¿Y QUÉ APORTAN LAS CELEBRIDADES A MÉXICO?

Hemos llegado como sociedad a un punto donde se aprecia y luce lo antes reprobado, mientras que el esfuerzo y trabajo creativo son menospreciados. Se trata por supuesto de un fenómeno mundial. Un reflejo de cuán lejos estamos de lo justo y lo veraz, confundidos con lo que presentan los medios como “éxito” o “triunfo”.

     Se gasta en multimillonarias campañas para combatir el cigarro con un celo nunca visto, a la vez que se lucha con todo para aprobar la mariguana para “uso recreativo” ¿uso recreativo? Recreativo es llevar a los niños al parque, subirlos al columpio, bimbalete, volantín, que brinquen la cuerda, que corran, aprendan a remar en lancha en algún lago artificial (en Guadalajara aprendíamos a hacerlo en el parque Alcalde y ahora los Ayuntamientos, incluido el actual, son tan incompetentes y carentes de sentido social que apenas atinan para hacer negocio y rentarlo a particulares).

Se habla de proteger a la mujer y nunca en nuestra historia se había visto tanta maldad y violencia contra ellas. De los años sesenta hacia atrás, cuando la mujer era considerada el pilar moral y formador del hogar, su integridad corría a cargo de la sociedad toda, pues aunque siempre han existido los maridos golpeadores y abusivos, la inmensa mayoría además de ser respetadas y valoradas, cumplían un rol social importantísimo.

Vino la liberación femenina y lejos de mejorar su condición lo único que trajo (salvo excepciones que confirman la regla) fue el abaratamiento del mercado laboral. La mujer cobraba menos y era más cumplidora en el trabajo. Los maridos comenzaron a ser despedidos y con ello creció el desempleo (y los ingresos decrecieron), apareciendo un fenómeno no existente, ¡los maridos mantenidos! Perdón si a algún lector se le hace fuerte la frase, pero considero es la apropiada. En mi generación los hombres trabajamos en la calle para llevar el sustento a casa y las mujeres trabajaban en el hogar (incluso más duro que nosotros en muchos casos y etapas en la vida, para criar y formar los hijos).

Nadie se sentía explotado. Eran los roles naturales de la vida que por miles de años funcionaron. De hecho en las nuevas generaciones todos hablan de tolerancia; palabra que parece ser exclusiva de unos cuantos, sobre todo de homosexuales, drogadictos, pervertidos y demás. Y digo exclusiva porque cuando alguien expresa lo contrario a estos grupos (tan protegidos por la mayoría de los medios) no existe tolerancia para la disidencia de opinión.

A manera de breviario, por si no lo sabían algunos o el Alzheimer les llegó prematuramente, a los que tenemos más de 50 años nos enseñaron desde niños a ser personas de bien. Individuos útiles a la sociedad y a la familia, nutridos obviamente por los valores judeocristianos. En lo personal me llevó casi seis décadas entender y esforzarme durante todos esos años y asumir mi rol en la sociedad (tratando de ser una persona útil y de bien), y resulta que para los chamacos que creen dirigir la sociedad (eso piensan ellos), ese modelo social ya está caduco, ya no funciona ¿A sí, tan sencilla es la cosa? ¿Tiraremos nuestra vida a la basura para darles gusto?.

Debo señalar a nombre propio, aunque debe haber millones de mexicanos que piensan igual o muy parecido, que nosotros también necesitamos que nos toleren. Que a nuestros ojos nuestro modelo de vida (cosmovisión) se nos hace superior al de las nuevas generaciones. Los resultados saltan a la vista.

La cuestión es que en todo este relajo y choque generacional las llamadas “celebridades” no aportan nada o casi nada, a no ser que se trate de su mal ejemplo y vicios. En estos días un director de cine de apellido Cuarón, nada más porque le dieron el “Oscar” se trepó a los cuernos de la luna y se la creyó. En lo personal no le conocía pues dejé de ver cine a causa de su miserable temática (si exprimimos las cintas solo saldría semen y sangre), pero en esos días le vi con López Dóriga quien al preguntarle algo, el otro sacó su verdadero yo, su vulgaridad, creyendo que Joaquín le estaba “albureando”. Ese es el tamaño de esta celebridad.

El problema es que carecen de autoanálisis. El Oscar se lo concedió la política norteamericana por dos poderosas razones: la primera para ganarse a los “latinos” ingenuos que así creerán que ya se les toma en cuenta. Y la segunda, para que Washington le pueda reasignar recursos a la NASA que de tener 400 mil trabajadores en los años ’60, en la actualidad apenas emplea 17 mil (Mural, 12/ene/2014). En otras palabras, es el tonto útil para el proyecto del Pentágono.

¿Cómo se atreve este hombre a cuestionar al Presidente cuando ni siquiera vive en México? Vive en Europa en supuesto “autoexilio”. El, como otras “celebridades” del espectáculo, viven en el extranjero. Si en verdad amaran su país aquí se quedaban, aquí invertían su dinero y formaban sus familias. Es obvio que se fueron porque no les gusta. Punto. Están en su derecho.

En lo que no tiene derecho ni él ni otros que han decidido vivir fuera, es para decir lo que se debe o no de hacer; a criticar, sobre todo al Presidente actual, que dicho sea de paso recibió un país en crisis y en bancarrota (¿no saben las celebridades que entre Fox y Calderón crecieron la deuda pública más del 400%?). Que se ha tenido que enfrentar a mafias sangrientas enquistadas de varias formas en las instituciones y el poder público. Su tarea ha sido titánica y en múltiples frentes como para todavía soportar la vanidad de divos que ni siquiera son capaces de luchar por su país como lo hacemos todos los que aquí vivimos.

Si a las celebridades sus voceros oficiosos incrustados en los medios les magnifican todo lo que dicen, no necesariamente significa ni que la sociedad esté de acuerdo, ni que lo que están diciendo sea válido o veraz. Goebbels es el creador de la manipulación mediática y parece tener muchos alumnos.

¿En qué cabeza sana cabe que los viejos estamos de acuerdo con temas como homosexualidad, lesbianismo, drogadicción, violencia, etcétera, si lo vemos como un daño social grave, un deterioro en la conducta y por tanto un atraso con alta factura a pagar? Si algunos viejos les siguen el juego en no pocos casos es por miedo a la violencia verbal, física o económica de hijos y nietos. Lo recto y lo bueno siempre lo serán, no hay vuelta de hoja. Así que pensar como muchos de los viejos lo hacemos, también merece y reclama tolerancia ¿O nomás las celebridades puede opinar?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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