Opinión
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Apenas van a cumplir un año en el poder, y un enorme sector de los mexicanos (millones) ya están cansados del actual gobierno federal. Su incapacidad en casi todos los órdenes para resolver los problemas nacionales, su carencia de cuidado y respeto por la inmensa mayoría de los ciudadanos a los que han dividido y ofendido, un día sí y otro también, su insensibilidad, derroches y mentiras les han puesto en enemistad con el pueblo, con el mexicano (no con los incondicionales seguidores de AMLO, y con aquellos cuya voluntad han comprado con el dinero que se les regala de los que pagan impuestos).

     Una incapacidad negada por la soberbia y la insensibilidad, que si bien se intenta ocultar con la retórica de una falsa ideología, lo cierto es que deja al descubierto su impreparación, su valemadrismo ante los grandes males que azotan al país. Su desprecio por todos aquellos que no comparten su cosmovisión violenta y totalitaria, para los que desean un México mejor lo cual solo se logra mediante el trabajo de todos, de pueblo y gobierno. No de un gobierno que se trepe y viva del pueblo.

     Un gobierno corroído en sus entrañas por el odio y el revanchismo social, lo que le ha llevado a promover sin tapujos la división entre los mexicanos. Un gobierno que lejos de buscar la unidad –como es su deber- todos los días, desde la madrugada, se dedica a dividirnos, a emponzoñar los corazones de sus seguidores y de los insatisfechos. Un gobierno cuyo presidente se ríe todas las mañanas, no importa que los narcotraficantes hayan humillado al Ejército en Culiacán (y en tantas partes del país, impidiéndoles poner orden y hacer valer la ley), que los delincuentes que azotan al país de norte a sur y de costa a costa hayan asesinado en Chihuahua a una familia de mujeres y niños; no, en lugar de cumplir con su deber, sin sensibilidad ni madurez alguna, califica a cualquiera que no se someta a sus caprichos de “fifí, conservador, enemigo, opositor”, y una retahíla de ofensas en las que la prensa ha sido incluida y vilipendiada (por quien debiera ser su primer defensor).

    La insensibilidad del actual gobierno se ha visto reflejada en la desaparición de guarderías, en la falta de medicamentos, en la desaparición del Seguro Popular y dejar a diabéticos y niños con cáncer (entre otros pacientes) sin la debida atención. En permanecer inmóvil y no aplicar la ley ante una delincuencia desbordada que tiene el suelo patrio regado en sangre en apenas 10 meses (con 30,000 asesinatos); una delincuencia que también secuestra, roba, asalta, extorsiona, cobra impuestos a todos por vivir (‘cobro de piso’) y demás delitos con los que mantiene aterrorizada a la gente que trabaja y mantiene de pie a este país (y mantiene al gobierno también).

     Un gobierno que a grupos de delincuentes como es el caso de los maistros de la CNTE y los normalistas rurales, les permite secuestrar, robar, destruir, paralizar la productividad industrial y comercial (deteniendo trenes) sin que haga absolutamente nada. Para el gobierno de la 4T la ley y el estado de derecho no son nada. Un instrumento de riquillos, de burgueses explotadores, pues no debemos olvidar que MORENA (el partido de AMLO) toma su nombre del periódico Regeneración de Flores Magón. Un anarquista para el que la democracia se integraba por una trinidad satánica: GOBIERNO, CAPITAL, Y CLERO, trinidad que había que aniquilar.

     Un gobierno derrochador, que con falsa austeridad promovió la reducción de salarios y recortes en seguridad, salud, universidades públicas, etcétera. Que  incluso de manera hipócrita puso en venta el avión presidencial (que por cierto se debe una buena parte) viajando el presidente en vuelos comerciales -con todo lo que esto significa en problemas de logística, protección a su persona, incomodidades a los viajeros, retardos, etcétera- y ofrece, sin que nadie se lo pida, ASILO a EVO MORALES, que dicho sea de paso, él RENUNCIÒ a la presidencia, no hubo ningún golpe de estado. Y como AMLO se dice ‘creyente’ se le recuerda que la mentira es pecado.

