GUADALAJARA: ¡SUCIA, INSEGURA, ETCÉTERA!

Los que no nacieron en Guadalajara, que son muchos, la mayoría desconoce cómo era nuestra ciudad. Son ajenos a sus costumbres, limpieza, amabilidad y seguridad. Los nuevos gobiernos, sobre todo el actual, tienen a las nuevas generaciones engañadas con sus mentiras, con sus logros virtuales y con su publicidad mediática a modo.

La realidad es otra, muy otra. El clima de violencia que impera en la Perla Tapatía desde que llegó el PAN en 1995 ha ido creciendo hasta hacerse insoportable. Los asesinatos son cosa de todos los días sin que el “sheriff”, comisario, o como se llame el jefe de policía, haga algo efectivo para detener tanta sangre. Un día sí y otro también los homicidios a sangre fría y a la vista de todo mundo se cometen, sumiendo en pánico a la población.

No son sicarios, son asesinos, individuos perversos que por nada quitan la vida a las personas. El uso de eufemismos evita que los criminales sean confrontados con sus terribles delitos, que si se agrega al gravísimo problema de la impunidad total que impera en Guadalajara y en casi todo el Estado, y se verá que el desánimo y la angustia se han generalizado.

¡Ah, pero eso sí, dónde se le pique en el Internet aparece un anuncio de Alfaro y su gente! ¿No hay nadie en otras instancias que ponga un alto a tanto dispendio?

     A los tapatíos no nos interesa en absoluto costosas lucecitas de colores para adornar unos días el centro. Que primero lo barran y laven, eliminen el graffiti, detengan a los ladrones de moto, de a pie, y de auto, de refacciones, que pongan agentes para agilizar el tráfico (no para levantar multas) pues no se debe festejar sin antes limpiar y poner orden en la casa.

La sociedad tapatía, lo cual no significa los ricos, sino todos los ciudadanos, está padeciendo como nunca antes el robo a casa habitación, sin embargo el sheriff que puso Alfaro no solo niega la realidad, sino que se atreve a declarar ante los medios que han disminuido un tres por ciento merced a su trabajo. ¡Qué importa que no haya patrullaje, se sabe que la gasolina está cara, bastará con que el Sr. Caro Cabrera declare y asunto arreglado!

En verdad que se necesita mucho cinismo para declarar: Le he cumplido al Presidente Municipal de Guadalajara en la recuperación de la tranquilidad de los ciudadanos”, expresó el Comisario General” en reciente rueda de prensa (2/Feb/2017).

Quizá al presidente municipal le ha cumplido, pero ante los ciudadanos, además de reprobados ambos, solo les han ofrecido mayor intranquilidad de la que ya tenían. Guadalajara es insegura, pero claro, ellos con sus guaruras las 24 horas y sus casas con guardias ¿qué inseguridad pueda haber?

El asalto al salir o llegar a casa, en restaurantes, en la calle, al retirar dinero de un banco o cajero, al subirse al auto y ser despojado, el cobro de piso, la extorsión y tantas y tantas expresiones de violencia son acciones delictivas que el Ayuntamiento de Guadalajara no quiere ver. No existen. Estorban para la campaña política en la que andan como espirituados (por eso desatienden sus deberes que protestaron cumplir).

     Los pocos tapatíos que pueden agradecer la creación de nuevos empleos con abundante trabajo son los cerrajeros, pues casas y negocios que son robados requieren de sus servicios. En este momento está más fácil conseguir un médico que un cerrajero. Andan demasiado ocupados.

Quien esto escribe fue robado el sábado (11 de febrero) en su casa, por quinta ocasión y en pleno mediodía, agregándosele al saqueo la destrucción y desorden que dejan los ladrones ¿Para qué denunciar?, además de inútil, es perder el tiempo. Así como en los asesinatos nomás van, ponen listones y levantan croquis para integrar la averiguación, igual sucede con los robos, son meros trámites para la estadística mañosa de los políticos.

En esta semana se observó en las redes sociales (Facebook para ser exactos) videos de asaltos a personas y casas, en los que como se aprecia, de nada sirven las rejas altas y las cámaras, pues tal parece que posan para ellas. Volvemos a lo dicho ¡La impunidad ha llegado al límite del hartazgo social!

Tenemos gobiernos de adorno, virtuales, solo para llevarse los multimillonarios presupuestos. Ajenos a la vocación de servicio y adictos a servirse del prójimo; en este caso de todos los habitantes de Guadalajara (incluyendo a los que no votamos por los próceres de M.C.).

Los asaltos cotidianos del Ayuntamiento que hace a través de sus inspectores que se dedican cual plaga apocalíptica a fastidiar a los ciudadanos pacíficos que tienen la desgracia de tener auto y estacionarlo afuera de casa (lo que por siempre se consideró en Guadalajara una bendición, pero que para los alfaristas solo existen los bicicleteros) es un caso al estilo Donald Trump. Nomás falta que levante un Muro entre sus ciclistas y automovilistas.

Esa Guadalajara festiva, segura, y de economía boyante no existe, si acaso existe es solo en la fantasía de los que habitan el Palacio Municipal por este trienio, pues la Guadalajara que habitamos los simples mortales está sucia, insegura, violenta, agresiva, saturada de pandillas, de tráfico horrendo (agudizado por la autoridad municipal que se ha dedicado a estrechar calles y avenidas), de drogadicción, de perversiones de todo tipo, y como si faltara algo, flagelada como ya se dijo, por inspectores municipales que en lugar de exigir a los negocios los cajones de estacionamiento que la ley señala, se lanzan a diario contra ya agredidos vecinos, a multarlos en la entrada de sus propias casas con multas ¡asómbrense Calígula, el Faraón, Herodes y Antonio López de Santa Anna!, de $ 3,260.00 pesos, convirtiendo en Satrapía lo que en los medios se publicita como Ayuntamiento.

 

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

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