Opinión

Quienes nacimos en otras generaciones no podemos dar crédito a lo que sucede en México. Hemos tenido gobiernos buenos (pocos), regulares (más) y, por supuesto, malos (Echeverría. López Portillo y Fox son tristemente famosos por su pésima conducción del país). Sin embargo, como el de López Obrador y la mayoría de los gobernadores, presidentes municipales, senadores y diputados nunca. Repito: ¡NUNCA!

      El nivel formativo, así como la capacidad intelectual y moral de los actuales gobernantes está para llorar como dijeran las generaciones pasadas: “¡a dos nalgas!”. Es decir: ¡sin remedio! (a dar rienda suelta al desánimo y la desventura)

     Y si pensamos que ya no puede ser peor nuestro futuro, el nivel de las actuales campañas políticas nos asegura que no es así, que el país puede empeorar. El nivel intelectual de las campañas está más cerca del arrabal o del estercolero, que a las propuestas para una sociedad ávida de un verdadero cambio, de un retorno al estado de derecho, la seguridad, la educación, la salud, la producción y demás acciones y actividades que dan sentido a una sociedad civilizada (pues el deterioro que hemos sufrido en poco más de cinco años ha sido del retorno a la ley de la selva, del más fuerte, en otras palabras: a las cavernas).

     Escuchar la sarta de sandeces que dicen la mayoría de los candidatos(as), el desconocimiento de la tarea que pretenden desempeñar, su frivolidad y estupidez vertidas públicamente, son para desesperar al más paciente y mesurado. Es como ver la piara en la sala de tu casa (con todo lo que significa y conlleva). Peor aún; que los que dirigen semejantes manadas de salvajes incapaces guarden silencio y pretendan delante de los mexicanos que su oferta es buena o aceptable. 

     ¿Cómo quedarse callados los ciudadanos ante tanto farsante(a) y tanto desfiguro? Candidatos que salen a lugares públicos o presentan spots bailando, haciendo escenas ‘chistositas’, haciendo trenecito con sus seguidores o diciendo cualquier tontería, caras risueñas, y un sinfín de estupideces y frivolidades. En medios y redes sociales se ven y escuchan spots de candidatos que exhiben de cuerpo entero a estos atrevidos, muchos de los cuales no tienen la menor idea de que se trata el trabajo de Senador o Diputado o al que ellos aspiren, lo que ellos(as) desean es dinero y poder (mucho de ambas cosas).

      A tal grado llega la incapacidad y cinismo de los candidatos ¿o candidotes? que Claudia Sheinbaum desde el templete en el Zócalo capitalino, le disparó a la frente a su patrón: «¡Quieren que siga la corrupción!». Su corrupción ha llegado a tal extremo que su inconsciente la exhibió a nivel nacional. Lamentablemente son una banda (no un partido político real) de bucaneros, de desvergonzados, de cínicos ambiciosos sin mayor capacidad que la de robarse cuando pueden, de dejar endeudado al país, estado, municipio o lo que sea, pero llenar las alforjas y dar rienda suelta a sus ambiciones reprimidas.

     Ambiciones que por el camino correcto jamás satisfarían pues son enemigos del trabajo creador. Y como se ha dicho en este espacio en muchas ocasiones, lo suyo es el desmadre, las manifestaciones, los destrozos, las marchas con coritos, etcétera. Nada pues que se traduzca en trabajo y riqueza para el país.

     La canalla que aspira en este año a la mayoría de los cargos públicos (no todos por supuesto; hay excepciones respetables) nos hacen recordar la advertencia que hiciera el filósofo argentino José Ingenieros:

 

“Políticos sin vergüenza hubo en todos los tiempos y bajo todos los regímenes; pero encuentran mejor clima en las burguesías sin ideales. Donde todos pueden hablar, callan los ilustrados; los enriquecidos prefieren escuchar a los más viles embaidores. Cuando el ignorante se cree igualado al estudioso, el bribón al apóstol, el boquirroto al elocuente y el burdégano al digno, la escala del mérito desaparece en una oprobiosa nivelación de villanía” (El Hombre Mediocre).