     Así que no se puede admitir que hable de austeridad y envíe un costoso avión de la Fuerza Aérea Mexicana para traer al renunciante mandatario boliviano. Un viaje que costó una verdadera fortuna en dinero y desgaste diplomático al tener que tocar la puerta de varios países para que dejaran pasar el avión y a su pasajero. Una incongruencia (e hipocresía) al traer al huido dictador de Bolivia en un viaje azaroso y hasta premiar con ascenso a general al piloto. En otras palabras: ¿Para traer al dictador todo el empeño y para atrapar al hijo del “chapo” en Culiacán ningún esfuerzo y humillación mundial para las fuerzas armadas? ¿Hay compromisos que impiden retornar al imperio de la ley o se trató de un rostro más de la incapacidad del gobierno lopezobradorista?

    Un gobierno que sin máscara alguna anuncia su vocación de dictadura, implementando día con día los pasos para lograrlo: desde la polarización y división de la sociedad, hasta el afianzamiento de su proyecto: proyecto en el que la democracia no cabe por lo que los otros poderes ya han sido tomados, primero el legislativo y ahora el judicial, haciéndose en el inter de organismos autónomos como la CNDH y trabajando de manera rápida para hacerse también del INE, TRIFE, FGR, etcétera, en pocas palabras. Llegaron al poder por la democracia y sin disimulo y con descaro están destruyéndola para instalar una dictadura al peor estilo sudamericano. Pasando por alto tres cosas. Una, que los mexicanos votaron por un presidente que resolviera sus muchos problemas, no por un dictador que les oprimiera más. Dos, que además de ilegal, perverso y deleznable, están obrando fuera de la ley y sin cumplir con sus principales deberes. Y tres, que tomaron el Nombre de Dios en vano para engañar a católicos y evangélicos aparentando ser creyentes, ignorando que nadie, ABSOLUTAMENTE NADIE ha quedado impune ante la presencia del Señor.

    Un congreso que debiera velar por los intereses de los mexicanos, es ahora un simple grupo de empleados de AMLO dispuestos a someterse a sus caprichos y acelerar el paso de la democracia a la dictadura; injustos y desvergonzados, al grado de aportar casi el 70 por ciento del presupuesto destinado a los estados, para los 6 que controla Morena (que no gobierna), mientras que a los otros, que son la mayoría (12 gobernados por el PRI y 10 por el PAN) les dejan las sobras, es decir el 14 y 10 por ciento respectivamente. Claro, la intención es que no puedan hacer nada y en las próximas elecciones quedarse con todo lo que ahora no controlan y así hacerse de todo el país.

     Los mexicanos deben abrir los ojos, estamos a tiempo para impedir semejante villanía y maldad, no se puede admitir que los Maduro y los Evo Morales se hagan del poder mediante la democracia (que tanto aborrecen) para luego destruirla y establecer una autocracia.

     Hace casi 110 años tuvimos una Revolución social, la primera del siglo XX en el mundo y la más exitosa en América Latina. No debemos caer en las falsas promesas de este grupo de anarquistas y resentidos sociales que integran en su mayoría Morena, pues carecen de testimonio ya que las cartas de capacidad, integridad, formación, laboriosidad, respeto por el pueblo y las instituciones y el estado de derecho no aparecen en su bagaje. Su inclinación por la pereza, el desmadre, el repudio al orden y la aplicación de la ley les imposibilitan para estar en el poder. No solamente la corrupción es condenable, también lo es la incapacidad, el divisionismo, la insensibilidad, el derroche y la mentira, blasones de ignominia que adornan a este grupo amorfo que se hizo del poder en México, que no ven por su bien y futuro, sino por el de ellos mismos. Punto.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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Aunque el país se encuentra sumido en un torbellino de problemas ocasionados o crecidos a causa de la incapacidad, ignorancia y soberbia del gobierno federal (acompañado por una cauda de gobernadores y presidentes municipales con idéntico perfil), no debemos perder la sensibilidad para tocar temas que nos atañen a todos, en este caso particular a los jaliscienses.

     La muerte de Don Guillermo Cosío Vidaurri, acentúa la pérdida de una generación de hombres que forjaron e hicieron grande este país y este estado (Jalisco) en el concierto internacional. De políticos, que si bien no son candidatos al santoral oficial, sí lograron mediante su duro trabajo a favor de los mexicanos un lugar de honor y respeto. Que si maniqueos y fanáticos se los niegan, sus méritos y enorme esfuerzo por los gobernados pueden callar con la bitácora de sus logros las voces mezquinas que solo ven en el PRI maldad y corrupción.

