Opinión

Que nos pasa a los seres humanos que nos incapacita a la reflexión, que nos hace caer en los mismos yerros una y otra vez, aun cuando pasen los años o los siglos. Sin mencionar lo que está sucediendo en otros países y continentes, las muchas desgracias que hemos padecido en México en este temporal de lluvias, son una bofetada en el rostro social a causa de nuestras torpezas e irreflexiones. Una fortísima llamada de atención a pueblo y gobierno, a gobierno y pueblo.

Año tras año las imágenes en la televisión y los diarios que nos muestran inundaciones y daños a la población han sido la constante. Sin embargo en el presente temporal (que auguraban que casi no llovería) las inundaciones y los daños han superado a lo visto y sufrido durante mucho tiempo. La muerte, la aflicción y pérdida patrimonial de viviendas, vehículos, mobiliario y cosechas han sido enormes. Lo peor es que un gobierno indiferente e incapaz de ayudar a las familias ha agregado impotencia y rabia a los afectados.

Ver a un presidente que se encierra en su torre de marfil, pretendiendo en un show frívolo (y estúpido en este momento) resolver con saliva lo que requiere de mucho esfuerzo y recursos económicos diversospero sin acercase a las zonas de desastre y mucho menos a los afectados solo ha agregado distanciamiento. Acrecentado la zanja entre gobernante y gobernados.

Los mexicanos nos enteramos con dolor de los grandes daños causados por el huracán Grace en Veracruz, Puebla, Estado de México e Hidalgo, así como en días recientes lo ocurrido en Ecatepec y otras ciudades de la zona conurbada de la capital, incluso afectando el Cablebús. En zonas de Guerrero, Oaxaca,     Puerto Vallarta y poblaciones de la costa de Jalisco, de Colima, Nayarit, Sinaloa y demás, a causa del huracán Nora (que también dejó muertes y mucha destrucción).

El año pasado (2020) la ciudad de Villahermosa, así como otras poblaciones de Tabasco, fueron inundadas a causa de abrir tardíamente las compuertas de la presa (que generan electricidad). Igual sucedió en estos días en Tula, Hidalgo, donde el gobierno abrió tardíamente las compuertas de las presas inundando la ciudad y poblaciones vecinas, de manera que la responsabilidad cae principalmente en el gobierno federal y estatal.

La Comisión Nacional del Agua desde el lunes 6 les envío varias alertas que el gobierno no atendió. De hecho, les envió 15 oficios dirigidos a Protección Civil y a los gobernadores, cuatro boletines meteorológicos de advertencia y 26 twitter al público en general, pero sin que el gobierno atendiera el peligro (Milenio, 10/Sep/2021). En este gobierno, que dice que no son iguales a los de antes, ¿no hay responsables, como tampoco los ha habido del terrible accidente por la obra malhecha de la línea 12 del Metro?

Diecisiete muertos en el hospital del IMSS en Tula a causa de la inundación, y el director del seguro social, Zoé Robledo, se defiende diciendo que su personal no fue advertido del fenómeno y de su potencial. Incapacidad, improvisación, desinformación e insensibilidad son la carta de presentación de un gobierno que con promesas y mentiras engatusó a un pueblo hastiado de gobernantes sin compromiso.

El problema es añejo, de siglos, lo que ha faltado es previsión y diligencia. Don Manuel Payno no solo describe las fechorías y asesinatos de las bandas delincuenciales del siglo XIX, incluso se da tiempo con su maravillosa pluma para describir cosas de la ciudad de México que para las nuevas generaciones son absolutamente desconocidas, como el enterarse de que gran parte del comercio y la comunicación de las ciudades cercanas y hacia la capital era pluvial, condición que provocaba inundaciones en los temporales (igual que ahora). Dejemos que este hombre brillante narre lo que sucedía y que sigue sucediendo con el exceso de agua:

 

“Imposible de creer que en una ciudad como la capital de la República Mexicana, situada en la mesa central de la altísima cordillera de la Sierra Madre, pueda haber un puerto. Pues lo hay muy importante y concurrido. Es el puerto de los lagos del Valle, lagos que, si en la estación de las lluvias amenazan derramarse sobre la ciudad por falta de obras hidráulicas necesarias para contenerlas y darles salida, contribuyen, como lo dijo el Barón de Humboldt, a que el clima de México sea uno de los más suaves y benignos del globo….