 

     Queda claro que el liderazgo de López Obrador atrajo como ley de grupo a legiones de incapaces y ambiciosos, de violentos (acompañados y escoltados por una gran fauna nociva de delincuencia organizada y sin organizar) que al ser protegidos de sus mega latrocinios por el tabasqueño (al estilo Don Corleone) han abierto la puerta y movido las ambiciones de legiones de sus pares. De individuos sin capacidad alguna para gobernar ni resolver los graves y cada vez mayores problemas de México, pero que al ver lo fácil que se roban los dineros públicos, han abierto de par en par las ambiciones a una multitud de improvisados.

     Han llevado la discusión pública al nivel del arrabal, que además de exhibir sus miserias morales e intelectuales, exhibe además la decadencia de una sociedad que sólo supo criticar a sus gobernantes del pasado, que si bien hubo muchos corruptos, y otros mediocres, también disfrutó de algunos buenos (como fue el caso de los Presidentes Manuel Avila Camacho, Adolfo Ruíz Cortines y Adolfo López Mateos, de otros buenos, pero incomprendidos como Díaz Ordaz (al que solo le ven el 2 de octubre del ’68, cuando en el actual sexenio todos los días hay más asesinados que los de Tlatelolco) y Miguel de la Madrid, quien sin aspavientos y con un gran esfuerzo, sacó al país del pantano en el que lo dejaron los causantes de la DOCENA TRÁGICA.

      Falta ciertamente cultura y madurez política para analizar nuestra historia; casi siempre domina la pasión, el desconocimiento y el maniqueísmo. Es tiempo pues que venciendo la desunión promovida por AMLO y sus huestes, los mexicanos abran los ojos, descubran la enorme cantidad de farsantes (hombres y mujeres) y decidan su voto, no en base a popularidad o simpatía (no se trata de misses, ni de reinas de la primavera). Sino de quien ha de llevar las riendas del país, del Estado, del municipio o de los Congresos, pues en esta decisión se juega probablemente la última oportunidad para retornar a la senda del orden y el estado de derecho.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Sólo aquellos que intentan negar la realidad pueden decir que estamos bien, que nada pasa (como aseguran el presidente de México y el gobernador de Sinaloa); aunque los hechos cotidianos exhiban las mentiras de estos malos e inútiles gobernantes, que a la manera del Cándido de Voltaire pretenden hacernos creer que todo marcha bien, que todo es color de rosa, cuando la realidad es roja, muy roja, pues se trata de ríos de sangre derramada.

     Las estadísticas oficiales señalan que hasta hace tres semanas 181,547 personas han sido asesinadas, cifra a la que si sumamos otros 50,000 asesinados (de los más de 110,000 desaparecidos), los que nunca se cuentan cuando haya sus restos (para que no aumenten la cifra y su incapacidad les exhiba más todavía), nos dan un total de 231,547 asesinados durante este gobierno fallido. Un verdadero cuadro de horror.

     Pero… vayamos más al fondo. La violencia en México (y en casi todo el mundo) crece día con día casi en todos los órdenes: Lo vemos y padecemos en las calles, hogares, escuelas, comercios, en el campo, en los lugares públicos, en las redes sociales, etcétera. El asesinato de una niña de 8 años en Taxco, Gro., es una muestra del clima de violencia que se padece a manera de pesadilla, de cuadro apocalíptico, que dicho sea de paso lo es, aunque para ser precisos: pre-apocalíptico.

     Las democracias a nivel global se han debilitado y países antaño adalides de este sistema —como es el caso de Inglaterra y Estados Unidos— han padecido a populistas inútiles y mentirosos como Boris Johnson y Donald Trump (el segundo capaz incluso de intentar un auto golpe de estado en el Capitolio), quienes en su mal formación intelectual y emocional, al igual que en su incapacidad para gobernar, han despreciado el estado de derecho, las instituciones públicas y los equilibrios de poder republicanos, debilitando al estado y dividendo a sus propios pueblos con enconos casi irreconciliables.

