Opinión

Los enemigos del Presidente Enrique Peña Nieto, entiéndase sus oponentes de los partidos políticos contrarios al suyo, no todos lo son por supuesto, pero la mayoría sí, al igual que aquellos que desde el sector empresarial, educativo, sindical, acompañados de una masa maleable de ciudadanos mal informados o con escasa capacidad de análisis juicioso y objetivo, se han dedicado gran parte del sexenio a criticarlo e incluso atacarlo. Lo cierto es que en menor o mayor medida carecen de verdad y derecho a hacerlo, pues no todo lo que dicen de él es cierto o no como lo dicen.

    El Presidente Peña Nieto (como cualquier gobernante en cualquier nivel) tiene todo el derecho a expresar con absoluta libertad lo que su gobierno ha hecho. Resulta necesario que el pueblo se entere de lo que hacen, de sus proyectos, del destino de los recursos públicos y la manera como se gastan; cuestión que en el presente molesta a ciertos sectores cuando lo cierto es que no solo es una necesidad, sino un deber de informar.

     Lamentablemente el ancestral maniqueísmo del mexicano es incapaz de permitir el acierto o el éxito del otro. Vaya, ni siquiera es capaz de reconocer y mucho menos aceptar su actitud egoísta que le impide ver en los demás las acciones justas o bien logradas. Más de algún lector que no me conoce dirá que soy un periodista pagado por el gobierno. Ratifico lo que mis añejos lectores ya saben: jamás he trabajado en el gobierno (ni quiero ni pretendo tampoco), ni pido ni recibo dadiva alguna. La dignidad y profesionalismo del oficio son necesarios en cualquier época.

    El insigne José Joaquín Fernández de Lizardi, primer novelista del México independiente, escribió con tino durante aquellos días difíciles: “El discurso es una prenda dada al hombre por la liberalidad del Ser Supremo, y sería una ingratitud execrable hacer del beneficio armas contra el mismo benefactor. Sería igualmente horroroso que abusáramos de esta libertad contra el mismo gobierno que nos la concede. Estoy muy lejos de acercarme a defender tan crasos desatinos.” (El Pensador Mexicano, 1812).

    Décadas después Francisco Zarco escribiría lo siguiente: “La primera cualidad que debe tener un periódico es la más absoluta independencia y bastante buen juicio e imparcialidad para no declararse partidario ciego ni del que manda ni de los que le hacen la oposición y procurar solo el bien del país” (El Demócrata, 5 de junio de 1850).

     De manera que el periodismo como cualquier oficio o profesión requiere de ética, y ésta ciertamente nos obliga a denunciar yerros y corruptelas, como también nos obliga a aplaudir y reconocer logros. Aun cuando el que los obtenga no sea de nuestro agrado o simpatía. En esto radica la madurez personal y la ética en el ejercicio.

     El actual Mandatario de la Nación ha estado quizá como pocos en más de medio siglo sujeto a las más despiadadas críticas, la mayoría de ellas injustas y sin sustento. Nacidas en el campo de sus enemigos políticos y propaladas como cáncer a través de redes sociales y rumores sin sustento.

     ¿Es sensato creer que quien cursó una Licenciatura y una Maestría (en la Ibero) no haya leído siquiera tres libros? Es obvio que ante una respuesta que merecía escoger los tres mejores libros, la pausa fue utilizada por sus enemigos que no soportaron la derrota en las alecciones para inventarle una ignorancia de la que está muy lejos el Presidente. Su manera elocuente de expresarse y el hilvanado de sus ideas muestran sin retoques una mente lúcida y cultivada.

     En lo personal no gano nada por decir estas cosas, sin embargo gano mucho al decir la verdad, pues al expresarla mi espíritu permanece libre y oxigeno de alguna manera un ambiente que requiere más expresiones de libertad no sujetas al compromiso, al temor, a la crítica, o a decir algo políticamente incorrecto (como parece ser hablar positivamente del estado mexicano).