    El canal de la Viga, surcado por más de cien chalupas y canoas cargadas de flores, con sus casas ruinosas por un lado, que se asemejan a las de los canales interiores de Venecia…

     Pero el verdadero puerto no es ni la garita, ni el canal de la Viga, sino San Lázaro, barrio desaseado…  A pesar de las malas condiciones del terreno, el tráfico y el comercio lo animan. Por ese puerto recibe México los granos y semillas de las haciendas situadas en las márgenes del lago de Texcoco, los azúcares y frutos de la Tierra Caliente que conducen los arrieros hasta Chalco, que es como si dijéramos la boca de Tierra Caliente… una especie de puerto de depósito… Este tráfico se hace por medio de chalupas y de canoas trajineras…  Las canoas trajineras que la noche anterior han salido del Puerto de Depósito de Chalco, comienzan a divisarse a lo largo del canal…” (Los Bandidos de Río Frío, Capítulo XXIX).

 

Casi dos siglos han pasado de la anterior narrativa y la ciudad de México continúa inundándose en el temporal de lluvias a causa de mala infraestructura o la ausencia de esta (al olvidar la historia y condiciones pluviales y orográficas de esa ciudad y de la zona).

      Lamentablemente muchos ciudadanos de ese mismo pueblo votante e indignado han sido, y duele decirlo, causantes de sus propias desgracias al adquirir predios con los traficantes de terrenos ejidales y públicos construyendo en los lechos y orillas de ríos y arroyos, llevándose las tormentas sus sueños y patrimonio.

Doloroso y traumático resulta ver en la televisión calles convertidas en furiosos ríos llevándose y destruyendo todo a su paso. Por desgracia esto era previsible y estaba anunciado, era cuestión de tiempo y el presente temporal ha sido copioso. Agréguele a este peligroso coctel que por siglos el agua era absorbida por la tierra y al pavimentar las calles ahora rueda por superficie buscando una salida, los antiguos lechos de ríos y arroyos se han convertido de nuevo en su destino natural, destruyendo cuanto encuentran a su paso. Incluso vidas, sueños y patrimonios.

Se preguntó al principio ¿qué nos pasa a los seres humanos que nos incapacita a la reflexión, que nos hace caer en los mismos yerros una y otra vez, aun cuando pasen los años o los siglos? La advertencia Divina es tan clara, que, aunque se dejó para darnos una enseñanza espiritual, el ejemplo utilizado continúa siendo tan válido como desoído y desatendido:

 

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y grande fue su ruina” (Mat 7:24-27).

 

Tal parece también que los mexicanos hemos estado, me refiero a lo político, construyendo sobre la arena. Sobre mentiras y promesas sin mirar que quienes las ofrecen carecen de solidez y testimonio, de manera que al llegar las tormentas de la vida nos estamos dando cuenta que nos equivocamos rotundamente. Quiera el Creador darnos tiempo y nueva oportunidad para construir en adelante un México mejor, de fijarnos bien en dónde y conque materiales construiremos un mejor hogar para todos. Tanto en lo político como en lo material.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Apenas han pasado dos años y nueve meses y para desgracia de los mexicanos su gobierno se acabó. Tanta alharaca y tanta publicidad resultaron absolutamente vanas, como la fábula del parto de los montes, mera fatuidad y embuste. Así es y ha sido Andrés Manuel López Obrador, un agitador social con disfraz de político, que nunca lo ha sido, sus hechos lo demuestran. No es lo mismo criticar a otros que hacerlo, su incapacidad y mentiras lo han descubierto y aniquilado.

