Opinión

Andrés Manuel López Obrador ha ido demasiado lejos. Queda claro que ni conoce los deberes presidenciales, ni tampoco desea conocerlos. Su personalidad ególatra enfermiza, más inclinada a monarca bananero que a un gobernante republicano, su inclinación patológica a mentir a toda hora y todos los días, su carácter violento, rencoroso, vengativo y berrinchudo, malformado en todos los sentidos, incapaz de responder como presidente en sus acciones y palabras, día tras día, mañana tras mañana, se levanta a dividir a los mexicanos y a destruir alguna institución pública, una secretaría, dañar la salud, educación o seguridad de los ciudadanos, para luego terminar su labor de calamitoso huracán ofendiendo a todo aquel que se atreva a criticarle o señalar su muchos y cotidianos yerros, que dicho sea de paso, cada vez son más graves y trascendentes.

     Esta semana se ha dedicado (utilizando toda la fuerza del estado) a intentar destruir el INE, utilizando como simples chalanes y golpeadores a diputados, senadores, ministros de la SCJN, y hasta la misma CNDH. Al saber este maestro en elecciones que en el 2023 y 2024 lo más probable es que pierda Morena, en su perversa obsesión de poder pretende aniquilar al INE, utilizando, una vez más, su viejo método de mentiras y engaño a sus fanáticos incondicionales, como también a ese sector de la población que vive ajeno a la vida política nacional, a los que este malvado sabe cómo engañar, torciendo la realidad de formas que los mismísimos Maquiavelo y Goebbels envidiarían.

     Con el pretexto de que el INE nos cuesta al año 13,000 millones de pesos, que cierto, es mucho dinero pero que no es nada comparado con los derroches y decisiones del presidente, como cancelar el NAIM, o construir la refinería Dos Bocas, etc.; no podemos olvidar que los mexicanos tenemos entre nuestros pecados la inclinación a la corrupción, se tuvieron que poner una serie de candados y seguros para que las elecciones fueran limpias en lo sucesivo y confiables (lo cual cuesta). Con el INE actual tenemos la certeza que el que gana es el que triunfó en las urnas.

     Y esto es precisamente lo que le incomoda al dictador de Macuspana. El quiere desaparecer el INE y sustituirlo por un mamotreto(así como lo hizo con el Seguro Popular al sustituirlo por el INSABI, o el NAIM por al AIFA) para poner en lo sucesivo a un títere que él pueda mangonear. Y que a su fallecimiento su pandilla quede al frente. Como sucedió con Chávez y Maduro en Venezuela.

     A tal grado ja llegado su insania mental política que el viernes 4 de diciembre nos enteramos los mexicanos, que, entre sus perversos y macabros planes, además de apropiarse del INE y hacerlo un ente para manejar en lo sucesivo las elecciones a su antojo, pretende que el patrimonio del INE pase a ser parte del INDEP; esa cueva de forajidos que desaparecen lo quitado a criminales y decomisos varios. Y no solo esto; que es gravísimo. Pretende también hacerle recortes presupuestales que impedirían al INE realizar labores esenciales como expedir credenciales para votar, fiscalización de partidos o monitoreo de campañas (El Universal, 5/Nov/2022).

      Ya, es demasiado. Detuvo la construcción del Nuevo Aeropuerto de la ciudad de México cuya cancelación costó solo de manera inicial $ 331 mil 996 millones de pesos (El Financiero, 22/Feb/2021) más lo que se acumule por ser deuda pública; desapareció las Guarderías Infantiles, las Escuelas de Tiempo Completo; la compra de medicinas para el sector salud ocasionando con ello cientos de miles de muertes, no solo por cáncer, sino por causas diversas; desapareció la atención de tratamientos y cirugías que IMSS e ISSSTE brindaban; desapareció en buena medida las policías estatales y municipales al quitarles el presupuesto, ocasionando con ello el aumento terrible de asesinatos y crecimiento desbordado de las bandas criminales con y sin organizar.

