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En la vida es necesario hacer altos, detenernos para cuestionarnos acerca de algunas cosas, en particular de la vida, la verdadera vida, entendidos que el resto de las cosas son temporales, pasajeras. Durante estos días todo mundo habla de la navidad, pero pocos saben el sentido y mensaje que contiene, pues limitan la fecha al nacimiento de Jesús ―aunque en realidad se desconoce la fecha exacta de su nacimiento― así como a dar y recibir regalos, sin saber la mayoría que Él es el Mesías, el Salvador de Israel y de todos los pueblos de la Tierra. Claro, de aquellos que respondan a su amor y acepten su obra redentora.

Para muchos judíos, no para todos, Jesús (Yeshua en hebreo) no es el Mesías; lamentablemente entre la cristiandad el asunto no mejora, pues poco se sabe acerca del personaje central de la Biblia, lo que demuestra la ausencia de comunión entre el Salvador y el pecador, que lo somos todos.

En días pasados presenté en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL 2015) mi más reciente obra «YESHUA, EL MESÍAS». En la contraportada escribo lo siguiente:

 

―”Nadie puede afirmar con sabiduría y certeza que YESHUA (Jesús) es o no el Mesías si su respuesta no se sustenta en la Biblia. Ni la tradición, ni las costumbres, ni el éxito literario o poder del tipo que sea, pueden calificar o descalificar. Toda opinión que no cimente su argumentación en las Sagradas Escrituras carece de valor por cuanto es justamente en la Torá, los Neviím y los Tehiliím (Ley, Profetas y Salmos) donde Dios dejó a Israel y al resto de las Naciones los antecedentes, los porqués, el perfil, el cuándo y el cómo vendría el Mesías. Pero sobre todo para qué”.

 

La anterior afirmación confronta de manera directa al lector de la obra, aunque esta se extienda a todo ser humano, pues no se puede rechazar al enviado de Dios nomas por declararse ateo o por entender la fe de manera distinta a como ha sido revelada en las Sagradas Escrituras. En todo esto tienen responsabilidad, en ese orden: rabinos, sacerdotes, pastores, catequistas y demás instructores no capacitados ni versados en la Biblia (o con mero conocimiento intelectual), pues aunque sean personas secularmente cultas, para las cosas divinas se requiere llamado, fe, conocimiento y haber nacido de nuevo, como le advirtiera Jesús al rabino Nicodemo. De no ser así la sentencia del Mesías cobra vigencia: “Si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo”.

¿Quién es el Mesías? La Escritura anunció paulatinamente los tiempos, el perfil y circunstancias en que vendría el Mesías a salvar a la humanidad caída, y de acuerdo a los cientos de profecías cumplidas (anunciadas en la Ley, los Salmos y los Profetas), Yeshua―Jesús es el anunciado por Dios. Resulta pues literalmente imposible que las profecías se cumplan de nuevo en persona alguna. De hecho falta que cumpla la otra parte de la profecía, la de Mesías Rey, misma que cumplirá como legítimo heredero del trono de David, puesto que Jesús es descendiente directo de él y en la actualidad es imposible que judío alguno pueda probar tal cosa. Para ello, sin embargo, tendrá que retornar; evento que tomará por sorpresa a la humanidad misma, pero sobre todo a los gobiernos impíos de la Tierra ―que lo son casi todos―. Le harán la guerra pero todos serán derrotados. No lo dice quien esto escribe, es lo que enseñan las Sagradas Escrituras, tan comentadas por muchos, pero tan desconocidas por los más.

No queriendo tomar más espacio, comparto al lector un par de fragmentos de mi libro recién publicado en espera de que enriquezcan su ser interior, que si se amplía a su familia, me sentiré más que honrado y satisfecho:

 

―”…es menester entender y reconocer de una manera integral la persona y obra del Mesías redentor, que como se ha podido apreciar fue anunciada en forma por demás detallada y anticipada en el Tanaj (A.T.), como también establece su reinado glorioso al final de los tiempos. No obstante, antes tenía que morir en expiación por el pecado del judío y del gentil de todos los tiempos… Los hombres tenemos que entender que la Escritura no puede cambiar ni ajustarse a nuestros deseos y caprichos, con humildad debemos aceptar que Dios en su soberanía así lo dispuso y por tanto así tenía que suceder, incluso gozarnos de que en su amor y misericordia se propuso salvarnos y Él conoce mejor que nadie, los tiempos, las formas, los porqués y las circunstancias en que debían(en) desarrollarse las cosas, puesto que en su omnisciencia ―otro de los atributos divinos― el Señor sabía desde la eternidad le necesidad de enviar a su Hijo el Mesías Yeshua para que a semejanza del cordero pascual, muriera por nosotros los pecadores que lo somos todos, pagando con su sangre nuestras culpas” (pág. 312).

