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Pensar que de ganar las elecciones López Obrador y sus huestes cambiarían era un acto de ingenuidad, un salto al vacío, pues como advierte la sentencia divina “no puede un árbol malo dar buenos frutos” o como dice el profeta Jeremías: “¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer el bien, acostumbrados a hacer el mal?”. Considerar que solo por decir que ya había cambiado, cuando sus hechos y las amistades del entonces candidato, gran parte de ellas eran de pésimo testimonio social, era una especie de suicidio de la razón. Queda claro que la ley de grupo se impuso. Los lobos jamás podrán ser ovejas.

    En un país harto desde su nacimiento de la corrupción; mal incrustado en gran parte de la sociedad en la que muchos de sus miembros tienen una doble o triple moral, que si llegan al cargo público lo que tanto criticaban en ellos se justifica porque “hay que aprovechar la oportunidad”; el prometer todos los días y a todas horas que combatiría tan arraigado cáncer social, logró que muchos bajaran las defensas del intelecto y siguieran al de Macuspana.

    El primer día de su desgobierno, AMLO se mostró tal cual es, un incrédulo aun cuando un grupo de pastores evangélicos (que no protestantes) le recogieran como uno de los suyos saliendo a la Plaza de la Constitución y arriba del templete, se arrodillara ante brujos indígenas para que le hicieran una limpia y le practicaran ritos paganos. Ese día ratificó ser quien siempre ha sido.

    Y para que no quedaran dudas de que era el mismo de siempre, exhibió al regiomontano que usó para engañar a bobos e ingenuos en las elecciones del año 2018 (Alfonso Romo), cancelando el Aeropuerto de Texcoco mediante una falsa y amañada encuesta, ofreciendo a cambio un aeropuerto patito y mintiendo al pueblo con los daños de la cancelación del NAIM, pues como declaró esta semana la Auditoría Superior de la Federación dichos daños se triplicaron, subiendo hasta los $331,000’000,000 trescientos treinta y un mil millones de pesos. ¡Mejor lo hubieran terminado, era una obra que se iba a pagar por los usuarios, en cambio Santa Lucía será a cargo de todos los mexicanos!

    Apenas pasaron unos meses, algunos de los integrantes de su gabinete renunciaron ante aquel desorden; baste recordar al secretario de Hacienda, al director del IMSS, al titular de ese mamotreto llamado Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, quienes prefirieron dejar los cargos antes que ser cómplices de la farsa y corrupción, pues como señalara Jaime Cárdenas en su renuncia: “Encontramos al inicio de nuestra función probables irregularidades administrativas procedimientos de valuación que no garantizan los principios del artículo 134 constitucional (el mayor beneficio para el Estado), mutilación de joyas, contratos favorables a las empresas y no al Indep, y conductas de servidores públicos contrarias a las normas. En consecuencia, hemos presentado denuncias administrativas del órgano interno de control. 2. Por la manipulación de distintas piezas de joyería, hemos presentado las denuncias penales a la Fiscalía General de la República”.

     Llegada la epidemia de coronavirus los mexicanos nos enteramos de las raterías del hijo de Manuel Bartlett, quien vendió al gobierno 20 respiradores a $ 1 millón 550 mil pesos c/u, mientras que ventiladores iguales eran comprados a  $880 mil pesos ¿lucrar en una situación semejante y de tan ruin manera no es a todas luces condenable? Pero no son iguales, afirma a diario el presidente.

    La opinión pública también se enteró de la fortuna del papá y ahora director de la CFE. Un hombre con un imperio inmobiliario, con una insultante fortuna de cientos de millones de pesos; prototipo de la falsa izquierda que dizque gobierna México, pero que solo lo explota para su beneficio. De labios enemigos jurados de la riqueza, pero en la práctica adoradores del becerro de oro; que como decíamos de ellos en los años ’60, “arengan con la izquierda como Carlos Marx, pero amasan con la derecha fortunas como Carlos Trouyet” (un famoso banquero de la época). Díganlo si no la Sra. Eréndira Sandoval (Función Pública) y su marido John Ackerman, cuyos numerosos y costosos bienes les exhiben como parte de los burgueses que tanto critican.

