Opinión
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El grado de putrefacción y cinismo del actual gobierno federal no tiene antecedentes, al menos desde López de Santa Anna a la fecha. La actitud anti democrática, acomodaticia y marrullera del presidente y del partido de su propiedad (Morena) es condenable absolutamente. A sus añejos métodos de querer ganar a toda costa y en caso de perder mentir y hacerse a la víctima, le ha agregado el apoyo de las bandas delincuenciales, principalmente del narcotráfico. Las recientes elecciones intermedias así lo señalan.

     Su inesperado triunfo en once gubernaturas (inesperado hasta para él y sus huestes) es el mayor acto antidemocrático y abusivo desde el porfiriato. A tanto cinismo y tanto aparentar lo que no se es, habrá que sumarse el uso de la fuerza, asesinatos, secuestros y todo tipo de intimidaciones para lograr sus condenables e ilegítimos triunfos. Ganaron las armas, la violencia, el asesinato de más de 80 candidatos, las amenazas e intimidación contra los candidatos de los otros partidos, principalmente del PRI, PAN, PRD y algunos de MC. Perdió la democracia y el estado de derecho, perdió México.

     Candidatos abominados por la gente trabajadora y de bien en sus Estados (donde les conocen su historial, mañas y delitos), sin más méritos que el apoyo de López Obrador y el dinero para comprar conciencias y votos (de ninis, ancianos y demás beneficiados), de pronto, por la magia del presidente y las armas de las bandas delincuenciales que azotan el país de norte a sur y de oriente a poniente con toda impunidad se convirtieron ilegítimamente en ‘gobernadores’.

      Queda claro que jamás serán gobernadores, no los eligieron los ciudadanos de sus Estados. Cobrarán como tales, se harán pasar como tales, pero jamás lo serán, ya que además de democráticamente impresentables, son ilegítimos. Son sátrapas producto de un régimen dictatorial que habiendo obtenido legítimamente el triunfo (2018) prefirió el camino de la ilegalidad y el autoritarismo, concediéndoles inmerecidamente un alto cargo electoral a través del poder de las armas de los delincuentes.

     Pero ni siquiera disimularon, todo el corredor del Océano Pacífico, donde las bandas del narcotráfico han asentado sus reales, lo tomaron a la maladisimulando las elecciones para querer legitimar algo que jamás podrá ser legítimo.

     Desde el violento y minúsculo Estado de Colima, hasta las dos Californias, Norte y Sur, pasando por Nayarit, Sinaloa y Sonora se apropiaron de todo, bueno, hasta San Luis Potosí tomaron, aunque para esta marrullería usaron la franquicia del Partido Verde, una franquicia electorera que se prostituye al mejor postor.

     En el caso de San Luis Potosí el presidente y sus huestes llegaron a tanta desvergüenza y deshonor que postularon a un tal Ricardo Gallardo, que estando abajo en las encuestas, con señalamientos sociales como mafioso y con acusaciones de la AFI en su contra, a la hora del conteo de votos inesperadamente ganó ¡Vaya suerte de gandul! ¿Y la legalidad, y el estado de derecho, y la honorabilidad del INE, y el respeto por el pueblo y la democracia?

    De acuerdo a publicaciones del periódico Excelsior en 2015, este individuo fue consignado al penal federal de Hermosillo, Sonora, acusado de delincuencia organizada y lavado de dinero, toda vez que desvió del erario del municipio que era presidente, nada menos que 200 millones de pesos (7/Ene/2015). Además de que su fama pública, término establecido en los Códigos estatales, no es buena. Al contrario, se le relaciona con mafiosos.

    En Sinaloa, tierra del chapo y demás mega delincuentes, Morena lanzó como gobernador a un tal Rubén Rocha Moya, a quien según una cadena de diarios nacional “el Centro Nacional de Inteligencia vincula con el Cártel del Pacífico de Joaquín ‘El chapo’ Guzmán y ‘El Mayo’ Zambada” (Milenio, 18/Jun/2021). Según las preferencias de los electores el candidato propuesto por la Alianza PRI, PAN, PRD, el Sr. Mario Zamora Gastelum era puntero. Pero, algo pasó en Sinaloa (tierra donde el gobierno federal es capaz de liberar a Ovidio Guzmán), imagínese usted, pues al final de la contienda ganó el tal Rocha Moya.