     Se ha olvidado de la obra pública, es decir, de resolver las necesidades urgentes de los mexicanos en las diversas áreas, utilizando todo ese dinero para regalarlo a los futuros votantes, que cegados por su necesidad no pueden ver que sus necesidades urgentes precisamente por eso no les están siendo suplidas, porque el dictador está comprando sus conciencias y desatendiendo las necesidades colectivas.

     Ha entregado el país, si no en complicidad, sí voluntariamente (a causa de su inmovilidad) a la enorme fauna delincuencial que aflige, asesina, secuestra y extorsiona a los mexicanos. Su renuncia tácita a gobernar le hace reo de culpa de conformidad al artículo 89 constitucional, fracción I, que dice textualmente: “..ejecutar las leyes que expida el Congreso de la Unión, proveyendo en la esfera administrativa a su exacta observancia”. Nada de esto ha hecho, en su desgobierno reina la impunidad total.

     Es demasiado: Senadores, diputados (los que todavía tengan la conciencia limpia y compromiso de ser representantes de sus votantes), así como líderes empresariales, universitarios, intelectuales, tienen el deber civil y moral de promover la destitución y enjuiciamiento del presidente Andrés Manuel López Obrador. No se trata, de ninguna manera, de preferencias políticas. Ganó legítimamente las elecciones (el INE las organizó y le reconoció), eso no se discute. Lo que ahora se señala es que en la presidencia no ha cumplido con sus deberes y funciones. Al contrario, de ha dedicado de manera sistemática a destruir como ya se dijo al principio, a dividir a los mexicanos, haciendo daños terribles al erario que en décadas deberán ser pagados, apoyando a empresas corruptas e ineficientes como Pemex y la CFE, desatendiendo además casi todos sus deberes y funciones a favor de la población mexicana. Que lo somos todos. No solo sus adeptos.   

     Pretender destruir al INE es en esencia un GOLPE DE ESTADO (muy poco discreto) mediante la destrucción de la democracia para instaurar una dictadura maquillada de lo que nunca sería (democracia). Ante todas estas acciones y elementos de reflexión republicana, Andrés Manuel López Obrador debe ser destituido y enjuiciado no sólo por las terribles decisiones que ha tomado y su inactividad (o complicidad con narcotraficantes y delincuentes en general), sino por su intentona golpista contra el país, contra la democracia y las instituciones públicas. Sus acciones apartadas de la ley y la Constitución merecen ser atendidas de inmediato como lo establece la Carta Magna. No es un asunto de opiniones periodísticas. Es la suerte y destino de los mexicanos los que están de por medio.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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El pasado día 23 de octubre se celebró el día del médico, fecha que en estos momentos significa mucho en nuestro país. Los mexicanos tenemos una deuda de gratitud, no solo con los médicos, sino con todo el personal del sector salud. Un sector de los más golpeados por el actual gobierno de López Obrador, pero que antes, y durante la larga pandemia, se portó a la altura de su noble y loable labor.

     Lamentablemente les tocó la peor crisis con el peor gobierno quizá en toda la historia de México. Un gobierno encabezado por un anarquista mentiroso, ignorante, e incapaz para semejante responsabilidad, quien acompañado por una cauda de ambiciosos, corruptos, incapaces y resentidos sociales, en tan solo cuatro años sumieron al país en la crisis más severa desde la Revolución Mexicana.

     En su ignorancia, odios y resentimientos se han dedicado a destruir todo, desde las instituciones, democracia, educación, cultura, ciencia, economía, etcétera, hasta dejar a los mexicanos divididos por el odio promovido desde Palacio Nacional todas las mañanas, y, por supuesto, destruyendo el sistema de salud nacional en una época que requería no solo de ser fortalecido, sino ser considerado prioridad nacional.