      Para concluir: creo con absoluta convicción y en todos los órdenes, que el Presidente Peña Nieto tiene todo el derecho para dar a conocer a sus gobernados tanto sus logros como proyectos en trámite. De hecho se trata de información que le resulta obligada no solo a él, sino a quien ocupe esa responsabilidad.

     El señor López Obrador y sus huestes de fanáticos, así como aquellos ciudadanos que critican a diario al presidente (en turno) ―solo porque los demás lo hacen y sin tener los elementos de juicio suficientes para emitirlo―, le hacen gran daño al país y  se hacen daño a sí mismos, pues como advierte la sentencia divina.“no erréis, todo lo que el hombre sembrara eso también segará”.

     Permitamos pues que el Presidente nos hable e informe con toda libertad y una vez que tengamos esa información, analicemos detenidamente aquellos renglones que nos interesan, que de hallar yerros le digamos directamente o a través de los medios nuestro desacuerdo o inconformidad (para que se rectifique), como también de encontrar aciertos no vacilemos en reconocerlos y darles el crédito. En esto radica gran parte de la verdadera democracia y de la madurez de un pueblo.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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Cuando terminaba la Secundaria apareció su cuento “Los Supermachos” (1965) el cual me gustó de inmediato. Seguiría su huella en “La Garrapata”, una revista de sátira política por demás interesante y deleitosa. Al desaparecer Los Supermachos le siguieron “Los Agachados” y una serie de libros, algunos buenos, otros ajenos a mi interés.

Me refiero obviamente al caricturista y escritor michoacano Eduardo del Rio “Rius” fallecido en días recientes. A finales de los años ’60 presentó con mucho éxito en nuestra ciudad la obra de teatro “Los Supermachos” en el Teatro Experimental de Jalisco (que es parte del Parque Agua Azul y de otros edificios emblemáticos de Guadalajara en aquella época y aquella zona).

En dicha obra el actor Pedro Orozco hizo el papel de Juan Calzónzin, por cierto muy bien logrado y bajo la dirección de Luis Gómez Beck. De hecho todos los actores parecían salidos del cuento. “Don Perpetuo”, el presidente municipal era idéntico; “Chon Prieto” su barriga y simpatía no se diga. Los díalogos y la picardía hicieron única esa obra, acrecentando la fama del autor de Los super machos.

Vinieron otros tiempos, días difíciles para la gran mayoría de los mexicanos que luchábamos para salir adelante. Tiempos en los que el comunismo quedó exhibido ante las naciones como una utopía, un modelo impráctico por cuanto el problema es el hombre mismo, cuya tendencia a oprimir al otro no parece tener fin.

Llegado el momento las ideologías, si bien no se derribaron del todo y en lo individual permanecen sin efecto social (al menos no significativo), su falta de aceptación llevaron finalmente a la caída el Muro de Berlín y a la desmantelación de la URSS.

Los rabanitos mexicanos (así se les calificaba irónicamente a los rojillos locales: rojos por fuera, blancos por dentro) no se enteraron de lo que sucedía en el mundo, o no quisieron hacerlo. Durante los años de crisis devaluatorias su interés por el pueblo no existió, ni pintó. Con excepción de la República hermana de la UNAM (Gabriel Zaid, dixit) en la que su retórica “revolucionaria” incendiara a las nuevas generaciones de incautos que ingresaban, fuera del campus, su interés y ayuda por las masas apenas quedó en ensayos, discursos y retórica estéril.

En lo que respecta a Rius en lo personal dejé de leerlo, perdí interés en ello, él como muchos otros que se autocalifican de izquierda (posición por demás cuestionable) se quedaron en el ayer, en ese dogmatismo ideológico que en todo el mundo terminó en fracaso pero que en México lo han pretendido vender como algo positivo. Lo peor de todo que con el apoyo de muchos medios (sobre todo en las secciones culturales y con grandes recursos económicos aportados desde el gobierno a partir del último lustro del siglo pasado). Valga decir que los resucitaron. Que dieron vida a la mujer de Lot.