     Y si esto ha sucedido en países con larga tradición democrática, qué nos podíamos esperar en países con una joven democracia como es el caso de México. Tenemos que entender que al debilitarse el estado la legalidad se aleja de la sociedad y la ley del más fuerte se impone. En el actual sexenio la ley es letra muerta y sólo se aplica para los enemigos del régimen.

    De hecho, hay cada vez más zonas dominadas absolutamente por las bandas delincuenciales (narcos o no), éstas hordas de salvajes imponen sus ley hasta convertir las vidas de los mexicanos en abierta esclavitud, sin que el gobierno intervenga en nada. Los delincuentes simplemente llegan y se apropian de casas, terrenos, ranchos, negocios, casas y hasta vidas.

    Los asesinos le dicen al campesino a qué precio debe de vender los aguacates, los limones, jitomates, cebollas, etc., mientras que a los comerciantes les dicen a cómo el kilo de pollo, de carne, de tortillas, y a todos, sin excepción, les establecen el impuesto criminal que han de pagar ya sea semanal, quincenal o mensual (haya ventas o no), convirtiendo la vida de millones de mexicanos en un verdadero infierno en vida. Peor todavía: en caso de no poder pagar, o negarse a hacerlo, son asesinados sin piedad alguna.

     Camiones, taxis, todos y todo está sujeto a los caprichos y ambiciones desmedidas e irracionales de estos asesinos drogados que han convertido a México en una especie de campo de exterminio medianamente camuflajeado por la propaganda oficial —ordenada por López Obrador y ejecutada por su “Goebbels” llamado Jesús Ramírez Cuevas— pero que a final de cuentas se ha convertido en eso: en un campo de exterminio donde hasta ahora todos los crímenes y delitos quedan impunes. Quién cobra en el gobierno y reparte el dinero presupuestal es el presidente y la banda de la 4-T. Pero quien manda realmente y tiene el control sobre la vida de la mayoría de los ciudadanos son los criminales.

    Tan es así que al impuesto criminal (cobro de piso) le han agregado los asaltos y dominio total de las carreteras, el secuestro de mujeres para prostituir o abusar de ellas y luego matarlas, de robo y asesinato de infantes para la venta de sus órganos, de autos robados, de mercancías, robo de casas y edificios mediante notarios corrompidos, robo de identidad y fraudes con tarjetas de crédito y un larguísimo etcétera.

     Y si esto no fuera suficiente, grandes sectores de la sociedad también se han corrompido y caído en esta vorágine de violencia que mantiene sumido al país, haciendo sufrir a las familias con sólidos valores y respeto al estado de derecho (a quienes el presidente ataca a diario calificándoles absurda y equivocadamente de “conservadores”). Por citar un caso, fui líder estudiantil en la preparatoria (años ’60) y no había un sólo compañero homosexual ni una compañera lesbiana. Quizá los que fumaban mariguana no llegaban a cinco y eran marginados, se les tenía desconfianza, pues su pensar y actuar les hacía ver como locos o trastornados.

      Conste, no estoy juzgando a persona alguna, estoy aportando conductas de otra época para que se pueda hacer un comparativo más equilibrado. Y pongo, no cualquier generación, soy parte de la generación del ’68 (entré a la Facultad de Derecho en ese año, U. de G.). En días recientes un joven universitario me contaba escandalizado del grado de perversiones sexuales que se ven, en la que a muchos les da lo mismo una mujer que otro hombre. Igual sucedió en la Alemania de los años ’30, época en la que los valores judeocristianos fueron expulsados de la sociedad y abiertas las compuertas del libertinaje de par en par, lo que permitió a la vez que el estado de derecho y la democracia se debilitaran y llegara al poder ese demonio llamado Adolfo Hitler.