     No fue así. Para la mente torcida y perversa del tabasqueño, en sus cotidianas mentiras anunció desde el principio de su fracasado gobierno que iba a elevarlo al nivel de Dinamarca, cuando la realidad es que le abandonó, dejó a los médicos y personal hospitalario en el abandono por mucho tiempo. Sólo cuando las decenas de miles de muertos se acumularon y la condena nacional e internacional creció, trajeron vacunas y trataron de remediar medianamente su criminal negligencia. Pero el daño ya estaba hecho. Más de 700 mil muertes por coronavirus son parte del expediente negro de este mal gobierno, pues cuando menos la mitad se pudieron haber evitado. Muertes a las que habrá de agregarse los niños con cáncer y enfermos crónicos para los que no hubo medicinas (y pacientes que fallecieron por falta de cirugías).

    Habrá de tenerse en cuenta, para desgracia de México, que poco antes de que esta plaga nos llegara, AMLO destruyó el sistema de adquisición de medicinas del sector salud. Un sistema que llevó años en estructurarse y que este hombre hablador, sin tener nada asegurado y al amparo de la palabra ‘corrupción’ (que sin duda debió haber), destruyó todo dejando a los mexicanos de clases medias hacia abajo sin medicamentos ni acceso seguro a la salud.

     Por si no le fuera suficiente su daño, torpeza e incapacidad, desapareció el Seguro Popular (servicio que siempre prestó, aunque de manera más modesta, la Secretaria de Salud) dejando en el desamparo a millones de personas con diversas enfermedades, inventando en el papel una cosa llamada INSABI que solo existe en la mente del inquilino de Palacio, formándose como dicen los meteorólogos ‘la tormenta perfecta’.

     Para enfrentar la terrible epidemia de coronavirus, una plaga al modo de las padecidas en la edad media, desconocida y que requería de extremos cuidados, equipos, material y aparatos, sobre todo para médicos y personal de salud: lo cierto es que el gobierno les mandó a la guerra sin fusil. Las compras de medicamentos, uniformes y material especiales se hicieron mal, muy tarde e incompletas, irresponsabilidad que cobró miles de muertes de médicos, enfermeras(os) y demás personal hospitalario. De hecho, México quedó en 1er lugar en América Latina en pérdida de vidas en este sector.

      En cuanto a la población en general y como ya se dijo, las muertes superaron las 700 mil, ¿y cómo no sería así?, si tardaron mucho en la compra de vacunas y cuando lo hicieron fue con poca sabiduría y cuestionable estrategia. Enterarnos que hace unas semanas tiraron 5 millones de vacunas contra el covid-19 (coronavirus) resulta criminal (con un  costo superior a los 600 millones de pesos). Alguien tiene que responder ante la ley de tanta irresponsabilidad y negligencia. Pensar solo en elecciones y olvidarse de la salud de los mexicanos pinta de cuerpo entero a un gobierno de ambiciosos, improvisados e irresponsables.

     Nuestros médicos y personal de salud son parte de los activos humanos más valiosos, de manera que el descuido y menosprecio a su labor por parte del gobierno es a todas luces condenable. Los dejaron solos en la mayor crisis padecida en un siglo, y por si no fuera suficiente negligencia, pusieron a un médico engreído y grillo a atender la pandemia, quien se dedicó a cuidar la imagen política de su jefe mientras médicos y pacientes caían muertos saturando funerarias y panteones.

     Las cuentas ante la justicia son altas y muy numerosas. A tanta maldad e incapacidad, habrá de agregarse que en su perdición y deshumanización trajeron dizque médicos cubanos que no hicieron otra cosa que llevarse dinero para la isla. Compromiso con los castristas que es obvio que sigue vigente pues en lugar de poner orden en la sierra y regiones donde los narcos ya son descaradamente los que mandan lo cual hace que los médicos mexicanos huyan ante la falta de protección y seguridad, han comenzado a traer comaladas de dizque médicos cubanos a esos lugares ¿De qué se trata, de tomar control de todo a través de los violentos?