     Vale adelantar al respecto que la mayoría de los que ahora gobiernan el país, ya sea desde la presidencia de la República, secretarías, direcciones, senado, cámara de diputados o alguna gubernatura o presidencia municipal, casi todos militaron en el PRI: Andrés Manuel López Obrador al frente ahora del Ejecutivo, Alfonso Durazo en la secretaría de seguridad, Manuel Bartlett en CFE, Ricardo Monreal, Ifigenia Martínez, Cristóbal Arias, Armando Guadiana Tijerina, Napoleón Gómez Urrutia y otros, en el senado, Enrique Alfaro Ramírez en la gubernatura de Jalisco, por señalar algunos pocos. ¿Al cambiar de chaqueta esta corte de purísimos y honradísimos señores el PRI se corrompió? ¿O todos se fueron cuando no les cumplieron su berrinche ególatra?

     Las nuevas generaciones, al menos la gran mayoría, desconoce y no valora lo que los políticos producidos por la Revolución Mexicana hicieron por este país. Envenenados por la terrible mercadotecnia política –iniciada con la campaña de Vicente Fox- que convirtió ante sus ojos a los gobiernos del PRI en una especie de monstruos, de corruptos insaciables y perversos; visión reforzada en el siglo XXI por las bandas de ladrones que con la franquicia de ese partido arribaron al poder (sin tener comparación ni parecido alguno con los priistas emanados de la revolución social); no saben, ni mucho menos valoran que casi toda la infraestructura con la que cuenta el país fue creada, construida o modernizada por estos grandes hombres (a punto de extinción).

     Universidades, preparatorias, secundarias, primarias, decenas de miles de ellas, aeropuertos, autopistas, carreteras, terracerías, caminos vecinales, IMSSS, ISSSTE, INFONAVIT, miles de Hospitales de distintos niveles, clínicas, centros culturales, centros comunitarios, transporte colectivo Metro (México, Guadalajara y Monterrey) y muchísimo patrimonio que tenemos es muestra de su trabajo.

    Valga decir que  en Jalisco nos devolvían un promedio de 40 centavos en obra pública por cada peso de impuestos pagado por el ciudadano (hasta el gobierno de Don Guillermo Cosío, en que bajó un poco este porcentaje). En los gobiernos de la posmodernidad (Morena, PAN, PRI y MC) nos devuelven entre 2 o 3 centavos. Todo se va en altísimos sueldos y abultadas prestaciones, así como en una burocracia crecida en cuatro o cinco tantos más de lo que se requiere, pero que es utilizada como maquinaria electoral al servicio de estos pseudo políticos que se han adueñado del poder mediante la mentira, el engaño y la descalificación del contrario.

     Todavía está fresco el recuerdo de la calumnia periodística sacada por Emilio González Márquez inventándole actos de corrupción a su contrincante, el priista Arturo Zamora, lo que le ayudó a ‘ganar’ la elección por unos cuantos votos. Dos días despuès de la elección, saca un desmentido diciendo que “en realidad fueron bienes adquiridos legítima y legalmente”, pero el daño ya estaba hecho.

     No se trata pues de gobiernos de gente brillante, inteligente, con visión de estado y propuestas que se concretaban, como lo fueron los gobiernos de antes, de viejos ya fallecidos, de los que quedan muy pocos y fuera del servicio público. Intencionalmente utilicé la palabra servicio público, ya que a las nuevas generaciones de gobernantes (que no de políticos, pues no conocen este valioso oficio al cual confunden con grilla e intereses de mafiosos) solo les interesa el PODER PÙBLICO y LOS DINEROS PÙBLICOS.

     Ante este panorama, hombres como Don Guillermo Cosío Vidaurri se agigantan, dejan la vara demasiado alta para los enanos que ahora dicen gobernar, pero que tienen al país y el estado ahogándose en un mar de sangre inocente, aterrorizados por una fauna criminal que goza de total impunidad.