     Desde su aparición pública en los años ’90 en Tabasco esta ha sido la constante, siempre al margen de la ley, siempre violentando la armonía y convivencia social, siempre señalando al otro para promover la división, pero jamás uniendo, jamás trabajando, jamás reconociendo lo bueno hecho por otros.

Su enésimo informe de ‘gobierno’, aunque lo anunció como tercero, no es en sentido alguno lo que afirmó ser. Ha dado cuando menos una docena de ellos y en ninguno le ha asistido la verdad. Todo es fantasía producto de su mente y vida desordenadas, sus palabras carecen del aval de los hechos, exhibiendo el 1º de septiembre a un mitómano empedernido incapaz de sonrojarse ante tantas falacias dichas a los mexicanos (se atrevió a presumir la autopista Guadalajara-Puerto Vallarta, cuando está prácticamente paralizada desde el gobierno anterior, así como a presumir la Línea 3 del Metro Tapatío que construyó EPN).

Acostumbrados por décadas a escuchar las obras construidas en monótonos discursos en los informes presidenciales, López Obrador no tuvo nada que informar que no sean sus mentiras y deshonor. Sus obras, si es que logra terminarlas, se limitarán a tres: Aeropuerto Felipe Angeles, el Tren Maya y la Refinería Dos Bocas. Párale de contar.

En su desgarriate que nunca ha sido gobierno, no hay dinero para obras (ni para hospitales, ni para medicinas, ni para ciencia, ni para ayudar en los muchos desastres que nos agobian, ni para nada de lo urgente y necesario), solo hay para becas de ninis, para viejos (necesiten o no la ayuda), niños, etcétera. Todo se reduce a comprar conciencias, a continuar en campaña, a asegurar votos para la siguiente elección.

¿Podría mantenerse México en pie y con futuro de continuar por esa ruta? Por supuesto que no, pero el mitómano que vive en Palacio intenta todos los días desde su show de horario de lechero engañar a las masas de futuros votantes con una realidad inexistente al estilo del Big Brother de George Orwell.

¿A qué mente sana se le ocurriría construir una pirámide de cartón en el Zócalo para escenificar un hecho histórico que no sucedió en esa fecha, ni tampoco como lo pretende narrar? ¿Para qué su maqueta teniendo a unos pasos los restos del Templo Mayor de los aztecas? Además, ¿para qué vivir en un lejanísimo pasado cuando en el presente estamos agobiados por uno y mil problemas urgentes de resolver?

Con medio millón de muertos, cientos de miles infectados y otros tantos con secuelas de Coronavirus, con panteones colapsados, hospitales y clínicas con personal médico y de atención al público diezmados y agobiados al extremo a causa de la pandemia, carencia de medicinas, aparatos e insumos, ¿qué podía informar López Obrador que no fueran mentiras? Haber negado lo dañino del virus, como también el uso de pruebas y de cubrebocas, dejar a los médicos sin medicinas y todo aquello que requerían para enfrentarse a esta plaga medieval, además de exhibirle, le dejó sin excusas ni palabras que informar. En todo caso debió de pedir perdón por su irresponsabilidad y frivolidad, pero no lo hizo, su enorme ego le perdió como siempre.

¿Qué podría mencionar acerca de la seguridad de los mexicanos que no fueran mentiras? Más de noventa mil asesinatos en lo que va de su mandato y más de 90 millones de ciudadanos a merced absoluta de la enorme fauna delincuencial que roba, asalta, fraudea, extorsiona, viola, esclaviza, secuestra y asesina con total impunidad. La llamada Guardia Nacional no es más que un enorme y costosísimo adorno sexenal que solo sirve para nada, para nada, y para más nada (el costo de dicha guardia para este año es la increíble suma de $35,671 mil millones de pesos). La impunidad les exhibe y socialmente se les reclama su inutilidad e ineficacia absolutas.