     Queda pues a los mexicanos mientras llega la justicia contra estos irresponsables que dizque gobiernanagradecer a los médicos, aunque ya haya pasado su día, su enorme esfuerzo por cuidar de nuestra salud. Sus desvelos, largas jornadas, amor y paciencia no dichos (pero recibidos por sus millones de pacientes) pues en medio de esta larga pesadilla de dos años y medio (aunque siempre su labor es una bendición) se dieron a favor de todos los mexicanos. Su mayor homenaje es nuestra gratitud, que aunque el gobierno se olvide de ustedes, los mexicanos no. En lo personal mi gratitud por siempre para los Dres. Fernando Carrillo Llamas, Rubén Bernabé Ceja, César Ochoa Verduzco y Antonio González Vieyra, así como a la memoria de Antonio Pérez Lete y Manuel Bolaños Ruiz. Que Dios todopoderoso bendiga a todos los médicos y bendiga su gran labor humanitaria.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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En su histórico discurso del 23 de septiembre del año 1913, el Senador Belisario Domínguez, entre otras muchas verdades expresadas de manera directa y valiente, dicho sea de paso, cuando debieron ser dichas; confrontó a sus compañeros para que actuasen ante el peligro en el que se encontraba el país al ser presidido por un dictador incapaz y violento:

 

“Penetrad en vosotros mismos, señores, y resolved esta pregunta: ¿Qué se diría de la tripulación de un gran navío que en la más violenta tempestad y en un mar proceloso, nombrara piloto a un carnicero que
sin ningún conocimiento náutico navegara por primera vez y no tuviera demás recomendación que la de haber traicionado y asesinado al capitán
del barco?”

 

    Como en 1913, México tiene al mando a un tirano incapaz y ególatra (no hay tirano que no lo sea), que además de estar hundiendo día con día al país, destruyendo las instituciones, la vida republicana, entregando a los mexicanos en manos de las bandas delincuenciales y enemistándose con nuestros principales socios comerciales (que en este momento son la fuente principal de nuestro sostén económico); tiene además sometidos a su tiranía a la mayoría de senadores y casi la totalidad de los diputados.

     De manera que la valiente y oportuna intervención de los Senadores Lilly Téllez y Germán Martínez en la tribuna el pasado día 19 de octubre, fue, además de necesaria e histórica: fuente de esperanza y aliento republicano para todos los mexicanos no sujetos a la tiranía del reyezuelo de Macuspana.

     Sabedor de su fracaso, López Obrador se ha apoyado absolutamente en el Ejército, y no precisamente en lo mejor de éste, sino en lo más cuestionable, para asegurar su posición, de manera que ha sido capaz de someter a diputados y senadores para militarizar el país so pretexto del combate a la delincuencia. Que, dicho sea de paso, en 4 años los militares no han hecho absolutamente nada al respecto. NADA.

     Así que el propósito de militarizar es otro. Lo peor y más dañino y doloroso para México ha sido la conducta servil y lacayuna de la inmensa mayoría de los diputados y la mayoría de los senadores al someterse a los deseos del dictador. Su posición nos recuerda a sus pares durante el gobierno del dictador Victoriano Huerta, a esos que el Senador, con mayúscula, Belisario Domínguez arengó y confrontó en el discurso ya señalado:

 

“La verdad es esta: Durante el gobierno de Don Victoriano Huerta, no solamente no se ha hecho nada en bien de la pacificación del país, sino que la situación actual de la república es infinitamente peor que antes: La Revolución se ha extendido en casi todos los Estados… la prensa entera de la República amordazada o cobardemente vendida al gobierno y ocultando sistemáticamente la verdad; nuestros campos abandonados; muchos pueblos arrasados y por último, el hambre y la miseria en toda sus formas amenazan extenderse rápidamente en toda la superficie de nuestra infortunada Patria…”

 

     Quítele la palabra Revolución y póngale delincuencia, y el discurso se ajusta cabalmente a nuestra realidad actual. De ahí que la valiente intervención de la Senadora Lilly Téllez y el Senador Germán Martínez nos hayan recordado al mártir chiapaneco. No solamente esto, oxigenaron la Cámara alta aportando dignidad y mostrando compromiso con los mexicanos (antes que a sus partidos políticos), elevando el nivel del debate hacia las prioridades nacionales y dejando atrás los chismes y frivolidades que campean.