 

―”Hagamos un pequeño receso. La modernidad y su hijastra la posmodernidad han enseñado a sus pupilos a rechazar a Dios y las verdades reveladas en su Palabra, de manera que la palabra pecado no cabe en su engreído intelecto, por tanto, su vacío existencial rechaza la obra expiatoria del Mesías, de ahí que las palabras de Octavio Paz describan esa horrenda soledad posteista que no requiere de mayor agregado: ‘Los hombres modernos, incapaces de inocencia, nacidos de una sociedad que nos hace naturalmente artificiales y que nos ha despojado de nuestra sustancia humana para convertirnos en mercancías, buscamos en vano al hombre perdido, al hombre inocente…’. Hagamos ahora un nudo y tomemos de nuevo el hilo de nuestro tema: redentor y pecador arrepentido son un binomio entendido en el Plan de Dios, cuya unión permite la espera segura del reino mesiánico anunciado en las Escrituras” (pág. 313).

 

Que pase una linda Navidad, que el Mesías le bendiga a usted y su apreciable familia, son mis mejores deseos (A los interesados el libro lo puede adquirir en la cadena de Librerías Gonvill en todo el país o en su sitio en la red)

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

Email: mahergo50@hotmail.com

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Sin temor al error y la exageración, los gobiernos del siglo XXI son los más corruptos en la historia de México. Cuando más tinta, radio e imágenes televisivas nos machacan todos los días de transparencia y rendición de cuentas ―gastando al efecto miles de millones de pesos― funcionarios y burócratas de angora se llevan los dineros públicos con total desvergüenza. Su exhibicionismo provoca indignación e impotencia en los ciudadanos; pecado y delito agravado si se toma en cuenta la condición del pueblo mexicano.

La publicación reciente de los aguinaldos de algunos funcionarios de Jalisco (ubicados en posiciones muy abajo en importancia) corroboran lo que el pueblo piensa de sus gobernantes, que dicho sea de paso y con las excepciones de siempre, les tiene por mega ladrones, ineficientes e insensibles. Calificativos a los que han agregado el de exhibicionistas, ¿y cómo evitarlo?, si mientras que el ciudadano promedio gana al mes entre 4 y 6 mil pesos, estos bribones se llevan lo que ellos ganarán en muchos años y con un enorme esfuerzo. En cambio los funcionarios con muy poco esfuerzo, a la luz del día y ante los ojos de todos.

Veamos algunos ejemplos locales: el magistrado del TAE, Laurentino López cobró de aguinaldo este año $393,125.00 pesos, el presidente del Consejo Electoral del Estado, Guillermo Alcaraz $313,055.00, el presidente del STJ, Carlos Vega Pámanes $281,313, el gobernador Aristóteles Sandoval $276,991.00, por señalar algunos a manera de muestra.

En el ámbito federal las cosas no mejoran. En tanto que el Presidente de la República tiene un sueldo decoroso y cuyas responsabilidades están por encima de las de cualquier ciudadano (su aguinaldo será por $ 76,848 pesos, mas $319,628 por concepto de gratificación); entre los integrantes de la monarquía las cantidades que se llevan en diciembre son verdaderamente escandalosas. Dignas de enjuiciarlos a todos.