Decenas de miles de desaparecidos, forzados unos a ingresar a las bandas delincuenciales —los que se niegan son asesinados y enterrados clandestinamente o arrojados en calles y baldíos—, no han sido vistos y mucho menos protegidos por el presidente, como tampoco los miles de mujeres que son asesinadas o esclavizadas en la prostitución. Para él solo cuentan las elecciones y los votos. Jamás debió ocupar la presidencia. Jamás.

Y como el delicado asunto de gobernar no se le da (ni lo entiende) las jaurías de inspectores de todo tipo y nivel (al no haber quien les vigile y controle) se han convertido en otra plaga más para los ya de por si sufridos y golpeados causantes, que, entre bandas criminales, la pandemia y los inspectores no hayan la puerta.

    Y es que, para ser presidente no solo basta querer serlo, hay que serlo, y López Obrador carece de la capacidad, inteligencia y visión de estado que se requieren. Por eso se llama Poder Ejecutivo, porque se requiere la ejecutividad de quien lo ejerce y el tabasqueño no tiene la menor idea de lo que esto significa, confunde el uso y disfrute del poder de manera personal, con ejercer la presidencia.

En días recientes el comediante y comentarista político ‘Brozo’ describió la soberbia y el enfermizo deseo de poder de AMLO, sumándole tres personalidades y calificativos que le convierten de plano en un ser fuera de la realidad: “el hijo del hombre”, “Luis XIV” y “el rey Salomón” (mesías-absolutismo-sabiduría). Esquizofrenia pura en un hombre que sin mérito alguno que no fuera la violencia y el chantaje logró llegar a la mayor responsabilidad de una nación.

No hay futuro con un gobernante así, fuera de la realidad y rodeado de incapaces e ineptos. Han despilfarrado el tiempo y los recursos públicos en caprichos, dádivas indiscriminadas, disparates, y culto al endiosado presidente. Un ejemplo emblemático es la cancelación (por capricho) de la construcción del NAIM en la que se perdieron cientos de miles de millones, ya que no es solo lo que ya se había invertido (y las demandas), sino en programar y diseñar uno nuevo de menor calidad y funcionalidad. No hay seguridad, no hay salud, la calidad y funcionalidad de la educación pública está por verse y no se augura un buen final (como ya se dijo). Despilfarraron todo, hasta los votos que legítimamente y con engaños lograron. El tiempo y la paciencia de todo un pueblo se acabó, como también se acabó el sexenio.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Advierte la sentencia divina que “de la riqueza del corazón habla la boca”, así que los mexicanos no estábamos ignorantes del valor y de lo que representaban las Instituciones públicas para el eterno candidato Andrés Manuel López Obrador. Repetidamente lo dijo “¡Al diablo con las Instituciones!” mostrando abiertamente lo que había en su corazón. Su miserable riqueza moral y cívica.

La cuestión, y muy grave, es que en el año 2018 ganó —por las razones más que conocidas— la presidencia de México, y que lamentablemente al asumir el cargo, y como era previsible, se ha dedicado a destruir una a una las Instituciones públicas desmantelando el estado mexicano y con ello la República, que, parafraseando a Churchill, tanta sangre, dinero, trabajo y lágrimas nos han costado.

De entrada, lo que ha hecho con la Fiscalía General de la República (antes PGR) es un cañonazo a los pilares del estado de derecho y la estabilidad nacional, convirtiéndola en un carísimo ente ornamental que no toca a las cada vez mayores y sanguinarias bandas de asesinos ni con el pétalo de una rosa. Quedando como mera policía dedicada exclusivamente a perseguir a los enemigos políticos del führer.