    Nacido y forjado en el populoso barrio de la capilla de Jesús, el ex gobernador mantuvo durante toda su vida esa sensibilidad ante las necesidades del ciudadano sencillo. El día de su funeral un grupito que habla a nombre de los damnificados del “22 de abril” se quejaba ante los medios de que nunca les haya pedido perdón ni siquiera disculpas. Es obvio que su dolor (cierto y legítimo) les impidió ver completa la realidad. No pudieron ver jamás que se trató de un problema federal, provocado por PEMEX en el que Salinas, sin explicar jamás los hechos, se limitó a soltar dinero, mucho dinero para los damnificados (rentas, pagos elevados de inmuebles, autos, etcétera). En las generaciones pasadas los viejos fuimos enseñados a pedir perdón o disculpas cuando hacíamos algo malo o indebido, jamás sin haber hecho nada o que no nos correspondía, pues la dignidad es parte de la honra. Si no pidió perdón es que consideró que quien debía hacerlo era Salinas, Pemex y los trabajadores de Pemex, no él, quienes provocaron los daños eran los obligados a hacerlo.

     Don Guillermo a través del esfuerzo, preparación, trabajo, inteligencia y don de gentes, logró ser diputado, presidente municipal de Guadalajara, secretario general de su partido a nivel nacional, director del Metro capitalino, hasta llegar a la gubernatura de Jalisco. Cargo que en los años que ejerció fue por demás fructífero: entre otros, la línea 2 del Metro tapatío, amplió de dos a cuatro carriles por sentido la carretera a Chapala (con camellón al centro) y de uno a dos por sentido despuès del aeropuerto (con camellón también) y muchas otras obras, incluidos Colectores, obras que ya no se construyen ¿será porque es dinero enterrado y no se ven?

     En el ámbito cultural creó y produjo la ENCICLOPEDIA TEMÀTICA DE JALISCO en 18 tomos, un trabajo titánico y valiosísimo que pocos estados de la República poseen. Abundando acerca de esta Enciclopedia, al entrar Alberto Cárdenas a la gubernatura, este hombre de pocas luces y carente de formación intelectual, envió a un sótano este trabajo que tenía otro destino, que de haber terminado Cosío Vidaurri su gestión, hubiera dado el servicio y altos fines para el que se creó. En la FIL de 1995 (ya durante el gobierno de ACJ), en el stand del gobierno de Jalisco: observé una colección de la Enciclopedia Temática de Jalisco tirada en el suelo (literalmente), mostrando con ello la formación y visión de estado de los nuevos gobernantes. El desprecio por el saber.

      Descanse en paz este jalisciense ilustre que además de trabajar por todos nosotros, supo guardar decoro y compostura ante la horda de improvisados y bucaneros que asaltarían el poder en Jalisco. Incluso ante la deshonra que algunos de sus parientes traerían a su figura y valiosísimo trabajo. La Biblia señala: “La memoria del justo será bendita” (Prov 10:7). Descanse en paz Don Guillermo Cosío Vidaurri.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Entre los primeros grandes beneficios que trajo la Revolución Mexicana fue la creación y el fortalecimiento de las Instituciones Públicas; tarea realizada por ese gran estadista llamado Plutarco Elías Calles, quien a pesar de las duras críticas en su contra antepuso el interés nacional a su ego.

Lejos, muy lejos, nos encontramos en tiempo y titulares del poder ejecutivo; personalidades más antagónicas no se puede. Para el Presidente Elías Calles dejar un país en orden, llevar la educación a todos los mexicanos y sentar las bases para un futuro promisorio del país lo era todo. Para López Obrador su persona lo es todo, su moral y sus supuestas creencias cristianas deben ser aceptadas como dogmas; ni siquiera la ley puede estar por encima de lo que él cree y piensa.

     Los únicos que quizá no sepan de su alergia y repudio a las Instituciones Públicas y el estado de derecho son algunos millennials y parte de sus fanáticos seguidores. La inmensa mayoría de los mexicanos sabemos, y esa ha sido la causa principal del rechazo a su persona, que ha sido un individuo violento, anarquista, detractor y crítico de las instituciones públicas, violador perenne del estado de derecho, amigo de vándalos y delincuentes (que al amparo de algún sindicato o membrete se creen con derecho de robar y destruir patrimonios, tanto público como privados).