Volviendo a Don Eduardo, hace unos cuatro o cinco años me visitó en mi stand en la FIL (en la que participé por 27 años con un espacio propio, pagado de mi bolsillo, aclaro, y hasta el año 2015). Se interesó en mi libro “ENTRE LA CRUZ Y LA HOGUERA”, un libro que narra la historia del pueblo judío en España desde la época del rey Salomón, hasta su expulsión en 1492, continuando la historia con la llegada de parte de esos sefarditas a la Nueva España ya como conversos al catolicismo (aunque siempre guardando y recordando su origen) y  hasta su asimilación a inicios del siglo XIX. Rius, siendo él mismo descendiente de conversos y aceptándolo con la picardía que siempre tuvo, escribió un libro verdaderamente antisemita, lo que en su momento me alejó aun más de su lectura, pues se me hacía absurdo que sabiendo su origen hablara mal, muy mal de su sangre. Era como escupir al cielo.

Sobre este tema iniciamos nuestra larga charla, que pasó de lo histórico a lo social y de lo social a lo político. Ya en persona, y lo digo con seriedad y respeto, no era la figura intelectual que parecía ser o que le gustaba dijeran que era. Su cultura no era tan amplia y su objetividad se resquebrajaba cuando se llegaba a los márgenes de su obsoleta y rígida ideología.

Una parte de nuestra charla se enfocó en las cuestiones religiosas, pues habiendo leído en mi juventud que él fue seminiarista y luego renegó de Dios (cosa que los rabanitos criollos hacen con frecuencia, como si ser ateo fuese requisito para interesarte y comprometerte con las causas sociales) por ese sendero caminamos buen rato. Le confronté con sus argumentos sin sostén y le llevé una y otra vez a los cimientos de la Biblia, señalándole que la fe nunca ha estado peleada con la inteligencia, al contrario, una fe bien entendida desarrolla el intelecto de la persona (al amar a Dios con toda la inteligencia). Su seguridad comenzó a flaquear al carecer de respuestas sólidas.

El día que Don Eduardo del Río falleció me encontraba de vacaciones y leí su deceso en Texas en las páginas del diario El Mañana de Nuevo Laredo. Además de narrar que su cuerpo sería cremado (el último acto de rebelión espiritual de una persona). Lo lamenté en verdad. Sobre todo por su actitud rebelde contra Dios con el que ya se había reunido, en el entendido que hay un abismo al encontrarse con Dios como padre o como juez.

Durante esos días abundaron en la prensa los comentarios de sus amigos (sobre todo de los dueños de la cultura y el movimiento del ’68) quienes dejaron salir elogios sin fin para el que ya no podía leerlos ni escucharlos. Hubo uno en particular que me escalofrió por su soberbia e insolencia, escrito por Elena Poniatowska, que entre otras barbaridades y muestra de arrogancia por enésima vez negó a Dios mismo (con el que más temprano que tarde se enfrentará, el reloj de arena ha dejado pasar ya mucha).  He aquí el texto:

 

―”Rius fue nuestro Piaget… Rius fue, sin proponérselo, uno de los grandes educadores de México del siglo XX… Todos los moneros amararon a Rius… El Fisgón, creyó más en él que en la Virgen de Guadalupe. Y yo creo más en el Fisgón que en Dios padre” (El Mañana, 10/Ago/2017).

 

En ese mismo artículo, esta mujer, a la que Luis González de Alba acusara de fusilarse parte de su crónica del ’68 de su libro “Los días y los años”, dejó salir además su “profundo y abundante” bagaje ideológico:  ―”Todo lo que sé y sabré jamás de marxismo se lo debo al Marx para principiantes” ¿Para qué leer al propio Marx, Hegel, a Lenin, si con leer a Rius le resultó suficiente?.