     Falsos y banales en todas sus acciones, prometieron acabar con la corrupción, y sí lo hicieron, pero con la de los anteriores para implantar ellos nuevos y más rápidos métodos. Sin olvidar que también es corrupción contender por cargos de enorme responsabilidad sin tener la formación y los conocimientos necesarios.

     Un ejemplo: PEMEX, dirigida por un agrónomo, tan solo en 2019 y 2020 perdió nada menos que $829,000’000,000 ochocientos veintinueve mil millones de pesos lo cual en cualquier otro país de leyes ya hubieran caído y sido enjuiciados. Corrupción es mantener esta empresa en quiebra a cualquier precio, con la complicidad del personal y el sindicato, todos con salarios y prestaciones superiores a empresas europeas, con una improductividad imperdonable, pero que políticamente son aliados de López Obrador, quien para sostenerse requiere de cuanto grupo le apoye, y si son belicosos y dañinos para el país, cuánto mejor.

     Y de acuerdo a la Revista Forbes. la CFE perdió tan solo en el primer trimestre de 2020 $121,799 millones de pesos (3/Jul/2020). Claro, con un político en la dirección que no tiene la menor idea de cómo mantener y mejorar una empresa fundamental para el desarrollo y progreso del país. Pero que sí sabe como negociar la complicidad de los empleados y de un sindicato cuyos sueldos, prestaciones y jubilaciones son varias veces por encima de lo que gana cualquier mexicano. De ahí su fidelidad a la 4-T. No quieren perder su vida de jeques.

     Siempre mintiendo al pueblo, escudándose en encuestas que solo él conoce, López Obrador comenzó a desmantelar instituciones y organismos públicos, todo al escudo de la lucha contra la corrupción, falsa bandera con la cual ha cometido los peores atropellos jurídicos y traición a la Patria, llevándose cantidades estratosféricas de dinero a otros rumbos y SIN RENDIR CUENTAS  NADIE pues para eso nombró a personas sometidas a sus deseos por encima de lo que diga o pueda decir la ley. El es la ley.

     Esta semana se hizo público que en el año 2019 el gobierno de AMLO tuvo un faltante de $67,000’000,000 sesenta y siete mil millones de pesos (y faltan las cuentas del 2020). Es tal la corrupción y desorden en este remedo de gobierno que solo por mencionar algunos casos de 2019: en SEGALMEX desaparecieron 3,000’000,000 tres mil millones de pesos; en el Programa de los ‘servidores de la nación’ (eufemismo para nombrar a las brigadas castristas) inconsistencias por otros 561 millones de pesos; en la Secretaria de Economía no pudieron acreditar el destino de más de $2,000 millones de pesos (de supuestos microcréditos), así como otros $1,000 millones de pesos en sueldos sin acreditar. En el asunto de los ninis ni qué decir ¡Hasta los muertos están becados! La lista continúa, pero falta espacio, como también falta que se audite el 2020, año en que AMLO ha desviado verdaderas fortunas a rubros y fines desconocidos por el pueblo mexicano (al que esta obligado a rendir cuentas, Pues ganó unas elecciones, NO COMPRÓ EL PAÍS).

     En el CONADE una auditoría le encuentran a Ana Gabriela Guevara nada menos que irregularidades por $187 millones de pesos (1,287 muestras de antidopaje sin comprobar, 29 entrenadores cubanos que nunca han venido, 3 perros de vigilancia que nadie vio, contratos de comedores inexistentes, gastos de ceremonias inflados, etcétera.

