Opinión
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El carácter y talante del presidente cada vez parece estar peor. Todo indica que el daño que produce el poder le está causando estragos, daño acrecentado por la inmensa corte de lacayos y aduladores profesionales incapaces de contradecirlo, de confrontarlo con el espejo de la realidad, impidiendo que la verdad llegue a Palacio Nacional.

    Marchante profesional, un hombre que hizo de marchas, manifestaciones y plantones su principal herramienta política, una vez alcanzado el poder, se molesta en gran manera cuando otros utilizan ese medio, sobre todo cuando no son de sus incondicionales ni del gremio amorfo de Morena.

La marcha organizada por el escritor Javier Sicilia y los chihuahuenses Julián y Adrián LeBaron para hacerse oír por el gobierno de López Obrador (a causa de la terrible violencia criminal padecida en México en lo que corre el presente siglo) corrobora y exhibe la incapacidad e inutilidad del actual régimen. Marcha desde Cuernavaca hasta la ciudad de México, a la que se han sumado decenas de organizaciones y grupos de víctimas de la violencia en el país.

Tan solo en el año 2019 se cometieron en México 34,582 asesinatos, una cifra superior a países que se encuentran en guerra, sin embargo el presidente se limita a minimizar las cosas, a culpar a los gobiernos anteriores y a prometer que en un año mejoran las cosas. Lo mismo dijo cuando tomó el poder.

Qué lamentable y doloroso resulta para un país que se diga democrático y que cuente con añejas y costosas instituciones públicas para proteger la seguridad de los gobernados e impartirles justicia, que a la hora de la verdad se tenga que recurrir a marchas y manifestaciones para ser escuchado, pues por los caminos que marca la ley no hay quien les haga justicia. Trescientos mil asesinados en estos años son prueba de que los mexicanos padecemos dos poderes: el de una criminalidad sangrienta que disfruta de total impunidad, y el de un gobierno tan inútil como oneroso, haciendo entre ambos difícil y estresante la vida de los ciudadanos.

Un gobierno que en lo único que resulta eficiente e implacable es en oprimir al causante fiscal, en modificar hasta lo irracional la recaudación hasta convertir al ciudadano cautivo en un simple esclavo al servicio de un estado ineficiente que no le devuelve nada que no sea angustias e inseguridad.

Lo peor en todo esto es la actitud insincera y acomodaticia del titular del poder ejecutivo, quien evade resolver los problemas y se limita a cuidar su maltrecha imagen; una imagen solo aceptada por sus incondicionales pero que ante el pueblo se mexicano se desmorona día con día: “Pueden entrar a Palacio Nacional, pero no los voy a recibir, los va a recibir el Gabinete de Seguridad, para no hacer un show, un espectáculo. No me gusta ese manejo propagandista”, declaró respecto a la marcha de Sicilia, los Lebaron y la multitud de agrupaciones y familias agraviadas y dolidas por la delincuencia y por un gobierno que no hace nada para resolver sus peticiones de justicia.

Tiene razón María, una mujer que lleva seis años buscando a su esposo, un chófer que levantaron los delincuentes. El reportero que le entrevistó le hace hincapié que AMLO no los recibirá, a lo que la dolida mujer le contesta: —“Yo sé, dice, retorciendo la boca. El Presidente cree que vamos a pedirle limosna, pero lo único que queremos es justicia. Nos lo prometió cuando andaba en campaña” (Milenio, 25/Ene/2020).

Otro de los participantes de la marcha de nombre Melchor Flores Landa, quien votó por López Obrador y al que le desaparecieron a su hijo, se lamenta de la actitud acomodaticia y cambiante del presidente: “Andrés Manuel nos hace creer que sí, pero a la mera hora nos batea, y pues ni modo, ahora para él esto es un show, ahora le da flojera” (Mural, 24/Ene/2020).