     Inician la lista los ministros de la SCJN cuya ambición económica les aleja de toda representación de justicia ante un pueblo pobre, agraviado y como dijera Colosio ―parafraseando a Jesucristo― “con hambre y sed de justicia” ¿Y cómo no, si el presidente, Luis María Aguilar se lleva de aguinaldo $586,449.00 pesos. El líder del TEPJF, Constancio Carrasco la misma cantidad. Lorenzo Córdoba del INE $454,627.00. Eduardo Sojo del INEGI, $418,917.00 pesos, Raúl González de los Derechos Humanos $404,367 pesos, Ximena Puente del IFAI $399,274.00, los siete consejeros del CJF recibirá cada uno $378,147.00 pesos, los del IFT $366,000.00 cada integrante y los del INAI $399,000.00, etcétera, etcétera.

Si le agregamos a esto los miles y miles de cortesanos y nobles que integran la monarquía huehuenche (súmele los sindicatos corruptos ―aunque se digan de “izquierda”―) y tendremos por amarga conclusión de que por eso estamos como estamos. Entendemos la razón por la cual no hay obra pública, porqué el IMSS se encuentra en quiebra, porqué la deuda pública (externa e interna) ya es impagable, etcétera, y es lógico, con una clase política tan voraz y sin ningún compromiso social las cosas no podían ser de otro modo.

     ¿Para qué poner un negocio y complicarse la vida con un sinfín de trámites en dependencias públicas y burócratas indolentes?, ¿Para qué invertir, para qué trabajar, crear empleos y esforzarse para que México crezca, si se pueden afiliar a un partido y ofrecerse a sí mismos en busca de un cargo público o de elección popular? No hay que invertir nada. Basta con su ególatra persona, con mentir a diario, ser profundamente egoístas, no pensar en la suerte de México y gastar las pocas neuronas en uso en el modo de enriquecerse lo más pronto posible. De entrada a través de abultadísimos sueldos, aguinaldos, bonos, seguros, y demás prestaciones. Ya en el cargo buscar la forma de hacer jugosos “negocios”. Lo de la franquicia política no hay problema, todos son igual de rentables (hablando de negocios e inversiones).

En su exhibicionismo han convertido el Congreso Federal (y no pocos locales) en teatros de comedia vulgar (pero nada baratos), en el que bandas de facinerosos ―si no lo son, esa impresión dan― pelean los dineros públicos a los contrarios, capaces incluso de lanzarse monedas de chocolate al estilo Judas en ese templo de traiciones, en el que los representantes nomás representan su interés personal y a su franquicia política. Punto.

Lamentablemente hemos llegado al límite. A las cosas tiene que decírseles por su nombre, nada de eufemismos y de buscar lo políticamente correcto. Son muletas de apoyo que nomás han servido para encubrir acciones de latrocinio y corrupción. Llevarse los dineros públicos con tanto cinismo y desvergüenza ―disfrazados de “legalidad”― no dejan de ser delitos, actos de simples ladrones. Sobre todo cuando el pueblo lucha a diario para apenas sobrevivir, en tanto que gobernantes y burócratas de angora satisfacen con creces sus vulgares ambiciones abofeteando el rostro de un pueblo al que le juran representar en una democracia, cuando en la realidad son una extraña monarquía integrada por bucaneros y parásitos(con la excepción de unos cuantos que nos merecen todo respeto y que sin su presencia en el aparato público este país estuviera ya sumido en el caos) ¿O usted, cómo calificaría a los gobiernos actuales en base a los enormes sueldos, aguinaldos y prestaciones que nos cobran a los ciudadanos?.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

Email: mahergo50@hotmail.com

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Echar las campanas al vuelo y hacer caso ciego a las plumas y voces que queman incienso (beneficiadas de una y varias formas con la organización de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara) además de poco sabio, agravaría los yerros que han venido acumulándose a través de los años y que no parecen ser detectados por quienes debieran hacerlo.

     La idea de la FIL, que sería mezquino regatear su mérito a Raúl Padilla López, es magnífica, se ha desarrollado con acierto y magnífica visión. En lo personal he participado como escritor―expositor por 27 años, de manera que he sido testigo de su crecimiento en el concierto mundial  de las letras.

Discernir que la Feria gustó desde el principio a propios y extraños y dedicarle el tiempo, recursos y conjuntar los talentos de muchas personas con este propósito, no puede menos que reconocerse y aplaudirse. A nivel mundial la FIL se ha convertido en un referente cultural de enorme importancia a tal punto que hace dos años, cuando Israel fue el país invitado, México se encontraba en la mira de la opinión pública internacional a causa de la violencia dejada por la guerra contra el crimen (declarada por Felipe Calderón, pero fracasada de punta a punta) logrando revertir la imagen, al punto de poner por nueve días a nuestro país como la capital mundial de las letras. Asunto nada fácil y de enorme valía.

