Opinión

Así advierte el octavo mandamiento en el catecismo tradicional de la Iglesia católica y que aparecía en el séptimo sitio (modificado por el Papa Juan Pablo II al incluir de nueva cuenta el segundo, que dicho sea de paso, había sido eliminado por siglos para justificar la desviación de la idolatría). Dicho mandamiento está ligado totalmente con el décimo en las Sagradas Escrituras, pues como se aprecia en el texto, es lo que mueve el corazón del humano para robar:

―”No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” (Exodo 20:17. Deuteronomio 5:21).

Tratando de contextualizar dicho mandamiento a nuestra realidad posmodernista, el texto podría leerse así:“No codiciarás el cargo público que el pueblo te negó en las urnas, no codiciarás la televisión plana, ni el estéreo, ni los play station, ni los vinos, ni los juguetes, ni la ropa, ni la comida, etcétera, no te meterás en la casa del vecino comerciante y usar sus carritos para transportar más cómodo tus hurtos. No darás rienda suelta a la maldad de tu corazón, ni desearás lo que es de otros, pues en tu maldad además de robar lo que no es tuyo, acabarás con fuentes de trabajo, espantarás las inversiones, contribuirás al clima de violencia que existe y por supuesto, y aunque lo dudes por ahora, pagarás por ello, escaparás de la justicia de los hombres, de la Divina jamás”.

Lo saqueos (robos) que hemos visto en días recientes con el pretexto del aumento de las gasolinas, han mostrado sin retoques la verdadera personalidad de ciertos sectores de la sociedad. Sí, no eran haitianos o africanos hambrientos a causa de algún huracán que haya azotado su tierra y dejado a la intemperie y sin comer. Todos lo vimos en la televisión: hombres, mujeres, jóvenes, muchos jóvenes e incluso niños, bien vestidos y comidos, dieron rienda suelta a lo que había (y hay) en sus corazones. La ambición por lo ajeno, un enfebrecimiento por hacerse de las cosas del otro en verdad terrible se apoderó de la turba. Como demonios desatados corrían con lo robado y quizá para volver por más rapiña (Las fotos publicadas por el Diario Muralson escalofriantes e impensables en épocas recientes, 6/Ene/2017).

Es obvio que en esta ola desatada de ambición colectiva hubo varios actores: los originados desde y por el mundo político. Aquellos que durante meses estuvieron anunciando en radio y televisión(paradójicamente pagados con los dineros del pueblo) de una REBELIÓN EN LA GRANJA.

La rebelión se vio, todos la vimos. Sin embargo los gritos de los marranos y cochinos se escuchaban entre los que salían con las televisiones y los carros de supermercados llenas de mercancías robadas. El sentido de George Orwell en su novela era otro, queda claro que les traicionó el subconsciente, la cuchara saca lo que hay en la olla.

En todo este aquelarre las llamadas redes sociales jugaron un papel definitivo, anunciando a sociedad y gobierno la necesidad de poner límites. Los sobrenombres y nombres virtuales deben acabar para siempre. No se puede perseguir a un delincuente fantasma y el clima de ansiedad que provocaron en la mayoría de los mexicanos que se dedican a trabajar y que aunque estén en contra del alza de gasolinas, jamás tomarían algo ajeno, debe pararse de golpe. Las tibiezas políticas en este momento son inútiles y peligrosas.

Es obvio que todo estaba planeado, días antes en las redes sociales comenzaron a inundarlas acusando al Presidente Peña Nieto de “asesino”. Se podrá acusar al titular del Ejecutivo de varias cosas, menos de asesino. Su temor para aplicar la ley a los que delinquen y han querido tumbarle de la presidencia no tiene antecedente en la vida nacional.

Los líderes de las 380 tiendas saqueadas (ANTAD) están reclamando con sobrada razón, la intervención del estado mexicano, que en estos condenables episodios violentos como en muchos otros (valga recordar los delitos incontables de los ayotzinapos, de los maistros de la CNTE y demás) ha brillado por su ausencia. Ha sido omiso totalmente en aplicar la ley en contra de los que delinquen, contribuyendo con su flacidez al clima de impunidad y violencia que impera de costa a costa y frontera a frontera.

