Opinión

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha sido el peor en un siglo, que ya es mucho decir. Su incapacidad, su malformación mental y educativa, su inclinación a la anarquía, así como su simpatía por los delincuentes y violadores de la ley le convirtieron en la antítesis de lo que debe ser un presidente de la República.

Para nuestra desgracia se conjuntaron condiciones diversas que ya hemos comentado en abundancia, lo que permitió que este hombre sin la capacidad ni la formación necesarias para tan importantísima responsabilidad llegara a la presidencia de México, lo cual se debe considerar como una desgracia para la Nación. Un daño irreparable en muchos sentidos y un retroceso generalizado cuyas cuentas todavía no se pueden sumar.

Recién al mando del poder ejecutivo, este ambicioso improvisado cerró los ductos de Pemex con el pretexto de combatir el robo de combustibles (hasta para eso es incapaz y errático; el huachicol es el alcohol y el tequila adulterados) provocando una terrible escasez de gasolinas y diesel a nivel nacional. Kilométricas filas y personas durmiendo en sus vehículos hasta por 24 horas para cargar gasolina fueron por algunas semanas estampas imborrables de lo que NO se debe de hacer.

Para combatir a los ladrones de combustibles (según él) ordenó la compra de 671 pipas en Estados Unidos, medida que además de costar una millonada y no ser lo adecuado, encareció las operaciones de Pemex ¿o fue parte de sus perversos planes para crear nuevos empleos y afianzar su liga con el sindicato petrolero?

Su falsa guerra contra los ladrones de combustibles le exhibe también como el resto de sus fracasos, los cuales esconde a diario con sus mentiras y cortinas de humo para desviar la atención de los incautos. La explosión provocada por los ladrones de gasolinas en Tlahuelilpan, Hgo., que produjo 135 muertos y decenas de heridos, es un recuerdo imborrable de la incapacidad del gobierno federal (y local). Una réplica dantesca de un infierno en el que se conjuntaron la ambición de los delincuentes, la indiferencia de las autoridades, y la avaricia de los torpes que por una nada sufrieron una muerte horrenda.

La supuesta “guerra contra el huachicol”, dixit AMLO, no es mas que una simulación propia de un Tartufo con un poder inmerecido; una farsa que día con día daña la economía nacional y sume al país en el caos.

A los 480 mil millones de pesos de pérdidas de Pemex durante su mandato (lo cual la coloca en estado de quiebra), habrá que sumarle los 1,499 millones de dólares robados en combustibles en 2020 y 1,400 millones de dólares robados en lo que va del año 2021 (Onexpo nacional, 5/Nov/2021).

Por si no fuera suficiente tanta impunidad (por tanto, complicidad) las hordas de delincuentes ensoberbecidos a causa de tanto abrazo (sin balazos) han agregado el robo de gas licuado. Robo multimillonario que agrava las finanzas de la ineficaz Pemex y enriquece a los bandoleros. Tan solo en el año pasado (2020) el robo de gas superó los 30,000 millones de pesos (Forbes México, 24/Feb/2021).

Ilícito con mayores peligros para la población como se vio recientemente en San Pablo Xochimehuacán, Puebla, donde los delincuentes provocaron una explosión de niveles de guerra como se pudo ver en las imágenes. Dos muertos y 15 heridos, la mayoría graves, son el saldo en daños a las personas, ya que en cuanto al patrimonio de los afectados suman muchos millones por cuanto cuadras enteras se vieron arrasadas por la explosión.

Lamentablemente y como sucede siempre, López Obrador (cuesta trabajo decirle ‘presidente’ a quien solo ganó unas elecciones, pero carece de la estatura y formación para el cargo) mostró su cinismo y frivolidad declarando “que se corrió con suerte” ¿Qué esperaba: cientos de muertos? ¿Dónde ha estado su gobierno, dónde estaban los guardianes del patrimonio nacional, dónde estaban las costosas y ornamentales autoridades de la paraestatal robada?

Queda claro y en total evidencia que en el robo de combustibles López Obrador es cómplice de este saqueo a la Nación. ¿Cómo justificar su inacción ante semejante daño, no se diga en un momento social por demás delicado, con una economía en colapso, una epidemia de tintes apocalípticos, y el país entero en manos de las bandas de delincuentes, con o sin organizar?