El éxito obedece múltiples factores y voluntades, sin embargo nos limitaremos a señalar aquellos problemas que no están siendo atendidos por el comité organizador  y que en un corto plazo pueden afectar; entendidos que esta feria ha rebasado ya la pertenencia de la organización para convertirse en un patrimonio social que debe y tiene que cuidarse. La cultura es de piel delicada.

En primerísimo orden hay que considerar a los escritores: obreros indispensables en éste y todo foro literario. Lamentablemente desde el inicio solo se ha considerado con toda clase de atenciones y privilegios al grupo que año con año traen del Distrito Federal: ¡Elena Poniatowska, los Taibo, Jorge Volpi, etcétera,  lista que ha disminuido a causa de la muerte de Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes y otros! En cambio para los escritores de Jalisco y demás Estados de la República, menosprecio total.

Y no se trata de la calidad literaria, requisito fundamental. No, el fondo es otro. Es la cerrazón y control del mundo del libro (la República de las Letras que algún día presidiera con responsabilidad, apertura y gran acierto el gran Alfonso Reyes.) que con patente defeña impide que nadie rompa el cerco de esta cofradía controladora de editoriales, becas y demás asuntos derivados de este pequeño mundo en el que sobran mediocridades ensoberbecidas y escasea el talento ¡Cuánto se extraña a Alfonso Reyes, Octavio Paz, Martín Luis Guzmán, Juan Rulfo y a otros que por la tiranía de la brevedad omitimos en perjuicio de su enorme calidad escritural!.

Ese control mafioso en la impresión de libros ha producido en las últimas décadas no pocas monstruosidades. El  regiomontano Gabriel Zaid lo dice con verdadero tino: “Un perfecto mediocre, tesonero y simpático puede hacer la carrera… El primer premio se lo dan porque ‘¡Pobre, no le han dado ninguno!’. El segundo, porque acaba de recibir el otro… El sexto, porque premiarlo se volvió costumbre. Los siguientes son una avalancha. La sociedad, las instituciones, el Estado, se premian a sí mismos al reconocer a los monstruos sagrados” (El secreto de la fama, pág. 63)

¿Acaso la inteligencia y talento para escribir aterrizó en exclusiva en la UNAM, dejando a nayaritas, zacatecanos, neoleoneses, tamaulipecos, yucatecos y demás, sin gota alguna de genio literario? Válgame Dios, cuanta ceguera y soberbia.

Y perdone el lector lo que voy a decir, pero mi experiencia por 27 años en la FIL me permite ver la falta de sensibilidad en ese sentido de los organizadores, valga decir que como escritor-expositor en todos esos años jamás me han hecho una visita de cortesía, una invitación, nada, absolutamente nada. No saben si lo que escribo es bueno, malo o regular. Como tampoco saben de los escritores de todo el país que no tienen un padrino del “clan sagrado” que les introduzca en su controladora “república”. Pero eso sí, el elevado y puntual cobro de los stands (en dólares) no falla ¿Dinero bueno, talento no quiero saber?

Otro grave error, derivado de la posición anterior, es el asunto de los medios de comunicación, que la mayor de las veces son cubiertos por chamacos que desconocen todo de letras, autores y temas, o por personas adultas pero cooptadas por el sistema, limitándose unos y otros a entrevistar a los de siempre, o si no a algún charlatán novedoso brincado del internet o de la televisión, vacío de contenido y propuesta. La lectura está obligada a enriquecer, o al menos no a envilecer. De vilezas la sociedad está saturada.

Hace algunos años en una rueda de prensa previa a una propia, el escritor, con una playera de “don gato”, con los ojos rojos y vidriosos confesaba a los “periodistas” culturales que por habérsele acabado el dinero en Paris prostituyó a su esposa y que él incluso asaltó a turistas (para completar su pasaje de regreso). Ya encarrilado en sus confesiones, externó haber robado a su casero con más de un año de rentas, afirmando que escritor que no roba a su casero no es escritor (inmediatamente llegué a la conclusión que yo no era escritor). ¡Ah, se me pasaba, ese año le dieron un jugoso premio en dólares! Para completar el cuadro de anti periodismo cultural, la troupe salió corriendo a cubrir a un tal Yordi que sale en la televisión pues iba a hablar de su libro (cuyo tema era el tamaño de los penes) ¡Cosas veredes, Mío Cid!

