Opinión
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Dice el viejo refrán popular “que la cabra siempre tira pa’l monte”, es cierto, igual sucede con los seres humanos, personalidad y carácter tarde o temprano les muestran tal como son. Por más que el presidente, así con minúsculas, trate de presentarse más ecuánime, moderado y maduro, lo cierto es que a la hora de la verdad sus hechos le presentan tal y como es él, como siempre ha sido.

     Enemigo de la ley y el estado de derecho, de carácter anarquista, violento, con evidentes resentimientos sociales, impasible ante el daño al otro (sobre todo si es de los que él considera sus enemigos), luego de poco más de un año al frente del poder ejecutivo federal, ha mostrado ser el mismo de siempre.

      Para los que nunca hemos creído ni confiado en él su conducta no es ninguna sorpresa.No es un asunto de ideologías, pues para el autor de esta columna AMLO jamás ha sido de izquierda. Su personalidad habrá que entenderse desde un ego acariciado hasta lo irracional, carente por supuesto de una verdadera formación, por tanto de disciplina y corrección.

    Sin meternos en el campo de la psicología, ya que para entender su berrinchudo y ególatra carácter con analizar sus hechos diarios es suficiente ¿Qué persona seria y madura gustaría estarse escuchando todas las mañanas y a todas horas, de pontificar sobre todo, cuando su conocimiento de las cosas además de insuficiente queda exhibido un día sí y otro también?

    Al principio de su sexenio, que no gobierno, aseguró que el “no miente” cuando justo desde el primer día se ha dedicado a mentir. Protestó el 1º de diciembre de 2019 cumplir y hacer cumplir la ley, y desde ese mismo día se ha empecinado en NO CUMPLIRLA.

      Si es el estado laico, enseguida de su protesta salió a la Plaza de la Constitución (así se llama, no zócalo) y delante de las cámaras de televisión nacionales y extranjeras, así como de todos los medios, se arrodilló ante brujos indígenas y en un país que se auto nombra cristiano, permitió que estos paganos le hicieran una dizque ‘limpia’. Juárez, a quien dice admirar, era un cristiano de convicciones firmes, profundas y bíblicas, jamás hubiese permitido semejante acto de prostitución espiritual (como tampoco romper con la laicidad por la que tanto luchó).

     En otro tema, de forma inesperada declaró una guerra contra los ladrones de combustibles, cerrando al efecto los ductos de Pemex, dejando de paso y por varias semanas las gasolineras del país vacías (en no pocas regiones, entre ellas Guadalajara) paralizando con ello la productividad y la vida de casi todas las personas. Claro, a sus favoritos, sus incondicionales seguidores de la ciudad de México procuró que no les faltara (no fuera ser que los votos le dejaran de apoyar).

    Días antes, realizó una absurda consulta patito, en la que menos del 5 por ciento de la población del país en edad de votar, decidió que se cancelara la construcción del nuevo aeropuerto de Texcoco. Una obra que además de necesarísima, de contar con el apoyo y aprobación de todas las líneas aéreas mexicanas e internacionales, de tener un proyecto de primer mundo y a la altura de las necesidades y circunstancias, con un avance de más del 30 por ciento; en uno de sus conocidos berrinches (que él ufano llama ‘terquedad’) canceló sin más apoyo que su dicho y gusto. Citar la corrupción como pretexto es una tontera por decirlo de manera suavepues para eso existen las instituciones públicas impartidoras de justicia. Marcando desde ese momento el destino de su desgobierno.

    Ha sido de tal magnitud su protesta en vano (de cumplir y hacer cumplir la ley) que los asesinatos en el país crecieron más que nunca, el robo de combustibles no se diga, el descarrilamiento y saqueo de ferrocarriles, robo de autobuses de pasaje foráneos y secuestro de choferes por simples delincuentes que se hacen pasar por ‘estudiantes’, de compinches suyos que por días y semanas paralizan el sistema ferroviario de carga produciendo todos los días pérdidas por millones de dólares o robándose el peaje de las casetas en las autopistas. Ni qué decir de las bandas de criminales, con o sin organizar, que ante la oferta del presidente de darles abrazos (en lugar de balazos) le han tomado la palabra convirtiendo México en tierra de nadie. Un país en el que solo hay paz para el presidente en Palacio Nacional, pues incluso a los alrededores de este hermoso e histórico edificio, comerciantes de todo tipo y tamaño son extorsionados con impuestos mayores que los del gobierno, que de no pagarlos lo pagan con su propia vida.

