NADIE LE IMPORTA, SOLO SU YO

El egoísmo del presidente, mejor dicho, del hombre que cobra como presidente es, además de terrible e injustificable, un daño terrible para México y los mexicanos. Un daño iniciado aun antes de tomar posesión del cargo y que se ha reflejado negativamente en todas las áreas de la administración pública: salud, educación, seguridad, aduanas, vías de comunicación, comercio, diplomacia, etcétera, etcétera.

Y aunque ya se ha dicho por casi todos los periodistas y medios, es necesario repetirlo, porque se trata de la piedra angular de su mal gobierno. Ya que no le importó en absoluto cancelar un aeropuerto de talla mundial aun cuando todavía no era presidente en funciones, ocasionando con su decisión un daño económico enorme (en un país con demasiadas carencias y urgencias) así como de imagen pública internacional, ahuyentando las inversiones y desvaneciendo las certezas jurídicas a un gobierno que ni siquiera comenzaba.

Fue la carta de presentación de un hombre cuyo ego será su perdición (de hecho ya lo fue), acción a la inversa que le abrió las puertas de la historia nacional, pero no precisamente en la galería de los hombres de bien, sino al lado del otro López (de Santa Anna) y demás tiranos.

No hay hecho o desgracia pública en la que no asome su pecado, su pervertida actitud ególatra, dominada dicho sea de paso, por un deseo diabólico de poder y control sobre los demás. La reciente visita de los mandatarios de Estados Unidos y Canadá mostró sin máscara alguna al inquilino de Palacio Nacional; al psicópata que ilegítimamente vive en ese histórico recinto ¿No dijo acaso que viviría en su modesta casa?

De acuerdo a un trabajo de profesionales de la psicología de varios países, “la psicopatía es un trastorno de personalidad caracterizado tanto por la falta de afecto, remordimientos y empatía como por seducción, manipulación y utilización del otro”. Descripción que se ajusta al perfil del tabasqueño.

Vayamos a la realidad nacional. Hay zonas o Estados casi completos del país ya controlados por las bandas de criminales y López Obrador ni se inmuta, sigue como si nada pasara jugando a las próximas elecciones y abandonándoles a su suerte. Esta es la condición de millones de oprimidos mexicanos que requieren de la intervención inmediata del gobierno federal para su liberación y retorno a la vida normal. Pero como los psicópatas carecen de afecto y empatía por el otro (el prójimo), el tabasqueño ni en el mundo les hace. No existen, excepto en tiempo de votaciones, de manera que sus penas, dolores o angustias no le significan nada.

El reciente accidente de la Línea 3 del Metro en la ciudad de México le exhibió por enésima vez, pues en lugar de preguntar por las víctimas y procurar su atención médica y reparación del daño, de plano, y como siempre sucede, les ignoró. Dedicó su poco esfuerzo (muy semejante al de “Jaimito el cartero”, el personaje del chavo del 8) a defender a Claudia, su candidata para heredarle el trono. Mejor dicho, su títere para su pretendido maximato.

    Nada acepta de lo que hace mal, ni él, ni su equipo (impropio y desatinado sería llamarle gabinete a esta banda de improvisados). Una desgracia se sucede a la otra y nadie es responsable en este remedo de gobierno. Basta que en la mañanera el mesías tropical les justifique y culpe incluso a las propias víctimas (como sucedió con el intento de asesinato de Ciro Gómez Leyva o de los múltiples y terribles accidentes en el Metro de la capital) para que toda acción mala o negligente quede impune.

     A tal grado ha llegado su egoísmo enajenante, que en la reciente reunión cumbre con Joe Biden y Justin Trudeau, rompiendo el protocolo, la buena educación, y su posición de anfitrión, se atrevió a reclamar al Presidente de Estados Unidos el “por qué no ayudaba a los países latinoamericanos” (algo que no le incumbe, ni su anfitrión esperaba pues no tenía nada que ver con la razón de la reunión); cuando lo cierto, es que él no ayuda en absoluto a más de 100 millones de mexicanos aterrorizados por las bandas de asesinos y extorsionadores dejándoles en total indefensión, o por falta de atención médica adecuada, de medicamentos, cirugías y tratamientos, de educación, justicia, desplazamientos, abandono de propiedades y negocios, migraciones forzadas, protección en carreteras, y un larguísimo etcétera. Todo esto que es su deber, deber que no cumple, ni le interesa cumplir, solo satisfacer su yo.

Ante la ceguera del rey del cash y del egoísmo, cabe perfectamente la sentencia de Jesucristo a los fariseos hipócritas (calificativo muy usado por López Obrador para ofender a quienes no piensan como él —pasando por alto que es el presidente y debe respetar a todos—): “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mat 7:1-5).

El gran problema, y verdaderamente grave, es que López Obrador no quiere cambiar, se siente muy bien como está y actúa. Su egoísmo le ha revestido de una gruesa concha que no admite grieta alguna para que entre la razón y la verdad. Ante esto, y mientras México sigue hundiéndose en un mar de sangre e ineptitud, es necesario que la legalidad, la sensatez y la cordura retornen a este país. Momento que reclama la intervención de las mentes sensatas y cuerdas en los Poderes Judicial y Legislativo diciendo a las cosas por su nombre, ordenando al efecto una evaluación del estado de salud mental del presidente (pues la psicopatía que presenta es evidente y nociva para el país) y de resultar como se aprecia, removerle del cargo y nombrar un sustituto, tal y como lo señala la Constitución. Porque, a éste, al inquilino de Palacio Nacional nadie le importa, sólo él mismo ¿O usted qué opina estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com.

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