     De los mexicanos depende que estos tiempos violentos continúen hasta destruirnos, o, en una reflexión colectiva con deseos de acabar con esto y retomar el rumbo, salgamos el 2 de junio a votar y elegir a la persona mejor capacitada, con un buen testimonio de vida y las mejores propuestas.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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La maldad, hipocresía, y manipulación del presidente no tienen comparativo. Es único en nuestra historia, que si bien nos muestra una extensa galería de individuos con este perfil, ninguno al extremo de Andrés Manuel López Obrador. Su proclividad a mentir públicamente todos los días, a engañar, a rechazar la verdad y los hechos reales son únicos. El siempre tiene otros datos, abusando de la ceguera de sus seguidores, que en no pocos temas ya raya en la estupidez y la complicidad, pues no es entendible ni admisible, que no puedan ver la realidad. Que no vean al rey desnudo, falaz y desvergonzado.
     El pleito suscitado esta semana entre el empresario Ricardo Salinas Pliego y López Obrador, que si bien no es nuevo y ya tenía algún tiempo con dimes y diretes, llegó al clímax. Independientemente del origen, el empresario tuvo las agallas y el valor de enfrentar con aplomo los ataques del presidente, quien con descaro total usa como arma letal al SAT para atacar a todo aquel ciudadano que ose criticarle.

    Claro, siempre y cuando sea de los mexicanos que trabajan, producen empleos, generan impuestos, o sean parte de los medios de comunicación, escritores, intelectuales, científicos, etcétera; ya que a todos aquellos grupos profesionales de marchas, manifestaciones y vandalismo destructor no les toca ni con el pétalo de una rosa. Tal es su simpatía por los que mucho dañan y nada aportan al país, que para no someterles al orden legal siempre sale con que él no va a reprimir ¿Acaso hacer valer la ley y el orden constitucional es reprimir? Queda claro que su mente torcida y corazón perverso nunca le han permitido transitar por el estado de derecho. Lo aborrece.

     ¿O no es así? Porque hace unos días los guerrilleros oficiales del actual régimen, los vándalos parasitarios de Ayotzinapa (decirles “normalistas” es ofender al magisterio verdadero) atacaron la Fiscalía de Guerrero, destruyeron 8 vehículos públicos (que valían millones y fueron comprados con los dineros de los mexicanos), quebraron vidrios e incendiaron bienes (ACCIONES JAMÁS VISTAS EN MUCHOS AÑOS); y en lugar de ser detenidos y consignados por sus delitos, se les concedió el lugar de “víctimas”, incluso por buena parte de la prensa ¿Tan mal estamos que ya no se distingue siquiera el mal del bien, el delito del orden y respeto a la ley?

     En este caso en particular, Carlos Loret de Mola considera que el pleito de AMLO con Salinas Pliego es un distractor para lanzar la mirada pública hacia ese lado y dejen de ver los mega latrocinios de sus hijos (y pandilla oficial que les acompaña) así como el inmenso pantano de corrupción anegado por el actual desgobierno, que dicho sea de paso, era predecible, pues legiones de vándalos, ineptos y resentidos sociales era imposible que pudiesen sacar adelante al País, resolver sus inmensos e interminables problemas. Quienes sólo saben destruir y protestar es imposible que construyan y trabajen ordenada y sabiamente por un mejor país.

     En una situación tan adversa para México, como esperada a causa de los que llegaron al gobierno, el tabasqueño que cobra como presidente, al sentir que día con día pierde los hilos del poder y la amenaza de que él y su banda de saqueadores terminen en la cárcel es más cercana y probable; se ha dedicado a atacar a los periodistas y escritores críticos; a quienes tienen el valor de señalar, tanto sus incontables y cotidianos yerros, como los mega desfalcos a la Nación. Peor aún, pretendiendo hacerse pasar por ‘honesto’, por ‘probo’, ha agregado a su desfachatez la exigencia de “pruebas” ¿De cuándo acá las víctimas tienen que aportar las pruebas? ¿No es acaso el poder público el que tiene el poder y deber de esclarecer y dilucidar todos los ilícitos, más aún cuando el acusado es el mismo gobierno?

    Esta semana López Obrador, como es costumbre en él, y con su tono habitual de amenaza e intimidación pública: atacó a Ciro Gómez Leyva y a Joaquín López Dóriga mencionando “auditorías” contra ellos, intentando manchar su imagen al pretender hacerlos pasar por incongruentes y malos ciudadanos. Un rato después, Ciro Gómez Leyva, que como es sabido hace poco más de un año se intentó asesinarle (de no traer una camioneta blindada de la empresa que trabaja hubiese muerto) le respondió desde su programa matutino, mostrando que se trataba de un problema resuelto hace dos años y por los canales fiscales que contempla la ley ¿Qué pretendía el presidente, intimidarlo, aterrorizarlo? Se necesita carecer absolutamente de respeto al otro y sensibilidad en el ejercicio del poder para llegar a semejante extremo de villanía.