     Y el presidente no hace nada. No mueve un solo dedo para detener esta avalancha de impunidad que asfixia y oprime a la gran mayoría de los mexicanos: al que es asaltado en el transporte público, en su auto, en su negocio, en la taquería, restaurante, tienda de abarrotes, supermercado (en Celaya saquearon totalmente un Walmart), en su tráiler o camión de carga en la carretera, asesinado en cualquier ciudad o pueblo por cualquier cosa o por nada, al joven que corre el peligro de ser desaparecido para sumarle a las filas de las bandas y de negarse, asesinarle a sangre fría.

Para el presidente nomas existen los suyos, sus incondicionales. No importa que tengan cuentas pendientes con la justicia, con su agua bendita les limpia de todo pecado. El maniqueísmo de López Obrador es radical, a la vista de todos. Finalmente y con relación al título del presente artículo, en octubre del año pasado (2019), habiendo detenido en Culiacán las fuerzas armadas al hijo del “chapo” con fines de extradición, increíblemente le liberan ante la presión de los grupos criminales, apostatando por enésima ocasión de su deber de cumplir  hacer cumplir la ley.

    Ante esto, el ciudadano observante de la ley, el que cree en la democracia (incluidos muchos de los que votaron por AMLO sin ser sus incondicionales), se cuestiona y cuestiona al presidente, quien defiende a los funcionarios bolivianos prófugos de la justicia de ese país (que se refugiaron en la Embajada de México), a los que dice PROTEGER Y DEFENDER SU DERECHO DE ASILO. En síntesis: ¿Para el chapito, los bolivianos y toda la fauna delincuencial que azota a México de frontera a frontera y de costa a costa, impunidad y protección, y para los mexicanos negación del amparo de la ley y cero acceso a la justicia?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

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El presidente López Obrador me recuerda al viejo poema popular español de ‘La Casimira’, ¿lo conoce, estimado lector? El carácter malformado del mandatario, su mente confusa y precario intelecto, le llevan casi a diario a razonamientos alejados de la realidad. El cree ser una cosa sin embargo sus hechos le exhiben como otra, de ahí que sin proponerlo se le asocie con el personaje referido:

 

“Casimira, casi mira… casi todo y casi nada.

La llamaba ‘Casi’, cuando casi andaba y al cumplir los siete, ‘Casi’ fue al Colegio

pero la maestra, casi no enseñaba.

Creciendo la ‘Casi’, casi una adolescente, casi niña, casi dama, encontró un mozuelo, a quien casi amaba, pero un día el chico, casi sin mirarla dejó a la ‘Casi’, casi destrozada.

Y se fue a un convento la pobre queriendo ser santa, y casi fue monja. Pero un día enterada, de que el chico moría se volvió a su casa, y cuidó del chico como de casada.

Y el chico murió, casi sin besarla y casi fue viuda… al menos en su alma. Hoy ‘Casi’, cansada de su vida extraña, casi no se peina, y casi desenfadada cuenta que de algún modo, lo fue casi todo, sin ser casi nada”

 

    Y es que el presidente insiste casi a diario en tomar disfraces que no se ajustan a sus hechos y personalidad. Su caracterización del presidente Benito Juárez lejos de beneficiarle le confronta terriblemente. Un abismo de inteligencia, hechos, y acciones de gobierno les separan, incluso le exhiben como al tartufo de Moliere, o al Gil Blas de Lesage, como un ser no genuino. Como un individuo al que las circunstancias le arrastran a causa de una dirección carente de solidez moral e intelectual. Un hombre para el que la Ley no le significa nada.

