¿Y LOS CRISTIANOS NO VALEN?

Tan parece que gran parte de la Humanidad ha perdido el sentido común, el de justicia no se diga. La desproporción en los juicios emitidos permite ver el desequilibrio social, los afectos desmedidos por unos y el desinterés casi absoluto por otros.

Ver a padres que llevan a sus hijos amarrados con correas como si fueran perros y a perros paseando en carriolas infantiles, nos hace recordar a la clásica frase de Hamlet «¡Algo huele mal en Dinamarca!». Aunque, claro, la Dinamarca de la obra de Shakespeare es ya el mundo entero.

Todos, sin excepción, nos horrorizamos ante el ataque terrorista perpetrado el 6 de abril con armas químicas en la ciudad de Jan Sheijun, en Siria, en la que murieron 58 personas (Diario El País, España), y no es para menos, a los demonios que planearon y a los que perpetraron semejante maldad no puede considerárseles humanos. Son demonios, ni más ni menos, aunque prediquen a la deidad inventada por Mahoma.

Los medios de comunicación le dieron tal cobertura mundial a esta masacre que nadie puede decir que no se enteró de lo ocurrido. Sin embargo tres días después en las ciudades de Alejandría y Tanta en Egipto, dos terroristas islámicos se hicieron estallar dentro de iglesias cristianas (coptas) asesinando a 44 personas e hiriendo a más de un centenar. Crímenes a los que habrá que agregar que desde el año 2013 más de 40 templos cristianos han recibido ataques de los fundamentalistas islámicos.

¿Qué a cuál grupo pertenecían? Como decía mi abuelo materno, «para que muerdan lo mismo da perro que perra», es el daño. Lo que llama la atención en todo esto, es que Occidente no se quiere dar cuenta que le ha sido declarada una guerra religiosa por un amplio sector del mundo musulmán; como tampoco intenta tomar las medidas necesarias para evitar futuros ataques. Su fanatismo por una tolerancia mal entendida además de rayar en la estupidez, le está dejando vulnerable.

Ahora bien, llama también la atención la desigualdad en el trato para ambos casos de terrorismo. Al suceso de Siria la prensa mundial en pleno convocó a la condena, lo cual es correcto. Los diarios le dedicaron páginas enteras al igual que no pocos comentarios de periodistas calificados; no se diga la televisión y los medios electrónicos. Sin embargo a las masacres contra cristianos en Egipto no se le concedió la misma importancia. De hecho en uno de los diarios de Guadalajara la nota se limitó a un minúsculo espacio en la hoja internacional y al siguiente día nada. Como si lo ocurrido en Egipto careciera de importancia, como si las vidas de los cristianos no valieran lo mismo que la de los musulmanes.

En muchos países ser cristiano (católico, protestante, o miembro de alguna iglesia local) es vivir bajo la persecución y la marginación; cosa que no parece ya importarle a nadie. La antaño cristiana Europa no solo apostató de la fe (con las excepciones de siempre), sino que en su alejamiento del Dios de sus abuelos y ancestros, menosprecia incluso a los que por siglos fueron sus hermanos, dejándoles a merced de terroristas y criminales de todo tipo. La venta de hermosos templos cristianos en el viejo continente para convertirlos en hoteles, bares o negocios, es muestra de su repudio manifiesto contra las cosas santas.

¿Sociedades a las que les importa más el futuro de los migrantes musulmanes en sus propios países, que el de los cristianos alrededor del mundo, no es síntoma inequívoco de la pérdida de afectos, sentido común, y desinterés por el prójimo? Por señalar algo: en países como la India, Bangladesh, Laos, Bután y Vietnam ser cristiano es vivir al filo de la navaja. De hecho en la India 40 millones de cristianos viven sometidos a la discriminación y una dura opresión, según ha denunciado la Organización “Open Doors”.

Las masacres continuas contra cristianos en Africa negra (es una expresión histórica, no se asusten jóvenes) ya ni siquiera se comentan en los medios. La vida de los cristianos día con día está siendo tomada en poco por los medios e incluso en nada. Matar a cristianos ya no es noticia. Posición que desnuda como se dijo al principio la pérdida del sentido común y de justicia, trayendo como consecuencia el desequilibrio social, los afectos desmedidos por unos y el desinterés casi absoluto por otros.

Parece mentira que en pleno siglo XXI, el siglo de las comunicaciones y la tecnología, el más avanzado en ese sentido de toda la historia, muchos ni siquiera se han enterado de que Alá es una deidad inventada por el hombre, mientras que Yahwéh, el Dios de judíos y cristianos, es el Dios que se revela al hombre caído para rescatarle de su postración espiritual y redimirle. Transformarle día con día hasta hacer de la persona un hombre nuevo a semejanza de Jesucristo.

La profecía de Jesús acerca de los tiempos previos a su retorno parecen tener ahora su puntual cumplimiento: “…y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios”(Juan 16:2). Hace veinte siglos vino Jesús como Mesías redentor para que tuviésemos los hombres acceso a su reino eterno (todos, sin excepción, pero es una decisión personal y de fe). La cuestión es que no solo rechazaron la pureza del mensaje vivido por Él, sino que entre líderes religiosos y las fuerzas del imperio, lo mataron creyendo unos quedarse con la viña, y otros eliminando a un personaje incómodo.

     En el presente la suerte de los cristianos parece entrar en una etapa semejante, pues unos pretenden quedarse con la viña(musulmanes terroristas) y otros (gobiernos impíos e hipócritas), con la ayuda de los medios, no les importa en absoluto que eliminen a estas personas incómodas (cristianos). Y es que la luz siempre reprende a las tinieblas, por eso es que se puede afirmar, que para la prensa y muchos gobiernos, la vida de los cristianos no vale, les resulta molesta. Error del cual están a tiempo para rectificar.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

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