Los recursos del gobierno para controlar los ductos de Pemex y evitar el robo son por demás suficientes y poderosos (a través de la paraestatal Pemex Logística). No hay excusa para permitir semejante saqueo. Y para recordarle al presidente la memoria se le enlistan:

 

“Cuenta con 32,000 kilómetros de ductos, 1485 pipas, 520 carros de ferrocarril, 74 terminales de almacenamiento, 58 estaciones de bombeo y compresión, 17 buques tanque, 16 terminales marítimas y 10 terminales de gas licuado. Una Coordinación de Áreas de Sistemas de Medición…. Los ductos tienen sensores que avisan cuando hay fugas (baja presión). También válvulas, a todo lo largo, para abrir y cerrar el flujo. El tramo donde se produce la fuga (accidental o provocada) puede ser aislado, cerrando las válvulas de antes y después, automáticamente y a control remoto. En el tramo aislado quedan unos 10,000 barriles (más de un millón de dólares).

     El ejército cuida los ductos con guardias de 25 soldados cada 20 kilómetros. Si encuentran una fuga avisan y establecen un cerco para que nadie se acerca mientras se repara. La situación puede observarse con drones. Pemex logística sabe perfectamente dónde, cuándo, cómo y cuánto le roban. Hasta lleva estadísticas de las tomas clandestinas. Pero no da la cara” (Gabriel Zaid, El poder corrompe, Ed. Debate, págs.. 128-129).

 

Sin embargo, y como todos los mexicanos sabemos, la impunidad concedida por López Obrador a los ladrones de combustibles les ha crecido, les ha acrecentado la soberbia y la insolencia, al grado que esta semana en Atotonilco, Hgo, los ladrones intentaron recuperar de las autoridades y por la fuerza, una pipa con 3,000 litros de diesel que les habían quitado en los sitios de robo, lo cual concede una idea del engreimiento de las bandas (Revista Proceso, 5/Nov/2021).

Así que Andrés Manuel López Obrador es cómplice en el robo de combustibles al desobedecer la Constitución que protestó cumplir y hacer cumplir, y por consecuencia las leyes penales que de ella emanan, ya que se ha negado a hacerlas cumplir provocando con su inacción una impunidad jamás vista y daños a México casi incalculables, convirtiéndose por ende en reo de culpa.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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México ha sido cuna de grandes legisladores, de hombres inteligentes y probos capaces de luchar por la República (y contra los enemigos de ella; que paradójicamente la mayoría de ellos siempre han estado en el poder público) con argumentos fundados, apegados a la legalidad y el sentido común.

Tan solo por mencionar un par de casos en el siglo XIX: Francisco Zarco y Vicente Riva Palacio, ambos valientes, inteligentes y probos, representantes de la sociedad y no apéndices o empleados presidenciales (lo que ha sucedido desde siempre en la mayoría de los casos y sin importar el partido político); fueron capaces de utilizar la tribuna para exponer algunas de las piezas de oratoria más brillantes de nuestra historia, compendios o síntesis de los deseos y anhelos de la joven Nación que representaban con dignidad y honor.

En su discurso del 5 de febrero de 1857, durante la promulgación de la Constitución, el primero de los legisladores, Francisco Zarco, un liberal (de verdad, no como tanto farsante y resentido social que en 2021 pueblan ambas Cámaras) deja para la posteridad un mensaje que contiene los deseos de un México unido, libre, sometido al marco legal, sin prejuicios ni abusos del poder:

 

“Bendiciendo la Providencia Divina los generosos esfuerzos que se hacen en favor de la libertad, ha permitido que el Congreso de fin a su obra y ofrezca hoy al país la prometida constitución esperada como la buena nueva para tranquilizar los ánimos agitados, calmar las inquietudes de los espíritus, cicatrizar las heridas de la República, ser el iris de la paz, el símbolo de la reconciliación entre nuestros hermanos…

    Persuadido el Congreso de que la sociedad para ser justa, sin lo que no puede ser duradera, debe respetar los derechos concedidos al hombre por su Creador, convencido de que las más brillantes y deslumbradoras teorías políticas son torpe engaño, amarga irrisión, cuando no se aseguran aquellos derechos, cuando no se goza de libertad civil, ha definido clara y precisamente las garantías individuales, poniéndolas a cubierto de todo ataque arbitrario…”

 

Nada que ver pues con gran parte de los actuales legisladores, cuyo nivel intelectual y moral es incompatible con su función. Basta decir que el jueves pasado (28/Oct/2021), en plena sesión de la Comisión de Salud, el senador José Luis Pech, de Morena, además de mostrar su miseria moral, dejó ver su nivel intelectual y compromiso republicano (indignado porque la senadora Lilly Téllez sugirió al presidente López Obrador que se le conceda la Medalla Belisario Domínguez al sector médico del País) expresando en su micrófono abierto: “A esta cabrona lo que había de decirle ahorita era…”.