Concluyo: charlé, sin proponerlo ni él ni yo, más de una hora con Eduardo del Río “Rius”. Fue una charla amplia, entre hombres de libros y en el foro más importante de libros. Me quedé con algunas reflexiones: no siempre la popularidad y el éxito están acordes con la realidad de las personas. Como también me dolió su altivez de corazón, su soberbia ante Dios, ante quien, y que por lo que discerní, temblaba (pues en lo personal no concedo palmas cuando el otro considero no las merece, por lo que le confronté con respeto e interés genuino con su absurda posición). Si alguien del clero le falló, no ha nacido el hombre que le pueda reclamar a Dios tal cosa. Su amor, perfección, justicia y santidad, entre otros atributos, impiden semejante yerro que a los humanos nos corresponde. Así que charlamos más de una hora, y con Dios ya charló en el momento que murió ¿cómo le iría con el Creador, se encontró con su padre o con su juez?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

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No todas las adicciones son detectadas, algunas ni siquiera se desea o considera que lo sean, pues mentes enfermas y dañadas ven en éstas virtudes que no existen lo cuál es mero espejismo. Nos referimos al uso indiscriminado de teléfonos celulares y las llamadas tabletas: tema en el que por supuesto se incluyen las computadoras.

Para cientos de millones de padres alrededor del mundo el teléfono portátil y las tabletas electrónicas son una especie de niñera que divierte y entretiene a su hijo, lo cual es parcialmente cierto, toda vez que los aparatejos están formando nuevas generaciones de niños y jóvenes adictos a estos aparatos, situacion que les deja ajenos en su mayoria a las actividades colectivas, a juegos y deportes en los que se formaron y disfrutaron por siglos todas las generaciones pasadas.

Hasta la decada de los años ochenta los niños en nuestro país (para enfocarnos de manera precisa)jugaban de manera colectiva en las calles de barrios y colonias: participación que les permitia además del necesario ejercicio físico, la interacción con otros individuos y con ello desarrollar aptitudes y actitudes que les ayudarían por el resto de su vida. De esos juegos salieron los futuros deportistas, como también se aprendía a entablar dialogos y convivir con los otros niños o jóvenes.

      Esto se está perdiendo a pasos agigantados. Gobiernos ciegos y mega ambiciosos apoyados por padres igual de ciegos y con un concepto del amor mal entendido, han estado perdiendo a millones de nuevos mexicanos de un futuro sano y promisorio para entregarlos a un destino incierto y peligroso.

Los primeros, obligados por ley a construir unidades deportivas y obligar a los fraccionadores a dejar espacios con este mismo fin, desde hace cuando menos tres decadas han dejado de construirlas y los negociantes de la vivienda han preferido corromper ayuntamientos (para construir mas viviendas) que dejar esos espacios para deportes, ejercicio y convivencia, indispensables en toda sociedad.

De hecho ya ni siquiera les dan mantemiento a las unidades deportivas. Recuerdo en una entrevista colectiva en un salón del Club de Industriales (cuando el PAN llego por primera vez a la presidencia municipal de Guadalajara), el titular de deportes nos comentó con el mayor cinismo posible que “habian decidido cerrar la unidad deportiva de la calle 64 porque se habia convertido en guarida de vagos”. En su desprecio hacia las clases sociales que los pirruris consideran inferiores, el engreído funcionario se quejó que la alberca ni siquiera tenía drenaje, que era una simple charca, por lo que mejor cerraron la unidad.

En lo personal no podía dar credito a tanta arrogancia, ineptitud y ausencia total de sentido social (el amor al prójimo les resulta desconocido, aunque sean religiosamente mochos). En esa unidad ubicada a un costado del viejo penal de Oblatos (ya derribado hace muchos años) quien esto escribe, hablo de los años sesenta, me ejercitaba con otros muchachos del barrio en boleibol pues era parte de la seleccion del Colegio Luis Silva y la selección de mi escuela era la base de la selección estatal.