Respecto a las atenciones a visitantes se olvidaron de toda cortesía, no se diga de las personas mayores. No hay donde se sienten un rato. Los chamacos los días que van se acuestan en la alfombra como animalitos, las personas adultas no harían jamás eso, menos en una feria de libros (en la parte trasera, por donde se estacionan los camiones de carga se podría poner una terraza cubierta para descanso (con alguna cafetería con precios menos altos). Los lugares para estacionarse son otro dolor de cabeza no resuelto, como tampoco el control del tráfico ¿Los gobiernos locales no entienden lo que la FIL representa, que si no se cuida y conceden atenciones a los visitantes es probable que no vuelvan? 

En lo personal en todos estos años he atendido a lectores de Jalisco, Colima, Nayarit, Guanajuato, Querétaro, Estado de México, Aguascalientes, Zacatecas y San Potosí, entre los que me recuerdo. El tiempo y dinero que invierten en visitar la FIL tiene que ser valorado y compensado con atenciones. Nadie vuelve a donde le tratan mal o sin respeto.

Por último, la falta de compradores profesionales es ya grave. Tiene varios años la FIL que los compradores profesionales–libreros, bibliotecarios, etcétera, tanto nacionales como extranjeros- han disminuido de manera radical hasta no pintar en absoluto.El comité organizador tiene que entender que con los puros visitantes al menudeo jamás se recupera la inversión de un stand, ni pensar entonces en los demás gastos (considere a los expositores que vienen de fuera de Guadalajara, transportación, hospedaje, sueldos, comidas, etcétera). De no atenderse de inmediato todas estas carencias, en un corto plazo la FIL sufrirá reveses que a final de cuentas afectarían este patrimonio intangible que debe ser sumamente protegido, pues además de que estimula la lectura del pueblo, mejora enormemente la imagen de México en todo el mundo.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

 

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Hemos llegado a tal extremo de extravío que el sentido de justicia es algo cada vez más escaso y lejano entre nosotros. La sociedad mexicana en cierta forma se refleja en los medios, espejo de una realidad tan extraña como distante de las cosas y formas correctas. Se elogia lo antaño detestable, se admira lo mafufo y caótico y quienes forman opinión no pocas veces caminan apartados del estado de derecho, el sentido común y las buenas costumbres, no se diga de lo que siempre se consideró correcto y justo. Veamos algunos ejemplos.

     La lista de victimarios que los medios pasan con frecuencia por víctimas es larga. Es común leer en los diarios, escuchar en la radio o ver imágenes televisivas, en las que se habla de los ciclistas como eternas víctimas de los malvados automovilistas, sobre todo del transporte público. ¿La realidad social es así? Por supuesto que no, basta salir a la calle para encontrarse con verdaderas hordas de irresponsables y anarquistas que trepados en sus jacas de dos ruedas transitan a toda velocidad en sentido contrario, por banquetas, en parques, zigzagueando entre los autos y en carriles que les son prohibidos, con audífonos en el oído (que les impiden escuchar sonido alguno de la calle), payaseando sin tomar los manubrios (exponiéndose a un accidente), sin luces en la noche, etcétera.

Casi todas estas torpezas y abusos de los ciclistas ―para los cuales no hay autoridad alguna que los meta en cintura― nos resultan conocidas, hace cuarenta o cincuenta años eran molestia de todos los días. Y no nos referimos a los ciclistas que obedecen la ley, que usan medidas de protección, luces delanteras y traseras. Ellos merecen todo el respeto y apoyo social. El problema son los otros que lamentablemente son mayoría. Bueno, en Guadalajara, de pronto desfilan hasta desnudos exhibiendo sus miserias (cuando hay un Reglamento de Policía y Buen Gobierno que lo prohíbe).