Por lo que se aprecia en MORENA y el PT, parece ser requisito la vulgaridad, la incapacidad, el desorden y la ausencia de ideas constructivas en beneficio de México. Diputados como Gerardo Fernández Noroña son hartamente conocidos por su belicosidad y carencia absoluta del deber legislativo, promotores oficiosos del desmadre, la anarquía y la descalificación, aunque sobrados de perversión y vulgaridad, rebajando el recinto legislativo a nivel de pulquería. Aquí uno de sus muchos twitter dirigido a uno de sus compañeros:

 

“Vas y ch… a tu madre. Cuando regreses, vas de nuevo. Luego pasas por tu cupón para ir a la (impublicable)… Finalmente, cuando tengas el valor para decirme de frente lo que me dijiste, te atienes a las consecuencias” (1/Mayo/2020).

 

Sus gritos y ofensas son espectáculo grotesco y frecuente en la Cámara. Son del dominio público, como lo son también la ausencia de propuestas positivas y constructivas en beneficio del país, pues como escribiera el filósofo argentino José Ingenieros: “La política se degrada… En los pueblos sin ideales, los espíritus subalternos medran con torpes intrigas de antecámaras… Los serviles merodean los Congresos en virtud de la flexibilidad de sus espinazos. Lacayos de un gran hombre, o instrumentos ciegos de su piara, no osan discutir la jefatura de uno o las consignas de la otra” (El Hombre Mediocre).

Ni siquiera perciben diputados y senadores (la mayoría) que su nivel de debate es deplorable, indigno y vergonzoso, impropio de quienes dicen “representarnos”. En lugar de confrontar a los funcionarios comparecientes con las carencias, actos de corrupción o incumplimiento de sus deberes, como escolares de primaria les atacan con mantas, letreritos y regalitos de mofa, mostrando sin recato sus limitaciones intelectuales y carencias legislativas. No se trata de atacar a nadie. Su deber es defender el bienestar de los mexicanos, proteger las instituciones públicas, el derecho, y la buena marcha del país en todos los órdenes, pero no lo hacen, se limitan a hostigarles con tonterías (lo que acrecienta el cinismo de los funcionarios incapaces, corruptos, o ambas cosas).

El segundo de los legisladores referidos al principio, el abogado, militar, diputado (liberal), notable escritor y periodista, Don Vicente Riva Palacio, en un Manifiesto dirigido a la Nación, exhibe y condena a diputados y senadores por su abyección ante el poder ejecutivo, que, aunque escrito en el siglo XIX, parece describir a la mayoría de los integrantes de las Cámaras legislativas actuales:

 

—“El uso libre del sufragio, ha venido a estrellarse contra las intrigas innobles del ejecutivo, que ha fraguado una mentida elección de diputados y senadores, con el exclusivo objeto de tener a sus órdenes ciegos instrumentos que aprobarán todos sus abusos y sancionarán todos sus caprichos, logrando así por medios tan indignos, perpetuarse en una posición de que le arroja ya la irritada voluntad del pueblo.

     Entre esos hombres que ayudan como maquinaria servil… que abdican de todos sus derechos y sacrifican todos sus deberes a una vergonzosa complacencia con el actual Presidente… muchos hay que ni conocen el distrito que representan… que han llegado a los augustos escaños del congreso manchados ya por su abyección, no como verdaderos diputados y senadores, sino como favoritos a quienes se señala un sueldo a cambio de su honra y de su conciencia…” (20 de mayo de 1876).