    No basta decir que está en contra de la corrupción, cuando este cáncer crece en su entorno a manera de metástasis ¿Acaso no es corrupción colocar en cargos públicos a personas que carecen de la inteligencia y el perfil adecuados? Considerar que la sola honradez es suficiente además de absurdo conlleva corrupción ¿se dejaría usted operar por alguna persona que no fuera cirujano experimentado, que solo fuera honrado? El deterioro y destrucción del país crecen día con día en la medida que personas incapaces toman determinaciones en cargos de enorme responsabilidad, pero que no tienen la menor idea del daño que están causando (lo cual también es corrupción).

     ¿Acaso también no es corrupción justificar y perdonar a funcionarios que han sido acusados de delitos y acciones graves, solo porque son cercanos  o incondicionales del presidente? El justicia y gracia para los amigos y para los enemigos justicia a secas –que siempre sostuvo Juárez- no tiene nada que ver con la protección indiscriminada lopezobradorista, en la que la justicia no aparece por ningún lado y la impunidad es la constante.

     A Juárez no le temblaba la mano para impartir justicia como sucede con AMLO (habremos de recordar que presidió la Suprema Corte de Justicia de la Nación); fue capaz incluso de negar el indulto a Maximiliano, a pesar de que hombres de la talla del emperador Francisco José, de Victor Hugo y de Garibaldi se lo pidieran, a quienes respondió con una frase que conlleva la solidez institucional, intelectual y moral del oaxaqueño: “No mato al hombre, mato a la idea”. Juárez jamás hubiese ofrecido abrazos a los delincuentes, siempre les echó balazos y cárcel.

     Creer que con irse a vivir a Palacio Nacional le acercaría al personaje es en sí un desatino. Cuando mucho le ayuda a que sus lecheras ‘conferencias’ le eviten madrugar más y los molestos traslados (en una ciudad colapsada por el tráfico y las manifestaciones tan gustadas y apoyadas por el presidente).

     El Presidente Benito Juárez dejó el catolicismo al encontrar una opción a su fe más sólida y sostenida en las Escrituras. Al sumarse a la filas del protestantismo histórico, utiliza el nombre de la Reforma de 1517 para aplicarlo a su gobierno, tanto en lo político como en lo espiritual, teniendo entre sus propósitos alfabetizar el país por medio del estudio de la Biblia. López Obrador ni siquiera conoce la solidez bíblica y teológica del protestantismo. En su imitación del personaje (y a manera de ‘La Casimira’) se quedó con algunos grupos evangélicos, que dicho sea de paso, en la mayoría de los casos no tienen nada que ver con los herederos de la Reforma protestante y con la iglesia católica tampoco. NI chicha ni limonada.

     En cuanto a política exterior el principio de Juárez no deja lugar a medias tintas ni a interpretaciones desviadas: “Entre los individuos como entre las naciones el respeto al derecho ajeno es la paz”.

    Como es del dominio público, López Obrador no ha respetado a otras naciones. Su injerencia en la política de Bolivia no solo le ha exhibido como un mandatario irrespetuoso y metiche. A tal grado llegó su atrevimiento y falta de respeto que se trajo al tramposo de Evo Morales en un costosísimo viaje en un avión de la FAM, (cuando pregona a diario la austeridad) y una vez instalado en México el dictador, le concedió absoluta libertad para agitar y participar a distancia en la vida política de su país, contraviniendo el derecho internacional y los principios juaristas.

    Su desaseo político en los asuntos internos de Bolivia ya le causaron los primeros descalabros. La confrontada y exhibida que le diera el expresidente boliviano Jorge Quiroga debe ser para el mandatario mexicano una llamada de atención. Un muro sólido para no volverse a meter en los asuntos de otros países, pues los calificativos y acusación contra su persona (no contra México) a cualquier persona con dignidad y auto crítica le llevarían obligadamente a rectificar su injerencista actitud (ajena a la posición juarista):

 

“Usted ha decidido ser el padrino de los tiranos latinoamericanos, y usted es un cobarde matoncito, porque lo hemos visto pasar vergüenzas, arrodillado ante Trump, que le pone exigencias…  Tan servil con los autoritarios, y tan matoncito y abusivo con Bolivia, porque nos crees pequeñitos”

 