     Lamentablemente el actual presidente no ha querido madurar, pretende continuar en campaña, cuando el cargo le reclama cumplir y hacer cumplir la ley. Como también le reclama tomar las mejores decisiones para el país en todos los órdenes, cosa que no ha sucedido. Rodeado de incondicionales y lambiscones profesionales (que todos los gobiernos los han tenido y México padecido) ha carecido del necesario discernimiento para desechar a los cortesanos vividores (sanguijuelas del presupuesto, les decía “Palillo”) y no ha sabido acercarse a personas sabias y capaces que le orienten en las determinadas materias. Su facilidad para ofender y calificar con desprecio al otro le han dejado muy pronto solo, rodeado de incondicionales y paleros, por lo que no se observa a su alrededor ni conocimiento, ni experiencia, mucho menos dignidad para hacerle saber desacuerdo o señalarle el error cuando lo hay (tan necesario en la buena conducción de cualquier país).

Haber cancelado el NAIM le marcó para siempre como un hombre poco racional, testarudo y despilfarrador, pues su deber era continuar tan necesario proyecto y si había corrupción, investigar, detener, procesar y sentenciar a los culpables, punto, pero no tirar a la basura más de cien mil millones de pesos de dinero público (aunque Jiménez Espriú diga que solo fueron $ 71,000’000,000 millones, pues solo toma en cuenta lo que se pagó a constructores, mas no la obra inconclusa); cantidad que en un país con las necesidades de México, no solo es imperdonable, sino criminal, materia de juicio. Además de que el proyecto del NAIM es superior y más funcional en todos los órdenes que el de Santa Lucía (y demás parches para cubrir su gravoso yerro-berrinche).

No hay día que la opinión pública nacional no le reclame su pasividad, su nula aplicación de la ley, por más que se le diga que su “fúchila y guácala” y las acusaciones con las mamás de los delincuentes son una burla para todos los mexicanos, el presidente no quiere escuchar (lo que ya hace pensar a algunos que hay colusión con los delincuentes); un desprecio absoluto por el estado de derecho, o una incapacidad manifiesta para gobernar, y los mexicanos quieren que se defina pero ya. No se puede esperar más. Decenas de miles de asesinatos durante su gestión, cientos de miles de asaltos, extorsiones, secuestros, violaciones, cobro de piso y demás plagas que ha traído y provocado la impunidad, reclaman de manera inmediata una respuesta firme del estado.

Sin embargo los ataques continuos de AMLO contra la prensa dejan ver a propios y extraños su nulo deseo de cambiar, una absurda defensa de su posición al peor estilo de los dictadores y populistas, cuando la situación reclama un cambio radical en su actitud divisionista, mesiánica y ajena a toda institucionalidad. Un retorno inmediato al estado de derecho, es decir, al imperio de la ley.

La semana pasada durante su tedioso y manipulador show mañanero al referirse a la prensa dijo “le muerden la mano a quien les quitó el bozal”, frase que no es de él y que muestra de paso cuando menos tres cosas: una, que ofende desde su alto encargo cuando su deber es respetar a todos y conciliar; dos, que no lee pues si lo hiciera, supiera que ha habido siempre quienes hemos criticado los yerros y corruptelas de los gobiernos en turno (además de que no somos animales para llevar bozal); y tercero, que desconoce la realidad del país y de este mundo informativo (el cual reprueba y descalifica por resultarle molesto y no poderlo manipular ni controlar; no sabe lo que es en realidad la libertad de expresión).

Y como el mal ejemplo cunde rápido, su émulo Enrique Alfaro creyendo congratularse, no con los ciudadanos de Jalisco, sino con el que controla los dineros públicos de la Federación, declaró en su clásico tono de buscapleitos:  “Pareciera que hay una voluntad unánime de los medios de comunicación de generar miedo y de generar pánico en la población, de generar una sensación de que no hay nada por hacer…   los medios de comunicación prefieren vender periódicos que cuidar la integridad, el futuro, la tranquilidad del Estado”. Será suficiente señalar que el día 6/Nov/2019, mientras Alfaro rendìa su informe y decía que todo marcha mejor, 16 personas fueron asesinadas en Jalisco (Mural 7/Nov/2019). Además de que ‘cuidar la integridad, el futuro y la tranquilidad del Estado’ son deberes de él, no de la prensa.

El presidente pues no puede eludir como hasta ahora la aplicación del ESTADO DE DERECHO de lo contrario continuará como un violador de la ley y su protesta del 1º de diciembre de 2018 se convertiría en prueba en su contra, le haría sujeto de juicio al negarse a cumplir y hacer cumplir la ley. Confundir la aplicación de la ley con reprimir, ni siquiera un alumno de primer año de derecho le pasaría por alto.