El estado de derecho tiene que estar por encima de los “derechos humanos”, que sin deberes se convierte en un engendro social monstruoso, asunto que solo parece interesarle al gobierno en todas sus instancias. Durante los saqueos ni las fuerzas municipales, ni estatales, ni federales asomaron la cabeza, convirtiéndose en cómplices con su parálisis. La ley se hizo para cumplirse y los gobernantes protestan hacerlo al inicio de sus mandatos.

     Hay otros actores en esta tragedia social. Desde el periodista protagónico que irresponsablemente confunde la libertad de expresión calentando cabezas y acusando al gobierno federal de cosas que no hizo, hasta el ciudadano común que viendo la maldad participó con entusiasmo, al estilo del Gil Blas de Lesage. O como señala la Biblia: “si veías al ladrón corrías con él” (Sal 50:18).

Sin olvidar por supuesto a las bandas de delincuentes profesionales que aprovecharon esta coyuntura de la gasolina para dar rienda suelta a sus instintos criminales con toda impunidad.

Cercanos al final de este comentario, viene a mi mente un recuerdo de Francoise de Chateaubriand, el gran historiador, escritor, político y cristiano francés de finales de la monarquía, la revolución, el imperio napoleónico y algo más, quien al ver a la turba saqueando y derramando sangre se horroriza y les confronta:

―”Llega un grupo de descamisados… al acercarse, distinguimos dos cabezas desgreñadas y desfiguradas, que los predecesores de Marat llevaban en la punta de sendas picas… Los asesinos se pararon delante de mí y alargaron las picas hacia mí entre cánticos, mientras daban grandes brincos y saltaban…  «¡Bandidos! ―exclamé yo, lleno de una indignación incontenible―, ¿así es como entendéis vosotros la libertad?»…Mis hermanas se indispusieron; los cobardes de la hospedería me llenaron de reproches. A los degolladores, a quien se perseguía, no les dio tiempo para invadir la casa y se alejaron. Estas cabezas, y otras que puede ver al poco, cambiaron mi disposición hacia la política; sentí horror por los festines de caníbales”(Memorias, Tomo I, pág. 220.).

Un festín que poco a poco va creciendo en México sin que el gobierno cumpla con su deber de hacer valer la ley que protestó cumplir y hacer cumplir. Festín que en estos días se convirtió en orgía de saqueos, olvidando que la Ley Divina advierte ¡NO ROBARÁS!, pero que las leyes mexicanas también loa advierten, violando ambas con total impunidad.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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A los marchantes consuetudinarios (no me refiero a los compradores del mercado), ya sea que vivan de esa extraña y molesta actividad o lo hagan de manera esporádica, les gustan mucho los coritos, las consignas cantadas: “¡el pueblo unido, jamás será vencido!”.

La cuestión es que lo repiten a manera de rezo, como si tuviese algún efecto mágico su machacona y enfadosa dicción. No es así, los problemas sociales jamás se resuelven de esa manera, si acaso se complican o crecen. Pero claro, es el camino fácil de los demagogos para intentar a través del atajo llegar al punto deseado; el que evita el pensamiento, el análisis, el reclamo sin airar y civilizado. Se sabe por experiencia que la pereza y la improvisación de acciones que requieren de pensamiento, diseño e implementación, terminan mal por lo general. Los mexicanos tenemos algunas décadas de padecer esta clase de farsas que parecen buenas, pero que a final de cuentas solo empeoran el estado de cosas.

     Citemos un par de casos emblemáticos, aunque los hay de sobra: Vicente Fox y López Obrador, ambos demagogos, ambos ególatras recalcitrantes, ambos de limitadas luces y generadores de problemas sociales. El primero parecía representar a la derecha, sin embargo en los hechos lo único que mostró es ser cabecilla de una banda de ambiciosos que saquearon el país, sin que hasta la fecha nadie les haya tocado. El brazo de la justicia se paralizó; quizá porque supieron colocar y poner a modo a funcionarios en las dependencias y poderes encargados de impartir justicia; quizá porque se ausentó la autoridad moral para hacerlo.