     Es tal el desaseo y ausencia total de escrúpulos, que aun el hermano de la actual Secretaria de Economía, Manuel Clouthier, escribió en su cuenta de Twitter lo que sucede en esa zona del País ‘ganada’ por Morena el 6 de junio pasado: “Te has preguntado ¿Por qué Morena ganó todo el Noroeste que incluye la costa del Pacífico? Muy claro, es su pacto con el cártel liderado por Ismael el Mayo Zambada y Los Chapitos, hijos de Joaquín el Chapo Guzmán”.

     ¿Y qué decir del tristemente célebre Alfonso Durazo? A pesar de su fracaso estrepitoso en la Secretaría de Seguridad, pues los únicos seguros en el país fueron los delincuentes (gozaron de absoluta impunidad); extrañamente López Obrador lo premió enviándole como candidato a Sonora, claro, había que consolidar todo el corredor del Pacífico. No importa que se le exhibiera días antes su abultada fortuna inmobiliaria calculada conservadoramente en $350 millones de pesos (de los cuales hace dos décadas no tenía ninguno). Para eso querían el poder los que no mienten, los que no roban, los que no traicionan. Aseguran ellos.

    En Guerrero como ya se sabe, Salgado Macedonio se salió con la suya, que si bien por un error administrativo de su parte no pudo estar en la boleta, faltaba más, puso a su hija, todo con la venia y el apoyo incondicional del señor de Macuspana. Qué importa que Félix Salgado esté acusado de ser quien abrió las puertas de par en par al narcotráfico en Acapulco cuando fue presidente municipal. Qué importa que el esposo y el suegro de su hija Evelyn tengan fama de delincuentes en el puerto, ligados al Cártel de los Beltrán Leyva.

    En recientes declaraciones de Jesús Zambrano, líder del PRD y auténtico hombre de izquierda, denunció al gobierno por las atrocidades cometidas en las recientes elecciones, situación que además de conocida públicamente debe ser enmendada y quitar del poder a los usurpadores: “(Jesús Zambrano) aseguró que ‘el narco operó para Morena, trabajó para que Morena ganara’… las pruebas están en las denuncias hechas en Michoacán, San Luis Potosí y Sinaloa; en el levantamiento de personas, entre ellos representantes de casillas de la oposición y los robos de casillas el día de la elección con metralleta en mano… Es una narcodemocracia hacia la que vamos transitando” (El Universal, 18/Jun/2021).

     Las elecciones en Colima y Michoacán carecieron también de la legitimidad necesaria pues no bastan las apariencias. La forma es fondo. Y la fuerza de las armas, los asesinatos, las amenazas y la intimidación jamás legitimarán a bucaneros y sátrapas de autócrata alguno.

      Lo dicho, casi once Estados de México se verán mancillados por un número igual de gobernadores impresentables e ilegítimos, lo que nos convertiría de facto en un narco estado. México no desea ni merece tanta ruindad, hemos sufrido demasiado en los últimos decenios como para todavía tener que soportar a gobiernos emanados del mal y la injusticia. Los otros poderes tienen la palabra.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Casi siempre la literatura tiene origen en las cosas e historias de la vida. Cuando Robert Louis Stevenson escribió su maravillosa obra “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde” sin duda que tenía en mente a individuos conocidos, con personalidades extrañas y opuestas entre lo que decían y hacían, de maniqueos retorcidos. La comedia humana, esa larga obra en la que los hombres asumen diversos roles, algunos positivos y nobles, otros, por cierto, nocivos y criminales, aunque algunos más con posiciones y actitudes encontradas, comedia cuya escena final será culminada de manera distinta a la que espera la mayoría de los humanos, nos puede compartir todos los casos que sean necesarios.

Los mexicanos, para desasosiego e intranquilidad de los que piensan y aportan con su trabajo la estabilidad nacional, estamos padeciendo un presidente con este tipo de conductas encontradas y maniqueas. Un individuo que dice ser una cosa, pero siempre resulta nocivamente otra.

Dice ser demócrata, pero la detesta de todo corazón, el cual se regodea en el populismo y la autocracia. Es conocido su repudio por las reglas de la democracia y en las elecciones solo acepta los resultados cuando le favorecen, de lo contrario siempre grita desorbitado que fue fraude, que lo robaron. ¿Cómo considerar demócrata a quien aborrece al árbitro de estas contiendas (INE)?