     Porque a final de cuentas el mensaje de López Obrador es contra todos los periodistas, comunicadores y escritores (y críticos de su mal gobierno). Su bagaje y costumbre pandilleril no se ajusta jamás al estado de derecho y el respeto al ciudadano, y, por lo que se aprecia, el panorama previo a las elecciones le muestra extremadamente nervioso.

     Así que, gane quien gane la elección del 2 de junio próximo tendrá que enfrentarse a una crisis económica (y social) peor que la enfrentada en su momento por Miguel de la Madrid. Los mega derroches en las suntuosas (como inservibles obras Tren Maya y Refinería Dos Bocas), así como el vacío de las arcas para la utilización irracional e irresponsable de casi todos los fondos públicos para sostener el chantaje económico a los mexicanos con más necesidades (“ayudas sociales”), que cada vez aumentan en número debido al desmoronamiento de la economía mexicana, la delincuencia desbordada e impune, como por la incapacidad de este gobierno corrupto e inútil, nos tienen al borde de un abismo, ni medido, ni mucho menos contemplado con la seriedad debida.

     De manera que tanto las amenazas de López Obrador contra los periodistas y críticos, como sus derroches irracionales, deben ser entendidas y atendidos no solo por los atacados, sino por todos los mexicanos, pues a la locura y desatinos de este hombre se debe poner un alto. A esta situación se refiere la advertencia divina (contra los gobernantes malvados) y con ella concluimos: “¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan, porque tienen en su mano el poder!” (Miqueas 2:1).

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

 

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Andrés Manuel López Obrador es tan rudimentario que sólo a tontos (o ignorantes voluntarios) puede engañar. Su cercanía y permisividad con los ayotzinapos muestra a todos su afecto y protección para esta escuela de guerrilleros chafacuyo anarquismo se expresa siempre a través de la destrucción salvaje de lo ajeno, ya sea colectivo, ya patrimonio personal. Destrucciones y robos siempre al amparo de la impunidad que les concede el tabasqueño que cobra como presidente (pero que actúa como si fuera parte de la pandilla ayotzinapa).

¿O no son pandilla los ayotzinapos? En el año 1968, entré como alumno a la Facultad de Derecho (U. de G.) y nunca he visto en Código alguno que los delitos y daños cometidos por estos delincuentes reincidentes estén permitidos, sin embargo, para el gobierno de López Obrador tal parece que sí lo son. Les dejan hacer cuánto quieren y destruir lo que se les antoje (patrimonios de personas, empresas, públicos, e incluso de gran valor histórico) sin que se les moleste a estos remedos de guerrillero. Si el estado cumpliera con su deber, estos nenes berrinchudos, adiestrados en las aulas (pagadas con los impuestos de los mexicanos que trabajan y sostienen de pie a México) a destruir todo y jamás aportar nada, correrían y llorarían como plañideras al ser sometidos al imperio de la ley.

     Y es que, le guste o no al dizque presidente, «LA LEY SÍ ES LA LEY», y él protestó cumplirla y hacerla cumplir. Pero no, nada ha cumplido, excepto sus caprichos, marrullerías, mega desfalcos y cuanta ocurrencia le ha venido a su mente trastornada. Tumbar y destruir una puerta de Palacio Nacional (patrimonio que respetaron hasta los estudiantes en 1968), exhibe tanto a los ayotzinapos, como al presidente y su banda ¿o es gabinete? Porque, de ser lo segundo, no hubieran permitido semejante daño, ni los cometidos en días anteriores. Queda claro que habrían hecho valer la ley y protegido los edificios públicos (así como el patrimonio de particulares utilizado para dañar). Pero si no hicieron valer la ley; entonces actúan como lo primero. Una banda.