      En lo personal, cuando escuché a la Senadora sonorense confrontar al secretario de la Defensa Nacional con semejante aplomo, valentía y sapiencia republicana, me conmoví por primera vez en mi vida ante una intervención cameral:

 

“…Saludo también con atención, incluso a los senadores que compró el Ejército con carísimos lentes de Cartier por un voto. Saludo a esta nueva élite militar, que es ahora más bien, un ejército político empresarial. Hace unos años nos sorprendieron los altos jefes militares. Justo hace un año, usted lo recuerda general, entraron a este Pleno a ocupar un lugar que no les correspondía, hace un año entraron aquí de forma sorpresiva, de último momento, sin un aviso oficial y ese fue un evento inédito en el Senado, la presencia de los jefes militares en el pleno. ¡Vaya ironía! Como cambian las cosas y las circunstancias en tan breve lapso. Hace un año los altos jefes militares vinieron al Senado a cobijar a la secretaria de Seguridad Pública, y hoy llegan a la inversa escondidos bajo la manga de la secretaria de Seguridad Pública. Hace un año estuvieron aquí callados, sin decir una sola palabra, estaban impedidos a hablar por las reglas del Senado, y ahora, a diferencia de hace un año, ahora que están obligados a hablar callarán. ¡Callarán, mi general, callarán en forma tramposa, hace apenas dos semanas se establecieron sus deberes de comparecer y ya hoy le dan la vuelta a la ley…  colocando a la tradición por encima de la Constitución. Su silencio aquí general, y se lo digo de frente, es un grito que desafía y desprecia a la República, la que usted general, jura defender…”

 

     El discurso, que es de apenas cinco minutos, debió de ser eterno para el militar no acostumbrado a ser confrontado, solo obedecido. Fuerte, pues, republicano y patriótico el discurso de la Senadora Téllez, pero no lo fue menos el de su compañero Germán Martínez, quien además de no contar con mi simpatía nunca, sorprendió a la República con una intervención vigorosa, sabia, certera, y apegada a su deber cameral, a su representación de los mexicanos:

 

“No se lo acepto, no soy su tropa, ni debemos pensar igual, respeto el uniforme que usted porta, pero eso no lo hace más ni mejor mexicano, soy o intento ser leal a México y no soy servil a nadie; la dignidad no es un asunto de estrellas en el hombro, sino de mexicanos estrellados contra la ineptitud de sus gobiernos, y si acaso usted valiera más que otros mexicanos por sus insignias, entonces México estaría cerca de un autoritarismo militar… ninguna persona es más que otra en un país como lo soñó Benito Juárez.. a los tribunales militares les cesó de conocer de negocios civiles… Juárez tenía clara la frontera entre civilización y militarización, eso dije y lo sostengo, mi argumento entonces es tendenciosamente juarista…  México no es de un solo hombre, por lo que la tarea de la Sedena en seguridad pública debe ser de carácter civil; El Ejército es pueblo uniformado, sí, pero portar armas no los eleva por encima del pueblo, los compromete con el pueblo…  Lázaro Cárdenas emitió un reglamento de deberes militares, el cual plantea la prohibición a militares de intervenir en asuntos civiles. En el artículo 92 dice más que a ninguno de los miembros en servicio activo, a los generales les corresponde abstenerse en forma más absoluta e inmiscuirse en asuntos políticos del país directa o indirectamente, ¿qué tratos hizo en la Secretaría de la Defensa con Alejandro Moreno, el presunto delincuente según la fiscalía de Campeche? ¿Por qué se metió en asuntos políticos precisamente bajo el castillo de Chapultepec?… la milicia tiene límites y Luis Crescencio Sandoval debe respetarlos el fuero militar no le alcanzará a nivel internacional si se viola nuestra constitución y los derechos humanos”.