Asegura ser hombre bueno y que defiende al pueblo idem, sin embargo, le gusta rodearse de fugitivos, delincuentes, de personajes violentos y anarquistas y a la gente trabajadora y de bien la ofende todos los días. En las elecciones de 2018 cubrió este falso mesías (The Economist, dixit) con su manto de pureza a Marcelo Ebrard (fugitivo por las cuentas de la Línea 12 del Metro), a Napoleón Gómez Urrutia con orden de aprehensión en su contra por un desfalco multimillonario a los mineros, a la comandanta Nestora Salgado (acusada de varios secuestros en Guerrero), haciendo a estos dos últimos Senadores de la República. El mundo justo y legal al revés.

Postura y conducta irracional e ilegal que ha mantenido. Al hijo del archi criminal Joaquín Guzmán (de nombre Archivaldo) le soltó en Culiacán cuando lo detuvo el Ejército; a los delincuentes les prometió «abrazos no balazos», y durante su mal gobierno se los ha cumplido. Las balas han sido para los mexicanos ajenos a sus afectos (83 mil asesinados durante su gestión).

¿Cómo podría ser demócrata un presidente que bajo su gobierno acaban de pasar las campañas electorales más sangrientas de nuestra historia? Un presidente al que no le importa un comino la legalidad, el orden, el estado de derecho, las vidas de los ciudadanos, que permitió que las bandas criminales votaran con las armas dirigiendo el sentido del voto, ya fuera amenazando, secuestrando (o asesinando) a los candidatos de los otros partidos. Incluso, como fue el caso de San Luis Potosí, promover como candidato a gobernador a un individuo señalado por la justicia y por la sociedad de ese Estado como líder delincuencial. Y así como la mente retorcida del Mr. Hyde de Stevenson, el presidente lo promovió por el putrefacto Partido Verde, símbolo de la corrupción absoluta, para que no saliera por Morena.

Solo un iluso, un ingenuo o un ignorante absoluto de lo que acontece en el país podría creer o considerar que el partido propiedad del presidente ganó democráticamente las elecciones de once Estados. Todos unidos por el Océano Pacífico y todos señalados por ser cuna y lugar dominados por las bandas de narcotráfico. Queda claro que Mr. Hyde se esforzó para que la gente votara, por la buena o por las malas a favor de los candidatos del partido de su propiedad.

Dice buscar la inversión privada, pero a diario con su boca y acciones las ahuyenta. Canceló el NAIM, una planta cervecera en Mexicali, como también ha pretendido cancelar los contratos petroleros y de energía eléctrica. Ni qué decir de sus ofensas todos los días a quienes sean de clase media baja hacia arriba, hasta la cúpula, de fifís, riquillos, conservadores, enemigos, adversarios y demás linduras de su florido lenguaje y estado de ánimo no los baja (así son los Jekyll y Hyde, veleidosos y cambiantes).

Dice amar y defender a los pobres, pero durante este desastre o gobierno de cuarta, diez millones más de mexicanos se han sumado a la pobreza ¿ya tiene más a quien amar, o su mente y corazón enfermos a lo bueno dicen malo y viceversa?

Dice respetar la ley, de hecho protestó cumplirla y hacer cumplir, pero nunca en la historia de México ha habido tanta impunidad. Si creíamos que con Fox, Calderón y Peña Nieto lo habíamos visto todo, no habíamos visto nada. Detención, cárcel y juicio solo son para los enemigos del mal gobierno.

Dice proteger a los mexicanos, pero protege abiertamente a las bandas de narcos y toda la fauna delincuencial (darles impunidad es protegerlos). El mexicano, el ciudadano común y corriente, ajeno al gobierno y a los políticos, el que trabaja, el que sostiene de pie este país, está expuesto todos los días a ser asesinado, asaltado, extorsionado, secuestrado, robado, golpeado, ofendido, humillado, etcétera, sin que el gobierno le proteja en absoluto. En caso de sobrevivir a un ataque delictivo (de los miles que suceden a diario) las propias policías le dirán que no denuncie ¿Para qué?

Dice respetar los otros poderes, pero cualquier juez que se atreva a contradecir sus mandatos ilegítimos y autoritarios se enfrentará a su ira desbordada. Ha sido capaz incluso de violar la Constitución para dar dos años más al presidente de la Suprema Corte de Justicia (un funcionario que por lo que se aprecia, es incondicional del tabasqueño, echando por la borda la división de poderes, traicionando al pueblo y el pacto federal).