Ni qué decir de su furia contra los fideicomisos, a los que, alegando corrupción, en lugar de combatirla como era su deber, en un tris decidió desaparecer 109 de ellos, ocasionando con su odio contra las instituciones daños gravísimos al país (El Universal, 8/Oct/2020). Entre otros tan conocidos como necesarios: Fondo de Desastres Naturales, Fondo de Cooperación Internacional en Ciencia y Tecnología, Fondo para el Deporte de alto Rendimiento, Fondo Sectorial de Investigación para la Educación, Fondo de Inversión y Estímulos al Cine, Fondo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, etcétera.

Pongamos un ejemplo, el FONDEN, todos los mexicanos somos testigos de los terribles daños ocasionados en Veracruz, Puebla, Hidalgo y algunas otras zonas por las que cruzó el potente y destructor huracán Grace, dejando a su paso una estela de muerte y destrucción. Hasta el gobierno anterior, los recursos del Fondo de Desastres Naturales se hubiesen utilizado para remediar los daños y ayudar a los damnificados de inmediato. Pero como el tabasqueño aborrece las instituciones, pues desapareció este organismo diseñado para estos fenómenos, dejando en el absoluto desamparo a los mexicanos afectados (pretendiendo en su desatino que los ciudadanos salgan a ayudar, y resolver, una responsabilidad que le atañe a él y su gobierno).

Aquí en Jalisco lo vimos en días recientes, cuando algunas colonias de Zapopan, que indebidamente permitieron se asentaran en los márgenes de ríos y arroyos, con los recientes incendios en el Bosque de la Primavera (lo cual produjo lodos y eliminó barreras naturales contra el agua) hace poco mas de dos semanas con una mega tormenta se inundaron totalmente, destruyendo el patrimonio de todos, incluso derribando muchas viviendas. Y al no haber el FONDEN y los gobiernos locales no contar con fondos para estos desastres mayores, los afectados han tenido que salir a bloquear el Periférico (con los daños que ocasiona a terceros y a la convivencia ciudadana, ya de por sí tan deteriorada). ¿Y el presidente? Muy bien, en su show mañanero poniendo videos de Juan Gabriel y Rocío, o peleándose con Ricardo Anaya.

Los mexicanos no podemos continuar con ese clima de destrucción contra las Instituciones Públicas implementado desde Palacio Nacional. Ninguna democracia verdadera podría sostenerse. Urge hacer un alto, atender los reclamos de la sociedad y enderezar el rumbo. El presidente López Obrador ganó las elecciones, pero no compró el país como para tomar semejantes y tan dañinas decisiones.

Atrapados por una pandemia que no ha querido ni sabido atacar científicamente el presidente, en lugar de fortalecer el sector salud oficial (antes que ninguna otra acción pública), de proveerle aparatos, medicamentos e insumos para hacer su loable labor de la mejor manera; ha dejado a este sector en el abandono, a su suerte, en la precariedad, de manera que el medio millón de muertos por coronavirus no es producto del azar, sino de haber mandado al diablo a las instituciones. De no ver ni atender a los ciudadanos, solo al ego.

     ¿Cómo entender que urgidos de una mejor y mas desarrollada ciencia AMLO desaparezca el Fondo de Cooperación en Ciencia y Tecnología, que desaparezca también las becas para estudiantes de posgrado (para capacitarse en el extranjero)? ¿Cómo…?

No ha cumplido tres años en el gobierno, y los daños parecen ya irreparables. Haciendo otra observación, acaban de terminar las Olimpiadas de Tokio y los atletas mexicanos hicieron un papel irrelevante. Aunque se habrá de considerar que si no hubiera desaparecido el Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento los atletas se hubiesen concentrado más en sus disciplinas que en buscar la manera de comer (sobrevivir).

