MEXICO: ¡ABRE LOS OJOS!

A los países como a las personas les pasan cosas semejantes. En su tránsito de vida pueden envejecer, enfermarse, caer en desánimo, indiferencia e incluso en depresión. Nuestro país por desgracia se encuentra sumido en una crisis que si bien se origina en el docenato Echeverría/López Portillo durante los años setenta y principios de los ochenta, medio se compone con Miguel de la Madrid y Salinas, lo cierto es que a partir del gringo Zedillo camina cuesta abajo, recibiendo el mayor daño en un siglo durante el docenato Fox/Calderón.

      La torpeza e ignorancia del primero, así como la arrogancia e ineptitud del segundo, destruyeron en gran medida el estado mexicano y sus instituciones, endeudándolo hasta el infinito y entregándolo prácticamente en manos de la fauna delincuencial de todo tamaño, con o sin organizar. Que como decía mi abuelo Vicente, “¡para que muerda lo mismo da perro que perra!”.

Como consecuencia de tan prolongada crisis, la desigualdad social abrió una gran brecha, además de desandarse un enorme trecho caminado y ganado a través de los frutos políticos de la Revolución social de 1910. Gran parte de la población mexicana se enojó (con justa razón) contra los gobiernos emanados del PRI, encontrando en ellos la raíz de todos sus males. Y aunque tal cosa no es verdad del todo pues otros factores, circunstancias, personas y grupos han contribuido para su precaria condición; grupos políticos y empresariales han contribuido cotidianamente para minar y derribar ante el pueblo la imagen del gobierno.

Ahora bien, el presente artículo no pretende “defender” al actual gobierno. No es el estilo ni la intención del autor. Lo que se pretende, aunque sea de manera modesta, es hacer conciencia del valor de mantener con vida al estado mexicano si es queremos sobrevivir, y el gobierno es la representación social de este, elegido por los medios democráticos existentes.

Desde el inicio del actual gobierno, algunos grupos y personas emprendieron una campaña sistemática en contra del gobierno de Peña Nieto, que no leía, que esto, que lo otro, hasta llegar al punto actual en que con el pretexto de los “desaparecidos” de Ayotnizapa  están incendiando el país (que esperamos que ellos mismos no los tengan ocultos a manera de táctica; qué casualidad que eran puros alumnos de primer ingreso). Desestabilizando el sur del país con la obvia intención de tumbar al gobierno federal.

No sucederá si los que trabajamos para que este país de mantenga de pie abrimos nuestra boca y externamos nuestra posición. De lo contrario, téngalo por seguro que los golpistas ya tienen el relevo ¿adivine quién? Exacto, ¡el Peje! Ese individuo enfermo de poder, ególatra hasta el extremo.

Bastará conocer cifras reales de la situación de Venezuela bajo el chavismo, para darse una idea de lo que le sucedería a México con ese hombre escaso de ideas constructivas y sobrado de ambiciones. Un hombre nunca ha trabajado en nada y el oficio de prócer no aparece en la Ley Federal del Trabajo (tan citada por él y sus huestes, por cierto, promulgada por el Presidente Gustavo Díaz Ordaz)

Apóstoles del ocio y zánganos de vocación, han enseñado a muchos jóvenes durante algunas generaciones a pedir todo sin aportar nada al país. Al contrario. Destruyen edificios públicos y privados, aulas, comercios, roban autobuses, toman y se roban el dinero de las casetas en las carreteras. En las universidades y escuelas que los ciudadanos pagamos con mucho esfuerzo y trabajo, los pupilos de esa falsa izquierda nociva y anarquista (originada luego del ´68), piden dinero como si el gobierno tuviera alguna cueva inagotable donde se reproduce ¿No saben siquiera que un estado se rige mediante un presupuesto elaborado por un Congreso, y que merced a tantos que no cumplen con su deber en el contrato social de sostener el país (que es como una casa, igual, pero en grande) al no pagar impuestos y los anarquistas exigir demasiadas cosas, el gobierno tiene que recurrir una y otra vez a pedir prestado? Si no lo saben ya deberían de saberlo.

     Si queremos que nuestro país no desaparezca, tenemos entre otras muchas cosas, que trabajar todos para sacarlo adelante, ajustarnos a lo presupuestado y que no se pida ya prestado. Con marchas y manifestaciones -pasadas de época y ajenas absolutamente al momento que vivimos- lejos de resolver algo se complica todo, baja la productividad, las inversiones, desalienta el empleo y algo peor, transmite a la sociedad en general un sentimiento de que todo está perdido.

Eso en cuanto a la sociedad mexicana, el pueblo, pues. El gobierno por su parte está obligado a poner orden en sus finanzas, a bajar los sueldos de tantos príncipes (ministros, magistrados, secretarios, directores, munícipes y demás bribones que en lugar de servir al pueblo se sirven de él) ¿Qué no aseguran que somos una democracia y hay ministros y magistrados con ingresos mensuales superiores al medio millón de pesos? Si eso no es robo, corrupción o como usted quiera, no sé cómo calificarlo. Urge además meter a la cárcel a tantos saqueadores del pasado inmediato puesto que la impunidad es la mejor invitación a delinquir.

A propósito de delinquir. El costo de la lucha contra la numerosa fauna criminal que azota este país de frontera a frontera debe ser en cifras con demasiados ceros. Sueldos, armamento, uniformes, aviones, vehículos, helicópteros, viáticos, etcétera, cuestan miles de millones y no fueran en este monto si los mexicanos optáramos por la ley y el orden, por rechazar tajantemente el consumo de drogas, si apoyáramos de palabra y obra al estado mexicano y no solo propinarle críticas.

Millones de personas hablan mal del Presidente Peña Nieto, la mayoría de ellos sin argumentos, tan solo por lo que oyen en la universidad, con los amigos, en los medios, en su círculo, pero pocos ciudadanos valoran el esfuerzo que este mexicano ha hecho por todos nosotros.

El Presidente Peña Nieto ha trabajado muy duro, le vimos en Guerrero durante y después del terrible huracán Manuel; hace unas semanas en Baja California Sur donde los daños por Odile superaron todo lo conocido, restaurando la energía eléctrica en unos cuantos días (luego de derribarse la totalidad de las torres, dañarse 1353 transformadores y 8000 postes) y restableciendo el agua potable, el aeropuerto, bancos y tiendas de víveres.

Téngalo por seguro que cientos de miles, sino es que millones, creen que de estar ellos en la presidencia lo harían mejor que Enrique Peña Nieto, quien ha soportado estoicamente el peso de tanta crítica malsana (falaz, la mayor de las veces) así como la enorme responsabilidad que conlleva. Estos presidentes –desaprovechados por todos nosotros-  abandonarían despavoridos el cargo una vez sopesada la catarata diaria de problemas nacionales a resolver. Claro, a no ser que se trate de un mentiroso, cínico e irresponsable como Vicente Fox le seguiría (a ver que negocios hacía y permitiría hacer). Concluimos pues en espera de que cada vez más mexicanos abran los ojos y expresen su repudio a los planes de los golpistas embozados, llámense como se llamen.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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