   Los hechos lo demuestran, el presidente López Obrador no se parece en nada al Presidente Benito Juárez, aunque para ser sincero y recordando al filósofo Ortega y Gasset, no tiene tampoco porque ser una copia al carbón. Su tiempo y circunstancias son otras por lo que el actual mandatario lejos de estar buscando modelos a imitar, su deber es ajustarse a lo que marca la Constitución y aplicarla, así como aplicar la totalidad de las leyes que tiene este país. El ridículo para su gobierno de los sucesos de Culiacán, así como la matanza de mujeres y niños inocentes en Chihuahua (familia LeBaron) deben hacer al presidente cambiar de rumbo y dedicarse a implantar el estado de derecho, de lo contrario, su gobierno ya está desde ahora fracasado. De él, y solo de él depende.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

Email: mahergo50@hotmail.com

 

 

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Celebrar la navidad no significa lo mismo para todas las personas, en unas cuántas décadas el sentido original de la fiesta (que por casi dos mil años se mantuvo firme) tomó rumbos y expresiones que nada tienen que ver con este hermoso y esperanzador acontecimiento, que, en su sentido escrito, recuerda a la humanidad caída el nacimiento del Salvador.

     La fiesta es parte medular del mensaje divino contenido en las Sagradas Escrituras (Biblia), pues hace recordar al hombre caído y pecador, el cumplimiento de la promesa de rescate y redención que Dios hiciera a Eva en el Paraíso: “Y Yahwéh Dios le dijo a la serpiente: Por cuanto hiciste esto maldita serás…  Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya (El Mesías) ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Gen 3:14-15).

     Y es que, si no se conoce ni entiende la doctrina de la caída, tampoco se puede entender la venida del Mesías que vendría a reconciliar al hombre con su Dios, a salvarle. Anuncio profético que a través de Isaías se hiciera con siete siglos de antelación: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal. He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamaras su nombre Emanuel (Dios con nosotros)” (Isa 7:14).

     Pero sobre todo advierte quién sería ese Mesías (Dios hecho carne en la persona del Hijo, Yeshua-Jesús): “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro: y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite” Isa 9:6-7). Un Imperio que llegará al final de los tiempos, que por la maldad e incredulidad que imperan en el mundo, no parece estar lejos. Imperio en el que no tendrá cabida la maldad, la impureza, la incredulidad.

     La cuestión es que, así como muchos en Israel cuando vino el Mesías no creyeron en él ni tampoco entendieron el porqué de su llegada; igual ha sucedido entre la cristiandad, una cristiandad cuya esencia se ha ido diluyendo hasta hacer de la fe una mera tradición, una religión carente de sentido que no refleja en absoluto el poder transformador de Dios al hombre caído; que exhibe el desconocimiento de su mensaje eterno y redentor.

     Es obvio que este alejamiento del hombre con su Creador se refleja en casi todas las acciones de la vida, incluyendo por supuesto la navidad. De unas cuántas décadas atrás, las expresiones y conductas acerca de la navidad (al menos en México y muchos otros países), se han desviado en un mar de sincretismo, materialismo, ignorancia, incluso de perversión (como es el caso de las llamadas ´posadas’, que lo mismo se llevan a cabo en salones de fiesta, como en antros y prostíbulos).

     Gradualmente expresiones populares sencillas y genuinas de los sucesos de Belén acontecidos hace dos milenios, como es el caso de las posadas, se fueron desviando y modificando hasta convertirse en meras fiestas mundanas, incluso hasta convertirse en bacanales, destruyendo en apariencia el reino de Dios bajo el poder de las tinieblas, cuando lo cierto es que el reino de Dios permanece eternamente y jamás será destruido. Justamente para eso vino el Mesías, para derrotar el reino de las tinieblas, no con los métodos que el hombre contempla, sino derramando su sangre inocente en la cruz del Calvario, pagando este cordero inocente la salvación para todos, pero que solo alcanzan aquellos que responden a su amor por medio de la fe. La tradición no salva a nadie, la costumbre tampoco ¿acaso desviar el nacimiento del Salvador a borracheras, drogas, sexo y regalos innecesarios reflejan conocimiento de Dios y de su mensaje, no es acaso lo contrario?  