El segundo, un costeñito hablador y anarquista que jamás ha trabajado en nada, pero asegura defender a los trabajadores. Desde joven, y luego de permanecer como fósil en la hermana república de la UNAM (dixit Gabriel Zaid), se ha dedicado a fastidiar a todo México, sobre todo a los que trabajan y hacen posible que este país permanezca de pie. Se inició en el PRI y tuvo buenos huesos en su natal Tabasco, pero como no le dieran el cargo que quería, en uno de sus cotidianos berrinches tomó pozos petroleros y causó graves incendios. En otras de sus rabietas y pataletas (que exhiben su carácter malformado) llevó a barrenderos encuerados a los que sacó sangre para pintar consignas en muros

Sus émulos abundan de frontera a frontera y de costa a costa, los encontramos en los mal llamados partidos políticos (que en el presente se han convertido en meras franquicias de vándalos y ambiciosos), en los sindicatos, en los congresos, en las cámaras patronales y en cuanta organización se pudiera usted imaginar; pequeñas ínsulas como la gobernada por el improvisado Sancho Panza pero que en la práctica solo han  servido para dividir a México y a los mexicanos.

En unos días nuestros vecinos del norte estrenarán presidente, y no cualquier presidente, ¡no señor!. Salido de la farándula y el show business, Donald Trump dejará de organizar el certamen de Miss Universo y de administrar sus mafiosos casinos para tomar las riendas del Imperio.Como todos sabemos el señor del copete naranja nos detesta a sus vecinos, lo cual demuestra su incapacidad política e inmadurez como ser humano ¿Estará listo para gobernar un país en cuyas manos está la vida o destrucción del planeta?

A semejante cuadro habrá que agregarle que en su soberbia e ignorancia, pues aunque tiene mucho dinero la cultura y el conocimiento le son ajenas, Trump pretende deshacer el TLC o cuando menos cambiarlo al modo de él y sus amigotes que le asesoran, lo cual de lograrlo, no solo nos traería una infinidad de problemas a los mexicanos, sino que incluso y de rebote a su propio país y a otros(Canadá, por ejemplo).

La cuestión es que, y volvemos a Echeverría, desde que en su gobierno se traicionó la Revolución Mexicana, que dicho sea de paso, resultó exitosa en muchos aspectos (reprobada en otros y en unos más de medianos logros); han aparecido una serie de falsos mesías, todos ellos capaces de engatusar a parte de las masas; labor que en la era posmodernista se les facilita a través de las llamadas redes sociales: es decir, internet y teléfonos portátiles.

No importa que la información que reciban carezca de sostén y razonamiento, con tal de que lo publiquen las redes sociales “es verdad”, a fin de cuentas si se habla mal del gobierno debe ser cierto ¿en verdad?

La manipulación advertida por George Orwell en su anti utópica novela 1984 se ha convertido en una realidad. El doble pensamiento y facilidad para cambiar en la mente de las masas crédulas e ignorantes la concepción de las cosas es cosa común. Lo peor del caso es que como decía Umberto Eco de las nuevas generaciones, “son las que tienen más información de toda la historia, pero no saben cómo decodificarla”. Dicho en otras palabras: desconocen muchas cosas y temas y no saben cómo entenderlas o descifrarlas pues el mundo suele no ser tan sencillo como se aprecia en la superficie. Y las nuevas generaciones son superficiales por formación, campo propicio para la manipulación.

En síntesis: ante la llegada de este hombre agresivo y de malas entrañas, lo peor que puede sucedernos a los mexicanos es dividirnos y lo estamos lamentablemente. El anuncio del aumento a las gasolinas está siendo el pretexto idóneo para que los falsos apóstoles políticos aparezcan a defendernos del “mal gobierno”. Hasta este momento quienes fuimos formados a la antigua, que nos gusta pensar y resolver las cosas en lugar de complicarlas, no hemos visto que cámaras patronales, sindicatos, universidades, autotransportistas, camioneros, etcétera, se reúnan para tratar de entender lo que está pasando y nos puede pasar.

    Que una vez analizada la llegada de Trump, el aumento a las gasolinas y diésel y del TLC (por señalar algunos de los principales problemas), pidan hablar con el Presidente Enrique Peña Nieto y se escuchen mutuamente. Que sin levantar la voz ni amenazar, busquen entre ambas partes el bien de México con vista al presente y al futuro. Ni el estado tiene toda la razón, ni la sociedad tampoco, pues como dicen las Sagradas Escrituras: “en la multitud de consejeros está la victoria” (Prov 24:6). Mientras tanto, funcionarios, gobernadores, munícipes, senadores, diputados, ministros de la SCJN y demás integrantes de la monarquía huehuenche deberán bajarse sueldos y prestaciones cuando menos en un 60 por ciento, no hay de otra, y si no les conviene, que busquen en la IP quien contrate semejantes cerebros privilegiados (sirve que el País se estabilizaría de inmediato).