     Pero los de la 4-T no son iguales, lo repite el presidente todos los días. Por supuesto que no son iguales ¡Son peores! La fórmula del nazi Goebbels de repetir una mentira hasta convertirla en verdad es falsa. Una mentira siempre será una mentira y los corruptos son corruptos, aunque pretendan disfrazarse de izquierdistas pues su ADN político les exhibe como simples y vulgares anarquistas ajenos al trabajo y el orden. Concluimos, y ya que el presidente se dice ‘cristiano’ se le recuerda la advertencia Divina: “¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes…? pues tú aborreces la corrección, y echas a tu espalda mis palabras. Si veías al ladrón, tú corrías con él, y con los adúlteros era tu parte” (Sal 50:16-18) ¿O no, Salgado Macedonio?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

 

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La locuacidad de López Obrador carece de frenos y límites. A tal grado llegan sus mentiras y cinismo que se considera (con la seriedad necesaria) si está realmente sano de la mente, ya que no es posible llegar a los excesos a los que se ha atrevido. De hecho, no hay día que no mienta, todos, sin excepción inventa una realidad alterna, como tampoco jamás acepta sus yerros, del tamaño que sean. Siempre tiene a la mano la acusación para el otro, la descarga de la responsabilidad propia en el prójimo; genio del escapismo moral y de la responsabilidad oficial a sus cotidianos yerros, no pocos de ellos graves o muy graves.

Uno de ellos es la estrategia implementada para enfrentar la pandemia del coronavirus, si es que se puede llamar así a la improvisación, indolencia, tacañería y el valemadrismo. Más de 400 mil muertos en el país, con un promedio de 1,500 diarios en las últimas semanas, 10 mil contagios también diarios, hospitales saturados y sin los medicamentos suficientes y necesarios, con carencias de implementos y equipos para enfrentar esta terrible plaga, son los resultados de un gobernante y un gobierno que no estaba preparado para hacerlo, ocasionando en su atrevimiento e indolencia daños terribles a México hasta ahora no cuantificados e irreparables (que como ya se dijo solo de muertos por el coronavirus superan los 400 mil, siendo el país con el índice de mortalidad más alto en el planeta).

Lo peor de todo es que en medio de este cuadro dantesco en el que se encuentra el país, con hospitales colapsados y los panteones a rebosar y con largas filas de carrozas ya sea para sepultar o para incinerar los cuerpos (la mayoría a causa del coronavirus), el pasado día 15 en rueda de prensa, López Obrador se atrevió a decir “que le gustaría pasar a la historia como EL PRESIDENTE DE LA SALUD ¿En verdad, es en serio? ¿Cómo entender semejante atrevimiento? De plano, o está mal de sus facultades mentales o es una persona cínica y sin escrúpulos, un ser ególatra hasta lo irracional, incapaz de medir sus acciones y palabras.

Sin embargo, y como es costumbre en él, jamás concede paso a la auto crítica, al contrario, a la manera de Eva y Adán siempre proyecta la culpa en otros, así que para construir su fantasía de ser “el presidente de la salud”, echó mano de nueva cuenta a su gastadísimo (y falso) discurso contra la corrupción, intentando con ello cubrir su TERRIBLE FRACASO para ENFRENTAR LA PANDEMIA: “No obstante… este proceso está lleno de obstáculos que hay que ir brincando, pero lo más importante es no cansarse, (nuestros) adversarios los corruptos apuestan como estrategia que nos desmoralicemos y aceptemos que no se puede o que hay que transar, no nada, seguir adelante, transformado, y haber quien se cansa primero” (El Universal, 16/Feb/2021).

¿De qué habla el presidente? ¿En qué mundo vive? Incapaz nunca de aceptar sus cotidianos yerros, sus decisiones improvisadas y no pocas veces absurdas y contrarias a las necesidades, ya olvidó que con precisamente por sus decisiones anteriores a la llegada de la epidemia y las tomadas para enfrentar ésta, SON LA CAUSA DIRECTA DE LA HECATOMBE, de este exterminio u holocausto, que pudo evitarse (en un gran número de muertes y contagios) si se hubiesen tomado las medidas sanitarias adecuadas. Pero no, se impuso la tozudez y miserable visión política del mandatario, cuya mente no conoce la diferencia entre éste y el mandante. Tiene complejo de dueño.