     El verdadero enemigo de la navidad no son los personajes fílmicos Ebenezer Scrooge, como tampoco “El grinch”. El verdadero enemigo de la Navidad es el ángel caído quien ha logrado atrapar con sus falacias a las masas, desviándoles de lo sucedió en Belén de Judá, impidiéndoles por medio de la apatía o la ignorancia conocer quién es ese niño que nació, para qué nació y porque nació. Carecer de las respuestas correctas (bíblicas) conlleva la ausencia del verdadero sentido existencial.

     En síntesis, para algunos la navidad es tiempo de fiestas y bacanales, para otros, tiempo de regalos, de viajes, para otros de aguinaldos, de vacaciones y de estrenar cosas, aunque para millones es tiempo de frío, enfermedades y carencias. Dichosos aquellos que han mantenido y entendido el sentido de esta hermosa fiesta, que como les anunciara el ángel a los pastores de Belén: “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías (Yeshua) el Señor” (Luc 2:10-11) ¿Cuál es la navidad que has elegido?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

Email: mahergo50@hotmail.com

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Hace más de un año que escribí el presente artículo (semana del 27 de octubre al 02 de noviembre de 2018), las acciones del presidente López Obrador ya en el poder, responden al cuestionamiento que sobre su persona se hacía desde este espacio. Juzgue el lector si el análisis era correcto o errado:

¿NACE UN DICTADOR?

          Si López Obrador no entiende que la opción viable para el nuevo aeropuerto para la capital del país está en Texcoco, la que recomiendan los que en verdad saben y pueden opinar, malo. Pero si esto no le importa y lo único que quiere es darse gusto a sí mismo y a la mafia de anarquistas que le siguen, peor. Estaríamos ante el parto de un futuro dictador.

     Y es que como dijera Don Alfonso Reyes: “No se es dictador en vano. La dictadura como el tósigo, es recurso desesperado que, de perpetuarse, lo mismo envenena al que la ejerce que a los que la padecen”.

     El perfil del presidente electo, tantas veces analizado en este espacio y por tantos otros compañeros de oficio, no ofrecería nada nuevo. Tan solo ratificaría lo que ya se conocía de él, lo que se ha dicho hasta el cansancio.

     Durante la larga campaña electoral algunos, en su deseo de que ya haya cambiado, hicieron su mejor esfuerzo para analizar a un candidato que mejoró su visión de las cosas, que se supo rodear de mejores gentes que le aconsejaran, lo cual lamentablemente no era cierto, se trató de un autoengaño. Si dejó de bloquear e incendiar pozos petroleros es porque ya envejeció y carece de fuerzas, pero su terquedad e inclinación hacia la anarquía y los anarquistas, así como su repudio al orden, a las riquezas obtenidas mediante el esfuerzo, inteligencia y trabajo continúan. Su eterno revanchismo social sigue siendo el mismo.

     Para él los riquillos y a los que les gusta vivir de otra manera, de buena manera, son “fifís” según su criterio y no tienen derecho a gastar en las cosas que les gustan. Su afecto y apoyo son para los macheteros de Atenco, los maistros de la CNTE, los ayotzinapos, las comandantas Nestoras, Napos, y demás violadores de la ley y el estado de derecho. Entre esta gente que solo produce problemas y caos es donde se siente bien, como pez en el agua.

    Grupos e individuos a los que el escritor y académico francés Jean d’Ormesson aglutinara bajo un atinado término «La ineptocracia», término que también definió con la misma precisión: “La ineptocracia, es el sistema de gobierno en el que los menos preparados para gobernar son elegidos por los menos preparados para producir, y los menos preparados para procurarse su sustento son regalados con bienes y servicios pagados con los impuestos confiscatorios sobre el trabajo y riqueza de unos productores en número descendente, y todo ello promovido por una izquierda populista y demagoga que predica teorías, que sabe que han fracasado allí donde se han aplicado, a unas personas que saben que son idiotas”.

     Gran parte de los votantes hizo lo mismo que los venezolanos en su momento con Hugo Chávez, quien entendiendo el hartazgo de las masas ante la corrupción e indiferencia de la clase gobernante les prometió combatir y mejorar el estado de cosas, le creyeron y le dieron el voto. La mayoría tiempo después se lamentaría con dolor y horror.