Por si no fuera suficiente todo lo anterior (y errores que no se dijeron ante la falta de espacio), el asesinato de nueve mujeres y niños de la comunidad Le Barón en Chihuahua le exhibieron y exhibieron a su 4-T a nivel mundial, como un gobierno fallido e incapaz. Un gobierno ornamental en el que las bandas y los criminales (en general), con o sin organizar son los que mandan, que tienen a la población aterrorizada e indefensa (con más de 30,000 asesinados en lo que corre del año 2019) y al gobierno de rodillas, que apenas se atreve a amenazarles con acusarlos con su mamá y abuelas. Concluimos: aunque no le guste al presidente, les es necesario volverse institucional y someter a la violenta fauna delincuencial al imperio de la ley. No es represión, es lo que dicen la Constitución y los Códigos y si no los quiere obedecer, es tiempo que deje el cargo. Urge poner orden en México.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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Aunque es actor importante en el actual drama mundial, sobre todo para los mexicanos que están conscientes del daño que está ocasionando su gestión, hoy no hablaremos exclusivamente de AMLO, sino del estado que guarda la sociedad humana en general.

La violencia estúpida que hunde a la sociedad en Chile, Bolivia, España, Ecuador (en días recientes), Hong Kong, Irak, Líbano y México, entre tantas otras, es síntoma de enfermedades sociales casi en grado terminal, que de no atenderse a tiempo y con la medicina adecuada, carecen de un futuro promisorio; aunque gobiernos y promotores de ese modelo social aseguren lo contrario y digan que están haciendo lo correcto. Lo mismo creen sus violentos detractores.

     El pretexto para dar rienda suelta a los instintos bestiales de la turba puede ser legítimo (como es el caso de la tarifa en el Metro de la ciudad de Santiago, en Chile), sin embargo, cuando se somete la turba al escáner de la verdad, este arroja otros resultados que nada tienen que ver con la tarifa del transporte. La insatisfacción interna de la turba, así como su furia reprimida, son otra cosa; producto de una formación sin disciplina, de no aceptar jamás la opinión ajena y menos si viene de una autoridad; que si bien se equivocan con demasiada frecuencia, hay mecanismos legales para hacerle saber su desacuerdo.

Pero no se trata de eso. Se trata de echar desmadre, violencia, destruir por destruir, rebelarse contra todo poder legítimo (o ilegítimo), así fueron educadas ya las nuevas generaciones. La psicología, disciplina que no es ciencia, contribuyó enormemente para cuestionar y deshonrar las instituciones que sostuvieron por miles de años la civilización. No se diga el ataque contra la fe judeocristiana, que entre Nietzsche, Camus, Sartre y otros muchos de sus acólitos, cuestionaron y metieron a las aulas hasta sacar a Dios, primero de las escuelas y finalmente de la mayoría de los hogares, quedando apenas dos remanentes, antagónicos con vida que se mantienen firmes (antagónicos a causa de sus creencias, aunque para los incrédulos sean lo mismo).

    Los primeros, que son los más, son los que conservaron la fe sostenidos en la tradición y la simple costumbre. Los segundos, los que creyendo solamente en Dios y las Sagradas Escrituras, nutren su fe del mensaje divino sin transigir por tanto con las conductas del ateísmo pragmático de la aldea global, repudiando a la vez el sincretismo de la tradición y las costumbres, lo que les convierte —quiérase o no—, en objeto cotidiano de discriminación. Es difícil para el incrédulo carente de orden y disciplina, tener frente a sí, vidas que le representan todo lo que él fue enseñado a rechazar. Claro, le muestran sin palabras un modelo de vida que le dijeron no es posible, pero que la realidad le exhibe otra cosa. Una realidad que le muestra un mundo superior en el plano espiritual que él desconoce y rechaza sin bases valederas.

Las masas de hombres (y mujeres) posmodernos que se rebelan ante todo y por todo, que aseguran ser tolerantes, pero que conceden más valor a las mascotas que a las personas; que no paran de hablar de libertad y gran parte de ellos son esclavos de vicios, drogas y pasiones desbordadas; que son ciegos sin embargo en lo que sucede al otro, al prójimo, a su entorno social. Su ligereza de pensamiento y formación egoísta les ha conducido a esa invidencia.