Lo más grave, entre tantos yerros gravísimos, es la campaña del presidente en contra del Instituto Nacional Electoral y el Tribunal de esa materia. Al primero, por ley, por institucionalidad y respeto a la democracia mexicana, no debería de tocar ni siquiera con sus cotidianos exabruptos, mucho menos cuchileando a sus dizque legisladores para intentar dañar o desaparecer esa Institución que tanto nos ha costado a los mexicanos. Que si bien sus salarios son escandalosos, es asunto que debe de ventilarse (y remediarse) con la sabiduría y mecanismos legales necesarios; sin romper la armonía social y mucho menos la constitucional.

     En su odio y fobia contra las Instituciones, cuestión que de paso muestra al presidente como un anarquista radical, también pretende aniquilar el Tribunal Electoral. Las Sagradas Escrituras advierten con severidad algo que ha estado haciendo el presidente durante su terrible gestión: “¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan, porque tienen en su mano el poder!” (Miqueas 2:1). Las mañaneras no han servido más que para hacer saber malas nuevas.

El daño causado a México ya es demasiado. Es tiempo que algunos de los miembros del gabinete, así como de empresarios allegados a López Obrador y líderes universitarios, le hagan saber lo que sucede, de la necesidad de un cambio de rumbo para bien. Las Instituciones Públicas no se deben mandar al diablo, allá deben enviarse la maldad y las decisiones erróneas. México necesita y reclama con urgencia un retorno al orden y el estado de derecho.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

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Todos conocemos el viejo truco del ladrón descubierto, que al ser perseguido se detiene y comienza a gritar señalando con el dedo hacia adelante —para confundir a sus perseguidores— “¡Al ladrón, al ladrón…!”. Para desgracia de México y de los mexicanos, muchas, pero muchas veces, López Obrador ha sido pescado in fraganti en sus mentiras y terribles decisiones que están hundiendo al país, logrando casi siempre evadir la confrontación al sacar de la nada un distractor.

Extraña personalidad es la del actual presidente, deficitario en sabiduría y conocimientos, pero astuto como pocos para salir del atolladero en el que suele meterse casi todos los días. Cuál mago de carpa, es capaz de sacar de la chistera al conejo que distraiga las miradas para que no le vean sus dichos, hechos e inacciones, que no le reclamen las muertes de los niños con cáncer, que no hay medicinas para los que quedan vivos, o para casi ningún mal, que el sistema de salud de México está colapsado, que ha caído a uno de los peores lugares en el mundo. De hecho, el segundo lugar en mortalidad a causa del coronavirus (covid-19) lo que exhibe la pésima atención, pero sobre todo, la falta de medicamentos y tratamientos adecuados.

¿Sería mucho pedir que en lugar de que Marcelo Ebrard ande de chile frito por diversos países haciendo grilla y comprando vacunas, pregunte a los gobiernos que han tenido un mejor éxito la pandemia qué planes de salud y tratamientos han implementado? Ese tipo de información ninguno se la negaría ¿O la soberbia es del mismo tamaño de la impreparación para gobernar?

Volviendo al tema central, esta semana se corroboró lo que se había dicho desde esta columna y por muchos otros periodistas, que las elecciones del 6 de junio del presente año estuvieron controladas por las bandas del narcotráfico, sobre todo en la mayoría de los Estados ubicados en el Océano Pacífico (y San Luis Potosí), teniendo como resultado que MORENA ‘ganara’ la mayoría de las elecciones, claro, con el poder de las armas y otros métodos de persuasión contra el electorado.

Héctor de Mauleón, en un valiente artículo publicado en El Universal esta semana (18/Ago/2021), narró con lujo de detalles, como es que MORENA, el partido del presidente, logró de manera totalmente delictiva y con la intervención directa y violenta de los grupos criminales obtener el triunfo en Sinaloa para gobernador.
Y como no sería así, si a los operadores políticos del PRI un día antes de las elecciones los secuestraron, amarraron, encintaron amenazaron, robaron, para soltarlos después en una carretera, sin sus pertenencias, amenazados por supuesto para que no hicieran ni dijeran nada… A tal grado de intimidación y poder llegan los narcos sinaloenses —en su apoyo para y con MORENA— que ningún abogado se atrevió a presentar una denuncia de hechos.