Queda de manifiesto que el presidente huye a los problemas, su eterno viajar por el país lo ratifica. Parece que trabaja, pero no es así. Los hombres de estado se quedan en sus despachos para analizar, planificar y resolver los problemas con sus equipos; quienes viajan son los responsables de las secretarias y de las obras, de tal manera que los presidentes viajan únicamente para cerciorarse de que las cosas se hayan cumplido y ejecutado tal y como se planearon (y de vez en vez para escuchar al pueblo en sus necesidades). Pero de eso, a andar de gira siempre hay un abismo. Un activismo que intenta hacer creer algo que no existe, que en el caso de México basta leer cualquier periódico o noticiero televisivo para enterarse del fracaso del actual gobierno.

Y no es un asunto de izquierda, derecha, o centro, es un asunto de capacidades, de urgencias y problemas sociales que reclaman solución a los que un gobierno bisoño apenas atina -con una actitud mesiánica absurda- resolver con declaraciones matutinas que para el mediodía ya fueron desnudadas y confrontadas por una realidad que se opone a cambiar con pura saliva. Que espera que la inteligencia, el trabajo y la decisión resuelvan.

Queda en claro que el presidente teme ser confrontado por la realidad, por esa verdad que casi siempre duele, pues como escribe Javier Sicilia en uno de sus libros: “Buscaba la verdad, padre, y la verdad es siempre cabrona. La verdad nos hace libres, duele; sólo después consuela” (La Confesión, pág. 84). La cuestión es que el presidente no quiere liberarse, prefiere la cárcel de la popularidad, ese engaño que siempre ha atrapado a malos gobernantes y dictadores para después dejarlos caer y desnudarlos moralmente ante el peso de los hechos y la verdad.

El presidente y su gabinete deben de entender que la marcha de Sicilia, los LeBarón y tantos grupos mexicanos dolidos y afectados por la violencia son solo los voceros de millones de mexicanos agraviados, dolidos y afectados por tanta maldad delincuencial que azota México de costa a costa y de frontera a frontera; que no viajan en esa marcha, pero que se sienten representados y esperan también ser oídos. Lo correcto es que EL ETERNO MARCHANTE ATIENDA LOS RECLAMOS DE ESTA MARCHA pues no le están restando popularidad ni queriéndosela mermar, solo le están pidiendo que cumpla con sus deberes de presidente.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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La frivolidad, así como la falta de seriedad y planeación del actual gobierno federal son reprobables desde el ángulo que se les vea. Quizá en el fondo jamás pensaron que ganarían las elecciones, que el poder político de la nación quedaría en sus manos, de ahí que no se prepararan para tan alta responsabilidad. El problema, y grave, es que marchantes y manifestantes quedaron de pronto al frente de cargos públicos para los que no están preparados, ni jamás lo podrán estar. Hay niveles en la vida.

     Fuera de algunas excepciones que confirman la regla, el gabinete de López Obrador es una extensa galería de rostros y personajes dominados por la mediocridad, aunque a decir verdad sobran los incapaces e inútiles.Por si no fuera suficiente calamidad, en su deseo de allegarse el poder –que le tiene extasiado y fuera de la realidad-  hizo alianza con una serie de prófugos de la justicia a los que a manera de premio o pago de compromiso les colocó en lugares de honra que no merecen (como es el caso de la comandanta Nestora Salgado y Napoleón Gómez Urrutia, por señalar algunos) y representan un lastre para el avance del país. Una mancha para la democracia y el estado de derecho.

     En ese mar de confusión de cargos y perfiles, en esa Babel burocrática que la 4ª Improvisación organizó desorganizando, se colocó en altos y delicados puestos a personas que además de carecer de la formación, capacidad y visión, después de un año y casi dos meses ya debieran de haberles cesado y colocar en su sitio a profesionistas que cubran el perfil de esas vacantes. Urge, no es asunto de ideologías ni de partidos políticos, es prioridad nacional.

     La manera como la 4ª Improvisación ha tratado y resuelto la salud de los mexicanos deja al descubierto la incapacidad e inutilidad del gobierno federal. Ante la falta de medicinas, material, atenciones especializadas, cobros ajenos a la realidad del pueblo (ese pueblo que tanto menciona el presidente) y el desorden administrativo en ese sector, millones de ciudadanos viven en angustia permanente pues desconocen su futuro y la atención médica para ellos o sus familiares es para hoy; asunto que parece no entender el presidente, o no desea entender, pues queriendo jugar a ser dios (así, con minúscula), con declaraciones matutinas ha pretendido resolver un problema no grave, sino gravísimo pues con la salud no se juega, ni se improvisa.