     Luego de las elecciones de julio, en lugar de trabajar en silencio, de diseñar con sus futuros colaboradores planes trascendentes, viables y acordes a la realidad y necesidades nacionales, lo primero que hizo López Obrador fue demostrar su carácter malformado, su falta de respeto por el otro y por las instituciones. Y aunque se quiso disfrazar de “evangélico” ―los neo protestantes conocen muy bien los principios bíblicos (aunque sea algunos, muy pocos): “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mat 7:12)― su impaciencia y carácter arrebatado le exhibieron tal cual es, le llevaron a destiempo a presentar su gabinete, a ocupar las planas y notas principales en los medios, a presentarse como el presidente que todavía no es, faltándole al respeto en primer lugar a los mexicanos, en segundo al presidente Enrique Peña Nieto, y en tercero, a la democracia (en seria amenaza).

     Si en verdad fuese neo protestante (es decir, protestante sancochado) conocería cuando menos que la Escritura advierte: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo cielo tiene su hora” (Ecle 3:1). Pero no, su limitado vocabulario, su lenta asociación de ideas le han marcado como un hombre de muy escasas lecturas y pobre visión de estado. Claro, las huestes vociferantes y amenazadoras de las que se hace acompañar y que le ayudaron a llegar al poder, atacan con fiereza a quien critique (con verdad) a su líder. Igual sucedió en Italia y la Alemania de los años ’30 en el siglo pasado.

     Pero está a tiempo de enmendar sus graves yerros. De echar a la basura su absurda consulta y futuros plebiscitos, encuestas y referendos tan queridos por los autócratas y dictadores para perpetuarse en el poder. Instrumentos mañosos en los que enredan a los ingenuos para aparentar ser demócratas.

     La opinión internacional tiene los ojos puestos en AMLO y en su absurda, por no decir estúpida consulta sobre el aeropuerto capitalino, de lo que él haga y decida respecto a esta obra, pues al resolver dará color y en qué tono pintará su gobierno. Rojo no, ya no existe (solo en la mente de los rabanitos criollos y en los ignorantes ayotzinapos que viven en un mundo de anarquía y doctrinas políticas no comprendidas, peor todavía, desechadas en todo el orbe por caducas e impracticables), sino de tonos grises con amarillo, cargados de mediocridad y llanto a causa del dolor de las multitudes.

     Y no se necesita ser adivino ni eminente politólogo para vislumbrar el futuro de México, basta con una mirada rápida a los escaños en las cámaras y reconocer nombres y caras, que sin mencionarse, son sinónimo de violencia, torpeza, corrupción, mañas, incapacidad, agresividad, carencia neuronal, y tantas deficiencias más. Si realmente López Obrador tiene voluntad de cambiar y dirigir el timón de la República hasta llevarlo dentro de seis años a buen puerto y entregar buenas cuentas al pueblo de México, urge que realice no varios, sino muchos cambios en su cosmovisión y allegarse a personas que realmente estén capacitadas para mejorar la condición del país y ayudarle al ahora presidente electo a tomar mejores decisiones, y no simples puntadas de campaña, como esa, de una ‘consulta para el aeropuerto’.

     López Obrador y su gente, al menos los más cercanos a él, a los que escucha, tendrán que aprender que democracia e independencia van juntas, son indisolubles, disminuir o acabar con la primera extingue la segunda. Nuestro premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, escribió al efecto: “La derrota de la democracia significa la perpetuación de la injusticia y la miseria física y moral, cualquiera que sea el ganador… Democracia e independencia son realidades complementarias e inseparables: perder a la primera es perder a la segunda y viceversa” (Sueño en libertad, pág. 392). ¿Será mucho pedir que se dejen de consultas absurdas, que esperen a que les llegue su turno para gobernar, y que cuando el plazo se cumpla, inviten a su equipo a otras mentes más lúcidas que les ayuden a pensar y planear un mejor país? De no ser así, quizá estamos viendo el inicio de una dictadura.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

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