Dice amar a México, pero sus hechos demuestran que lo odia, que desea destruirlo y convertirlo en un simple feudo de su propiedad.

Dice ser cristiano, pero sus hechos y palabras demuestran absolutamente lo contrario. Las enseñanzas de las Sagradas Escrituras exhiben todos los días a este impostor de la fe, que, como el personaje de Stevenson, las maldades del Mr. Hyde superan y acaban con el incipiente honor del Dr. Jekyll ¿O usted que considera estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Ese es uno de los grandes problemas con el presidente López Obrador, su deficiente formación educativa y sus escasas o mal administradas neuronas, le impiden entender a fondo doctrinas políticas, económicas, y sociales. Ni qué decir de las cuestiones filosóficas y religiosas. Respecto a estas últimas, el viernes 4 de los corrientes en uno de sus arranques diarios de aparente sapiencia y errónea sinceridad, se exhibió de cuerpo entero ¡y de espíritu…! ¡Total, está en su casa y entre puros de confianza!

    Lamentablemente entre sus lacayos-cortesanos tal parece que no hay siquiera algunos que le adviertan o le llamen la atención (o su cobardía y falta de integridad se los impide), de manera que eufórico declaró, que “él es cristiano”para luego agregar que “Jesucristo ha sido el luchador social más importante que ha habido en la Tierra, por eso, los poderosos de su época lo seguían (sic) y lo crucificaron por profesar un profundo amor a los pobres y a los débiles”.

    Bien, respecto a su declaración o profesión de fe, sólo Dios sabe cuán sincero es, lo que si queda de manifiesto es, que, o no le explicaron bien los pastores del PES (agrupación religiosa malamente elevada a Partido Político) lo que realmente significa y conlleva ser cristiano o el inquilino del lujoso, bello y enorme Palacio Nacional no les entendió. Queda descartado que jamás le explicaron la necesidad de nacer de nuevo espiritualmente (Juan 3:3,5). Es demasiado pedir.

    Tratando de desglosar su declaración pública de fe y su deformada visión del reino de Dios, me da mucha pena contradecirlo de nuevo, tengo casi tres décadas haciéndolo. De entrada, afirmar que Jesucristo ha sido el luchador social más importante que ha habido en la Tierra, además de ser una rotunda mentira, presupone varias cosas. Primera, que no ha leído las Sagradas Escrituras (Biblia) de lo contrario no había dicho semejante disparate.

     Segunda, que en plena veda electoral se quiso pasar de listo y pretendió de manera ‘subliminal’ ganar a cierto sector nominal de las corrientes cristianas (con poco o nulo conocimiento de su propia fe) para que votaran por el partido de su propiedad.

     Tercera, durante sus muchos años en la UNAM —a los ingratos maestros fifís les dio por reprobarlo y reprobarlo debió escuchar a algún hippie que aseguraba tal cosa (que Jesucristo era luchador social), o lo leyó en alguna playera de los años ’60. Ya que es de dudar que haya tenido contacto con el obispo de Cuernavaca Méndez Arceo, uno de los promotores de la desviada y herética “teología de la liberación”.

     En el entendido de que las anteriores posturas y doctrina carecen de apoyo teológico alguno, habrá de entender el presidente, si es que algún buen samaritano a su alrededor se anima a confrontar al tigre diciéndole (así amenazó a los banqueros cuando era candidato, de soltarles al tigre) queJesucristo NO FUE NINGÚN LUCHADOR SOCIAL, las Escrituras enseñan, afirman y sostienen, que Yeshua (Jesús) vino a salvar al hombre pecador caído, que lo somos todos, a restaurar su comunión perdida con Dios el Padre en Gan-Edén (Paraíso).

    Él rechazó una y otra vez el poder político, no porque no le interesara, sino porque no era el tiempo de su Padre, ya que al final de los tiempos retornará, no como “luchador social”, sino como REY DE REYES y SEÑOR DE SEÑORES a reinar en Jerusalén. Esto es lo que afirman y enseñan las Escrituras. Espero que el presidente no salga también con que “tiene otros datos”, pues en el reino espiritual sería una blasfemia y no le servirían de nada. El sabio y erudito rabino Shaul (San Pablo) lo advirtió tajantemente: “…Si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio (otros datos) diferente del que os hemos anunciado, se anatema” (Gal 1:8).