Semejante bomba política, propia para echar abajo la elección y meter bajo la lupa a todos los Estados en los que supuestamente triunfó MORENA, de pronto, y antes de que la explosión marcara de rojo el cielo político nacional, el rey de los distractores (AMLO), sacó de su gran chistera una inesperada entrevista televisiva al viejo capo sinaloense recluido en el Penal Federal de Guadalajara, Miguel Angel Félix Gallardo, cambiando las miradas de todos hacia otro lado. Lo peor del caso es que la mayoría de las televisoras le siguieron el juego. Y en televisión nada es improvisado. Todo es como con el “chapulín colorado” (fríamente calculado).

Quizá con un guion elaborado por el experto en telenovelas (favorito del presidente), se ve de pronto al viejo capo, de 75 años, enfermo, ciego de un ojo, negando toda relación con el mundo de las drogas y haciéndose pasar como un hombre de trabajo injustamente recluido en prisión, en la que ha pasado sus últimos 32 años de vida, si es que a eso se le puede llamar ‘vida’.

A pregunta expresa de la entrevistadora, el capo dice “que él no le pide nada al presidente, que el presidente es un hombre bueno y muy ocupado, que él no lo quiere distraer”. Magistral, se pudiera pensar a simple vista, pero… ¿no huele el diálogo a guion televisivo?

Ya encarrerado el hombre, ladino y manipulador, como los de su clase, hizo una apologética de López Obrador que ni Delgado, Ebrard y la Sheinbaum juntos la hubieran hecho: “…Sé que el presidente es un hombre de buena voluntad, que está combatiendo la desigualdad social. Está dando pensiones, está dando muchas cosas y yo no le quitaría su tiempo. Yo soy un cadáver el cual no espera más que ser enterrado en la raíz de un árbol. No le estoy pidiendo nada al señor. Al contrario, ojalá y le vaya bien”, para luego agregar “¡que Dios le bendiga!”. Mejor no se puede.

La cuestión de fondo, es que justo al día siguiente del artículo de Héctor de Mauleón, de esa bomba periodística que ya hubiera puesto sobre la picota la elección a gobernador de Sinaloa, aparece la referida entrevista con el narcotraficante, distrayendo la mirada de todos hacia el famoso recluso. ¡Claro, es el sello de la casa!

Se inundó Tabasco y el presidente no fue con sus paisanos, y cuando fue lo hizo desde un helicóptero. Destruyó el sistema de compra de medicinas dejando a niños y personas sin medicamentos (así como a pacientes de otros males crónicos). Dejó en manos de las bandas de criminales más de la tercera parte del territorio nacional y con ello una estela de sangre, 90,000 asesinatos en lo que va de su mal gobierno, como también una sociedad mexicana sumida en el terror, el desaliento y el desamparo legal absoluto.

Llegó la pandemia del coronavirus y minimizó los riesgos, nombrando a un merolico (con altos estudios epidemiológicos) para atender el gravísimo problema, cobrando ya cerca de medio millón de muertos ¿Qué hizo en éstas y otras crisis en las que ha metido al país López Obrador? ¡Desviar la atención de todos hacia otro lado para que no vean lo que sucede ni le reclamen!

Así que cuando no vende el avión presidencial, lo rifa (aunque no haga ninguna de las dos cosas), igual se pelea con nuestros hermanos españoles y les reclama la Conquista, o si no echa la culpa de todo a los anteriores, a los conservadores, neoliberales, fifís, corruptos, hipócritas y cuanto calificativo se le ocurra en el momento a este genio del escapismo político y la responsabilidad. Un escapista al que el mismo Houdini hubiese envidiado, de ahí el título del presente artículo ¡El rey de los distractores!

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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