 

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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México nunca había padecido un presidente tan nefasto y corrupto como Andrés Manuel López Obrador. Su incapacidad e impreparación para semejante responsabilidad, su maldad y ego enfermizo; su desprecio por la ley, el trabajo y el estado de derecho; su mente torcida y corazón negro, al igual que su proclividad a la mentira y la anarquía, son parte (no toda), del perfil de un hombre que jamás debió llegar a la presidencia.

     Capaz de engañar a casi todos, por bendición no a todos, engañó incluso hasta los evangélicos, quienes en desobediencia a las Escrituras se metieron de lleno en apoyo a este pequeño anticristo (cumple con todo el perfil). Sí, de anticristo, de no ser así, no se entiende como no ha caído del poder este embaucador profesional.

     En menos de un mes tres bombas le explotaron y aunque el rostro y las manos le quedaron mugrientas y con sangre, cualquier otro ya hubiera caído, los otros poderes y la PGR (hoy FGR), ya anduviesen tras él o ya lo hubieran llamado a declarar. Nada de esto ha sucedido. Sin duda que algo maligno le sostiene. No es posible violar la ley tantas veces, hacer tanto daño al país y sus instituciones, ser responsable por indolencia e incapacidad de más de 130 mil asesinados a causa de una estrategia absurda y fallida; de decenas de miles de desaparecidos; de más de 700 mil muertos a causa de la pandemia no atendida oportunamente y cuando se hizo lo hicieron mal, y permanecer en el cargo, y aun hay mucho qué señalar. Pero volviendo a dichas bombas.

     La primera fue la matanza de 20 personas en Totolapan, Gro., entre ellos el presidente municipal, su padre y otras personas (sin que hasta el momento el gobierno del dictador haya hecho absolutamente nada).

     La segunda el hackeo de Guacamaya Leaks, que, dicho sea de paso, con tantas revelaciones sacadas de los propios archivos de la SDN es para que ya se hubiesen iniciado las carpetas de investigaciones en contra del presidente AMLO, como de muchos otros altos funcionarios señalados en el saqueo del país y un sinfín de actos ilícitos.

      La tercera, la más reciente, es el libro «El rey del cash», escrito por Elena Chávez, que se ha convertido en un best seller, pero que desde el campo legal y político, en una verdadera denuncia en contra de López Obrador y su pandilla de corruptos. Un documento jurídicamente viable para iniciar muchas carpetas de investigación en contra del titular del poder ejecutivo federal y muchos de sus más cercanos colaboradores, mejor dicho, cómplices de semejante saqueo, a sabiendas, que el testimonio de la autora por su cercanía y conocimiento de los hechos, son más que suficientes.

     Si se atreven a tener como válidos los testimonios de verdaderos asesinos y delincuentes de la peor ralea, dándoles en la 4-T el carácter de testigos protegidos; no se diga el de una periodista y escritora que vio y supo de manera directa de incontables actos ilícitos de una banda que simulaba política, cuando lo suyo es el atraco de todo cuanto existe. Empezando por los dineros Públicos y de los que se les crucen en el camino.

      Sí, de los que se les crucen en el camino. Ya hablaremos en detalle en próximos artículos de las raterías de estos rufianes capaces de vestirse con ropas de honor cuando lo suyo en realidad es la trapacería. Aunque ahora tendrá que denunciarse ante la opinión pública que debido a que han estado dilapidando los dineros públicos en comprar conciencias y votos (a ancianos, ninis, vagos, estudiantes, etcétera), el dinero les falta y andan como fieras buscando de dónde obtenerlo. De esta manera esta semana y con absoluto descaro López Obrador expresó públicamente su intención de tomar de los Bancos el ‘dinero abandonado’Es decir: uno más de sus atracos, ya que no hay tal dinero abandonado. Las personas depositan su dinero a los Bancos por razones de seguridad y ahorro. No para deshacerse de él.