     Eso por un lado, por otro, el verdadero creyente no toma algunos textos que le gustan y forma su propia visión de fe, eso, lo cual, además de no permitir el acceso a la visión completa del cristianismo, es y ha sido el camino rápido y directo al sectarismo y la herejía.

El interés de Jesús por los pobres es principalmente a los de espíritu, es decir, por aquellos que no se regodean en sus propios logros y obras, que anhelan la salvación del Señor y con ello, entender su sentido existencial pleno.

Queda claro que el presidente nunca ha leído los Evangelios o lo ha hecho de manera incompleta (como casi todo lo que hace). Un ejemplo, del Mesías, del verdadero; en una ocasión le sigue una multitud para escuchar su bendito mensaje, pero como se hiciera tarde y no había manera de alimentarlos (eran cinco mil) realiza un milagro y les da de comer a todos. Al poco tiempo sucede lo mismo y en esta ocasión alimenta milagrosamente a cuatro mil.

Es de considerar que el Sr. Andrés Manuel ha leído hasta aquí los Evangelios, ya que si hubiera continuado se habría dado cuenta que la multitud le sigue una tercera vez con la misma actitud incrédula, sin embargo, lejos de darles de comer, les confronta duramente (en nuestro país se les diría “por gorrones”):

 

—“De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis” (Juan 6:26)

 

Dios no alienta la pereza ni la pobreza (como lo hace AMLO regalando dinero a manos llenas para comprar conciencias y votos y de paso desalentar la producción nacional). El Señor lo dice claramente en las Escrituras, que: “Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2 Tes 3:14)

El actual presidente nunca ha entendido que aunque Jesús ama a los pobres, no les ama por ser pobres, sino por su condición espiritual y por sus carencias y sufrimientos, que si no los llevan desde la fe y los alimentan con odios y envidias lejos de agradarle, les distancian de él. Dios no toca a los corazones de los humanos, dicho sea de paso, que Él creó, por clase social, sino de manera general y en espera de que respondan en fe y amor a ese llamado (para ser salvados eternamente). Dios no hace acepción de personas como lo hace AMLO.

     Las tonterías que dijo el presidente mexicano no tienen nada qué ver con Jesucristo ni con su mensaje eterno, de hecho, la mente desordenada del tabasqueño le empuja a declarar semejantes disparates. Decir que “los poderosos de su época lo seguían” es exhibir su ignorancia bíblica, misma que narra que le perseguían de manera no tan velada esperando una oportunidad para deshacerse de él.

Lo peor es que cerró su mentiroso y manipulador discurso pseudo bíblico asegurando que lo crucificaron por profesar un profundo amor a los pobres y a los débiles”, pretendiendo destruir con sus palabras (de manera diabólica) su principal obra entre nosotros: ¡LA REDENCIÓN DE LOS PECADORES! O dicho en otras palabras: LA RECONCILIACIÓN DEL HOMBRE CAÍDO CON SU DIOS.

Podría señalar decenas de textos bíblicos que contradicen absolutamente las mentiras y tonterías del presidente, pero el espacio nos impide hacerlo, de manera que nos limitamos a decir, que ni es cristiano Andrés Manuel López Obrador, ni Jesucristo fue luchador social.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Al asumir la presidencia protestó cumplir y hacer cumplir la ley, no lo ha hecho, ha faltado a su deber y ha mentido todos los días y sin parar. La democracia para el presidente ha sido una especie de botarga que solo usa para representar a un personaje que no es y que no le gusta, pero que le ha permitido y concedido logros que sin ella jamás los hubiese obtenido.

El proceso electoral que estamos, no disfrutando, sino sufriendo y padeciendo, sin duda alguna que es el más sangriento y caótico en los últimos cien años, en tanto que el presidente en lugar de hacer valer la ley y poner orden, ha dejado salir al anarquista que siempre ha sido, al hombre antisistema que participa en las elecciones como opositor perpetuo, desobedeciendo y violando la Constitución y leyes derivadas (relativas a los procesos electorales), pasando por alto que él es el titular del poder ejecutivo, que él es quien debe poner orden. Le ganó el anarquista que lleva dentro.

     El deseo insano y obsesivo de Andrés Manuel López Obrador por ser presidente es causa y efecto de la situación caótica y sangrienta que padece innecesariamente el país. Teniendo división de poderes e instituciones públicas que nos han llevado muchas décadas en construir y mucho dinero para darles forma y consolidarlas; en apenas dos años y medio, el destructor tabasqueño ha desaparecido ya varias, dañado otras, y atacado con fuerza los otros poderes. No le gustan, así son los dictadores, detestan el orden y los equilibrios de poder.