Hoy, dadas las condiciones que guarda la humanidad, requerimos con urgencia la unidad de todos los mexicanos de lo contrario ya lo sabemos:“un pueblo dividido, siempre será vencido”. 

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

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En tanto que su nacimiento, que si bien ocurrió en otro día, mes y año, es utilizado por unos para hacer negocio, por otros para dar rienda suelta a su hedonismo a través de fiestas sin fin, y unos más para delinquir aprovechando la derrama económica y la euforia social; el Festejado, para los más, resulta un perfecto desconocido. Aun cuando aseguren conocerlo.

Sin leer la Biblia o cuando menos el Nuevo Testamento (y entenderlos desde su trasfondo cultural y su mensaje espiritual) decir que se cree en Jesús, es en la mayoría de las veces, un autoengaño. Por muchos siglos los líderes religiosos a semejanza de los de la época de Jesús, ni entran al reino de los cielos ni dejan entrar a los que desean hacerlo. Su falta de amor a Dios, como a las almas por Él creadas y redimidas (en la persona del Hijo-Mesías), así como por su nula o torcida enseñanza: han hecho de la fe judeocristiana una religión anodina en los hechos, aunque sea poderosa, transformadora y de certezas eternas.

No queriendo tomar mucho espacio, sabedor de que a la mayoría en las nuevas generaciones no les gusta leer, comparto a continuación algunos textos tomados de mi libro YESHUA, EL MESIAScon el deseo sincero que sean de reflexión a quien guste detenerse a leerlos:

―”Adelantándonos al tema y como ya quedó anotado, judaísmo y cristianismo son la misma religión, solo que entendida y vivida desde trasfondos culturales diversos.Afirmar lo contrario es demostrar que se desconoce o nunca se ha entendido la propia fe. Que la Biblia es un libro no leído, por tanto incomprendido. Peor todavía: leído y no entendido…” (pág. 15).

―”El auténtico cristiano ama profundamente a su hermano judío, puesto que conoce la Escritura y sabe que su fe se origina en una religión cien por ciento judía, de hecho y analizada desde el campo de la teología se trata como ya se dijo de la versión gentil del judaísmo, donde Abraham es el padre de Israel y de la fe y su descendencia incluye las doce tribus, al libertador Moisés, los jueces, los profetas, los reyes, los apóstoles, María (Myriam) la madre de Yeshua, la cual para el cristiano bíblico es ajena a todo culto y éste reconoce su posterior unión con su marido José (Yosef) por así narrarlo los evangelios. Aceptando también que Pablo, Bernabé, y todos los grandes personajes de la Biblia son judíos…” (pág. 16).

―”El nombre de Jesús es mundialmente conocido… Sobre su persona se han escrito miles de libros e historias, al igual que leyendas y calumnias. Se le ha pretendido inmortalizar por medio de esculturas, pinturas y filmes, pero también se ha buscado desaparecer todo vestigio que pueda hablar de él. Así las cosas, adorado o blasfemado, aceptado o rechazado, ha sido piedra angular de la humanidad; cimiento firme para unos y tropezadero para otros” (pág. 55).

―”¿El hecho que Dios haya engendrado a su hijo en el vientre virginal de una doncella de Israel –como estaba escrito en los neviím- debe sorprendernos como para considerarlo imposible? ¿El que creó el universo y todo cuanto existe tendría problema alguno para engendrar al Mesías sin mancha de pecado y como segundo Adán para salvar al hombre caído y reconciliarlo con su Dios? Acaso no declaró él mismo al primer patriarca, es decir, a Abraham: ‘¿Hay para Dios cosa difícil?’…” (pág. 58).

―”Luego de su bautismo y la difícil prueba de las tentaciones y ayuno en el desierto, Yeshua inicia su actividad mesiánica en la Galilea, habitando en Capernaum y predicando al pueblo acerca de la necesidad de arrepentirse ‘porque el reino de los cielos había llegado’…   Acto seguido, llama a su servicio a doce judíos provenientes de distintas posiciones sociales… (pág. 64). 