     Comparar la salud de México con la de Dinamarca es un desatino, refleja el desconocimiento y desproporción del presidente, quien todas las mañanas desde su púlpito pretende resolver las cosas con declaraciones. Desaparecer el Seguro Popular en lugar de mejorarlo y eliminar las fallas encontradas, además de desatino, exhibe el maniqueísmo radical del actual gobierno; un gobierno que debe admitir ante los mexicanos que se ha equivocado, y rectificando, decidir políticas públicas en salud adecuadas y efectivas que vengan a resolver la grave situación en que nos encontramos (lo cual mejoraría su opinión ante el verdadero pueblo, no el de las encuestadoras que se pagan del presupuesto, sino del verdadero, el conformado por los ciudadanos que acuden a hospitales y clínicas y se encuentran con un gobierno que les ha abandonado a su suerte).

 

GRATITUD DE ESTE PERIODISTA

 

     En lo personal y a través de este espacio, quiero expresar mi gratitud a Dios, quien a través de personas de excelente calidad moral y profesional, de médicos brillantes, que los hay en México y muchos (pero que debieran aprovecharse en el sector de salud pública), hicieron posible que recuperara la salud.

     El pasado día 5 de diciembre (2019), el Dr. Fernando Carrillo Llamas me operó a corazón abierto para reemplazar una válvula tapada y limpiar además ese órgano que Dios nos creó y concedió como coordinador de vida en nuestro cuerpo. Ciertamente es una experiencia tremenda, pero todo salió bien, la sapiencia y experiencia del Dr. Carrillo, que con la ayuda del Dr. Raúl Valdivia López (ya que en todo momento estuvieron al pendiente) lograron sacarme en todas las etapas hasta lograr una pronta recuperación.

    Menciono y agrego a mi gratitud a dos hombres sensibles y misericordiosos ante el dolor ajeno, al Dr. César Ochoa Verduzco, cardiólogo que me detectó la enfermedad, que de no ser por la misericordia Divina (pues ignoraba de mi afección) era para ya estuviera muerto hace algún tiempo, así como al Dr. Rubén Bernabé Ceja, eminente urólogo que a diario estuvo cuidándome. A los cuatro les doy las gracias de todo corazón, así como a enfermeras(os) y personal de terapia intensiva que me atendieron –como atienden a todos los pacientes en ese hospital- con verdadera vocación y afecto.

   Ante mi experiencia, cabe la pregunta: ¿es válido y aceptable que en los hospitales públicos no haya ni los medicamentos ni los insumos que se requieren para atender y brindar salud al pueblo mexicano enfermo? Y es que como ya se dijo, el maniqueísmo del presidente no cabe en este grave problema. No es lícito que culpe a los gobiernos anteriores. En los años noventa fui operado en el IMSS de una vesícula repleta de piedras, y así como estoy dando testimonio que en esta ocasión fui atendido de manera excelente en un hospital privado (Santa María, Chapalita), en aquella ocasión fui también atendido de manera excelente en esa institución pública (a la que ya no tengo acceso). No caben, pues las excusas, ni las prórrogas. Lo que se requiere es que el gobierno retorne el sector de la salud pública a la ruta de la capacidad, la planificación y la profesionalización. Basta de improvisaciones.

     Considerar que declarando que la salud será gratis para todos los mexicanos (¿entonces para que empresarios y comerciantes pagan cuotas al IMSS?) y la realidad niegue las aventuradas declaraciones del presidente -ya que es imposible que las instituciones públicas de salud atiendan a todos los enfermos-; son prueba irrefutable de que obliga un alto; la necesidad de reconocer la gravedad del problema, nombrar los funcionarios adecuados y destinar los recursos públicos necesarios, pues como dijimos al principio, CON LA SALUD NO SE JUEGA NI SE IMPROVISA.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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En la vida es necesario definir términos y palabras, ya que a final de cuentas el lenguaje se forma de significados que nos llevan a la verdad, pues como escribe Hobbes en su famosa obra: “La verdad consiste en la correcta ordenación de los nombres en nuestras afirmaciones, un hombre en busca de la verdad precisa tiene necesidad de recordar lo que significa cada uno de los nombres usados por él, y colocarlos adecuadamente de lo contrario se encontrará él mismo envuelto en palabras” (Leviatán, Cap. IV).