¿Ya se olvidó que fue él precisamente quien destruyó —con el pretexto de una corrupción que no ha combatido excepto de saliva— las redes de compras y distribución de medicinas que llevaron décadas para implementarse? ¿Ya se le olvidó que encargó las compras de medicamentos a personas fieles a él, pero que no tenían ninguna relación ni conocimiento con las medicinas, su uso, necesidades, requerimientos de temperatura, transportación y distribución a nivel nacional? ¿Ya se le olvidó que dejó de inmediato sin medicinas a los niños con cáncer, a diabéticos y otros enfermos? ¿Ya se le olvidó que a causa de sus pésimas decisiones las cirugías (esperadas por largo tiempo por los pacientes) o se pospusieron o se cancelaron? ¿Cuántas muertes no contabilizadas aun por estas decisiones?

¿Es su amnesia o simple cinismo recordar que fue él quien canceló el Seguro Popular?, un servicio que siempre se concedió a los que carecían de Seguro Social y que proporcionaba Salubridad (Secretaría de Salud), seguro al que Vicente Fox le agregó un costo de $1,000 pesos anuales y le puso nombre, pero que a decenas de millones de mexicanos les era benéfico y necesario, eliminándolo con el INSABI, un mamotreto que solo existe en la mente del tabasqueño.

    ¿Ya olvidó el presidente que fue él, y solo él, el que nombró al merolico López Gatell, que aunque cuenta con buen currículum, su personalidad es de político al estilo Morena, pero no de un científico necesario para enfrentar a tan terrible plaga. Por lo que en su momento tanto el presidente López Obrador como su delfín López Gatell tendrán que rendir cuentas de tantas muertes y tantos infectados (que pudieron evitarse).

¿Ya olvidó el presidente que tuvo cuando menos tres meses para prepararse antes de que llegara la epidemia de coronavirus y no lo hizo? ¿Ya olvidó que minimizó las cosas a su llegada diciendo de manera pública que ‘se abrazaran?, ‘que salieran a comer’, ‘que no pasaba nada’…

     ¿Ya olvidó el presidente que para no desviar dinero de sus obsesiones políticas (electorales y electoreras en primer orden) no quiso gastar en pruebas para detectar contagios, como tampoco en adquirir equipos, medicamentos y vacunas (como lo hicieron todos los países que ya están muy avanzados en las vacunas), y que las pocas que nos llegaron no las compró, sino que se las regaló su amigo el golpista Donald Trump?

      ¿Ya olvidó el presidente que se opuso —y sigue oponiendo— al uso de medidas sanitarias para evitar los contagios, como es el caso del cubrebocas, provocando con su mal ejemplo confusión y promoviendo conductas antisociales en sus seguidores colapsando con ello hospitales y la economía nacional?

      ¿Ya olvidó el presidente que a causa de su pésima estrategia la economía del país se colapsó?, que tardarán varios años, cuando menos un lustro, para volver los negocios al punto en que se encontraban al llegar la pandemia; y que para ese momento la economía lejos de crecer había quedado en 0.1 por ciento (y en el 2020 bajó hasta el -8.5).

¿Ya olvidó el presidente que durante el azote de esta peste posmoderna llamada coronavirus no ha tocado a las bandas delincuenciales y tanto la Guardia Nacional como el Poder Judicial se convirtieron meros adornos de costo multimillonario?

Y podríamos continuar con la lista, pero el espacio obliga reducción, terminando con una pregunta por demás molesta e hiriente para prácticamente la mayoría de los mexicanos, no se diga para todos los que han perdido familiares o han enfermado (excepto para sus cómplices y lacayos) ¿El presidente de la salud? ¡Por favor, ya es demasiado…!