 

Tal pareciera que estuviera describiendo a gran parte los actuales legisladores; simples empleados del presidente López Obrador, por tanto, usurpadores de la curul por cuanto no representan a quienes les eligieron. La Constitución y demás cuerpos de leyes, son la limitante para los excesos del poder, excesos que en el presente han rebasado todo lo permitido y violado cuanta ley y reglamente se les ha atravesado, abandonado el debate legislativo para caer en el simple desmadre ¿o cómo se podría calificar a sus pleitos y zafarranchos al estilo del arrabal, a sus desfiguros en los que sobran las malas palabras, los golpes y las vulgaridades, aunque ausentes del todo los argumentos y el debate republicano?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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López Obrador ha llegado demasiado lejos, su corazón y mente enfermos de poder le han llevado al extremo, a la ruindad permanente, a la mentira y el engaño como sistema. Su gabinete, que más parece corte de lacayos, ha sido incapaz de contradecir sus muchos excesos y barbaridades, permitiéndole violar todos los días la Constitución y agredir continuamente a los mexicanos e incluso a los extranjeros, baste decir que esta semana atacó a la UNAM y a la OMS.

Sus palabras y sus hechos son una contradicción permanente, dice una cosa y hace exactamente lo contrario. Asegura ser defensor de los indígenas —peleándose bajo esta falsa bandera con los españoles— y sus acciones le muestran en el lado contrario, en un total desinterés por ellos, en un valemadrismo permanente. En sumirles más en la pobreza.

Estados como Oaxaca, Guerrero, Chiapas y el sur de Michoacán, cuya población está integrada por estas minorías, durante el desgobierno de AMLO han sido abandonados del todo, quedando bajo las garras de las bandas criminales sin que el presidente haga nada por librarlos. En Michoacán ha llegado al punto de tener cuarteles del Ejército en las zonas controladas por los narcos sin que los uniformados intervengan ante la violencia y exterminio de los habitantes de la zona. Tan solo en Chiapas en cosa de un mes aparecieron cuatro grupos armados de dizque ‘autodefensas’ sin que el presidente hablara siquiera. Nada le importa, sólo su persona y proyectos.

Para la inmensa mayoría de los mexicanos, pero sobre todo para aquellos que no ha atrapado con las dádivas de dinero público (adornándose como si lo diera de su bolsa; causa de que no haya obra pública y atención a las necesidades sociales): les queda claro que a López Obrador no le importa un comino la vida y bienestar de los mexicanos. Lo único que le importa es él mismo, sus delirios de grandeza, que su enorme y enfermo ego sea satisfecho.

Su sarta de mentiras de campaña (aumentadas durante su mandato fallido) han caído una a una delante de los mexicanos no hipnotizados por la magia del embustero. Un día sí y otro también, él mismo se exhibe con impúdico descaro. Hasta el 1/Sep/2021 le han contabilizado 61,079 mentiras y falsedades dichas en las mañaneras (Revista Expansión Política); conteo incompleto si se considera las que suelta en sus cotidianas e inútiles giras.

      Su máscara de ‘cristiano’ se le ha caído como al Tartufo, el personaje de Moliere; su absoluto desamor por sus gobernados, su espíritu divisionista y rencoroso, su egolatría radical, su compromiso con los cárteles y grupos delincuenciales, así como su paganismo manifiesto al rendirse ante los brujos el primer día de su mandato en el Zócalo; son apenas algunas exhibiciones de su falsía moral y política que ha utilizado para engañar a los incautos y hacerles creer que es otro. Sus hechos se han encargado de desmentirlo públicamente, de mostrarle tal como es.

Su menosprecio por los mexicanos ha llegado al extremo de considerarles sus esclavos, no sus gobernados o mandantes. Sus palabras y acciones emprendidas así lo demuestran. Su concepción o entendimiento de palabras como mandatario, ciudadano, democracia y República queda claro que está torcido como casi todo lo que hay en su mente enferma. A nadie ama, ni a los cercanos (solo les protege y defiende mientras le sirven, y cuando ya no le son útiles los desecha sin remordimiento alguno).

Su intento reciente de anotar en automático al padrón de Hacienda a los jóvenes al cumplir los 18 años muestra su actitud esclavista (su empatía o simpatía por las medidas de control al estilo del Anticristo), su deseo malsano de controlar a todos y a todo ¿Nadie le ha explicado que el gobierno es la manera en que los seres humanos en un pueblo o sociedad se organizan para vivir mejor y resolver sus problemas comunes?

       ¿Nadie le ha señalado a este dictador en ciernes que no tiene derecho alguno a decidir sobre la vida del otro, que el otro puede decidir qué quiere estudiar, qué tipo de vida le gustaría tener, qué patrimonio le gustaría alcanzar, cuántos hijos y qué tipo de vida le gustaría ofrecerles, claro, todo dentro del marco legal?