La verdad en este caso ha dejado al presidente envuelto en sus propias palabras, atrapado en falacias que aunque quizá involuntarias, su lenguaje le ha convertido en falaz a la vista de todos. ¿Cómo combatir la corrupción con personas incapaces, carentes del perfil necesario en cargos de enorme responsabilidad? La sola ‘honestidad’ que asegura el presidente de los miembros de su gabinete no significa ni garantiza nada frente al complicadísimo manejo de un país tan grande y complejo como México. Al contrario, solo garantiza hundirlo más.

Por esta causa el actual desgobierno federal muestra en poco más de un año su verdadero rostroun rostro que aunque pretendido maquillar desde el estado (con la ayuda de cierta prensa y de los que piensan que con ser positivos las cosas por sí mismas cambiarán), refleja tres cosas: incapacidad, impreparación, e improvisación.

Respecto a la primera no se requiere de criticar a nadie, los mismos funcionarios con sus hechos lo han demostrado. Un secretario de comunicaciones que se atrevió a cancelar (al menos sometiéndose a los caprichos de su jefe el presidente) un aeropuerto de primer mundo, para apoyar otro, que además de desmantelar una base militar indispensable para la seguridad nacional, con múltiples instalaciones, incluso universidad y fábrica de municiones; ha sido rechazado por la comunidad internacional aeroportuaria y aeronáutica a causa de su situación geográfica, climatológica y estratégica, ya que lejos de solucionar los graves problemas que se padecen en el mayor aeropuerto del país, en realidad los acrecentaría.

¿Para qué sirve un secretario de comunicaciones que ha sido incapaz de dar una respuesta pronta y veraz acerca de la caída del helicóptero en la que murió la gobernadora de Puebla y su esposo? Ha pasado más de un año y el hombre a la manera de la chimontrufia así como dice una cosa dice otra, acrecentando con sus mentiras y dilaciones las dudas de si fue accidente o un atentado, sobre todo cuando el candidato perdedor de Morena en ese Estado no descansó hasta lograr la titularidad del ejecutivo estatal.

Una incapacidad que en el caso de la línea 3 del Metro tapatío ha quedado de manifiesto. Y es que teniendo la obra un avance de más del 90 por ciento, con los trenes ya en la ciudad, casi para pruebas y ajustes, el hombre no ha podido concretar nada y sus balbuceantes respuestas y declaraciones solo exhiben sus carencias para un cargo que requiere conocimientos, responsabilidad y capacidad de resolver y ejecutar.

Pero no está solo, en Pemex un ingeniero agrónomo ha corroborado el viejo refrán de “zapatero a tus zapatos” demostrando no tener la menor idea de las delicadas y complicadas operaciones que la paraestatal realiza. Igual sucede con su compañera Rocío Nahle, en la Secretaría de Energía, quien luego de verse envuelta en escándalos durante la campaña de su actual jefe (se dijo que era quien le recolectaba dinero), su mayor mérito es ser incondicional de AMLO ¿Será suficiente esto? Todas las personas conocemos a personas cuya amistad es a toda prueba, incluso algunas de ellas incapaces de tomar un peso ajeno. Sin embargo jamás las pondríamos en ciertas responsabilidades superiores a sus capacidades, que es lo que ha hecho el presidente con muchísimas personas en su gabinete, lo cual le convierte en corrupto, quiera o no, pues corrupción también es colocar a personas en sitios de gran responsabilidad, a sabiendas que no cuentan con los conocimientos ni la capacidad para los cargos.

Los ejemplos son demasiados, al punto que carecemos de espacio para nombrarlos todos. No obstante recordemos algunos. En Ciencia y Tecnología el menosprecio del presidente ha sido de tal grado e insensibilidad que ha destituido y despedido a miles de personas de inteligencia y capacidad probadas (cuya formación fue cubierta casi siempre por el estado) para colocar en su lugar a simples brigadistas de su partido que no tienen la menor idea de lo que significa la investigación y la ciencia.

