un par de fotografías. Una de hace 52 años, la otra de este día tan especial para todos mis compañeros y su servidor (viernes 26/Sep/2025). A todos… ¡FELICIDADES!

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

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