    Esto se observa claramente en la necedad e intransigencia de los manifestantes profesionales, que reclamando “derechos” pisotean con furia y  menosprecio los derechos de la mayoría, destruyendo a su paso lo construido con el esfuerzo y dinero de los que trabajan y observan la ley. Incapaces de razonar a causa de su espíritu violento, pasan de largo y destruyen como marabuntas o hunos de Atila cuanto encuentran por su camino, sin pensar siquiera que los GOBERNANTES JAMAS CONSTRUYEN NADA CON SU DINERO (al contrario, buscan la manera de llevarse lo más que pueden), de manera que lo que destruyen es parte del patrimonio social, del esfuerzo e impuestos  pagados por los que SI trabajan (y carecen de tiempo y educación para andar de vándalos).

No ven jamás el daño a los bienes del otro, al tiempo del otro, al traslado del otro, a su vehículo, al enfermo en traslado, al que perdió el trabajo o la cita para tal. Se abrogan derechos sobre todo cuanto existe a su paso, pisoteando en su soberbia e intransigencia el estado de derecho y la libertad de los demás que siempre son mucho más que ellos y violando abiertamente el artículo 9º constitucional (en el caso de los mexicanos), entendidos que en cada país la turba viola su propia ley.

Y es que, al repudiar los valores que por milenios sostuvieron la moral pública y privada, rompieron el orden. Simplemente: ¿dónde quedó el Decálogo? ¿Cómo entienden gobiernos y nuevas sociedades el mandato de no matar?, si en nuestro país se cometieron al menos 34 mil asesinatos en el año 2018 y en lo que va del presente van 26,629. Es aberrante e inaceptable que gobierno y nuevas sociedades se interesen más por los ‘derechos humanos’ de los delincuentes que por la detención y proceso de los mismos (ni qué decir del olvido para las víctimas y la reparación del daño), promoviendo una impunidad jamás vista.

Ante la falta de espacio, nos limitamos a señalar que hay un engreimiento a causa de conocimientos y posturas políticas que han mostrado su fracaso total. Un fracaso que es probable no sea aceptado y mucho menos reconocido, y que si llega a suceder, quizá sea demasiado tarde (la soberbia siempre será mala consejera).

En su maravillosa y sorprendente obra, con maestría y sarcasmo, George Orwell describe un sistema político imperante muy semejante al que padecemos. Entre otras cosas que critica su anti utopía, es por cierto las premisas del gobierno dictatorial de su novela: “LA GUERRA ES PAZ, LA LIBERTAD ES ESCLAVITUD, LA IGNORANCIA ES PODER”,

En su libro 1984, escrito entre los años de 1947-48, se considera a la historia un enemigo peligroso, fuente de ideas que la nueva sociedad no debiera conocer, razón por la que el gobierno dictatorial crea el “Ministerio de la Verdad”; dependencia en la que todas las cosas (incluida la literatura) se están reescribiendo: “Por lo tanto, la historia se vuelve a escribir sin cesar. Esta falsificación día a día del pasado… es tan necesaria para la estabilidad del régimen”, de ahí que en otra parte la obra advierta: “quien controla el pasado controla el futuro, quien controla el presente controla el pasado” ¿Algo así como que los que mataron al empresario Garza Sada ahora quieran presentarlos a las nuevas generaciones como supuestos héroes?, sobre todo si se toma en cuenta que algunos de los que le gritaban al último presidente emanado de la Revolución Mexicana –al pasar por abajo de su balcón en Palacio Nacional durante sus manifestaciones (1968)-: “¡no queremos Olimpiada, queremos revolución!” (tomando como modelo la soviética y la cubana y repudiando la nuestra, que costó un millón de vidas) ¿Querrán controlar el pasado también y reescribir la historia nacional?

Como humanidad hemos caminado mucho trecho, una larga historia nos advierte lo bueno, lo regular y lo malo que hemos hecho. Lamentablemente hemos llegado a un punto en que como en la novela de Orwell muchos gobiernos pretenden engañar a sus gobernados a través de un maniqueísmo vulgar y absurdo, mientras que las turbas carentes de visión y disciplina alguna intentan sumir a la aldea global en el caos. Cabe aquí la pregunta que se hiciera al respecto el rey David y con esto concluimos “¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se reunieron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y rebelan contra su Ungido (Mesías)” (Hechos 4:25-26).

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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