En salud pública los desastres que han ocasionado las decisiones presidenciales han sido de tal magnitud que en otro país más serio ya hubiesen ocasionado la caída del titular del Ejecutivo. El desmantelamiento en los procesos de adquisición de medicinas y equipamiento para hospitales, clínicas y todo ese sector (bajo el pretexto de la tan traída y llevada corrupción), dejaron el año 2019 casi sin medicinas, material y equipos a los hospitales.

Quedó de manifiesto que la improvisación en todas estas decisiones tomadas por novatos, además de dejar sin los suministros necesarios para la salud de la gran mayoría de los mexicanos, quedaron exhibidas también su incapacidad e ignorancia del sector que pretendían controlar y regular, así como su desconocimiento de las instituciones. Resulta inadmisible que teniendo (ahora que ellos son gobierno) la autoridad y si había corrupción en la compra de medicinas, no detuvieran y consignaran a los corruptos. Pero no, se han limitado a hablar, a acusar sin pruebas.

    Tuvieron un año y un mes para preparar el llamado INSABI (en lugar del Seguro Popular) y al llegar la fecha, lo único que quedó en claro fue su incapacidad e improvisación, pues no es lo mismo andar en marchas y manifestaciones berreando consignas y críticas, que sentarse a planear con conocimiento de causa e implementar planes y medidas para resolver los muchos y enormes problemas sociales que agobian a los mexicanos.

Antes de concluir, debemos recordar el tema de la seguridad, y es que, fuera de los rollos cotidianos y posturas demagógicas de Alfonso Durazo, lo cierto es que todos los días son asesinados casi un centenar de personas en el país, otras secuestradas, robadas, extorsionadas, fraudeadas de una mil formas, sin que este señor y su costosa Guardia Nacional no hagan absolutamente nada. Una impunidad casi total y un poder judicial ornamental exhiben a un gobierno que aunque ostenta el slogan de una 4ta Transformación, lo cierto es que apenas se trata del gobierno de la 4ta IMPROVISACIÓN.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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Dice el viejo refrán popular “que la cabra siempre tira pa’l monte”, es cierto, igual sucede con los seres humanos, personalidad y carácter tarde o temprano les muestran tal como son. Por más que el presidente, así con minúsculas, trate de presentarse más ecuánime, moderado y maduro, lo cierto es que a la hora de la verdad sus hechos le presentan tal y como es él, como siempre ha sido.

     Enemigo de la ley y el estado de derecho, de carácter anarquista, violento, con evidentes resentimientos sociales, impasible ante el daño al otro (sobre todo si es de los que él considera sus enemigos), luego de poco más de un año al frente del poder ejecutivo federal, ha mostrado ser el mismo de siempre.

      Para los que nunca hemos creído ni confiado en él su conducta no es ninguna sorpresa.No es un asunto de ideologías, pues para el autor de esta columna AMLO jamás ha sido de izquierda. Su personalidad habrá que entenderse desde un ego acariciado hasta lo irracional, carente por supuesto de una verdadera formación, por tanto de disciplina y corrección.

    Sin meternos en el campo de la psicología, ya que para entender su berrinchudo y ególatra carácter con analizar sus hechos diarios es suficiente ¿Qué persona seria y madura gustaría estarse escuchando todas las mañanas y a todas horas, de pontificar sobre todo, cuando su conocimiento de las cosas además de insuficiente queda exhibido un día sí y otro también?

    Al principio de su sexenio, que no gobierno, aseguró que el “no miente” cuando justo desde el primer día se ha dedicado a mentir. Protestó el 1º de diciembre de 2019 cumplir y hacer cumplir la ley, y desde ese mismo día se ha empecinado en NO CUMPLIRLA.

      Si es el estado laico, enseguida de su protesta salió a la Plaza de la Constitución (así se llama, no zócalo) y delante de las cámaras de televisión nacionales y extranjeras, así como de todos los medios, se arrodilló ante brujos indígenas y en un país que se auto nombra cristiano, permitió que estos paganos le hicieran una dizque ‘limpia’. Juárez, a quien dice admirar, era un cristiano de convicciones firmes, profundas y bíblicas, jamás hubiese permitido semejante acto de prostitución espiritual (como tampoco romper con la laicidad por la que tanto luchó).

