Duele decirlo, pero, en verdad tenía más seriedad “La Tremenda Corte” de la radio de los años ’50 (un programa cómico desarrollado en un juzgado), que el grupo que pretende ocupar los sillones del Tribunal de Justicia más alto de la Nación. ¿Cómo aceptar en la presidencia a un sujeto que en su vida ha litigado en todas las materias, que pueda demostrar un currículo de décadas de litigio, y, por supuesto, de sólidos conocimientos en derecho (sí, porque se puede litigar mucho tiempo, pero no ser buen abogado), pero, sobre todo, de contar con décadas de experiencia profesional en la impartición de justicia? ¿Cómo? ¡Imposible!
El gobierno para hacerse del control total del Poder Judicial realizó la costosísima farsa de unas ‘elecciones’ para colocar en la impartición de justicia a gente de MORENA al igual que a simpatizantes y compromisos políticos, derribando con ello la República y la democracia, abriendo la puerta de par en par a la dictadura. Donde no hay justicia: tampoco hay democracia, ni estado de derecho.
¿Cómo esperar que personas que carecen de experiencia en la carrera judicial impartan justicia? Es tanto como poner en el quirófano, con bisturí en mano para una cirugía mayor, a una persona por el simple hecho de tener título de médico. Para ser ministro de la Suprema Corte de la Justicia de la Nación el título de abogado es apenas el boleto de entrada al mundo de la impartición de justicia, al que se habrá de agregar, además de una gran inteligencia, un conocimiento doctoral de las leyes mexicanas y sus procedimientos, una larga experiencia profesional en dicha impartición, pues no es lo mismo ser litigante que impartidor, y menos en ese alto cargo.
El primero sólo ve por su cliente. El segundo tiene que analizar en detalle hechos, circunstancias, legalidad, apego a derecho, procedimientos realizados, y muchos otros aspectos, para finalmente resolver conforme a derecho. Nada más y sin presiones políticas o económicas (por eso los juzgadores en el ámbito federal siempre han tenido buenos sueldos y prestaciones).
El hombre que “ganó” la farsa esa de las “elecciones judiciales” gracias a los acordeones hechos por MORENA y sus huestes, además de carecer absolutamente del perfil para tan importantísimo deber republicano, no tiene tampoco la menor idea del cargo que ilegal, ilegítima e irresponsablemente AMLO y SHEINBAUM le están regalando.
Para justificar semejante desatino, daño a la justicia y a la República, apelan al origen del candidote (no podría ser jamás candidato a ocupar la SCJN un individuo así, sin cumplir absolutamente ninguno de los requisitos). Apelar a su origen indígena comparándolo con el Lic. Benito Juárez García es francamente ridículo e insultante. Podrían hacerlo también con el “chapo” ¿se parecen tantito no? ¿ambos son de la sierra, o no?
Un comparativo serio que echa por tierra esta burda farsa —aunque sabemos que para los de MORENA no existe la vergüenza— se ha de señalar que el Lic. Benito Juárez García desarrolló una larga y sólida carrera judicial desempeñando diversos cargos. En 1842 es nombrado Juez civil y de hacienda, en 1844 ocupa la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca, y no es, sino hasta 1857 —y luego de desempeñar diversas responsabilidades públicas— que el Lic. Juárez es nombrado Presidente de la Suprema Corte.
Así que no era ningún neófito cuando asumió semejante responsabilidad nacional, como tampoco ignorante, ni mucho menos improvisado. Tenía la capacidad y la experiencia que sólo los años de ejercicio (e inteligencia) pueden conceder. Sin olvidar que Juárez era un defensor inquebrantable del estado de derecho. Valga señalar que durante su mandato —además de combatir a los invasores franceses—, antes que otra cosa, dedica parte de sus fuerzas y capacidad para combatir a las bandas delincuenciales, que, dicho sea de paso, aprovecharon los días turbulentos de la invasión para cometer toda clase de fechorías.
Juárez —a diferencia de López Obrador que les ofreció “abrazos y no balazos”— a los plateados los metió a las cárceles y a los que se opusieron les metió balazos. Para el presidente oaxaqueño, a diferencia del tabasqueño, la ley sí era (y es) la ley.
En su novela histórica “El Zarco”, el escritor Ignacio M. Altamirano narra un cuadro de violento horror tan semejante al que padecemos actualmente, pero que el gobierno no atacaba debidamente por estar combatiendo a los invasores franceses. Casi al final, en el capítulo XXIV, relata una charla entre un mexicano de bien agraviado por los criminales al que el Presidente Juárez le otorga armas y todo su apoyo para acabar con esas alimañas: “…usted es un hombre de bien y el más a propósito para perseguir a esos malvados que infestan el sur del estado de México, y a quienes el gobierno por sus atenciones no ha podido destruir… ¡Esto es un escándalo y es preciso acabar con él! ¡Qué desea usted para ayudar al gobierno!…”
A diferencia del héroe de verdad llamado Benito Juárez García, el tirano mentiroso de Macuspana se rodeo de plateados, de individuos como El Zarco de la obra de Altamirano, sólo que con armas sofisticadas, crueldad extrema, y todo, pero todo el apoyo del estado.
Volviendo al presente. En la Suprema Corte se decide el rumbo de la justicia de la Nación, y si la planilla de improvisados e incondicionales colocados por AMLO y SHEINBAUM serán los encargados de impartirla, la libertad y la justicia de los mexicanos se extinguirá a partir del día que tomen el control.
Y si la Suprema Corte no se puede aceptar; tampoco el resto de los supuestos elegidos para Magistrados y Jueces, puesto que no se trata de reinas de kermes o de la primavera. Lo que se requiere es capacidad, conocimientos, experiencia judicial probada, y, por supuesto, integridad y ética. Si lo que querían era acabar con la corrupción, lo primero que se debió hacer era evaluar a los que ya se tenía y depurar al Poder Judicial de todo miembro no apto o detectado, y las plazas que quedaran vacantes, ocuparlas con los mejores que contaran con el perfil profesional adecuado (carrera judicial incluida); pero no con una tramposa y dolosa pseudo elección que solo sirvió para acomodar a la raza de MORENA.
Y si después de todo lo dicho en esta y otras columnas por compañeros de la prensa, el gobierno de Claudia Sheinbaum se empeña en continuar con su programa dictatorial para hacerse del poder absoluto, NO QUEDA NADA MÁS POR DECIR. ¡DÍA DE LUTO NACIONAL SERÁ ESTE!
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!