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

 

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Parafraseando a Shakespeare, su maravillosa y confrontadora obra Hamlet nos permite tomar este breve texto y trasladarlo de Dinamarca a la ciudad china de Wuhan, sitio donde apareció esta terrible plaga llamada CORONAVIRUS, que al inicio se consideró se trataba de un problema y contagio local, resultando a la distancia un virus letal (con demasiados síntomas y demasiadas complicaciones; una especie de coctel de bichos malos) que tiene aterrorizada a gran parte de la humanidad.

    Se consideró como ya se dijo, que se trataba de un virus más, sin embargo, visto a la distancia y con el manejo político y mediático que le dieron los chinos, el asunto abre la puerta a otras conjeturas ajenas a lo que ellos dijeron. El confinamiento obligado para su gente es entendible y creíble, lo que no es creíble es que hayan construido un enorme hospital en tan solo 10 días en Wuhan (presentando todos los días supuestas escenas y tomas de la construcción). Advertidos de su manera de manipular y controlar las cosas y las mentes, lo creíble es que en 10 días dieron a conocer videos hasta la conclusión, lo que de ninguna manera significa que las cosas hayan sido así. Nadie de occidente fue testigo. Hacer los planos, diseñar cimentación, redes hidráulicas, eléctricas y todas las redes e implementos propios de un hospital de semejantes dimensiones, así como su equipamiento, todo en 10 días, es literalmente imposible. Son inteligentes, pero no son dioses. Sin duda que desde antes tenían los planos y su construcción solo ellos saben cuanto duró.

      Ante falacia de semejante tamaño, con apenas 3,869 muertos a causa del coronavirus en Wuhan cuando tan solo en Jalisco ya van 9,469 decesos, los hechos y evidencias muestran otra dirección del tema, que para ser concisos, sugiere el inicio de una guerra bacteriológica; guerra que obviamente incluye comercio, economía, poder geo político y reducción de población. Sobre todo si se toma en consideración que el entonces presidente Trump tenía una postura hostil contra China, atacando un día sí y otro también su economía y refiriéndose a ellos con manifiesto desprecio.

     La cuestión es que el virus se propagó muy rápido fuera de las fronteras de China, que si se considera una guerra bacteriológica, sí se explica el avance tan rápido de la enfermedad. Epidemia que según dicen los chinos apareció en un mercado de Wuhan y se originó en los murciélagos.

     Desechando las absurdas e incluso estúpidas teorías de conspiraciones, pero sin perder de vista la maldad del ser humano y la perversión de los políticos de casi todas las razas y corrientes, la posibilidad de la manipulación del virus en un laboratorio no tiene nada de descabellado. En todo caso la realidad actual que nos presenta la pandemia nos recuerda aquella caricatura seria y con mensaje creada en 1940 por Walt Disney, en la que Mickey se mete de «aprendiz de brujo» y logra entrar en ese mundo, sin embargo sus trucos se salen de control provocando un caos absoluto (“Fantasy”); caos que como se aprecia ya se percibe en muchísimos países; excepto en China, que se encuentra en calma y disfrutando de la normalidad.

    Volteando las hojas del calendario, cuando Wuhan estaba bajo la epidemia, los noticieros en México decían que personas de origen chino compraron todos los cubrebocas en existencia. Un par de meses después México compraba a China cargas completas de equipos de protección para médicos y personal de hospitales, respiradores, cubrebocas, vacunas (para cuando estuvieran listas), etcétera.

   Durante casi todo el año 2020, Estados Unidos, Europa, México y muchos otros países cayeron bajo las garras del coronavirus, saturando los hospitales y acabando con sus economías y la estabilidad de sus sociedades, destinando todos sus esfuerzos y fortunas a la atención de la pandemia, que, de ser una guerra, el ganador está a la vista de todos (si es que en una cosa así puede realmente considerarse ganador a alguien).

