GUADALAJARA ¡NUEVA BABEL!

Narra el texto bíblico que la soberbia de los hombres de la ciudad de Babel había llegado a tal extremo que dijeron: “Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo”. Nada de poquiterias, una torre cuya cúspide llegue al cielo.

      Los que se creen ‘dueños’ de la capital de Jalisco, entiéndase gobierno municipal y constructores de torres, en su arrebato y ambición como los hombres de Babel han perdido toda cordura. Ayuntamiento y constructores tienen días anunciando en los medios lo que vienen haciendo de unos años a la fecha, lo que indica que ya no perderán el tiempo en guardar las reglas y escuchar las voces de la prudencia y sensatez, sino que sus instintos comerciales y ambiciones desmedidas no tendrán ya límites y para ello han creado nuevos planes. Logro cuestionable que solo anuncia la destrucción de la ciudad de Guadalajara a través de la inviabilidad habitacional.

      El jueves de esta semana apareció publicado en la prensa: “La comisión de Desarrollo Urbano aprobó ayer los nuevos planes parciales donde se proyecta la vivienda vertical en avenidas principales… Hablar de alturas máximas, dijo (Sergio Otal Lobo), no es posible, ya que estas dependerán de la extensión del terreno y su ubicación” (Mural, 7/Dic/2017). Es decir: la boca y el capital de los constructores será la medida. En la ley no dice así, pero en la interpretación “¿qué horas son? ¡las que usted quiera jefe!”.

     A tal grado han llegado en su exceso que el gerente de Residentes de Chapalita, que no es funcionario, sino empleado de los colonos, en un arrebato que demuestra su cercanía con Alfaro y amigos constructores declara sin recato alguno: “Estamos preocupados de cualquier intento de limitarlos porque estamos trabajando con planes de 2003 y con una manga muy ancha de los desarrolladores a través de juicios, impugnarlos sería un perjuicio”. Ya encarrerado declaró además: “En Chapalita… vialidades como López Mateos o Lázaro Cárdenas se prevén alturas considerables sin condicionantes de metros, incluso son zonas que pueden generar transferencias de derechos” (Ibid). ¿En verdad, la colonia y la ciudad podrían soportar semejante irracionalidad?

     No, si los preocupados somos los ciudadanos, no los funcionarios y constructores. En el caso de este hombre, lo cierto es que carece de toda autoridad legal y moral para hablar. Muchos de los que vivimos en la colonia no le concedimos el empleo, vaya, ni siquiera se nos mandan las circulares para enterarnos de lo que sucede y los últimos años todo se hace a espaldas de los vecinos (desconocemos si ha habido elecciones y cuando), al menos así sucede con muchos residentes de Chapalita, de manera que será mejor que en lo sucesivo declare como simple ciudadano, o como arquitecto, pero no a nombre de la colonia.

     Es tal el grado de ceguera y ambición que impera entre funcionarios y constructores de torres, que pasan por alto temas elementales. En primerísimo orden que la ciudad ya está saturada en sus vialidades, en décadas no se le ha invertido en infraestructura urbana fundamental (propia de una metrópoli como Guadalajara). En segundo, redes de agua potable y colectores son de los años sesenta, setenta y parte de los ochenta, ya que en lo sucesivo el presupuesto se les ha ido en altos sueldos, bonos, chalecos, bicicletas, mega aguinaldos, crecer la nómina de amigos, favoritas(os), futuros votantes, circo (presentaciones de artistas) y cuanta ocurrencia les ha venido a la mente para derrochar los dineros públicos, olvidándose totalmente de las venas y arteria ocultas de la ciudad, que dicho sea de paso, están a punto del colapso y no soportarían una ciudad “vertical” como pretenden.

      Permitir la construcción de torres en lugar de poner orden en la ciudad,  continuar autorizando construcciones innecesarias, saturarla con centros comerciales que ya no se requieren, achicar las pocas vialidades amplias para que las usen los ciclistas y muchas, pero muchas otras observaciones que los urbanistas (claro, que conocen la ciudad, su historia, redes de agua, drenajes, colectores y vialidades y que no tienen vínculos y negocios con los políticos), nos podrían hacer, nos indican que Guadalajara y su zona metropolitana de no frenarse este proyecto camina rumbo al caos.

      Quizá estamos pagando la aventura de haber permitido que llegaran a los gobiernos estatal y municipales tantos jóvenes. Su inmadurez y en no pocos casos la ambición y la locura que produce el poder, han hecho el daño que ahora lamentamos muchos y que pone ahora en riesgo nuestro futuro.

     En lugar de implementar políticas públicas que nos lleven a los tapatíos a una mejoría en nuestra calidad de vida, de aumentar las áreas verdes, de promover las ciudades y los pueblos para no saturar el área metropolitana: la visión comercial ha sobrepasado toda sensatez.

     A los constructores de la torre de Babel el Creador mismo descendió y les confundió en su lenguaje y con ello desinfló su enorme ego. Quizá a los constructores de la nueva Babel tapatía, edificios vacíos, sin capacidad de servicios a causa de drenajes colapsados e insuficiencia de agua potable, así como una ciudad paralizada en sus vialidades y enloquecida ante tantos problemas les hará saber que lo que pretender ahora es una perfecta locura ¿o usted qué considera lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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