     Como se aprecia, el rey del cash es insaciable. Una frase del editorial de la prestigiada revista Siempre! de esta semana y relativa al libro de Elena Chávez, describe con precisión la personalidad AMLO y el valor del famoso texto: “El valor de la obra no radica tanto en la revelación como en la confirmación de la sospecha: López Obrador es un atracador en el sentido más puro de la palabra y México padece hoy las consecuencias de ser gobernado por alguien que llegó al poder para robarse el país”.

En lo personal estoy leyendo el libro con suma atención y despacio, no quiero perder detalles pues todo lo escrito desnuda a un político farsante, que desde esta columna y desde casi 30 años se ha señalado y denunciado. Nunca consideré que llegara a la presidencia. Pero el engañador lo logró, y todos estamos pagando las consecuencias de su atrevimiento y el de su pandilla (no se le puede llamar gabinete a estos facinerosos).

El prólogo del libro escrito por Anabel Hernández, no solo abre la puerta a un mundo de inmundicia que nos imaginábamos, pero que este documento público corrobora y ordena; sino que permite ver el crecimiento literario de Anabel y su compromiso con la verdad.

La descripción que hace del tabasqueño no requiere de agregados: “…Andrés Manuel López Obrador pasará a la historia como uno de los símbolos más complejos del gatopardismo mexicano… uno de los políticos que, de manera calculadora y astuta… impulsan el cambio para que todo siga igual: la simulación. Durante su estancia en Palacio Nacional ha sido saboteador constante de la verdadera democracia, propagador del caos, la división del pueblo y la propaganda engañosa para abrir camino al autoritarismo y el militarismo… El rey del cash es el relato de una tragedia a la mexicana, la del ‘Agamenón criollo’. El de la mitología griega desnudó y descuartizó a la hija adolescente y virgen en ofrenda a los dioses para conquistar todo a su paso: el de esta versión mexicana es uno que está descuartizando a la patria”.

En tanto que la autora, Elena Chávez, es directa y precisa en su denuncia testimonial. No requiere de comentarios:

 

“El principal mantra de López Obrador: ‘No mentir, no engañar, no traicionar’… es falso. Ha mentido al pueblo mexicano, al afirmar que no es igual que sus antecesores, cuando para llegar a la presidencia usó recursos públicos valiéndose de un grupo que gobernaba la ciudad de México…  Si ha engañado porque prometió ser presidente de todos los mexicanos, pero se ha dedicado a dividir y engendrar odio entre sus seguidores y los que no piensan igual a él. Sí ha traicionado porque ha usado a las fuerzas militares para defender al crimen organizado y dejar en vulnerabilidad a la sociedad civil; ha destruido instituciones y dañado a niños y mujeres, principalmente; ha usado fideicomisos so pretexto de corrupción sin que los mexicanos conozcamos el destino de esos recursos; ha utilizado a los poderes Legislativo y Judicial para allegarse de más poder violentando la ley, y a la Fiscalía General de la República (FGR), el Servicio de Administración Tributaria  (SAT) y la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) para amedrentar a sus opositores”.

 

Muchos miles de millones de pesos desviados de los recursos públicos y por diversas formas han ido a parar a manos de esta troupe de forajidos, de manera que el título del libro de referencia es perfecto. Aunque para ser más exactos, y tomando en cuenta la impunidad del 97 o 98 por ciento que impera en el país, debe considerarse y llamarse mejor al tabasqueño como “EL REY DEL CASH Y LA IMPUNIDAD”.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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