     Hagamos un breve recuento histórico que nos ayude a entender lo que sucede. Durante la guerra fría, el uso de armas convencionales creció tanto (y el negocio no se diga) que los propios actores (E.U. y Rusia) se espantaron pues el arsenal era suficiente para destruir muchas veces el planeta, así que además de realizar hipócritamente pactos de paz, enderezaron sus baterías hacia el campo de las armas químicas y bacteriológicas.

    Lamentablemente gran parte de las nuevas generaciones carece de los conocimientos suficientes, lo que les lleva a negar lo anterior, que si le agregamos las estupideces de los fanáticos seguidores de Trump (que ven conjuras por todas partes; capaces de defender el derecho a la vida, pero incapaces de ponerse un cubrebocas defendiendo su derecho); tenemos como resultado multitudes desinformadas incapaces de creer las políticas que las potencias implementan. Las lecciones de la historia no las conocen y la maldad del hombre la diluyen en una visión color de rosa de los derechos humanos que solo existe en su mente.

    Faltos de espacio y recordando que el gobierno de Hitler implementó como política pública el extermino de los judíos, los comunistas, enfermos mentales, gitanos, y otros grupos, traemos a la memoria dos casos emblemáticos de la guerra bacteriológica. El primero ocurrió en los años 60 y 70 del siglo pasado. Un experimentado periodista francés, asignado como corresponsal a Washington, describió en esa época y con lujo de detalles, el escenario legislativo y las razones de estado para justificar y mantener tanto las armas químicas como las bacteriológicas (arsenal en el que cabe perfectamente el coronavirus y otros):

 

“Richard Nixon había encontrado el medio de ir, a poco precio, por encima de los deseos de su oposición liberal y de la comunidad internacional… Renunciaba completamente al uso de armas bacteriológicas mortales hasta en respuesta a la utilización de tales armas contra Estados Unidos. Limitaba la investigación en ese campo de los medios de defensa e inmunización. Y ordenó al Pentágono estudiar los medios de desembarazarse de los depósitos de armas bacteriológicas que había acumulado. ‘La humanidad guarda ya entre sus manos demasiados gérmenes de su propia destrucción’… En el Pentágono, los jefes de estado mayor tomaron ese revés con filosofía… Las decisiones presidenciales dejaban prudentemente la puerta abierta a la utilización de armas químicas no mortales… Las substancias mortales no constituían más que una pequeña parte del arsenal químico del Ejército americano” (Claude Moisy: E.U.A en Armas, Editores Asociados, México 1972, págs. 357-358).

 

   El otro caso es más reciente, ocurrió en el año 2005 durante un viaje del entonces senador Barack Obama a Ucrania, acompañado del también senador republicano Dick Lugar; quienes visitan en la ciudad de Kiev el Centro de Control de Enfermedades, sitio en el que una mujer con bata y mascarilla, saca del laboratorio unos tubos de ensayo del congelador sacudiéndolos cerca de la cara de Obama, quien le pregunta al traductor qué era eso:

 

“Esto es ántrax explicó el traductor, apuntando a la probeta en la mano derecha de la mujer. Aquella otra dijo, señalando la mano izquierda es la peste.

     Miré hacia atrás y me di cuenta de que Lugar se había mantenido al fondo de la habitación…”. Barack Obama: La audacia de la esperanza, Debolsillo, México 2018 (pág. 370). ¿Para qué quieren los rusos esos bichos?

 

    Los más viejos sabemos que durante la 1ª y 2ª guerra mundial el uso de sustancias químicas y otras armas no convencionales estuvieron presentes, no se diga en la guerra de Vietnam y otros países del sudeste asiático. Pensar que los gobernantes no se atreverían a modificar un virus en laboratorio es algo por demás ingenuo. Algunos ciertamente jamás lo harían. Sin embargo hay otros que se atreven a todo cuanto esté a su alcance. El poder los enloquece y pierden toda proporción y sentido de humanidad.