Todas las tardes aquella unidad se llenaba de jóvenes para practicar diversos deportes (futbol, frontón, frontenis, boleibol, etcetera.) como también otros se metían a la alberca, no tenian para más, pero la disfrutaban ¿No hubiera sido mas fácil que mandaran policías para echar fuera a los vagos, controlar la entrada y modernizar la alberca? Contra la soberbia y la necedad el unico antidoto es la humildad y el deseo de remediar el daño causado.

Los efectos de todas esas acciones y politicas gubernamentales erróneas, aunadas al egoismo y falta de vision de la mayoria de los padres de familia de los ultimos tiempos, ha permitido que sus hijos (o nietos)hayan caído o estén cayendo en la terrible adicción de la tecnologia, que además de convertirles en sedentarios ansiosos, les priva de un desarrollo fisico y mental sano.

Conste, no se esta diciendo que el teléfono portátil o las tabletas sean malos, se está afirmando que su uso y abuso se ha convertido en una verdadera adicción epidémica, en una plaga que anuncia daños ni siquiera calculados, pero que se anticipa seran desastrosos.

En reciente nota publicada en la pagina principal de conocido diario de Laredo (Mexico), el director de una institucion pública contra las adicciones advierte acerca de los daños que están ocasionando estos aparatos entre niños y jóvenes: En el adicto se presenta sudoración, vómito, diarrea, escalofrío, es decir, un cuadro físico porque el organismo te está demandando; en los niños no llega a ese grado, pero presentan también irritación, se enoja, la da coraje, desesperación, ansiedad y una serie de cosas que le hacen tener actitud negativa con los demás por no tener lo que ya se considera una droga para ellos” (El Mañana, 2/Ago/2017).

Las canicas no las conocen, el trompo menos, no sabrían como jugar con ellos, el yoyo y el balero les resultan desconocidos, ni qué decir del burro castigado, beleleche, tráis, encantados, brincar la cuerda y demas juegos colectivos. Treparse a los árboles, poner columpios, organizar partidos de futbol en la cuadra o en la unidad les son experiencias no disfrutadas. Para su desgracia tienen la niñera del celular o la tablet, juguetes que tarde o temprano les causaran adicción o les alejarán de la realidad. Ni qué decir de la soledad a la que entrarán pues sus amistades son virtuales, como de su radical egoismo en el que el prójimo no existe (excepto el virtual).

Si gobierno y padres no hacen un alto al respecto y toman medidas, esta adicción esta a punto de convertirse en una pandemia mundial de consecuencias imprevisibles ¿O usted que considera?

ACLARACIÓN Y DISCULPA

     Por primera vez en tres décadas se interrumpió la publicación de esta columna, que si bien se debió a causas ajenas a su servidor, ofrezco a los lectores una sincera aclaración y disculpa. Sucede que como en varias ocasiones en mis vacaciones, escribí mi artículo en la Biblioteca Pública de San Antonio, Texas, sin embargo a la hora de querer enviarlo a Guadalajara, la compañía Google me bloqueó mi correo y me dejó por dos semanas sin comunicación. Reanudamos.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

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Gobiernos federales y estatales van y vienen y ninguno hace algo efectivo para solucionar este viejo problema que afecta, y de manera grave, al polo turístico más importante de Jalisco y uno de los principales en el país: ¡Puerto Vallarta!.

Hace más de cuarenta y siete años recorrí por primera vez esta ruta y los cambios de ninguna manera son acordes a la realidad y la necesidad. Fuera de evitar la entrada a Tepic y el tramo de autopista que construyó el presidente Carlos Salinas (para evitar el galimatías de Plan de Barrancas), los demás gobiernos han dejado la ruta tal y como la encontraron. Rectifico. Peor que como la encontraron, pues al promocionar Puerto Vallarta sin crear la infraestructura carretera acrecentaron el problema.