     En otro tema, de forma inesperada declaró una guerra contra los ladrones de combustibles, cerrando al efecto los ductos de Pemex, dejando de paso y por varias semanas las gasolineras del país vacías (en no pocas regiones, entre ellas Guadalajara) paralizando con ello la productividad y la vida de casi todas las personas. Claro, a sus favoritos, sus incondicionales seguidores de la ciudad de México procuró que no les faltara (no fuera ser que los votos le dejaran de apoyar).

    Días antes, realizó una absurda consulta patito, en la que menos del 5 por ciento de la población del país en edad de votar, decidió que se cancelara la construcción del nuevo aeropuerto de Texcoco. Una obra que además de necesarísima, de contar con el apoyo y aprobación de todas las líneas aéreas mexicanas e internacionales, de tener un proyecto de primer mundo y a la altura de las necesidades y circunstancias, con un avance de más del 30 por ciento; en uno de sus conocidos berrinches (que él ufano llama ‘terquedad’) canceló sin más apoyo que su dicho y gusto. Citar la corrupción como pretexto es una tontera por decirlo de manera suavepues para eso existen las instituciones públicas impartidoras de justicia. Marcando desde ese momento el destino de su desgobierno.

    Ha sido de tal magnitud su protesta en vano (de cumplir y hacer cumplir la ley) que los asesinatos en el país crecieron más que nunca, el robo de combustibles no se diga, el descarrilamiento y saqueo de ferrocarriles, robo de autobuses de pasaje foráneos y secuestro de choferes por simples delincuentes que se hacen pasar por ‘estudiantes’, de compinches suyos que por días y semanas paralizan el sistema ferroviario de carga produciendo todos los días pérdidas por millones de dólares o robándose el peaje de las casetas en las autopistas. Ni qué decir de las bandas de criminales, con o sin organizar, que ante la oferta del presidente de darles abrazos (en lugar de balazos) le han tomado la palabra convirtiendo México en tierra de nadie. Un país en el que solo hay paz para el presidente en Palacio Nacional, pues incluso a los alrededores de este hermoso e histórico edificio, comerciantes de todo tipo y tamaño son extorsionados con impuestos mayores que los del gobierno, que de no pagarlos lo pagan con su propia vida.

     Y el presidente no hace nada. No mueve un solo dedo para detener esta avalancha de impunidad que asfixia y oprime a la gran mayoría de los mexicanos: al que es asaltado en el transporte público, en su auto, en su negocio, en la taquería, restaurante, tienda de abarrotes, supermercado (en Celaya saquearon totalmente un Walmart), en su tráiler o camión de carga en la carretera, asesinado en cualquier ciudad o pueblo por cualquier cosa o por nada, al joven que corre el peligro de ser desaparecido para sumarle a las filas de las bandas y de negarse, asesinarle a sangre fría.

Para el presidente nomas existen los suyos, sus incondicionales. No importa que tengan cuentas pendientes con la justicia, con su agua bendita les limpia de todo pecado. El maniqueísmo de López Obrador es radical, a la vista de todos. Finalmente y con relación al título del presente artículo, en octubre del año pasado (2019), habiendo detenido en Culiacán las fuerzas armadas al hijo del “chapo” con fines de extradición, increíblemente le liberan ante la presión de los grupos criminales, apostatando por enésima ocasión de su deber de cumplir  hacer cumplir la ley.

    Ante esto, el ciudadano observante de la ley, el que cree en la democracia (incluidos muchos de los que votaron por AMLO sin ser sus incondicionales), se cuestiona y cuestiona al presidente, quien defiende a los funcionarios bolivianos prófugos de la justicia de ese país (que se refugiaron en la Embajada de México), a los que dice PROTEGER Y DEFENDER SU DERECHO DE ASILO. En síntesis: ¿Para el chapito, los bolivianos y toda la fauna delincuencial que azota a México de frontera a frontera y de costa a costa, impunidad y protección, y para los mexicanos negación del amparo de la ley y cero acceso a la justicia?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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