   Con la aparición del CORONAVIRUS además de la tragedia para muchos de los pueblos, incluido México, algunos actores aparecieron en escena protagonizando papeles no concedidos. Es el caso de la OMS que de pronto ha pretendido ser el juez y rector de la humanidad, diciendo qué sí, que no, que vacunas sí y cuales no (cuando los propios laboratorios han aceptado carecer de protocolos y estudios en ciertos sectores de la población). En fin, una nueva geopolítica que parece anunciar entre líneas la existencia de una guerra bacteriológica.

     Una posible guerra que a nivel mundial ya ha cobrado 2’382,634 muertes, en México más de 400 mil (un promedio de 1,500 diarias en las últimas semanas; en Jalisco también unas 120 diarias) y que tal parece que solo Estados Unidos y algunos países de Europa están atacando con firmeza y un plan verdaderamente estratégico; cosa que en nuestro país no ha sucedido pues ha prevalecido el manejo político y la ciencia ha sido desechada. Por eso las graves consecuencias.

Habrá que entender que este tipo de guerras, como el espionaje, jamás se pelean abiertamente, son supletorias y derivadas de las guerras convencionales. Así que como dijimos al principio… “¡Algo huele mal en Wuhan!”

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Sus mentiras e incapacidad están acabando con el país. Cuando era candidato a la presidencia criticaba rabiosamente la violencia que se padecía, prometiendo que de ganar las elecciones acabaría con el derramamiento de sangre y por tanto con la violencia. Una de sus muchas e incontables mentiras. Ganó las elecciones y los violentos son los amos del país. Ni siquiera la pandemia intimidó a esas hienas disfrazadas de humanos a los que el presidente López Obrador no toca ni con el pétalo de una rosa. Para ellos “abrazos, no balazos”, así lo dijo públicamente (y es a los únicos que les ha cumplido)

Piensa mal y atinarás, advierte un viejo refrán. En el caso de AMLO el refrán le viene como anillo al dedo, doce años de campaña, sin trabajar nunca en nada, excepto viajar y viajar como aspirante a candidato, de recorrer toda la república con un séquito, lo cual y dicho sea de paso, debió costar una fortuna multimillonaria, lleva a pensar que alguien le estuvo sosteniendo ese nivel de vida.

Y como los pobres no tienen para sostener y gastar cientos o miles de millones en giras de políticos ociosos (en 12 años eso era), habrá que voltear la mirada hacia otro lado. Hacia los empresarios definitivamente no, no suelen tirar su dinero ni gastarlo en trotamundos, aunque se digan políticos o se disfracen de próceres. Son personas que saben perfectamente como se gana el dinero y la necesidad de administrarlo. No se diga en un sexenio que lejos de protegerlos les considera explotadores, fifís, conservadores, etcétera.

Un ejemplo: miles de negocios cerrados por el gobierno (a causa del coronavirus) y sin ayuda oficial de ninguna especie, provocó que para cubrir nóminas, impuestos, rentas, luz, etcétera, empresarios y comerciantes acabaran con sus ahorros (lo cual le ha importado un comino a este gobierno indolente e incapaz que les ha llevado a la quiebra y tiene a otros tantos bajo esta terrible amenaza). Lamentablemente el presidente solo tiene interés de ayudar a los pobres, al pueblo bueno. Pero no a los que crean los empleos para los pobres.

Ese pueblo bueno que asesina, roba, extorsiona, que asalta, que toma casetas de autopista, que al amparo de usos y costumbres asesina doctoras sin que la autoridad intervenga, que asesina mujeres todos los días, que roba los combustibles de los ductos de Pemex, que descarrila trenes para saquear la carga, que roba camiones de carga, que siembra amapola, que trafica con armas, que vende drogas, que secuestra, que secuestra jóvenes para obligarlos a delinquir y si no lo hacen los asesina y mutila, que delinque de una y mil maneras, pero que por ser bueno y cercano al corazón de AMLO les concede una impunidad del 99 por ciento a sus fechorías, como también liberó de la cárcel a 3,322 de los pocos delincuentes que había detenido (argumentando la ‘pandemia’, cuando la pandemia nacional son ellos).