―”Su lugar de predicación fue principalmente la sinagoga, a la que sin falta asistía ‘como era costumbre en él’, según nos relata Lucas (4:16). En la sinagoga como buen rabino enseña las Escrituras, además de que sana enfermos, expulsa demonios, consuela a los afligidos y por supuesto, predica el mensaje de salvación y libertad, que como sabemos fue el punto angular de su ministerio. Su mensaje entonces como ahora no fue del todo entendido. La mayoría no entendió(e) al confundir la religiosidad de exterioridades cargada de ritos, rezos y tradiciones extra bíblicas, cuando en realidad el Mesías expresaba la necesidad de ser liberados de la esclavitud del pecado para que realmente pudieran ser libres y así conocer a Dios y ser conocidos por Él de manera íntima, personal” (págs.. 64-65).

―”En suma: su muerte tenía que ofrecer un resultado inmediato para beneficio del pueblo judío (y los justos anteriores a la formación del pueblo hebreo), como también de las naciones gentiles, obteniendo en primer orden la esperada redención del hombre caído y por tanto pecador, el cual es reconciliado por la sangre inocente derramada por Yeshua en la cruz del Calvario, quien satisfizo mediante el sacrificio de sí mismo y para siempre, la justicia ofendida de Dios el Padre” (pág. 314).

―”Esperando el momento profético que el Padre ha puesto en su sola potestad, de retornar a Jerusalén a poner orden en un mundo caótico y de impiedad, y reinar en Israel como Rey de reyes y Señor de señores, satisfaciendo para siempre el anhelo de los justos judíos y gentiles que esperaron confiados en Dios para que este día llegara. No será por supuesto una entrada pacífica como hace dos mil años… En sentido inverso, durante su retorno glorioso, todas las naciones serán testigos de su fuerza y poder y nadie podrá impedir que Yeshua ponga ¡por fin! orden en este mundo cada vez más impío, malvado y caótico. Los pueblos de la Tierra verán a un Rey guerrero cuyas armas no convencionales someterán y derrotarán a todos los enemigos del Dios de Israel, comenzando con el Antimesías o Anticristo” (págs.. 315-316).

Deseo, estimado lector, que pase bien y bendecido estas fiestas. Si la lectura le interesó, puede adquirir el libro en la cadena de Librerías Gonvill a nivel nacional o por su sitio en la red.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

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La condición que guarda la sociedad mexicana es terrible. No podemos decir que sin antecedentes, puesto que sí hemos tenido etapas parecidas, sin embargo tecnología y depravaciones han refinado la maldad de aquellos grupos e individuos que han decidido hacer de esta conducta su estilo de vida, agobiando hasta llegar a la ansiedad colectiva a una sociedad que no encuentra en el estado mexicano ninguna protección. Si acaso al que le cobra impuestos con prepotencia y sin ningún interés por ella.

En el siglo XIX y a causa de la llamada intervención francesa, el gobierno desatendió la seguridad interior proliferando toda clase de bandas criminales, sobre todo en ciertas zonas del país (algo muy semejante a lo que sucede hoy en día).

Los bandoleros, a semejanza de los narcos y demás delincuentes actuales, gustaban de hacer ostentación de sus riquezas malhabidas colgándose en el cuello y en la ropa cuanta cosa de plata podían. En su maravillosa novela “El Zarco” (escrita entre 1886 y 1888), Ignacio Manuel Altamirano describe en detalle la conducta, fanfarronerías y el daño causado al país, por este tipo de criminales a los cuales se les conocía como “los plateados” (hoy: narcos, zetas, cártel Jalisco, etcétera).

Por esa misma época, otro de nuestros grandes novelistas, Don Manuel Payno publica en folletines “Los bandidos de Río Frío”: una brillante narrativa en la que los personajes son tomados de la realidad y las costumbres de los inicios del México independiente. Una trama que permite ver al lector los excesos y las ambiciones humanas desbordadas, en una sociedad con gobiernos débiles y ególatras, donde los malos pueden someter a las mayorías de los buenos con la ayuda perniciosa de algunos personajes incrustados en el poder público.

Lamentablemente los Evaristo(s) de Payno, son en la actualidad personajes bonachones comparados con la fauna delincuencial que azota México de norte a sur y de costa a costa, sin que los gobiernos municipales, estatales y federal, hagan realmente algo significativo para detener y revertir esta situación.

La cobarde golpiza propinada a la medallista olímpica Ana Gabriela Guevara es apenas una cuenta del rosario cotidiano que la sociedad mexicana padece día con día, sin que nadie haga algo. El hastío y el miedo, sí miedo, con el que viven la mayoría de los mexicanos es algo que parece importar un comino a sus autoridades.