¡Ah, pero no le toque la desgracia a un conductor de auto o transporte público atropellar a uno de estos anarquistas en dos ruedas porque los medios le convertirán en un horrendo monstruo social! No importa que el culpable del accidente haya sido el ciclista, el simple hecho de andar en bicicleta les hace victima obligada, perdiéndose todo sentido de justicia y deformando el estado de derecho al capricho de la prensa que tome nota del accidente (con linchamiento mediático y toda la cosa).

Otro caso por demás repugnante, es el de ciertos grupos de marchantes profesionales; individuos que jamás agotan los recursos legales, de hecho ni los utilizan ¿Para qué, si tienen el socorrido recurso de las marchas y manifestaciones? Es el caso de los ayotzinapos, verdadera mafia del crimen organizado, que de cuando asesinaron en Iguala a un comando de los suyos al presente han secuestrado 500 autobuses (con valor promedio cada unidad de 2 millones de pesos), robado las mercancías de cuanto camión de reparto han querido, robado pipas con gasolina (para sus bombas molotov), quemado y destruido oficinas públicas (sobre todo donde existían documentos que les podían incriminar), incendiado vehículos; teniendo en las casetas de cobro de la autopista México-Acapulco la caja chica para llegar a la hora que deseen a robarse los dineros y en ocasiones el de los viajantes también (a los que desgracian su día, vacaciones, negocio, etcétera), sin que jamás autoridad alguna se atreva a tocarlos y en el caso remoto de que los detengan infraganti, inmediatamente los sueltan.

En una sociedad regida por el derecho los medios condenarían de inmediato semejante trayectoria delictiva. En México no. La mente torcida de no pocos “periodistas” (así, entrecomillas) se interesa solamente que a estos delincuentes cuya guarida es la dizque “Normal” de Ayotzinapa, no se les toque y el brazo de la ley jamás les alcance.

En otro tema, ligado por supuesto a esta torcida forma de entender la vida, la principal televisora local en Guadalajara tiene varios años con una campaña contra el transporte público en la que siempre, sin variación, el camionero tiene la culpa, convirtiéndole en un monstruo social. No importa que el atropellado se haya aventado a las ruedas del camión (suicidio), que la persona atravesara la calle con audífonos o sin precaución alguna. De que si el que provocó el choque fue un auto o cualquier otro vehículo; de cualquier forma la televisora linchara mediáticamente al chofer y colocará otra raya al tigre, enemistando muchas de las veces a la sociedad contra los choferes, que como ya se dijo, cuando menos en la mitad de los casos son inocentes o parcialmente culpables.

Es tal el grado de ausencia del sentido de  justicia, que gran parte de los medios se dedica a defender criminales y condenar a las autoridades, como es el caso de Tlatlaya e Iguala. Posición que estimula la criminalidad, debilita las instituciones y el estado de derecho, pues no todos los funcionarios –como buenos políticos posmodernos- tienen la madurez para aplicar la ley en todo momento, aun cuando se cuestione por algunos el cumplimiento del deber.

     Lamentablemente en México se está jugando a la democracia. En una verdadera democracia el estado de derecho es fundamental y nadie puede estar por encima de la ley. Lo estamos viendo en Francia, en la que se dejó de lado derechos y garantías individuales para poder capturar y perseguir a los asesinos del Estado Islámico.

En nuestro país acabamos de escuchar que una banda de criminales se atreve a extorsionar (aunque en Michoacán ya es práctica conocida) a un presidente municipal exigiéndole 3 millones mensuales del ramo 33 ¿Qué posición va tomar la prensa? Es de suponer que la habitual: vigilar que el gobierno no vaya a golpear ni detener a los delincuentes extorsionadores, ¡Que no se atreva a violentar sus derechos humanos! Eso sucederá en Francia, Estados Unidos, Noruega y en otros países que se dicen democráticos, pero que para la visión de cierta prensa mexicana en realidad son viles gorilatos, porque para democracia la nuestra. Donde la ley solo es aplicable para ciudadanos ordenados y pacíficos; en cambio para delincuentes, parásitos sociales y toda clase de entes que no aportan nada al país aparte de problemas, la ley jamás se les aplica. Para eso tienen a sus protectores en la prensa, para proteger a estas extrañas víctimas ¿o usted que cree, estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

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