Pueblo bueno al que le ofreció abrazos y no balazos, pero que en el año 2019 asesinó 36,476 personas y en el 2020 asesinó a otras 35,484, dejando al país en un mar de sangre (en tan solo dos años 71,960 mexicanos asesinados). Pueblo bueno al que pertenece el decente señor Guzmán Loera (con el que el presidente se disculpó desde Palacio; sin que las familias de los casi 72 mil asesinados en su mal gobierno le merezcan atención alguna).

Pueblo bueno al que el presidente actual le justifica todo, atribuyendo sus muchos delitos a las desigualdades —y no a la maldad e inclinaciones perversas del ser humano, así como a la nula aplicación de la ley—; mientras que las clases medias se esfuerzan por hacer lo correcto y vivir dentro de la legalidad (aunque las desigualdades económicas, el coronavirus y los delincuentes les mantengan en un estado permanente de terror).

Pueblo bueno que mata policías, humilla soldados y les reclama por intentar destruir sus cultivos de amapola y mariguana, que organiza bandas criminales a las que el gobierno nomas clasifica y reconoce su existencia pero que no las toca, que organiza manifestaciones y toma edificios públicos destruyendo como hunos cuanto encuentra su paso, que roba autobuses de tres o cuatro millones de pesos para moverse y saquea las mercancías de camiones de reparto. Todo con absoluta impunidad por ser pueblo bueno.

Pueblo bueno al que pertenece la mamá del honrable señor Guzmán Loera, a la que para saludar es capaz de detener el convoy presidencial y atender a tan ilustre dama, mientras que a los que crean empleos no los recibe y a sus paisanos de Tabasco les inundó Villahermosa… ¡aunque, claro, y para que vean que todavía tiene algo de conciencia, les perdonó esta semana nada menos que 11,000’000,000 millones de pesos que adeudaban de luz a la CFE! (la cual se estuvieron robando —por consejo de AMLO—, desde el año 1995).

Pueblo bueno al que protegió el presidente soltando en octubre de 2019 al nieto de la mamá del referido Sr. Guzmán ¿Dónde tenía la cabeza el Ejército Mexicano al pretender capturar a tan honorable ciudadano? ¿Acaso el joven Ovidio Guzmán no es parte del pueblo bueno, de ese que enyerba y destruye vidas y familias con la maldita droga, porque detenerlo entonces?

Así que no resultando suficiente la desgracia de la pandemia para los mexicanos y los cientos de miles de muertes que ha provocado, el sufrimiento, la pobreza y demás; tienen además que soportar a los cientos de miles de asesinos y delincuentes a los que el gobierno de López Obrador no toca y sí protege (desde el momento que el poder judicial es apenas un oneroso ornamento, y un instrumento de venganza; el caso de Rosario Robles es un vivo ejemplo).

En uno de sus libros, el escritor y ex Gobernador de Jalisco, el Lic. Flavio Romero de Velasco, un hombre que supo y pudo poner orden, escribió: “Mucha es la sangre de los mexicanos, que sin provecho alguno, ha ido a parar a los albañales de la historia”, frase a la que podemos agregar, “y con ignominia” ¿No hay nadie en este remedo de gobierno que tenga valor para confrontar al presidente, de hacerle saber su fracaso y el estado real que guarda el país? Entre hospitales colapsados y sin medicamentos, con un cuerpo médico diezmado por la muerte y la prolongada fatiga, y una fauna delincuencial ASESINA y PERVERSA, la vida de los mexicanos se ha convertido en una pesadilla permanente, en un escenario real de terror. Tenga Dios misericordia de México.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Correo electrónico: mahergo1950@gmail.com

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