Una autoridad que por cierto se ha perdido, excepto para hacer valer los créditos fiscales. En lo demás es omisa, una autoridad frívola, incompetente, de logros virtuales (a través de anuncios y prensa a modo), pero nulos en la verdadera realidad

Michoacán, Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Tamaulipas, Jalisco, Zacatecas, la ciudad de México, etcétera, viven dominados por la maldad de múltiples grupos delincuenciales, protegidos casi de oficio por las comisiones de derechos humanos y en no pocas ocasiones por grupos policiacos. Como en el siglo XIX, pues.

     ¿De qué sirve tener Policías municipales, estatales, federales, costosísimos Poderes judiciales y Procuradurías, si la impunidad campea como señora de horca y cuchillo? ¿De qué ha servido gastar miles de millones de pesos en contrataciones, capacitación de policías, armamento, helicópteros, uniformes, viáticos y demás, si no detienen a casi nadie y cuando lo hacen no pocas veces jueces corruptos los sueltan?

     Los asesinatos y golpizas a mujeres, además de inentendibles, muestran una sociedad enferma de maldad, nutrida de vilezas, de un cine, una televisión y un internet cuyos filmes y videos son escuela(aunque se diga lo contrario), de familias atacadas en sus valores milenarios y a las cuales se pretende destruir o doblegar ante la maldad que domina medios y no pocas instancias de gobierno.

Secuestros, asesinatos, robos, asaltos, extorsiones a negocios y personas, son parte de la cotidianeidad del mexicano ¿Para qué pagar impuestos se preguntan muchos, si no hay quién le defienda de los delincuentes? ¿Para qué presentar denuncias en las Procuradurías si las agencias del M.P. están pobladas de ignorantes de su función, de frívolos que están por la quincena, pero nunca para proteger al ciudadano agraviado?

Cambiar un cheque o tener un negocio se ha convertido en un asunto en extremo peligroso, pues el asalto o la extorsión amenazan con alta probabilidad de suceder. Y mientras los delincuentes organizados o sin organizar (incluidos los maistros de la CNTE, los pseudo guerrilleros ayotzinapos y demás maleantes con falsas banderas) mantienen dominado a casi todo el territorio nacionallos gobernantes se mantienen ocupados en cómo llevarse el presupuesto y en la siguiente elección; en tanto que jueces que cuestan una fortuna a los mexicanos abren la puerta a los pocos delincuentes que caen a la cárcel (apenas es detenido y consignado el 1 o 2% de los que cometen un delito).

La violencia y la maldad que la fauna delincuencial utiliza en la actualidad contra sus víctimas es una fotografía instantánea que el gobierno en todos sus niveles se niega a ver. Una realidad derivada por supuesto de haber sacado a Dios de los hogares, de las escuelas, de la vida social, de los corazones, saliendo legiones que monstruos que aunque se vistan como humanos, carecen de los valores y la dignidad con la que fuimos creados por Dios, que dicho sea de paso, es el ÚNICO que puede traernos una paz social verdadera y revertir este clima de maldad.

Los gobiernos se han escondido en los “derechos humanos” para no cumplir con su deber de proteger al ciudadano (protegiendo a los delincuentes), por lo que el estado de derecho ha pasado a ser un simple referente histórico. Por dos décadas esta columna se publicó en el diario El Informador cuyas reglas de conducta interna eran muy sencillas y eficaces: «el que tira recoge, el que ensucia limpia y el que la hace la paga». Si nuestras autoridades en todos los niveles hacen valer la ley siguiendo sus normas, así como en ese diario funcionaban las cosas, téngalo por seguro que las cosas en este país comenzarán a funcionar, pues los delincuentes no conocen otro lenguaje que el de una fuerza superior. Además de que cuando comiencen a ver que la impunidad deja de reinar para dar paso a la legalidad, muchos dejarán por sí mismos el camino de la maldad. No se puede olvidar que cobardes y oportunistas siempre aparecen en un estado débil y laxo.

Aunque, claro, requerimos también de gobiernos de verdad formados por hombres íntegros, ya que de acuerdo a los que se tienen y como dicen los rancheros, “allí es donde la puerca torció el rabo” ¿Cómo esperar que la maldad se reduzca cuando en el poder público se genera y abunda?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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