Valga recordar lo que todos los viajeros padecemos: que desde que se abandona la autopista a Tepic para salir al poblado de Chapalilla, la pesadilla comienza. Un camino sinuoso y angosto permanece igual que desde los años setenta, de hecho la llamada “supercarretera” de Chapalilla a Compostela no es sino un fraude al viajero ―de los muchos que padecemos los mexicanos― en el que una vieja carretera de un carril por sentido es cobrada (y padecida por todos los viajeros).

     Sumidos como estamos los mexicanos en un pantano de violencia y criminalidad impune, los sitios para vacacionar en paz son cada vez más escasos y por tanto requeridos. La cuestión es que para llegar a algunos, como es el caso del puerto jalisciense, las cosas se complican y las vacaciones se pueden convertir en martirio, incluso en tragedia a causa de la sinuosidad y caducidad de la carretera. En una era en la que las autopistas son parte normal y evidente en el desarrollo de las sociedades, Jalisco ofrece su mejor sitio turístico con una carretera creada por el Presidente Gustavo Díaz Ordaz.

Una carretera que a partir de Compostela hasta llegar a Bucerías (Nayarit) se convierte en un auténtico suplicio, en el que la fila de autos detrás de un camión de carga puede medirse por kilómetros y circular a 20 o 30 kilómetros de velocidad, que pudiéndose recorrer en una hora el trayecto, por lo general dura 2 y media y hasta 3 horas ¿Importará esto algo al gobierno federal y al gobierno de Jalisco? Para el ciudadano que utiliza la carretera es obvio que no, entiende que sus gobernantes han perdido contacto con la realidad y con los gobernados ¿En el avión se sufren los tediosos retrasos detrás de las kilométricas filas o cuando se detiene totalmente a causa de alguno de los frecuentes accidentes? Es obvio que no. El tiempo y las angustias de los ciudadanos que dicen servir no son considerados en absoluto por los gobernantes.

Es tan notoria esta situación que la tan cacareada ruta corta a Puerto Vallarta (Vía Jala) en la que se anunció hace un par de meses que ya estaba lista en su primer tramo, pues hete aquí lector que no, y en pleno temporal de vacaciones la volvieron a cerrar obligando a los viajeros a utilizar la de siempre. El pretexto fue supuestos “deslaves”, pero conociendo a nuestros políticos, no pocos piensan si fue una medida para “recaudar un dinero extra con las dos casetas de Chapalilla y Compostela”. ¿Piensa mal y atinarás?

El viernes 28 (julio) el diario Mural de Guadalajara publicó una nota en la que se denuncia el estado crítico de muchas de las carreteras de Jalisco. Incluso la televisión local denunció un trafique con la construcción de un puente en la región de los Altos de Jalisco, nota en la que se entrevistó a un hombre que dijo ser delegado federal de la secretaría del ramo.

Al ver la imagen del individuo que hablaba me pregunté de inmediato si en verdad era ingeniero, pues no basta ser algo, también hay que parecerlo, ya que tal parece que en el gobierno de Jalisco hay déficit de profesionistas viejos, sabios y experimentados, pues por lo que hemos visto los gobernados en todos estos años, una galería de novatos (con una pobreza de léxico y profesional) define el perfil del gobierno estatal. Ya vendrán tiempos mejores, al menos eso esperamos.

A propósito del gobierno de Jalisco: ¿Irán a construir la autopista a Puerto Vallarta ya que por la ruta actual satisfagan y beneficien hasta saciarse a todos los pueblos y balnearios de Nayarit? Sí, porque de seguir como van las cosas, y ante la pasividad y ceguera de los distintos gobiernos que ha tenido (y padecido) Jalisco, la actual carretera a los únicos que ha favorecido económicamente es a los nayaritas.

     De continuar pues con esa tendencia, cuando se decidan construir la tan necesaria autopista, una de dos: o los delincuentes ya se adueñaron de todo el país; o los nayaritas estarán tan bien posicionados del mercado turístico que la autopista a Puerto Vallarta ya no será necesaria ¡ya para qué!.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

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