Opinión
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Probablemente esta es una de las peores épocas de la historia en el trato a los viejos. No se diga en México. Durante siempre los viejos, por múltiples y fundadas razones eran el grupo social más respetado, en ellos se reconocía la sabiduría y se aprovechaba su experiencia. Experiencia que se hacía sentir en el gobierno, en la obra pública, el hospital, la catedra, los negocios, pero sobre todo en la familia.

    A la salida del pueblo hebreo de Egipto, de su liberación de la esclavitud padecida para llevarlos a Eretz Israel, Dios mueve a Moisés a delegar sus grandes tareas y responsabilidades en un selecto grupo de ancianos (grupo del que luego vendría el famoso sanhedrín). A lo largo de la historia vemos a los viejos ya sea gobernando como reyes, emperadores, presidentes o como consejeros de ellos. El respeto social para los viejos era una manera de reconocer y devolver el benefició recibido de ellos, de una vida de trabajo y ejemplo para las nuevas generaciones (sin olvidar que siempre ha habido viejos necios y sin sabiduría, la 4-T nos puede ofrecer un amplio catálogo).

    Hoy las cosas han cambiado, no se diga en el México lopezobradorista, un infierno que con propaganda vulgar y machacona (a la manera de los nazis) pretende hacernos creer cosas que no son ciertas, ni tampoco podrán ser; un mundo de fantasía que solo existe en la mente calenturienta del tabasqueño que cobra como presidente, aunque la silla le quede demasiado grande. No por viejo, sino por sus muchas carencias y deficiencias personales.

     Mañoso y manipulador como siempre ha sido, López Obrador ha tomado la bandera de los viejos para ganar una popularidad inmerecida, y por cuanto es propenso al engaño y a la simulación, y a sabiendas de que somos un pueblo con muchas carencias y desigualdades, implementó quizá asesorado por sus amigos chavistas y maduristas de Venezuela un programa de ayuda económica para los viejos, lo cual no estaría mal si los propósitos fueran otros y no se hiciera de estas ayudas un botín electoral a manera de anzuelo para pescar voluntades y comprar conciencias. El necesitado al recibir ese dinero y para asegurarse de seguir recibiendo esa ayuda, lo más probable es que vote a favor de Morena, pues justo para eso se creó ese programa (como el de darles dinero a los jóvenes y a otros grupos).

    Volvamos al tema de los viejos, independientemente del pésimo gobierno que ha sido la 4-T (probablemente el peor del siglo XX y XXI), el trato que nos ha concedido a los viejos además de repugnante es por demás condenable.Para empezar el eufemismo de «3ra edad» no dice ni significa absolutamente nada. Puede ser tres años, treinta, o lo que quiera y guste el que lo dice, pero en castellano puro no significa nada. Somos viejos y los más viejos ancianos, y no es ofensa decir viejo o anciano, en todo caso el tono con que se digan las palabras es el importante.

    ¿No les ajustó el termino sexagenarios, septuagenarios u octogenarios? Quizá es mucho pedir para los integrantes de la 4-T, sus conocimientos no parecen llegar a tanto. Un gabinete integrado en su mayoría por improvisados, por manifestantes y marchistas, grupos anarquistas, maistros de la CNTE, barzonistas, activistas (lo que esto signifique) y demás agitadores profesionales, vinieron a ocupar cargos y responsabilidades públicas anteriormente ocupadas en su mayoría por personas capacitadas (aunque siempre ha habido vividores y farsantes en el poder, pero no en tal volumen).

    Ver a cientos de miles de viejos en pleno siglo posmoderno (que se ufana de los inventos tecnológicos) peregrinar en plena pandemia de oficina en oficina pública para ver si les dan la ayuda (que realmente necesitan) aunque sin resultados, y ver en la televisión y escuchar en la radio lo que hacen por ellos sin ser cierto, o parcialmente cierto, produce verdadera indignación. Son viejos, ya dieron su esfuerzo por su familia y país y no merecen semejante ofensa.

     Si realmente los quisieran ayudar, en primer orden harían un padrón confiable y depurado en el que solo estuvieran los que realmente necesitan ese dinero, pues hay quizá decenas de miles (sino es que cientos) que no lo necesitan o sus familias los pueden ayudar. De nadie es un secreto que para comprar las voluntades de estos viejos y de millones de ninis (jóvenes a los que se está echando a perder al privárseles del esfuerzo para abrirse camino en la vida) se ha estado desviando dinero público indispensable en otras áreas, incluso salud. Una vez elaborado dicho padrón y por medios modernos (Bancos, tarjetas, cheques a domicilio, etc.) hacerles llegar cada mes la ayuda y no hacerlos viajar a ningún sitio, lo cual, además de indigno, solo es para hacerles saber quién les está dando y obligándoles a deber un favor que no es favor, pues AMLO no les está dando de su bolsa sino del dinero de los mexicanos, no de todos, sino de los que trabajan y pagan impuestos.

    Por si le faltara algo a este remedo de gobierno, a esta dictadura bananera desordenada y sin rumbo (excepto para intentar mantenerse en el poder), las medidas y políticas implementadas contra los viejos son inhumanas, propias de racistas e incivilizados, incluso de propiciar una eutanasia poco simulada aprovechando la pandemia ¿O cómo considerar el trato concedido a los viejos en el sector salud, dónde no hay camas para ellos, donde no hay medicamentos o muy escasos, muchos menos espacio en terapia intensiva, que ni en sus casas pueden ser atendidos ya sea por falta de oxigeno o de médicos, que si logran una cama en un hospital público se despiden de sus parientes al entrar porque se pierde toda comunicación, lo que conduce a pensar tantas cosas?

     En la calle el trato tampoco es mejor; nos han recetado la reclusión domiciliaria como si ser viejo fuera un delito, mientras que a ninis y rebeldes les permiten hacer fiestas, andar en la calle sin ninguna medida de salud, etcétera, etcétera. ¿Cómo aceptar y digerir que no se nos permita entrar al supermercado, a un centro comercial, a ningún lado? ¿No podría fijarse medio día para unos y medio para otros? Las medidas del gobierno no permiten ver un cuidado por los viejos, sino otra cosa muy distinta.

     Los jóvenes fiesteros, los ayotzinapos, los robadores de casetas, la enorme y abundante fauna delincuencial ni se diga, todos, absolutamente todos andan en la calle y pueden hacer lo que se les venga en gana. No se está diciendo que los viejos deseamos andar igual. Se está diciendo que pongan orden, que si realmente les interesa que la pandemia vaya disminuyendo pongan orden con los rebeldes. Con los viejos les ha resultado muy fácil y aparentemente lucidor, pero se equivocan, su desprecio y atentado contra la dignidad nos mantiene en agravio e indignación permanente. Queda en el cartucho de la impresora más tinta al respecto, pero concluyo por esta ocasión con una advertencia divina al respecto: “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Yahwéh” (Lev 19:32).

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

Email: mahergo1950@gmail.com

 

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