Y es que, sucede que a este impostor —sí impostor, ya que ganó la presidencia, pero no se ha comportado como tal—, las elecciones le hicieron creer que COMPRÓ LA VIDA Y VOLUNTAD DE LOS MEXICANOS, lo cual además de no ser así, desnuda su espíritu esclavista (y de anticristo menor), protestando en falso cumplir y hacer cumplir la Constitución y leyes que de ella emanan.

Siendo un hombre de poca inteligencia y escasas letras (es demasiado astuto que es cosa distinta), ha desechado el consejo de los que saben de las diversas materias, de los técnicos y científicos, para tomar las grandes decisiones de gobierno en base a sus caprichos y confusas ideas. Los resultados han sido atroces: perdidas económicas de cientos de miles de millones de dólares; mas de medio millón de fallecidos por la pandemia y otros tantos por falta de atención médica adecuada; más de 100 mil asesinados en menos de tres años, impunes casi todos; ciudades, pueblos y regiones enteras bajo el dominio total de los delincuentes y López Obrador ni se inmuta; las inversiones extranjeras detenidas o listas para emigrar, mientras que las locales lejos de acrecentarse decrecen ante el desinterés oficial y los daños ocasionados por la enorme fauna delincuencial; y el tabasqueño se limita a regodearse todas las mañanas en sus fantasías y delirios de grandeza, en atacar y ofender.

     Sin atender en absoluto las necesidades fundamentales de los mexicanos: salud, seguridad, educación, vías de comunicación, etcétera, el tabasqueño ha endurecido su corazón y medidas COMO SI CUMPLIERA CON SU DEBER, utilizando a la Secretaría de Hacienda como controladora, dando a los ciudadanos un lugar de esclavos. De personas sin voluntad ni deseos propios, destinadas a trabajar solo para satisfacer las necesidades del dictador y su inútil y onerosa corte.

¿Cómo se atreve a pedir tanto sin cumplir casi nada? Su atrevimiento no tiene límites, en días recientes arremetió contra los contadores para intimidarlos y ponerlos al servicio de su esclavismo nada simulado: “hay despachos donde el propósito es: ‘¿Cómo evadimos el pago de impuestos?, ¿cómo no cumplimos con nuestras obligaciones?’ …que siempre van a buscar cómo quitarle impuestos a sus clientes, y hasta presumen de que le ganan a Hacienda, le ganan al SAT en tribunales”.

Propone además que el contador-auditor a partir del próximo año, cuando un contribuyente o empresa no cumpla las disposiciones fiscales o cuando lleve a cabo una conducta que pueda constituir un delito fiscal. La omisión de estos de estos casos, puede acarrear severas sanciones al auditor, que van desde la suspensión por tres años del su registro de contador público hasta prisión de tres a seis años” ¿Así o más intimidante? ¿Control total del trabajo y vida económica de los ciudadanos sin devolverles nada a cambio que no sean angustias y desasosiego? ¿Para los ciudadanos observantes de la ley solo obligaciones y dureza y para la fauna delincuencial abrazos y no balazos? Se equivoca el presidente, somos ciudadanos de una República democrática, no esclavos de un tirano.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

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Por décadas los noticieros televisivos (y la mayoría de los periódicos) presentaban notas buenas, regulares y malas. Hoy día, y de hace unos años a la fecha y acentuado en el actual desgobierno de López Obrador, solo malas. Nada qué alegrar, ninguna esperanza, ningún alivio para los mexicanos largamente atribulados por una fauna delincuencial cada vez más abundante, cada vez más violenta y cada vez más impune.

Como se dijo en reciente artículo desde este espacio, en los años ’50, ’60, ’70 y parte de los ’80, de cada peso que el ciudadano pagaba de impuestos (al menos en Jalisco) le eran devueltos entre 30 y 40 centavos en obra pública, lo cual se derivaba en un mejor nivel de vida y servicios (salud, educación, vivienda, vialidades, transporte, seguridad, justicia, etc.). En la actualidad se le devuelven cuando mucho 2 o 3 centavos, y si no, solo deuda pública, retrocediendo en todos los órdenes la calidad de vida.

Hoy en día el mexicano acude a un Seguro Social que le atiende cuando puede y como puede, ya que carece la institución de capacidad, insumos, medicinas y equipos para atenderle de la manera correcta. Las cirugías están en un nivel como nunca, no porque tenga falta de médicos capaces, sino porque carecen de lo necesario para hacer su labor. Asunto al que habrá de agregarse la pésima estrategia para enfrentar la pandemia, que como todos sabemos se tomó desde la política, la ignorancia y el fanatismo ideológico.