Ocioso resulta preguntar de qué viven los padres de los ayotzinapos asesinados (y sus ‘asesores’), ya que al igual que los guerrilleros oficiales de la 4-T, es decir, los ayotzinapos —que dicho sea de paso, jamás se les ha visto en algún concurso internacional de matemáticas, física, química, o de materia alguna, lo cierto es que lo suyo es el desmadre, la destrucción, el robo, el daño a todo lo ajeno, la vida parasitaria y el vandalismo. Igual los padres de los 43 asesinados— se la pasan viajando en camiones robados, días y semanas enteras fueras de sus hogares, sin trabajar y sin explicar de dónde sacan tanto dinero, que tienen años con ese tren de vida. Y como su protector (AMLO), se desconoce de qué vivió tantos años y sin trabajar en nada. Igual esos padres.

Cualquier persona común con una forma honesta de vida no puede ni siquiera andar una semana fuera de su casa a gaste y gaste sin producir recursos. Toda persona lo sabe. Se dicen pobres, pero viven sin trabajar y viajando como si fueran ricos, lo que obliga a preguntarse ¿y de dónde$$$$$? ¿O el rey de cash o los de su ‘causa’ les refaccionan?

     ¿O son riquillos resentidos por eso llevan ese tren de vida, que hasta viajes al extranjero han hecho varias veces, al grado incluso de contar con abogados de planta las 24 horas del día los 365 del año?

Eso, por un lado, por otro, legalmente resulta inadmisible que en esta última gira de diez días por la capital del país los ayotzinapos atacaran y dañaran diversos edificios públicos con petardos, molotov (y camiones robados): la Secretaría de Gobernación, el Senado, Relaciones Exteriores, un Centro de Detención y, como cereza de su inmundo pastel de fechorías, atacado y destruido una puerta de Palacio Nacional sin que el gobierno haya tocado o molestado siquiera a estos delincuentes de largo historial (y demasiadas cuentas pendientes por saldar ante la ley).

Porque no se debe olvidar que los 43 que mataron hace una década, andaban delinquiendo en camiones robados, pero que en sus latrocinios se toparon con otra banda peor (integrada por narcos y policías) que los asesinaron (la averiguación mostró en su momento los hechos con toda claridad). Que no les haya gustado el final y pretendieran hacer pasar a sus hijos como “mártires”, cuando en realidad en ese momento eran delincuentes, es otra cosa. La ley es la ley. Punto.

De hecho, AMLO usó la muerte de estos vándalos (los estudiantes estudian) para ganar simpatías durante su larga campaña a la presidencia. Creó incluso una comisión a la que puso al frente a su alfil Alejandro Encinas, que sólo enturbió las sólidas investigaciones que había, soltando a los asesinos y metiendo a la cárcel al que fuera Procurador de la PGR en ese entonces, al Lic. Murillo Karam, que sólo cumplió con lo que establece la ley, y como pago, los de la 4-T le metieron a la cárcel sin culpa alguna (viejo y enfermo).

     La simpatía de López Obrador por los ayotzinapos (incluidos los padres de los 43) ha sido manifiesta en todo momento. Les ha permitido hacer cuanto han querido sin que la ley les toque. No se atrase un ciudadano trabajador con algún pago recaudatorio, o incumplido con algún reglamento porque todo el peso de la ley caerá contra él. En cambio, para la banda de los ayotzinapos, total impunidad.

¿Por qué? Resulta obligada la pregunta. ¿El compromiso es tan grande que la Constitución y todas los Códigos que han violado estos delincuentes son letra muerta para ellos? ¿O será que la dizque “Normal” es una simple escuela (oficial) de guerrilleros y la puerta derribada de Palacio nacional fue todo un show montado y permitido para que se lucieran los chicos destructores predilectos? Y es que, aunque no quiera ser uno malpensado, a ellos les dejaron llegar hasta Palacio, les pusieron una camioneta a la medida de la puerta, nadie defendió el recinto Nacional desde adentro, y por si fuera poco, al día siguiente ya habían repuesto la puerta derribada ¿Dónde venden puertas históricas a la medida para ser instaladas antes de 24 horas?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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