    Con una estrategia vulgar, mentirosa, engañadora y diseñada para que la masa votante no distinga la realidad ni conozca la verdad, AMLO se ha convertido en el jefe de campaña de Morena, el partido de su propiedad, mejor dicho (y usando sus propias palabras) de su mafia, violando todos los días las leyes desde su plataforma de adoctrinamiento matutino malamente llamada “conferencia de prensa”, que no lo es.

Con su desprecio habitual a las personas y el orden constitucional, el tabasqueño se ha olvidado totalmente de TODOS LOS CONTENDIENTES QUE NO SON DE MORENA dejándoles expuestos a las diversas bandas criminales que azotan al país de costa a costa y frontera a frontera, para quienes ofreció desde el principio “abrazos, no balazos”, y siendo los únicos a los que le ha cumplido.

    Ante su desatención e indiferencia para los contendientes de los partidos políticos contrarios a Morena (y sus satélites), la sangre se ha derramado en abundancia por casi todo el territorio nacional, enlutando muchos hogares al permitir que los criminales participen marcando el rumbo a los votantes (y con ello el destino del país).

La acusación del dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno de que el gobierno federal está rebasado por la violencia, con 89 contendientes asesinados y 724 delitos contra ellos, es inexacta. La realidad es que el gobierno federal, es decir, el presidente López Obrador, no ha querido combatir a los delincuentes. Los ha dejado que se muevan a sus anchas eliminando a los opositores a su régimen y permitiendo que las balas decidan quien gobierna. Esa ha sido la política del estado. No hay rebase, hay permiso oficial.

Aunque se quiera ser respetuoso de las personas, lo cierto es que todas las evidencias apuntan hacia un narco gobierno o a un gobierno aliado con estos grupos. No puede ser de otra forma. No se puede entender semejante impunidad concedida a los maleantes, quienes comparten el poder descaradamente con el gobierno de AMLO.

Sabedores del poder del Ejército y la Marina, de su sofisticado, abundante y costosísimo equipo y armamento, ni que decir del número de tropas (al que debe sumarse la Guardia Nacional), no se puede entender tanta pasividad y afecto para las bandas criminales.

Ha sido a tal punto el descaro del presidente en este sentido, que ante la denuncia cotidiana en los medios de los asesinatos y atentados contra los candidatos y contendientes electorales, prefirió acusar a los medios de “amarillistas” en lugar de mandar a los cuerpos de seguridad a poner en orden en las calles. A nadie le queda duda que para el presidente López Obrador valen más las vidas de los delincuentes y vándalos (tan queridos por él), que los candidatos ajenos a Morena y los ciudadanos en general.

Su falsa conciencia democrática como su falsa fe cristiana, además de ser desnudadas cotidianamente por sus acciones, las propias Sagradas Escrituras lo hacen con severidad desnudando al impostor: “Si un gobernante atiende la palabra mentirosa, todos sus servidores serán impíos” (Prov 29:12).

O como escribiera aquella sabia historiadora y filósofa siria que decidió voluntariamente hacerse mexicana: “Los celos, la envidia son aquí piezas de un edificio sin aberturas; nadie debe levantar la cabeza por encima de la pequeñez general. En un pueblo verde, nadie puede tener un color diferente. Sus grandes hombres han tenido que dejar de ser grandes; o han sido ninguneados y destruidos, odiados y rechazados” (Ikram Antaki: El pueblo que no quería crecer, pág. 90). La pequeñez moral e  intelectual del destructor solitario de Palacio Nacional solo admite el color morado de Morena; sus complejos, odios y limitada inteligencia le han llevado a ningunear, destruir, odiar y rechazar a algunos de los grandes hombres que quedan en México.

La portada de la revista inglesa The Economist le describió tal cual es: «El falso mesías», publicación prestigiada a nivel mundial con un tiraje de 1’500,000 ejemplares, pero que para el tirano de Palacio Nacional es ‘un pasquín, con una portada majadera, muy grosera’; mientras que él todas las mañanas y desde que asumió la presidencia, ofende majaderamente con sus groserías habituales a millones de mexicanos. Todo esto nos lleva a pensar y concluir el por qué tenemos las elecciones más sangrientas en un siglo y un presidente voluntariamente inmóvil.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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