Semejante yerro y negligencia ya cobró más de 500 mil muertes y millones de infectados con secuelas de todo tipo, desde las de salud hasta las económicas. En otro país con un poco de orden, decencia y estado de derecho, el presidente, o los encargados de la salud pública ya estuvieran bajo proceso judicial. En este México de solo malas nuevas; gozan de total impunidad.

      En esta pesadilla que el ultimo de noviembre próximo cumple tres años, no hay un solo día en que los mexicanos nos levantemos y leamos en los diarios o veamos en los noticieros en la televisión alguna buena noticia. Lo único que leemos TODOS LOS DÍAS, es que las bandas criminales hicieron distintas masacres en el país, todas sin que el gobierno interviniera. Nunca llegan a poner orden ni a detener a los criminales, siempre llegan después solo a poner listones y levantar las carpetas de investigación para el archivo.

Leemos o vemos que uno o varios grupos armados (se hagan llamar autodefensas o carteles, para el caso da lo mismo) se levantan y se exhiben públicamente, ostentando su fuerza y acrecentando el terror de los ciudadanos pacíficos que trabajan y pagan impuestos (que son los que sostienen de pie al país) pues el estado mexicano JAMÁS LOS DEFIENDE. La ley es letra muerta y el estado de derecho tiene años de no funcionar. La seguridad es exclusiva del presidente y los altos funcionarios públicos. Punto.

También leemos que no hay día que el hombre que cobra presidente, que dicho sea de paso, resultó peor que Vicente Fox (que ya es mucho decir); anuncie otra de sus terribles decisiones, desmantelando la vida republicana, las instituciones democráticas y el aparato productivo, un día sí y otro también: que cancela el NAIM, que cancela una Cervecería en Mexicali que ya había invertido casi 1000 millones, que construye un nuevo aeropuerto en un lugar inviable; que como los cangrejos camina hacia atrás queriendo regresar a las energías fósiles (sucias y causa muy importante en el calentamiento global) y atacando las energía eólicas con el único argumento que sus vísceras encendidas y exhibidas a diario (por sus caprichos) en su show mañanero televisado ¿Qué buena nueva podemos escuchar en esa terrible comunicación al estilo de Los Locos Adams?.

Los mexicanos solo leemos, vemos o escuchamos de que cada día asesinan a 100 mexicanos y que todos quedan impunes; que no hay medicinas en los hospitales y clínicas públicas; que no hay obra pública útil para el pueblo; que los delincuentes, con o sin organizar son los dueños de las calles; que los ciudadanos viven aterrorizados, que salir a trabajar a diario es jugarse la vida misma (y que no hay autoridad alguna que le proteja); que la pobreza crece a pasos agigantados; que el presidente ataca a las clases medias tan solo por tener aspiraciones y anhelos de vivir bien o mejor.

Que no pueden ya viajar porque los criminales son ahora los dueños de los caminos. Como la autopista Monterrey-Nuevo Laredo, nombrada ahora “La carretera de la muerte”; que la carretera Zacatecas-Saltillo no puede ya transitarse porque los carteles la han convertido en su feudo exclusivo; que la INDISPENSABLE Y NECESARIA AUTOPISTA GUADALAJARA-PUERTO VALLARTA este gobierno no le ha avanzado nada, que está igual o peor que cuando la dejó Peña Nieto (siendo que se trata de uno los pocos lugares que atraen turismo y producen empleos e impuestos).

     Solo malas nuevas a diario. Un presidente que ya da muestras de desequilibrio emocional; que desea inventar la historia y el pasado a su gusto, que adora a los indígenas y se pelea con los españoles (pero se casa con una mujer con sangre y tipo europea); que quita la estatua de Cristóbal Colón para colocar la de una indígena totalmente desconocida ¿No podía poner una sin quitar la otra?

Malas nuevas cotidianas que hacen que el mexicano inicie su día ya indispuesto, con las tripas hechas nudo al ver tantas cosas mal hechas y carecer de un futuro de certezas. Solo malas nuevas, a diario, y muchas, lo que le recuerda un texto de las Sagradas Escrituras: “Cuando los impíos dominan el pueblo gime” (Prov 29:2). Tenga el Creador misericordia del pueblo mexicano y nos permita escuchar buenas nuevas pues de las malas estamos hartos y cansados.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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